miércoles, 27 de mayo de 2009
27 de mayo
Yo Soy el Ángel de la Generosidad.
Con intenso amor y gran ternura me acerco a ti. Observa con los ojos divinos y podrás contemplar mi resplandor. Ven… ven a mis brazos que ansían transmitir a tu vida… sus esperanzas de amor… fulgores de piedad… emanaciones de luz. Hoy es un día especial, pues los regalos que traigo para ti son para que cambies el mundo entero. Cierra los ojos y aspira con entrega… con profunda entrega.
Visualiza ahora a muchos ángeles… todos portadores de un don celestial, que te ofrecen con amor. Recíbelos con gratitud… tienes suficiente para compartir.
Hay salud en abundancia… torrentes de paz… felicidad a raudales…y muchísimos, muchísimos más. ¡Sal hoy con un propósito en tu mente!: Llevar dicha a tu entorno, y a quienes lo necesiten, apoyo para disipar sus penas. Recurre siempre a mí… yo te daré para dar. Ahora… sigue entre mis brazos. Vamos a recibir el día. Hay más ángeles que nos quieren acompañar… porque todos te amamos y queremos participar de tu presencia de amor…..
martes, 26 de mayo de 2009
26 de Mayo
Yo Soy el Ángel de la Luz.
Dios, Nuestro Padre, es Amor, es Sabiduría, es Bondad, es Todo… Todo lo que de Él emana es luz. Yo Soy el ángel que ha conjuntado en su aura Su Gloriosa Emanación y hoy he sido enviado hacia tu mundo, hacia tu vida, para bañarte con su Su Divina Claridad, que es mi resplandor.
He sido enviado para irradiar en tu espacio fulgores de mi esencia… para que despiertes al mundo espiritual, a mi emanación angelical, que es de amor, de paz, de sabiduría, de comprensión, de tolerancia, de compasión y de todas las divinas virtudes del reino celestial. Porque Yo Soy la conciencia de todo lo que existe. Yo Soy la proyección del amor de Dios.
Ven… ven a mis brazos… cierra los ojos y recibe destellos sagrados. Aspira… aspira mi esencia. Siente cómo te fortaleces y tus sentidos se agudizan. Yo iluminaré tu camino… habrá siempre ángeles junto a ti…
Y ahora… ¡Vamos!… ¿qué esperas, cariño? Coge mi mano… el día es bello… vamos a iniciarlo con amor….
sábado, 23 de mayo de 2009
Yo Soy el Ángel de los Susurros.
Hoy quiero acompañarte y estar a tu lado para trasmitirte mi luz de amor, mi fulgor de vida y mi emanación de paz. Ven… entra en mi aura… cúbrete con mi manto celestial. Siéntate en mi regazo y apoya tu cabeza en mi corazón.
Cierra los ojos y aspira… profundamente. Ahora pon atención a tus sentimientos… ¿Sientes apoyo con mi presencia?… ¿confianza? y ¿seguridad? ¿Percibes mis mensajes?… Te estoy enviando mi luz angelical… porque quiero que captes mis susurros. Son expresiones sinceras… naturales. Estoy activando tus sentidos internos, al transmitirte lo que siento por ti: amor puro e incondicional.
Hoy durante el día, te estaré enviando mensajes de comprensión, de tolerancia. También te enviaré deseos de ayudarte, de cuidarte y de traer a tu vida lo mejor. Trata de escucharlos… siempre, siempre serán expresiones de amor. Nunca sientas temor con nuestra presencia angelical… porque nuestros susurros servirán para conducirte hacia tu hogar celestial… Jamás te daremos una indicación que no sea de bondad… de amor… de desarrollo espiritual.
Confía plenamente en mí y en todo el reino angelical. Ahora, sigue descansando en mi pecho… escuchando mis susurros… mientras te llevo a disfrutar de este maravilloso día que los ángeles han preparado para ti…
martes, 19 de mayo de 2009
Yo soy el Ángel del Éxito
Yo soy el Ángel del Éxito
He bajado del cielo para llegar a ti y traerte energías divinas para que tu vida sea un manantial de luz. Es mi resplandor de gloria… de triunfo celestial, y abarca todo aquello en que posa su pensamiento Dios.
No existe nada en que Nuestro Padre no use mi fulgor. Por esto, cariño mío, quiero coronarte con mi aureola para que tú también logres el éxito por medio de mi luz de rectitud. Ven, cariño… ven… acércate más. Apoya tu cabeza en mi corazón… escucha mis latidos.
Cierra tus ojos y accede a un maravilloso mundo. Ahora imagina trompetas etéreas… cristalinas… tocadas por heraldos celestiales… anunciando un suceso singular: «¡El éxito llega a tu vida!»… pero recuerda que es la vida espiritual la que engrandece y te convierte en un verdadero triunfador. Porque si tu éxito consiste sólo en logros materiales, al final no serás feliz. Tampoco lo serás si otro pierde para que tú encuentres el triunfo.
Tú… ahora… quédate a mi lado. Porque… ¡qué día! Te esperan noticias maravillosas y hay junto a ti muchos más ánge¬les que quieren disfrutar contigo la dicha que te entregará el Ángel de la Felicidad hoy. Te amo profundamente, y con profunda ternura celestial deposito un beso en tu frente y un suspiro dulce en tu alma.
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Con Amor en mi corazón
Diario Angelical de Lucy Aspra
lunes, 18 de mayo de 2009
ANGEL DEL ALTAR
Yo Soy el Ángel del Altar.
Estoy presente en las ceremonias que alaban a Dios. Hoy llego a tu vida para inundar de luz tu corazón. Ven… acércate a mí… entra en el resplandor de mi aura… cierra los ojos y aspira… aspira lentamente… místicamente.
Visualiza un recinto sagrado, brillante, y tú vestido con una túnica blanca ante un altar en cuyo centro luminoso se alza la Custodia, un sol resplandeciente. Sus poderosos rayos llegan hasta ti… te transforman… te recoges con respeto y te entregas a Nuestro Señor.
El recinto es tu cuerpo, el altar tu corazón y el sol es Cristo que vive en ti. Ahora, con profunda devoción, ofrece tus actos como alabanza a Dios. Festeja Su presencia en todo lo bello, porque allí está presente Él.
La Creación es un altar donde Dios manifiesta sus bendiciones. Perdona y prodiga amor. Así, tu propio altar y tu corazón estará limpio y puros… y allí te enviaré resplandores de paz, amor, abundancia y felicidad. Empieza el día con entusiasmo, con risas, sonrisas y alegría… y acurrúcate entre mis brazos… porque hoy tendrás más visitas del reino angelical… y todo mi amor....
En Amor Y Gratitud,
Agenda Angelical de Lucy Aspra
AUTOR LUCY ASPRA
SOBRE LA MUERTE
CREES QUE HABLO ASI PORQUE NO SOY HUMANO ?
La muerte no existe, sólo la transformación. Miras conpánico a la tumba, como si allí todo acabara. No temas.Observa, la única certeza es el cambio. Nada permaneceigual. Debemos ser conscientes de nuestro limitado tiempoen este plano. Sólo así viviremos de una manera intensa yprofunda, celebrando. No te asustes, continuáis leyendo.Aunque cueste reconocerlo, este mensaje llega a tus manospor amor a la vida. La evolución requiere de la mutación de las formas. Nadiellora por la semilla cuando se transforma en árbol, ni porel gusano cuando resurge en mariposa. ¿Acaso una madre seapena porque su hijo ya no está en su vientre? La vidafluye como una interminable sucesión de misteriosastransformaciones. Hasta cierto punto, la ciencia y la tecnología nospermiten ver qué es lo que sucede antes de nacer. Porahora, los recursos son limitados. Sólo podemos conocerhasta el instante en que el cuerpo finaliza su ciclo. Detodos modos, ¿cuántas pruebas más necesitamos paradarnos cuenta de que lo que llamamos vida y muerte no sonmás que dos caras de una misma moneda? Buscamos certezas,la vida es incertidumbre. La materia es necesaria para la experiencia en el mundo delas formas. Fuera de ese entorno ya no sirve. Nadie seangustia por abandonar los zapatos a la hora de dormir.Cumplieron una función. Lo mismo sucede con nuestrocuerpo, nos permite movernos en esta dimensión, perollegado cierto punto habremos de dejarlo. Es un procesonatural. Deberíamos aprender a liberar de tantanegatividad a la muerte. Sólo es transformación. ¿Crees que hablo así porque no soy humano? Claro que lasausencias duelen, y cuánto. Es cierto que el vacío porlos que ya no están es insondable. El corazón quedaherido, lo sé. Pero si vivimos con intensidad cadamomento, amando y disfrutando de todo lo que nos rodea,reconoceremos la muerte como parte indivisible de la vida ypodremos celebrar. Habremos trascendido las fronteras denuestras limitaciones. Si cambiamos nuestra percepción, ya no lamentaremos lapartida de nuestros seres queridos. Seremos conscientes deque simplemente se adelantaron en el camino para seguirevolucionando. No los podemos ver, es cierto, pero lospodemos sentir. Sabemos que están. Mira hacia tu cielo interno. Agradece, desde lo profundo detu alma, por los momentos vividos. envíales millones debesos y tus más puras intenciones. Libéralos. Ellos debenseguir su marcha, ya llegará el tiempo del reencuentro.Seguí viviendo. También te irás cuando llegue tu hora.No cierres tu corazón. Aún queda mucho por aprender,mucho por disfrutar. Sólo quien te ama te dice lo que aveces no te gusta escuchar. Nunca lo olvides, este mensajellegó a tus manos por amor a la vida.. http://www.tuluzinterior.com/ spirit
La muerte no existe, sólo la transformación. Miras conpánico a la tumba, como si allí todo acabara. No temas.Observa, la única certeza es el cambio. Nada permaneceigual. Debemos ser conscientes de nuestro limitado tiempoen este plano. Sólo así viviremos de una manera intensa yprofunda, celebrando. No te asustes, continuáis leyendo.Aunque cueste reconocerlo, este mensaje llega a tus manospor amor a la vida. La evolución requiere de la mutación de las formas. Nadiellora por la semilla cuando se transforma en árbol, ni porel gusano cuando resurge en mariposa. ¿Acaso una madre seapena porque su hijo ya no está en su vientre? La vidafluye como una interminable sucesión de misteriosastransformaciones. Hasta cierto punto, la ciencia y la tecnología nospermiten ver qué es lo que sucede antes de nacer. Porahora, los recursos son limitados. Sólo podemos conocerhasta el instante en que el cuerpo finaliza su ciclo. Detodos modos, ¿cuántas pruebas más necesitamos paradarnos cuenta de que lo que llamamos vida y muerte no sonmás que dos caras de una misma moneda? Buscamos certezas,la vida es incertidumbre. La materia es necesaria para la experiencia en el mundo delas formas. Fuera de ese entorno ya no sirve. Nadie seangustia por abandonar los zapatos a la hora de dormir.Cumplieron una función. Lo mismo sucede con nuestrocuerpo, nos permite movernos en esta dimensión, perollegado cierto punto habremos de dejarlo. Es un procesonatural. Deberíamos aprender a liberar de tantanegatividad a la muerte. Sólo es transformación. ¿Crees que hablo así porque no soy humano? Claro que lasausencias duelen, y cuánto. Es cierto que el vacío porlos que ya no están es insondable. El corazón quedaherido, lo sé. Pero si vivimos con intensidad cadamomento, amando y disfrutando de todo lo que nos rodea,reconoceremos la muerte como parte indivisible de la vida ypodremos celebrar. Habremos trascendido las fronteras denuestras limitaciones. Si cambiamos nuestra percepción, ya no lamentaremos lapartida de nuestros seres queridos. Seremos conscientes deque simplemente se adelantaron en el camino para seguirevolucionando. No los podemos ver, es cierto, pero lospodemos sentir. Sabemos que están. Mira hacia tu cielo interno. Agradece, desde lo profundo detu alma, por los momentos vividos. envíales millones debesos y tus más puras intenciones. Libéralos. Ellos debenseguir su marcha, ya llegará el tiempo del reencuentro.Seguí viviendo. También te irás cuando llegue tu hora.No cierres tu corazón. Aún queda mucho por aprender,mucho por disfrutar. Sólo quien te ama te dice lo que aveces no te gusta escuchar. Nunca lo olvides, este mensajellegó a tus manos por amor a la vida.. http://www.tuluzinterior.com/ spirit
viernes, 15 de mayo de 2009
15 de mayo
15 de Mayo
Yo Soy el Ángel de la Excelencia.
Mi aura, de pureza mágica, impregna el Reino Celestial. Hoy he atravesado los cielos para bajar a tu mundo y llenar tu día de amor, de perfección y de sabiduría angelical. Acércate a mí… entra en mi poderosa luz de excelencia divina. Quiero derramar en tu vida las delicias de mi fulgor.
Ven… ven… descansa en mi pecho, cierra los ojos y absorbe mi resplandor. Visualiza mi emanación como un estallido de destellos dorados, chispas que transportan cualidades supremas y se derraman sobre ti.
Absórbelas… deja que entren por tus poros. Visualízate dentro de mi aura, que brilla como un fulgurante sol cobijado bajo mis alas… disfrutando de mi esencia… tú y yo como uno solo.
Ahora, haz el propósito de trasmitir tu luz a los actos de tu vida, a tu mente, a tus emociones. Muestra en ti mi cualidad superior… Aspira, convencido, con seguridad. Hoy te encaminas al triunfo. Y Yo te llevaré de la mano y disfrutarás del amor de los seres de luz.
…..
Agenda Angelical de Lucy Aspra
miércoles, 13 de mayo de 2009
13 de mayo
Yo soy el Ángel del Aire
Lleno todo el cielo azul… el verde valle y cada rincón de tu mundo. Hoy me acerco a ti para refrescar tu vida, para traerte bendiciones de Dios.
Ven… acércate… Deja que con mi suave canto te llene de felicidad. Apóyate en mi corazón… cierra tus ojos… aspira mi esencia divina y sumérgete en mi luz. Ahora aspira colores celestiales… absorbe el dorado, absorbe mi flexibilidad… que cada célula de tu cuerpo se refresque con las notas dulces de mi fulgor.
Que tu presencia sea siempre una tierna caricia y transporte amor en la brisa que levantas con tu vida. Ahora, otra vez, aspira profundamente y absorbe mi dulce emanación.
Te inundo con más amor… todo estará bien. Hoy los Ángeles volaremos a tu alrededor… percibe la dulce brisa de nuestros aleteos y los suspiros de amor que derramamos en tu vida… por ti cariño, sólo por ti… porque te amamos profundamente.
………..
martes, 12 de mayo de 2009
12 de Mayo
Yo Soy el Ángel de los Alimentos.
Nuestro Padre Celestial ha conjuntado en mi aura Sus bendiciones de amor. Mi luz se proyecta en el reino vegetal. En cada especie deposito la sustancia divina para alimentar tu cuerpo y para nutrir tu alma; son las emanaciones sagradas de Nuestro Creador. Ven… acércate… toma mi mano y acompáñame a llenar de amor el sustento de los hijos de Dios.
Observa los campos repletos de grano… los huertos… los árboles frutales… lo que Dios ha dispuesto para su humanidad. Acércate más a mí y observa cómo esparzo bendiciones con mi resplandor angelical. Ahora tú, proyéctales luz celestial del Ser que habita en tu alma… y siempre que consumas el pan que recibas bendícelo y da gracias a Nuestro Padre. Prodiga tu luz…
Aspira suavemente y acurrúcate más en mis brazos, bajo mis alas. Nunca te abandonaré; mientras, sonríe. Los ángeles aguardan para gozar contigo de este día que tiene para ti un fulgor excepcional…
En Amor Y Gratitud,
Agenda Angelical de Lucy Aspra
lunes, 11 de mayo de 2009
La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
Edición electrónica Nº1
Copyright “Asociación Vicente Beltrán Anglada” 2008
http://www.asociacionvicentebeltrananglada.org
Inscrita con el nº 35.865 de la Sección 1ª del Registro
Barcelona (España)
Vicente Beltrán Anglada
La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
“A aquel con quien vengo enlazado
desde el principio de los tiempos”
Vicente Beltrán Anglada
LA JERARQUÍA, LOS ÁNGELES SOLARES Y LA HUMANIDAD
LOS ASHRAMAS DE LA NUEVA ERA
ÍNDICE
Dedicatoria 2
Prólogo a la Segunda Edición 5
Prólogo 8
Prefacio 9
Capítulo I. La Jerarquía y la Humanidad en la Era de Acuario 11
Capítulo II. La acción del Ángel Solar en la Nueva Edad 14
Capítulo III. Acercamiento consciente del Hombre a su Ángel Solar 21
Capítulo IV. Ingreso en el Ashrama y su composición 29
Una iniciación 35
Composición del Ashrama 38
El Peligro del Conocimiento 40
La Ayuda Jerárquica 41
El Maestro y la Universalidad de Su Obra 41
Mi Hermano R … y Los Compañeros de Grupo 42
Composición Esquemática del Ashrama 43
Cualidades Distintivas de los Hermanos de Grupo 45
Capítulo V. Vida y labor dentro del Asrhama 50
Funciones de los Ashramas 51
La Interioridad de un Ashrama 52
La Acción de las Energías de Shamballa sobre los Ashramas 53
El Ashrama y los Misterios 54
El Ashrama y su Analogía Universal 55
La Enseñanza en el Ashrama 56
Capítulo VI. Facultades psíquicas 67
Facultades Psíquicas Superiores 77
Los Sonidos Creadores de la Naturaleza 80
El Canto del Silencio 80
La Magia del Alma 84
Capítulo VII. Discipulado y perfección 89
Crisis y Tensiones 90
Misión y Sensibilidad 91
Una Lucha en la Dimensión Sutil 93
Tentación y Magia Negra 95
Horas Terribles 96
La Acción Universal 98
El Ángel de la Presencia 100
El Misterio de la Paz 101
Capítulo VIII. El Hombre y el Karma 107
La Singularidad del Karma 108
Karma y Perfección 109
Otras Consideraciones Esotéricas respecto al Karma 111
Una Experiencia Ashrámica dentro del proceso Kármico de la Vida 114
Conclusión 118
Capítulo IX. El Hombre y el Devachán 121
La Ley Periódica de los Ciclos 121
La Ley de los Ciclos y el Devachán 122
Entrenamiento Devachánico 125
Experiencias en el Devachán 126
La Vida es Sueño 129
El Devachán de un Discípulo 131
Consideraciones Esotéricas 132
Capítulo X. Retorno del alma a un nuevo nacimiento luego del proceso
devachánico 135
La encarnación del alma humana después del Devachán 135
Capítulo XI. La Humanidad y el mundo Dévico 142
La Naturaleza y el Mundo Dévico 142
La Técnica del Silencio 143
El Valor del Verbo 144
Valiosa Enseñanza 146
Maravillosa Excursión a Montserrat 149
La Excursión 150
El Mensaje 151
Los Devas Solares y el Prana 156
Los Devas y las Formas de Pensamiento 159
Relato de un Contacto Dévico 161
Capítulo XII. Conclusión 165
La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN
Al releer “LA JERARQUÍA, LOS ÁNGELES SOLARES Y LA HUMANIDAD”
con vistas a su segunda edición, he sido consciente de lo mucho que puede ser
dicho todavía acerca de cada uno de los temas expuestos, singularmente en lo
que a la vida de relación del ASHRAMA se refiere y a la evolución interna de sus
miembros constituyentes. Dicha evolución, expresando capacidades de
percepción mental y aptitudes para el servicio creador, así como una iniciación
progresiva en los Misterios sagrados de la Divinidad, fundamento esencial de la
vida de cualquier ASHRAMA de la Jerarquía, motiva la polarización primero y
posteriormente el ingreso en otro ASHRAMA de evolución superior dentro de la
línea del propio RAYO. Otros miembros “siguiendo los impulsos de su Espíritu”,
acceden progresivamente a ASHRAMAS del primer RAYO y aprenden a canalizar
ciertas energías monádicas para fines de servicio dentro de la Jerarquía, con lo
cual no hacen sino pulsar Notas distintas de la Gran Sinfonía Planetaria. En
realidad, todos los ASHRAMAS de la Jerarquía, a través de sus respectivos
MAESTROS, están acercándose progresivamente a “la Cámara Secreta de
SHAMBALLA”, lo cual implica el acercamiento a aquel destino inevitable de
perfección que sólo el Gran Regente del Mundo, SANAT KUMARA, conoce en sus
más íntimas y misteriosas profundidades.
Estas ideas, antaño secretos iniciáticos y por tanto prácticamente
inaccesibles para la inmensa mayoría de la humanidad, chocarán quizás con la
mente objetiva de muchos de los sinceros aspirantes espirituales del mundo
moderno que consideran que “lo más prudente sería guardar silencio con respecto
al Misterio de SHAMBALLA”. Yo, por el contrario, opino que el momento presente
es propicio para revelar estas cosas del Espíritu y que ha llegado el momento en
que, tal como anunciara CRISTO, “las cosas del Reino de Dios debe ser
publicadas a viva voz por las calles y plazas públicas”.
La polarización y tendencia de ciertos miembros de un ASHRAMA a otro de
evolución superior constituye un hecho natural y corriente, aunque pueden a veces
transcurrir largos períodos de tiempo y sucederse muchas vidas dentro del mismo
ASHRAMA, contribuyendo a la expansión en el mundo de las enseñanza del
MAESTRO. Pero, hay que señalar también el hecho de que el MAESTRO
evoluciona también dentro de la línea del propio RAYO siendo cada vez más
consciente de las energías del Logos Planetario que infunde Su Vida a aquel
RAYO, de manera que un ASHRAMA cualquiera de la Jerarquía es “un centro de
radiación magnética” en el que inciden “en cualquier momento del tiempo” una
gran variedad de energías de carácter universal. En lo que a nuestro ASHRAMA
se refiere citaré las más importantes: las que provienen directamente del Logos
planetario de nuestra Tierra por medio de Su expresión física SANAT KUMARA,
las del Logos Planetario del Rayo específico al cual pertenece el Maestro (en el
caso específico de nuestro ASHRAMA de segundo RAYO estas energías
proceden del Logos planetario de Júpiter), las de CRISTO, el Avatar del Amor en
nuestro planeta, Cabeza visible de la Jerarquía planetaria y transmisor directo de
las energías de Segundo RAYO del propio LOGOS SOLAR y las energías
espirituales que provienen del gran ASHRAMA del Maestro KUT HOOMI, (KH. en
abreviación esotérica), así como las energías que se exteriorizan y entre funden
por efecto de los contactos específicos entre los distintos ASHRAMAS de la
Jerarquía dentro de la séptuple variedad de RAYOS expresivos, constituyéndose
así polarizaciones y conjunciones magnéticas cada vez más íntimas y profundas
de energía solar, eléctrica y espiritual. Hay que referirse también a la aportación
por humilde que aparezca ante la visión cósmica aunque muy preciosa desde el
punto de vista de las consecuencias humanas, de todos y cada uno de los
miembros del ASHRAMA expresando iniciativas variadas y particulares campos de
servicio, siendo cada cual un vehículo del Maestro en ciertas obras definidas de
carácter benéfico, instructivo y social. Así, la vida interna de un ASHRAMA a
través de siete definidos círculos concéntricos de energía, representando estados
de conciencia evolutivos dentro del ASHRAMA, se extiende desde el Centro más
profundo, el Corazón del MAESTRO, hasta la periferia del séptimo de los círculos
concéntricos de expansión ashrámica, llegando así a las mentes y corazones de
un incalculable número de seres humanos.
Naturalmente, no pretendo reescribir “LA JERARQUÍA, LOS ÁNGELES
SOLARES Y LA HUMANIDAD” dotándole de más profunda potencialidad analítica.
Estoy seguro que los lectores serán conscientes de que la evolución,
expresándose como renovación de características humanas, nos va haciendo a
todos cada vez más profundamente observadores, analíticos e intuitivos. Podemos
decir así que “...lo escrito, escrito está, pero la mente continua proyectándose
hacia delante”. Tengamos en cuenta también que el mayor de los Misterios, el que
verdaderamente revela la elevación o exaltación espiritual de cualquier alma
humana es el sentimiento de humildad y el reconocimiento sincero de que nuestra
obra siempre puede ser mejorada por grande que aparezca ante nuestros ojos o
ante los de los demás. Todos tenemos ante nosotros una meta familiar y social de
carácter inmediato y otra espiritual de Lejanísima perspectiva que se hunde en las
profundidades del Misterio... Unos se pierden en la sed imperiosa de lo inmediato,
de lo personal, otros viven más profundamente advertidos de aquella Meta lejana
de insondable perspectiva, que si bien les priva del gozo efímero de lo inmediato
les dota sin embargo de la visión de lo eterno y de la audición del más lejano grito
clamando por comprensión humana y por misericordia social...
Creo, sinceramente, que “LA JERARQUÍA, LOS ÁNGELES SOLARES Y LA
HUMANIDAD” ofrece simultáneamente estas dos definidas vertientes, la inmediato
y la lejana, y que es debido quizás a este hecho que el libro haya obtenido una
muy notable difusión. En todo caso, y aún haciendo énfasis a la cualidad esotérica
de los textos, puedo afirmar que las ideas contenidas en ellos penetran
profundamente el corazón de los lectores sin menoscabo alguno de su integridad
mental. Tal es la regla esotérica, bellamente expresada en el conocido axioma: “La
verdad convence sin atar y atrae aún sin convencer”. El convencimiento viene
progresivamente a medida que el aspirante, lleno de sinceridad y buena intención
va hollando el Sendero y perfilando en su interior aquel destino de luz para el cual
fue programado por la Divinidad. El relato de ciertas experiencias espirituales en el
devenir de mi vida personal y su correspondencia aclaración desde un ángulo
esotérico ofrecen también una garantía de comprensión y de consiguiente
asimilación por parte de los lectores cualquiera que sea su formación espiritual o
intelectual.
Reitero finalmente mi agradecimiento a todos cuantos contribuyeron a la
preparación, edición y expansión de este libro el cual, por su carácter específico y
tal como afirmé en el prefacio de su primera edición, no es la obra de una
individualidad determinada, sino que fueron muchos los que cooperaron en el
mismo con particular devoción, con el mejor de sus esfuerzos y con el permanente
estímulo de su oración constante…
Vicente Beltrán Anglada
Barcelona, Enero de 1976
La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
PRÓLOGO
Este volumen lo considero fundamental, para la vida de un discípulo y de
todos los integrantes del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo.
El enfoque claro, sencillo, sintético y sobre todo ajustado a lo Real, de los
grandes problemas del hombre y su destino cósmico, así como de los esfuerzos
que la Jerarquía Planetaria o la Gran Logia Blanca de Shamballa, realiza para
ayudar al hombre en el proceso evolutivo, es de una adecuación perfecta a la
nueva humanidad.
Algunos temas gozan del privilegio de recibir un enfoque tan preciso y
completo, que servirán para aclarar dudas, completar conocimientos, estructurar
conclusiones y sobre todo derivar una actitud de conducta vital.
Mi conocimiento de esta obra, vino por algunos trabajos que publicados por
Vicente Beltrán, atrajeron mi atención.
De inicio sus categóricas afirmaciones de la forma cómo realizaba su labor
me colocó en guardia. Es un campo tan propicio al autoengaño... pero penetrando
profundamente en ellos me fue acreciendo una conciencia cada vez mayor de su
autenticidad.
El juego de mi destino personal, me quitó lejos de la patria. Esta
circunstancia hizo que en el itinerario de ruta, se fijara un punto clave
inconmovible: Barcelona, para realizar allí en forma directa, la compulsa de esa
autenticidad.
Gocé del privilegio de la amistad fraternal, por varios meses del autor y de
verlo vivir en los dos órdenes de la vida: material y espiritual. Su modo de acción
en ellos es una línea recta de pureza, amor y sacrificio continuos que no deja
alterar, pese a las dificultades que el vivir y el sobrevivir puedan presentarle.
Quien ha cobrado como él conciencia de la eternidad que hay en cada uno
de nosotros y se ha identificado con Su Ángel Solar, como lo expresa en la
intención preliminar de su obra, no sabe ni puede vivir de otro modo; establecido el
“contacto” no hay alternativas.
Octubre de 1972.
Surya Chandra
PREFACIO
El propósito de escribir este libro surgió espontáneamente al considerar la
cálida y entusiasta respuesta de un gran número de lectores a los artículos que
bajo el lema común de "LAS LUCES DE MI ASHRAMA" eran publicados
regularmente en la revista "CONOCIMIENTO" de Buenos Aires.
Este libro contiene en esencia y como base de su estructuración todos
aquellos artículos más otros inéditos, que, a nuestra consideración, debían servir
como puente o línea de engarce dentro de la singularidad de los diversos temas
tratados. Ellos son en general un verdadero esfuerzo o intento acuariano de
presentar la vida espiritual con su conjunto de Misterios como algo realmente
actual y asequible, por tanto, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad y
sincero propósito interno que anhelan resolver definitivamente dentro de su
corazón la eterna pregunta que se han formulado todos los seres humanos
inteligentes a través de las edades: ¿QUIÉN SOY?, ¿DE DONDE VENGO?, ¿A
DÓNDE VOY? ...
Estamos persuadidos de que en algunas de las páginas de este libro
hallarán algunos de los lectores la respuesta precisa y adecuada a una
interminable secuela de interrogantes. En tal caso el mérito no será nuestro al
haber escrito tales cosas, sino al propósito claramente definido de los propios
lectores que a través de sus profundas y sostenidas preguntas evocaron en
nosotros la correspondiente y adecuada respuesta.
Este libro no es pues ni puede considerarse una obra individual, sino que
pertenece al sentimiento colectivo e innato de la raza humana de unirse
conscientemente a Dios y de resolver el misterio infinito de su vida espiritual.
Al hacer reiteradamente referencia en este libro a los términos MAESTRO,
DISCÍPULO y ASHRAMA, aparentemente enlazados a anteriores etapas místicas
de la humanidad, no hacemos sino atenernos a un propósito espiritual vigente y de
la más objetiva actualidad. Hoy, dentro de la profusión, a veces desbordante, de
avances técnicos y de descubrimientos científicos, estos términos continúan
siendo actuales, así como los sistemas de entrenamiento espiritual que continúan
invariablemente conectados al supremo espíritu de donación que a través de las
edades ha llevado a muchos seres humanos “de la oscuridad a la luz, de lo irreal a
lo real y de la muerte a la inmortalidad”.
El lema del discípulo, y es discípulo todo aquel que intenta sinceramente
resolver el misterio de la vida, de adquirir conocimiento y comprensión y compartir
“los tesoros adquiridos” con los demás, es y será siempre, “CÚMPLASE SEÑOR
EN MÍ TU SANTA VOLUNTAD”. Esta devota sumisión a la Voluntad superior, que
entraña el más potente de los dinamismos, la hallarán Uds. implícitamente y en
multitud de aspectos en las páginas de este libro, singularmente cuando nos
referimos al contacto del alma humana con el ÁNGEL SOLAR, aquel Glorioso Ser
con el Cual estamos espiritualmente vinculados desde el principio de los tiempos...
Debo hacer constar también aquí mi profundo agradecimiento a SURYA
CHANDRA quien cuidó de sintetizar todos los artículos escritos en la revista
“CONOCIMIENTO” y que con clara visión, exquisita devoción y profunda paciencia
fue seleccionando los artículos y sugiriéndome la realización de otros que sirvieran
como elementos de enlace con aquellos que por su complejidad parecían
desconectados del resto del libro.
Que el contenido del mismo les sea útil y pueda servirles de inspiración en
el intento supremo de sus respectivas búsquedas espirituales, es nuestra más
humilde y sincera plegaria.
VICENTE BELTRAN ANGLADA
Barcelona, Septiembre de 1972.
CAPÍTULO I
LA JERARQUÍA Y LA HUMANIDAD EN LA ERA DE ACUARIO
Según la tradición histórica, avalada por la penetrante visión o percepción
de los Altos Iniciados, que pueden leer los archivos akásicos, la Jerarquía
Espiritual del Planeta, o quinto Reino de la Naturaleza, fue instaurada en la tierra
hace unos diez y ocho millones de años, durante la segunda mitad de la época
lemuriana. Este hecho, el más importante en lo que a evolución espiritual del
planeta se refiere, tuvo su origen en la decisión del Logos Planetario de nuestro
esquema terrestre, de tomar un cuerpo físico, con objeto de coordinar
definitivamente todo su sistema expresivo. Si utilizamos la analogía, como
debemos hacerlo siempre en orden a la comprensión de las ideas esotéricas,
seremos conscientes de que un Logos Solar, un Logos Planetario o un alma
espiritual humana, utilizan cuerpos físicos para realizar la magna obra de
identificación del Espíritu y de la Materia, función que tiene por objeto la fusión de
dos aspectos divididos en el tiempo, dentro de la Unidad eterna y absoluta que lo
preside todo.
Analizando el proceso desde sus más recónditas raíces y penetrando en el
aliento de lo cósmico, vemos que la instauración de la Jerarquía tuvo por objeto la
encarnación física de un Hombre Celestial, de un Logos planetario o de uno de los
Siete Espíritus ante el Trono, concordando con las alusiones del Antiguo
Testamento. El proceso de encarnación es idéntico en todos los seres,
prescindiendo de la magnitud del campo expresivo, se trata de un hecho que se
realiza incesantemente a través de las edades. Es el vínculo de relación eterno
entre el Espíritu y la Materia, la Vida y la Forma, el Espacio y el Tiempo.
Prescindiendo de otras consideraciones secundarias podemos asegurar que la
instauración de la Jerarquía aquí en la tierra tuvo su origen “en la gran decisión del Logos planetario de nuestro esquema terrestre de tomar un cuerpo físico”.
Eternamente apercibido de los ciclos del tiempo, sabe el momento exacto por
conjunción magnético-cósmica de esta manifestación, marcada asimismo por el
Gran Karma cósmico del cual es un elevado exponente.
Respondiendo a este gran deseo y debido a ciertas relaciones o vinculaciones kármicas, incomprensibles para nosotros, un Gran Iniciado de la
Cadena de Venus, conocido en nuestros estudios esotéricos como Sanat Kumara,
estableció contacto e identificó Su aura espiritual con el aura etérica del Planeta.
Prácticamente hizo consciencia de la Tierra y ENCARNÓ en ella. Hubo en esta
encarnación el dolor del sacrificio, pero también el gozo de acatar la Voluntad del
Gran Ser Planetario, un gozo y un sacrificio, de los cuales no podemos tener
noción. Como consecuencia de este proceso de encarnación, toda la Tierra
resplandeció, todos los reinos elevaron su sintonía, principalmente el reino
humano en ciernes que “elevó gozosamente su copa” tal como se lee en el Libro
Sagrado de los Iniciados, para recibir el “Alma Celestial”. Todo este clima de
expectación, toda esta resplandeciente sinfonía, era la infinita reverencia de la
Materia Virgen eternamente fecundada por la Gracia Santificante, al Poder
Creador de la Divinidad.
Acompañaron a Sanat Kumara, tres de sus grandes discípulos, enlazados
como ÉL kármicamente a la vida del Logos planetario, a través de muchos eones.
Estos cuatro grandes Seres, Sanat Kumara y los discípulos, conocidos dentro de
la tradición esotérica como los cuatro Kumaras, o los Señores de la Llama,
representan para el Logos planetario, lo que la personalidad humana y sus tres
cuerpos de expresión representan para el Alma. La evolución de esta insigne
personalidad y de los tres vehículos de su vinculación planetaria, constituyen de
hecho la evolución de la Tierra hasta sus últimas consecuencias. Hay tres
Kumaras más desconocidos por nosotros, en sus elevadas funciones, como
centros superiores del gran Logos Planetario, cuya misión es la relación de Sanat
Kumara con todo cuanto trasciende el círculo-no-se-pasa del aura planetaria, es
decir la relación con los demás planetas del Sistema Solar y de otros sistemas
solares.
Estos Grandes Seres constituyen el Centro de Aquella Gran Fraternidad
que llamamos Jerarquía Blanca del Planeta, o Hermandad Blanca. Su misión es
clara y definida: Acelerar el proceso de evolución del Planeta Tierra.
Como consecuencia de la llegada a nuestro planeta de los Señores de la
Llama, se producen cuatro hechos importantes y trascendentes que todo
verdadero esoterista debe conocer, para poder enjuiciar rectamente su propia
situación espiritual. Son ellos:
1. El enlace kármico de la Tierra a través de los cuatro Grandes Kumaras,
con los cuatro Grandes Señores Cósmicos que conocemos como los
Señores del Karma. La tierra entra así a formar conscientemente parte
del Gran Concierto Solar y se pone en vías directas de comunicación
con el Gran Karma Cósmico. Por incomprensible que parezca esta idea,
le da al discípulo la noción inmediata de lo que representan para el ser
humano las palabras de Pablo, el Iniciado, “El Reino de los Cielos puede
ser arrebatado por la violencia”. La identificación del karma planetario
con el karma solar, medido en términos de energía, produce una
aceleración de la evolución de la tierra, y en consecuencia el desarrollo
del Gran Propósito Inicial del Logos Planetario.
2. La introducción dentro del ser humano de los Ángeles Solares, seres
perfectos en su esencia porque alcanzaron la Iniciación de Adeptos en
otro Universo anterior; quienes representan en el drama de la función
planetaria, el papel de Grandes Intermediarios, entre el hombre inferior,
la personalidad en los tres mundos, y la Tríada espiritual, o los tres
aspectos de la Mónada, o Espíritu que es una emanación esencial de la
propia Divinidad Solar.
3. La implantación en la Tierra del sistema iniciático o de aceleración de la
evolución planetaria que produce inicialmente la “individualización” del
hombre animal por mediación de los Ángeles Solares. La
individualización es pues una Iniciación espiritual.
4. “Una corriente dévica de orden superior emanante del Corazón del Sol”
penetra en el aura planetaria y empieza a actuar definidamente sobre
los “enrarecidos éteres” que circundan el planeta y actúan sobre la
Naturaleza. La frase védica “La Tierra entera resplandeció”, se refiere
exactamente a la acción inmediata de estos agentes cósmicos de la
creación planetaria.
He aquí a grandes rasgos, la implantación de la Jerarquía, o Gran
Fraternidad Blanca en la tierra. El gran Rayo de Poder del Logos planetario
empieza a actuar sobre nuestro planeta y “todo su contenido empieza a ser
moldeado según el impulso solar”. Están empleadas deliberadamente y entre
comillas frases sueltas entresacadas del “Libro de los Iniciados” abierto a aquellos
cuya mente funciona en niveles superiores.
El orden de la Jerarquía, la distribución de las funciones planetarias entre
los iniciados de la tierra que “a costa de grandes sacrificios alcanzaron la
iniciación” en la pasada cadena lunar, Buda y Cristo entre los más exaltados,
sigue inmediatamente al gran proceso inicial. Los discípulos avanzados reciben un
nuevo impulso creador dentro de sus conciencias y empiezan a actuar en forma
definida, “ayudados por los Devas” la Gran Fraternidad de Relaciones con otros
planetas del Sistema es un hecho definido y consciente. Una especial corriente
dévica proveniente de Venus se dedica única y exclusivamente al cuidado del
Reino vegetal. Una nueva majestad y una nueva belleza hacen su aparición. La
Jerarquía planetaria es un Hecho y empieza seguidamente los planes de su
organización, tal como la conocemos actualmente, es decir, un Centro
Impenetrable, en conexión con el Logos Solar, que esotéricamente llamamos
Shamballa, y otro en directa conexión con aquel que llamamos Jerarquía. El tercer
centro actuante es la Humanidad que recién empieza en aquellos momentos a
educir la mente y los albores de la autoconciencia.
CAPÍTULO II
LA ACCIÓN DEL ÁNGEL SOLAR EN LA NUEVA EDAD
Estudiar el Ángel Solar representa tratar de descorrer el gran Misterio del
corazón del hombre. Un Maestro ha dicho: “La cuestión de los Ángeles Solares o
Dhyanes del Fuego es un misterio profundo y todo el tema está tan entretejido de
leyendas intrincadas y misteriosas, que los estudiantes esotéricos desesperan de
lograr la deseada claridad mental.”
Hay no obstante ciertos indicios que seguidos atentamente pueden darnos
la clave de este aparente misterio. Una de ellas es la función de intermediarios
entre la personalidad del hombre en los tres mundos y aquella chispa inmortal, con
todos los poderes y atributos de la Divinidad, que llamamos Mónada o Espíritu.
Sujeto el ser humano a las leyes del tiempo hubiera tardado muchos
millones de años antes de llegar a su estado actual de evolución. En su estado
semianimalizado, tal como lo vimos, en la segunda mitad de la era lemuriana, le
era completamente imposible reconocer el valor de sí mismo como función
planetaria y de todo cuanto le rodeaba. Estaba representando un drama definido
en el interior del aura planetaria, pero no se daba cuenta de ello. La intervención
de los Ángeles Solares, vivificando su rudimentario principio mental y “arropándolo
con su manto de amor y de sacrificio durante una cantidad infinita de tiempo”,
produjo el gran milagro de la MENTE. Ésta se fue convirtiendo progresivamente en
el centro de su razón y el hombre animal se convirtió en un ser pensante y
autoconsciente.
No pretendemos dar una relación concreta y definida del proceso, pero sí
una vasta perspectiva que a muchos los hará conscientes -si utilizan la intuiciónpara
los hechos internos realmente trascendentes y que bajo el nombre de
“experiencias espirituales” se realizan constantemente dentro del ser humano.
Solamente hay que considerar el hecho de que casi simultáneamente a la
venida de Sanat Kumara y de sus inmediatos Colaboradores, se organiza la
Jerarquía planetaria, como centro de distribución y de participación de las grandes
energías internas solares. La venida de los Ángeles Solares obedecen al mismo
principio de COPARTICIPACIÓN. Uno de los grandes Misterios Solares
simbolizado en el Cáliz y el Verbo se realiza con la llegada de los místicos Ángeles
Solares. La Copa o Cáliz, preparada por el sufrimiento y desesperación de
interminables ciclos de tiempo “produce una clara nota distintiva que rasgando los
éteres del espacio llega a oídos del Señor”. Continuamos citando frases del “Libro
de los Iniciados”. Como respuesta se produce un movimiento o conmoción dentro
del ámbito solar y “otra Nota proveniente esta vez del propio Logos Solar,
determina una efusión de vida que llena el Universo”. Los Ángeles Solares, los
Dhyanes del Fuego, seres perfectos en su esencia, que viven en la Paz del Señor,
en determinados estratos de la Conciencia de ÉSTE sienten la llamada y se
aprestan al sacrificio. Como pétalos de “sacrificio arrancados del corazón de la
Deidad”, los Ángeles Solares abandonan la Patria celestial y cada uno de ellos
enlaza su vida con la vida de un hombre-animal. Identificar su conciencia con
aquel punto iluminado en el interior del rudimentario cerebro humano y determinar
el principio de mente y de conciencia he aquí su entrega. Los Ángeles Solares
saben del dolor del sacrificio -como Sanat Kumara y Sus discípulos- pero también
como ELLOS del gozo de cumplimentar la Voluntad del Señor.
Lo demás es un proceso histórico marcado por el gran Drama de la
Evolución. No obstante, hay que reconocer dentro de este Drama, la acción
intermediaria decisiva, de los Ángeles Solares, o de los Ángeles de la Presencia,
como se los denomina en algunos tratados esotéricos, en relación con el reino
humano.
Todo es un eterno presente; en los registros akásicos o memoria cósmica
de la Naturaleza está la única y verdadera historia de la Humanidad. Lo demás es
una distorsión de los acontecimientos que cada cual condiciona a su gusto y
según sus propias conveniencias. Cuando se invoca la potencia infinita y
verdadera del Registro Akásico, sólo existe una verdad, que se revela con nitidez
a través de los hechos, y con gran sentido de realismo histórico.
En base a este hecho, el Maestro, dentro del Ashrama en el momento de
entrenamiento que era adecuado, nos hizo testigos del encuentro de los Ángeles
Solares con los hombres animales, que “con la copa en alto esperaban la venida
del Señor”. El espectáculo contemplado, que en mística invocación del Maestro,
se desarrollaba en la luz astral, era de una belleza y un dramatismo inenarrables;
el OM solar imposible de describir. Dentro de un mar de fuego, con potentísimas
descargas eléctricas que rasgaban los éteres y dinamizaban todos los planos
evolutivos del planeta, retumbando por doquier el OM sagrado, la Voz del Logos
Solar, reproducida por el Logos Planetario, llegaron las cohortes angélicas
creadoras de nuevas formas y situaciones... he aquí la aparición “con sus carros
de fuego” de los Ángeles Solares.
Por su misión de intermediarios entre el hombre-animal y el propio Dios
representado por la Mónada, permanecen indistintamente con sus propias
peculiaridades, facilitando con su glorioso pasado kármico, el Rayo de Amor del
Señor del Universo. Durante siglos interminables cooperarán con la voluntad del
Logos Planetario, “Quien en su elevado destino, ha contraído la más sacrificada y
abnegada de las decisiones”: “No abandonar el planeta hasta que el último de los
seres humanos capaces de responder a la Ley, no haya alcanzado la liberación”.
Se le llama por tanto el Gran Sacrificio y es el vigilante silencioso que edad tras
edad preside el destino de la Tierra y, muy concretamente, el cuarto reino, o reino
humano, que a su vez tiene la misión de “elevar la sintonía de los reinos inferiores
o subhumanos, sirviendo así de intermediarios del Logos, de la misma manera
que los Ángeles Solares son los que vinculan al hombre con el quinto Reino de la
Naturaleza, que es la Jerarquía Planetaria o Reino de las Almas.
En todo el proceso de coparticipación o de Fraternidad de los Reinos, va
implícito el Rayo de Amor de la Entidad Solar. Los Ángeles Solares son una
emanación de su infinito Amor, incapaz de ser comprendido por nuestra pequeña
mente humana. Responden siempre a la gran necesidad de vida espiritual o de
conocimiento del Padre Creador. De la misma manera que la humanidad se la
denomina la Gran Necesidad y a los hombres, “hijos de la Necesidad” o hijos del
Karma, tal como son definidos en los libros de los Archivos de la Jerarquía, los
Ángeles Solares, son llamados “los Hijos del Gran Sacrificio”, o Hijos de la Mente,
pues su tarea más importante en relación con el reino humano es dotar de mente,
a los hijos de los hombres; después del gran “Sacrificio de abandonar el
confortable Hogar Paterno”. Esto puede parecer extraño, es necesario dejar la
mente quieta pero profundamente apercibida y expectante, para que el Ángel
Solar de la vida de cada uno, le transmita aquella verdad y aquella seguridad
espiritual que todos buscan.
La pregunta más importante respecto a los Ángeles Solares, después de
precisar su función de Grandes Intermediarios Cósmicos, es la de cuál es su
misión especial con respecto a los seres humanos ya dotados de mente por su
divina intervención y cuál la finalidad del proceso.
La primera pregunta se contesta señalando que la función de un Ángel
Solar con respecto a un ser humano con quien ha enlazado kármicamente su vida,
es presidirle su vida espiritual llevando emanaciones cada vez más definidas, de la
vida de la Mónada o Espíritu a los tres cuerpos en evolución planetaria. Durante
ciclos de tiempo que trascienden casi nuestra razón, el Ángel Solar ha
suministrado al hombre inferior los datos cósmicos que precisaba en cada una de
las fases de su proceso particular. Ha presidido por así decirlo, el karma
consciente del hombre, y durante el larguísimo trayecto ha ido creando requeridas
situaciones para que el ser humano, adquiera la conciencia de sí mismo, que es
en último término la propia conciencia de Dios. En las primitivas edades después
de aquel gran suceso que llamamos Individualización, la vinculación del ser
humano con su Ángel Solar ha pasado completamente desapercibido. Sólo se ha
mantenido el “hilo de la vida” muy tenuemente enlazado de la mente incipiente del
hombre al corazón amoroso del Ángel Solar. Así al calor del amor de este gran
Ser sacrificado, el germen de la mente ha crecido y se ha desarrollado a través del
tiempo. Lo demás es un proceso singular, pero muy común a todos, en el que el
alma inferior del hombre regulada por el poder de la mente se ha dado cuenta de
la otra Entidad, de la Entidad superior que desde niveles inaccesibles le daba razón y vida desde larguísimas edades, y ha empezado así el proceso de
vinculación espiritual meta de muchas escuelas esotéricas, entre el hombre
inferior con un centro de conciencia o alma, cada vez más concreto y definido y el
Ángel Solar.
A medida que el alma del hombre va creciendo hacia su Ángel Solar y va
siendo cada vez más consciente de Aquél, en su vida particularizada se van
sucediendo aquellas grandes expansiones de conciencia que reciben el nombre
de Iniciación. Lo demás, las partes más conocidas del proceso, las ha facilitado el
esoterismo moderno a través de Madame Blavatsky. El conocimiento que hoy se
tiene de la Jerarquía Planetaria, de los Maestros de Compasión y de Sabiduría y
del trabajo de vinculación del ser humano con el Ángel Solar de su vida, o Yo
superior, toma el nombre de Misterio Iniciático.
Consideramos muy conveniente el conocimiento de este enlace histórico de
los hechos, que va desde el hombre semianimalizado infinitamente anterior al de
los tiempos prehistóricos que conocemos, hasta su plena identificación con el ser
divino, tarea que en los tiempos a venir va a tener un énfasis muy particular, con el
crecimiento de los Ashramas de la Jerarquía.
No puede haber una comprensión total, si no se analiza previamente el
primer contacto, o vinculación del Ángel Solar, pétalo de sacrificio arrancado del
amoroso Corazón de Dios, con el hombre tosco y primitivo que “completamente
ausente de sí mismo y vagando por las tenebrosidades de la vida inconsciente,
elevaba sin embargo su copa para que fuese vertido en ella el Grial de la
Conciencia”. Quien sea capaz de penetrarse del misterio profundo del Cáliz y del
Verbo, entrará en directa comunicación con el Ángel Solar que guió su vida.
Queda aún para una mejor comprensión del proceso, dilucidar la finalidad o
Meta del Ángel Solar, una vez que el hombre ha llegado a un cierto estado
iniciático en que es “plenamente consciente de sí mismo”.
Quienes hayan realizado estudios esotéricos, saben que el cuerpo causal
es el vehículo de relación del hombre inferior con el Yo superior, que ambos están
unidos por un hilo de luz sutilísimo llamado “sutratma1 que permite la
comunicación. Este hilo sutilísimo “más fuerte que el más fuerte diamante”, según
reza el Antiguo Comentario o Libro de los Iniciados, se convertirá en fases más
adelantadas del proceso en el Antakarana2, o proyección de la mente inferior en la
superior, con que comienza el gran proceso iniciático de contacto consciente entre
el yo humano y el Alma Solar.
1 Llamado también “hilo de vida”.
2 Llamado esotéricamente “hilo de la conciencia”.
Esta permanencia del Ángel Solar, en el ser humano mientras consuma
esta etapa del proceso evolutivo, es el más grande de los sacrificios pues son
interminables los ciclos de tiempo en que “abrigado solamente con los siete
finísimos velos que encubren su cuerpo celestial de Adepto”, vive en el plano
causal, con la vista orientada hacia el hombre inferior y meditando constantemente
en los impulsos de amor de la vida y en la Patria celestial de donde proviene. Esta
especie de meditación, imposible de ser comprendida por los hombres, es el
RECUERDO infinito de su vida solar, que le permite soportar el dolor de su
inmortal sacrificio.
A medida que el hombre inferior, con una conciencia plenamente
estructurada va adueñándose de sus vehículos y los va integrando dentro de
funciones cada vez más elevadas, el contacto con el Alma superior o Ángel Solar
es cada vez más estrecho y definido. El cuerpo causal se vuelve un estuche
bellísimo que irradia el Fervor espiritual del Alma que contiene. Es una morada
celestial creada por los devas con los materiales suministrados por el ser humano
en plena expansión de conciencia. Es un cuerpo de rara belleza que guarda el
símbolo supremo del Cáliz y del Verbo. En esta copa que es tan pura y
transparente reside el Ángel de la Eterna Presencia, que puede irradiar a través de
ella la esencia de sí mismo.
Esto ocurre invariablemente, cuando el ser humano tiene plena conciencia
del Ángel Solar y ha integrado sus tres cuerpos expresivos en un “sólo cuerpo
místico de expresión universal”; culmina aquí una etapa muy importante del
proceso por el cual encarnó el Ángel Solar: la Iniciación. Pasada ésta queda un
paso crucial en la vida del hombre y en la propia vida del Alma Solar, que los
tratados místicos denominan la cuarta Iniciación, en la que el Arhat, aquel que fue
sacrificado en la cruz de la prueba y del sacrificio, tomó contacto directo “cuerpo
con cuerpo y alma con alma, con Aquel que desde un buen principio, fue la paz y
la luz de su camino”. Esta frase tomada del Libro de los Iniciados, contiene el
mensaje de liberación para el Ángel Solar. Este contacto directo, esta fusión del
fuego de los tres mundos con el fuego solar, determina en sus últimas
consecuencias la destrucción del cuerpo causal. Se produce entonces la Nota
distintiva que sólo el Ángel Solar puede oír en sus finísimos oídos inmortales. Es la
Voz del propio Logos Solar transmitida a través del Logos planetario que dice "ha
terminado tu misión. Vuelve Hijo al hogar paterno”. Y sesgando nuevamente los
éteres, tal como ya lo hicieron hace millones de años, cuando vino en ayuda del
Reino humano, e inundado nuevamente de la luz y del fuego emanantes del
Corazón místico del Sol, retorna a su lugar de origen a reposar definitivamente en
el Lecho de Amor de su Padre, el Logos Solar.
Respecto al Iniciado, al Arhat, cuyo fuego unido al Fuego Solar, hizo posible
la destrucción del Cuerpo Causal, comienza una nueva vida, en la que por primera
vez es ÉL, el único y exclusivo director de Su vida y Su Sendero. Ahora, su misión
es reunir los “cables sueltos” provenientes de la Mónada y de la personalidad pura
e integrada, constituyendo así una nueva entidad viviente, la Entidad inmaculada
libre por completo de karma humano, que llamamos esotéricamente Adepto o
Maestro de Sabiduría.
El paso que va del Arhat al Adepto, es un camino de limpieza del cuerpo
mental de los últimos residuos del “cuerpo causal” o cuerpo que había habitado
durante tantos ciclos de tiempo, el Ángel Solar. La liberación final, o la entrada del ser humano en el Reino divino, tiene lugar precisamente cuando “los últimos
rescoldos del cuerpo solar se ha fundido en el crisol misterioso de los hijos del
espacio, una especie particular de devas que asisten en todo proceso de Iniciación”. Lo que sigue ya es conocido; el Maestro de Sabiduría o Adepto entra a
formar parte de la Jerarquía planetaria como un Agente consciente del Logos
planetario, en virtud de su unificación con la chispa divina que llamamos Mónada o
Ser esencial espiritual. Tiene derecho a entrar en la Cámara del Concilio de
Shamballa y recogiendo el aliento vital eléctrico del Señor del Mundo, o Sanat
Kumara, puede determinar a través de su propia línea de Rayo, un Sendero de
Luz que recorrerán muchos hijos de los hombres que “suspiran por la Liberación”.
Con el alborear de la Era de Acuario, tan intuitiva en lo que a los hijos de
los hombres se refiere, se ha podido concretar esta enseñanza esotérica respecto
a los grandes Intermediarios cósmicos, conocidos bajo el nombre esotérico de
Dhyanes del Fuego o Ángeles Solares. Con ella se busca acelerar el proceso de
identificación de muchos seres humanos con Su propio Ángel Solar, a fin de
comprender cada vez más claramente el sentido oculto de la vida, y construir
nuevas avenidas de acceso a las gloriosas Entidades, o Maestros de Sabiduría,
que con Cristo a la cabeza y respaldados por el ígneo poder eléctrico del Señor
del Mundo están trabajando incesantemente por la perfección del reino humano
por la redención de los demás reinos subhumanos. Cuando más adelante se aluda
al Ashrama, al Maestro, a los hermanos de grupo, así como a las cohortes
angélicas que intervienen con el reino humano en la evolución total del Planeta
Tierra, se tiene como propósito final hacer conscientes a los lectores de las
infinitas profundidades del Ser cósmico que un día, muy lejano en el tiempo, tomó
a su cargo la evolución de los hombres y los condujo a través de etapas de dolor,
angustia y sacrificio, hasta el momento actual en que “apercibidos de su destino
espiritual, se aprestan decididamente a la lucha contra las tendencias inferiores de
la personalidad”.
También es interesante señalar, que se pueden seguir las directrices
inteligentes de cualquier verdadera escuela esotérica, cuando se ha establecido
un contacto más o menos definido con su Ángel Solar, pues ÉL es el primero y el
último Maestro, ya que su relación trasciende la edad y los ciclos kármicos del
tiempo, pues dimana de la propia Vida de Dios, del Señor del Universo.
Con esto consideramos que tendrán un panorama claro, del destino de la
hora cósmica de la humanidad, en la presente Era de Acuario, y podrán vivir ya,
desde este momento como discípulos del Maestro con toda su gloria y sus
dificultades. El Ángel Solar está presidiendo todo el camino de identificación y
perfección. Es este el momento de no defraudarlo y acelerar el ritmo de la Vida
espiritual y contribuir conscientemente a nuestra propia liberación, en el bien
entendido que al hacerlo, liberamos de su sacrificio a Nuestro Ángel Solar y
contribuimos directamente también a la liberación universal del Logos planetario.
Si uno de los puntos culminantes de la labor del Ángel Solar es la Iniciación,
los ashramas como lugares en el tiempo donde ésta se realiza y donde se reciben
además las enseñanzas adecuadas para continuar el proceso evolutivo, cobran
una actualidad y un interés especiales.
Estudiarlos en todos los aspectos posibles, es la labor que emprendemos,
con la ayuda de todos Uds.
CAPÍTULO III
ACERCAMIENTO CONSCIENTE DEL HOMBRE A SU ÁNGEL SOLAR
Perdidos en las brumas de los problemas cotidianos que exigen de
nosotros un progresivo e inmediato sentido de atención, es muy difícil ser
conscientes del poder magnético espiritual que emana constantemente de nuestro
Ángel Solar, de aquella alma liberada cuya misión es “arroparnos con su manto de
amor y sacrificio”.
Durante un lapso infinito de edades, en tanto se van sucediendo los
procesos históricos o cronológicos de nuestra vida aquí en la tierra, el afán de lo
inmediato ha regido inexorablemente nuestro destino. En algunas ocasiones,
cuando el torbellino de las humanas pasiones ha llegado a un cenit, o frontera de
lo permitido, pasada la cual, la prueba más dura y el peligro más cercano es el
“retorno hacia los viejos valores trascendidos”, con su secuela de vicios, defectos,
contrariedades y temores, un fúlgido rayo de luz conteniendo resolución y
esperanza inunda nuestra vida, dándonos una visión más serena de las cosas y
aquietando nuestro ánimo. Esta luz proviene de nuestro Yo superior, de nuestro
Ángel Solar. En los momentos cumbres de nuestra vida, en el proceso mágico del
nacimiento, cuando en el momento de la muerte dejamos el cuerpo físico o
cuando afrontamos en la vida un verdadero y angustioso problema que nos sume
en intenso dolor y profunda aflicción, la visión serena y el amor sin medida del
Ángel Solar está más cerca que nunca de nosotros “arropándonos con su manto
de amor y sacrificio”. Esta frase reiteradamente repetida para dar una cierta idea
de la misión del Ángel Solar con respecto a nuestra alma en evolución, está
escrita con caracteres de fuego en los sagrados libros de la Logia. De allí ha sido
entresacada pues no hay otra que exprese con tanta claridad y sencillez la misión
voluntaria que se impuso un día el Ángel Solar con respecto al alma humana. La
reiteración de esta frase viene a ser como un mántram de ascensión que debe
aproximarnos en alguna medida a la gloria inmarcesible de aquél que es nuestro
primero y único Maestro en toda empresa de relación consciente con el Cosmos.
Cuando jerárquicamente hablando, nos referimos al Ángel Solar, lo
hacemos en estos términos: “Es un Maestro de Compasión y Sabiduría, un Adepto
de la Buena Ley, con lo cual no hacemos sino evidenciar la pureza infinita de su
aura, la perfección de sus virtudes y el indescriptible poder de sus resoluciones de
amor y sacrificio con respecto a nosotros”.
Comprender estas razones debe ser el principio de una inteligente relación
con el aura magnética del Ángel Solar. Comprender el misterio infinito de su vida,
que nos acerca a la comprensión profunda de los destinos secretos del Alma de nuestro Logos Solar “que arropa el Universo entero con su manto de Amor y
Sacrificio” es la verdadera tarea iniciática, pues el único misterio y el verdadero
secreto de nuestra vida en relación con la Vida infinita de “nuestro Padre en los
Cielos” se halla en la relación magnética que podamos establecer con nuestro
Ángel Solar. El encuentro consciente, aún verificado a ráfagas o intervalos,
produce siempre indescriptible confianza y gozo profundo. De ahí que hemos
considerado oportuno dedicar en este libro, un capítulo especial al enlace
magnético consciente con el Ángel Solar.
En el capítulo precedente dedicado a la Vida del Ángel Solar o Ángel de la
Presencia, vimos su procedencia solar, su llegada a la tierra para incorporarse al
propósito evolutivo del Logos Planetario y su destino final de liberación una vez
cumplida a través de las edades su misión de llevar al reino humano, encarnado
en el alma del hombre, a la perfección espiritual de su vida.
En este dilatado intervalo dentro del cual se sucede el movimiento
incesante de la rueda de los nacimientos, de las muertes, y de los períodos
devachánicos, se configura de hecho la historia de la vida humana aquí en la
tierra, desde el momento mismo de la individualización de la humanidad terrestre,
hasta alcanzar la quinta Iniciación o retorno del alma del hombre o punto dinámico
de la vida monádica, a su verdadero reino, el quinto, el Reino de las Almas o
Jerarquía planetaria, con todo el amor, el saber y la capacidad de sacrificio
grabados en el corazón por la intervención divina del Ángel Solar. Pasar de allí,
sería entrar en el reino nebuloso de las conjeturas e hipótesis de la mente inferior,
o más bien perderse en lo insondable del Misterio. No obstante podemos ir más
allá constantemente pues una de las misiones del hombre, cuando ha llegado a
cierto punto de su vida espiritual, es PERDERSE conscientemente en el profundo
vacío de las dilatadas e insondables perspectivas de lo cósmico, allí en aquellas
indescriptibles avenidas de luz que utilizan los Logos inmortales para recorrer los
ciclos del tiempo.
Quizás no sea necesario hacerlo para tener una noción directa de lo que el
término “luz solar” significa para nosotros en relación con nuestros vehículos
inferiores, con nuestra alma y con el propio Espíritu. La luz del sol contiene
infinidad de cualidades y matices, que sólo el conocimiento y comprensión del
mundo dévico puede aclarar en una inteligente y apreciable medida. Una de estas
cualidades o matices solares, de la que dimana en esencia la frase inmortal
“manto de amor y sacrificio” corresponde a un rayo especial que surge del
CORAZÓN místico del Sol y encarna en el Ángel Solar, configurando la vida de
éste con unas virtudes especiales que lo capacitan para la alta misión que
voluntariamente se impuso de redención del alma humana. Otros rayos de luz,
provenientes del sol físico, en realidad toda forma de luz es un aspecto distinto del
gran Rayo de Amor del Padre del Universo, condicionan la vida periódica de los
vehículos inferiores, el físico, el emocional y el mental concreto, en tanto que otros dimanantes del Gran Sol Central Espiritual, constituyen la vida misma,
indescriptiblemente profunda, de nuestro espíritu más elevado, o Mónada, tal
como se menciona en los estudios esotéricos.
En el centro de todo este proceso mágico de la vida de la entidad humana,
el amor y la vida del Ángel Solar, aparecen como la esencia vinculativa que une la
personalidad del hombre, dentro de una integración de valores constantes con su
“Padre en los Cielos”, es decir, con la Mónada o Espíritu esencial en su
concepción más elevada.
Comprender esto, es empezar a desarrollar en nosotros la tarea vinculativa
que inició un día el Ángel Solar, es empezar a utilizar conscientemente el poder
misterioso de los Rayos involucrados en el proceso místico de la vida y empezar a
marchar por las sendas de la inmortalidad. Una de las tareas ashrámicas que nos
hemos propuesto es desentrañar el misterio de los principales rayos que nos
condicionan, para tener así una idea más certera de lo que significa el Ángel Solar
en nuestra vida y cómo establecer consciente contacto con él.
No vamos a referirnos aquí en concreto al funcionamiento de los siete
Rayos o emanaciones de la Vida del Logos de nuestro Universo. Vamos a hablar
sólo en función de los tres Rayos directamente involucrados en la vida espiritual
del hombre, es decir, la relación Espíritu, Ángel Solar, y Alma humana. De esta
manera nuestro trabajo podrá ser más fácilmente asimilado por los aspirantes
espirituales del mundo.
Hablar de Rayos en función de la vida del hombre, tal como lo conocemos
actualmente, y no desde el ángulo de su absoluta integridad, es hablar
decididamente de lo inmediato y accesible: el contacto consciente con el Ángel
Solar, establecido el cual todo cuanto sucede en torno al misterio de los
nacimientos y las muertes del hombre finito, será comprendido como una
reproducción o proyección de lo que sucede en la vida más íntima del Creador del
Universo. Comprender el alcance de esta primera relación consciente con nuestro
Ser inmortal es crear voluntariamente en nosotros el Sendero y la Meta, o sea, el
Sendero de Búsqueda y la Meta de Liberación.
La importancia del proceso residirá más en nuestros buenos deseos y
sincero interés por descubrir lo que se oculta tras el misterio permanente del Ángel
Solar, que en los profundos y sostenidos estudios, a veces farragosos e insípidos,
respecto a las leyes y procesos universales, que serán mejor comprendidos si
dejamos que sea el propio Ángel Solar, quien los revele desde dentro, a través de
la línea de luz del antakarana y liberarnos de la influencia de la mente
intelectualizada, tan predispuesta al error por hallarse vinculada al torbellino que
procede del mundo emocional y al proceso corriente de los Conceptos
preestablecidos.
Se trata de una tarea de la más alta simplicidad que todos podrán adoptar
inmediatamente a su propia visión o concepción esotérica de las cosas.
Todo cuanto venimos estudiando en este capítulo tendrá especial valor
vinculativo si se deja la mente serenamente expectante, al considerar los valores
implícitos en la vida íntima de los tres elementos esenciales que constituyen
nuestro ser. Estos tres elementos son, como ya hemos dicho: la personalidad en
los tres mundos físico, astral y mental concreto. El Yo superior o Ángel Solar
corresponde al plano causal y el Espíritu o Mónada al mundo espiritual. La
relación de estos elementos entre sí con los principales rayos de poder que actúan
en nuestro universo y con el propio Logos creador es la siguiente:
Espíritu 1er. Rayo relación con el Gran Sol Central Espiritual.
Ángel Solar 2do. Rayo relación con el Corazón Místico del Sol.
Personalidad 3er. Rayo relación con las emanaciones del Sol físico.
Esta es una relación muy simple y limitada dentro del infinito campo de las
que pueden ser establecidas a través del misterio de los Rayos, pero nos bastará
para la comprensión de las ideas implicadas en este capítulo tendientes a clarificar
la misión específica del Ángel Solar y la forma más asequible a nuestro alcance de
establecer contacto con ÉL. Uno de los motivos esenciales que originó la acción
del Ángel Solar en relación con el Alma humana, fue el espíritu de compasión que
surgía como una emanación natural del seno profundo del Corazón del Sol, o
Centro de Amor del Dios del Universo. EL sacrificio de los Ángeles Solares, cuya
esencia es nirvánica y por lo tanto está libre de karma no puede ser medido con el
entendimiento propio de nuestra pequeña mente humana. Pero, la efusión de vida
amorosa del Logos, “arrancando gozoso de su corazón aquellos pétalos de
sacrificio que son los Ángeles Solares”, citamos esta frase del “Libro de los
Iniciados”, puede darnos una pequeña idea, que será enriquecida más adelante
con los elementos vivos de la intuición, de las implicaciones profundas de la triple
relación a que nos estamos refiriendo.
La compasión es una virtud causal del Ángel Solar, de este Adepto de la
Buena Ley que por serlo, debe adquirir automáticamente para nosotros el valor
espiritual de los Maestros o Adeptos de la Jerarquía planetaria denominados
“Maestros de Compasión y Sabiduría”. Si aplicamos la analogía, podemos darnos
cuenta que los Ángeles Solares participan conscientemente de las tareas
jerárquicas y contribuyen con sus funciones a la evolución del Plan del Logos
Planetario. Son, por lo tanto, Miembros conscientes de la Jerarquía, y ningún ser
humano podrá ponerse en contacto con la Jerarquía planetaria, ni con Maestro
alguno de la misma, si no ha verificado antes una serie de contactos conscientes,
con su propio Ángel Solar, con Aquel bendito Ser con quien viene enlazado a
través de las edades.
Uno de los grandes empeños de la Jerarquía en este inicio de la Era de
Acuario, cuya actividad está ya presente en el corazón de muchos hombres y
mujeres de buena voluntad, es hacer que la humanidad sea consciente de los
vínculos sagrados que la unen con el Ángel Solar de su vida, pues así habrá la
posibilidad de redención por la que el Logos planetario, mediante el corazón de
Cristo, está suspirando a través de las edades.
Todos los acontecimientos planetarios, la actividad de la Jerarquía y el
propósito mismo de Sanat Kumara trabajan en forma muy sincrónica, para que
esta tarea de redención planetaria sea posible. El vínculo principal de unión es
siempre el Ángel Solar, llamado en términos esotéricos del Ashrama, “el Gran
Intermediario Cósmico”. Es ÉL quien debe “unir Tierra y Cielo” con las leyes
infinitas del Amor universal. Esta tarea iniciada hace millones de años, empieza a
culminar en el corazón de muchos seres humanos. Lo que va a suceder de ahora
en adelante a medida que la presión de Acuario se acentúe sobre el aura de la
tierra, será una obra mágica de gigantescas proporciones para comprender, y
nuestra mente deberá aumentar considerablemente su ritmo vibratorio.
No obstante, quien siga atentamente los acontecimientos planetarios de los
últimos tiempos, singularmente los aspectos que se refieren a la vida social
humana, o de vivencia cotidiana, más bien que los que resaltan de los grandes
desarrollos científicos, verán cómo se está configurando lenta pero constante y
progresivamente, una tendencia hacia el andrógino, un ser en quien la dualidad de
los sexos está muy presente, tendiendo hacia la indiferenciación. Se entiende que
el Andrógino no va a ser una realidad a corto plazo, señalamos simplemente
síntomas apreciables, singularmente en la juventud de nuestros tiempos, nutrida
en gran parte por una selección de egos, o almas humanas, potentemente
polarizadas en los dinámicos efluvios de la Gran Constelación de Acuario, que
antes de manifestarse en aspectos físicos definidos se manifiesta primero en
forma de tendencias causales, o solares. La disconformidad de la juventud con lo
preestablecido, la tendencia a la unificación de sexos que puede observarse por
doquier, la propia excentricidad y extravagancia en el modo de vestir y de
comportarse de nuestra juventud, son signos netamente acuarianos. Su expresión
es esencialmente espiritual y llamamos la atención sobre este punto, cuando se
analice la vida de la juventud moderna. Estamos todavía potentemente
polarizados con las influencias pisceanas, por no decir cristalizados para poder
resistir sin clamores de santa indignación, las actividades de nuestra juventud.
Nuestra misión es solamente aclarar ciertos términos en relación con el
Ángel Solar, cuya vida de procedencia solar es netamente “acuariana”, debido
precisamente a “cierto parentesco kármico” del Logos de nuestro Universo con el
gran Ser que rige la Constelación de Acuario. Uno de los Grandes Impulsores
Cósmicos de la evolución planetaria, denominado el Avatar de Síntesis en nuestros estudios esotéricos del Ashrama, es uno de los Grandes Seres que apoyan al Cristo, Señor de la Jerarquía, para que las potentes energías de Acuario, emanantes del aspecto más elevado del Ser que infunde su vida a esta Constelación, se distribuyan armoniosa y progresivamente en las mentes y corazones de los hombres y en la Naturaleza entera.
Al hablar de ANDRÓGINO, al referirnos al ser humano cuya aparición tendrá lugar en ciertos estadios de la vida planetaria, cuando Acuario haga sentir en toda su intensidad su MÁGICA presión sobre la tierra, nos referimos también al
Ángel Solar, al Arquetipo esencial hacia el cual tiende inexorablemente toda la
humanidad. Podemos apreciar que en último término es siempre el Ángel Solar
quien está directamente implicado en esta inmensa tarea de redención de la
humanidad y de su infinito destino de perfección.
Las grandes expansiones del espíritu creador, las infinitas tendencias
religiosas, las dinámicas concepciones de vida, la evolución espiritual de todas las
características humanas, toda cualidad, virtud o tendencias a la unificación de
destinos, así como el desarrollo mismo de la conciencia social humana, son la
obra del Ángel Solar, de Aquél a quien constantemente invocamos cada vez que
nuestro corazón sufre o cuando cualquier penosa interrogante asalta nuestra
mente. Al final del proceso mágico de la vida humana, cuando todo soporte de
razón, de vida y de conciencia aparentemente ha desaparecido, se halla el Ángel
Solar abriéndonos los brazos y mostrándonos definitivamente con la irradiación de
su aura y el testimonio vivo de su Presencia, la senda de luz que recorren los
Grandes Seres en su incesante caminar por las indescriptibles e insondables
avenidas del Cosmos Absoluto.
El contacto consciente con este Ángel de la Presencia, portador de la Paz,
la Majestad y el propósito de la Vida del propio Logos Solar, es la necesidad
inminente del aspirante espiritual moderno, de todos aquellos que sientan en su
corazón la impresión de lo grande e inmaculado, la potencia indescriptible del
misterio que ocultan en su interior.
No podemos ni debemos ofrecer “métodos de acercamiento”, sistemas de
disciplina”, ni “caminos de perfección”, cuando nos referimos a ese estadio
particular de la conciencia del hombre en pos de la estela gloriosa del Ángel Solar.
La conciencia del hombre moderno en su triple vertiente espiritual, social y
humana ha de sumergirse en la integridad de su propio destino, y recorrer el
sendero glorioso hacia la luz, siguiendo las directrices de su propia intuición,
siendo la intuición el conjunto de valores espirituales atesorados en el corazón a
través de las edades, que deben ser RECORDADOS más que aprendidos. Damos
aquí un indicio mayor de lo que puede ser la actividad serena de la vida de los
aspirantes.
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
Nunca como ahora será preciso atenerse a las gloriosas máximas de “Luz
en el Sendero” resumidas en la percepción del “Grito lejano”, aquel grito, que es la
voz del Ángel Solar rasgando desde tiempos inmemoriales los éteres del espacio
interior tratando de llegar a nuestros oídos.
De ahí que el único sistema de acercamiento consciente al Ángel Solar de
nuestra vida, a nuestro primero y único Maestro, es mantener el oído atento,
delicadamente sensibilizado por un gran número de silencios, constante y
persistentemente orientados hacia adentro, hacia aquel centro de conciencia que
arranca en forma de vida desde el corazón, penetra en la mente y desde allí
asciende hacia arriba, hacia las más elevadas cumbres de nosotros mismos,
borrando con su estela de luz el recuerdo de pasados errores, de deseos
inconsumados y de todo germen de pasión humana.
El silencio es el camino más fácil y más asequible al aspirante moderno y
es muy difícil de ser seguido pese a la sencillez con que es presentado. Nunca
como ahora -en los umbrales de la Era de Acuario-, tienen tanto valor las palabras
de Cristo: no verá el Reino de los Cielos aquel que no vuelva a ser como un niño”,
frase entresacada no de los Evangelios, sino de los sagrados textos de la Logia
Blanca o Libro de los Iniciados, de donde fueron sacados por aquellos Grandes
Seres, Cristo y Juan, como antaño lo habían sido por Krishna y Arjuna, símbolos
constantes de Maestro y discípulo, de Ángel Solar y alma humana.
Estas últimas palabras resumen todo cuanto se ha dicho en este capítulo.
No contienen normas de disciplina, ni sistemas especiales de contacto, pero son
un permanente desafío a nuestra condición de aspirantes de la Nueva Era, que
debemos afirmar los principios espirituales latentes en nuestro interior como
experiencia de siglos, con toda la simplicidad posible, con muy pocas palabras,
con cada vez menos pensamientos y con un corazón cada vez más sensibilizado
por los efluvios infinitos y mágicos del verdadero silencio. Esta simplicidad total,
esta carencia de valores donde afirmar nuestra atención inmediata, nos permitirá
abrir dentro de nosotros las puertas de la intuición, celosamente guardadas hasta
aquí por el Misterioso Guardián del Umbral, pero que no puede resistir por más
tiempo el imperioso llamado del Ángel de la Presencia.
Si han leído atentamente cuanto hemos dicho en este capítulo y han
sentido en su corazón el peso infinito del misterio y la indescriptible dulzura de lo
grande, agudicen el oído y traten de vivir cada vez más simplemente, amen mucho
el silencio interior y traten de vivir cordialmente con cuantos les rodean. Así, el
Misterio mayor, aquel que está más allá de nosotros mismos y fuera de todo
comentario, estará también a su alcance y les permitirá vivir en forma más
espiritual y armoniosa en este alborear acuariano que tantas cosas buenas revela
ya, a pesar del desorden de lo aparente y de la insaciable sed de lo inmediato.
Sean eficaces y precisos, constantes y sinceros en su vida de relación, pero amen
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
mucho el Misterio, déjense llevar por el aliento de lo desconocido; recorran sin
miedo los senderos virginales que tienen dentro de ustedes mismos, aquellos que
sólo uno puede recorrer y gustar en toda su infinita fruición e inmaculada
grandeza.
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
CAPÍTULO IV
INGRESO EN EL ASHRAMA Y SU COMPOSICIÓN
Unos meses antes de ser admitido en el Ashrama al cual me honro
pertenecer, tuve una experiencia espiritual que marcó mi corazón para siempre y
que dejó en mi cerebro físico un recuerdo imborrable. Fue el prólogo o iniciación
de una serie de situaciones de carácter trascendente que culminaron en el
contacto consciente con el Maestro y en mi ingreso en Su Ashrama. Voy a
relatarles esta experiencia:
Me hallé de improviso fuera del cuerpo. En forma suave y casi sin darme
cuenta me hallé viajando velozmente por el espacio. Estaba plenamente
consciente y percibía no sólo que me dirigía hacia un determinado lugar, sino que
iba acompañado por alguien a quien no veía, pero cuya compañía me infundía una
gran seguridad.
Aparecieron en lontananza unas montañas muy elevadas con nieve en las
cumbres. ¿Se trataría de los Montes Himalaya? Me acuerdo perfectamente que
tuve unos momentos de vacilación y de duda. En efecto, la noche anterior había
estado leyendo el libro de Mr. Leadbeater “LOS MAESTROS Y EL SENDERO”,
precisamente el pasaje que trata sobre las iniciaciones y donde se habla
profusamente de las ceremonias que tienen lugar en ciertos lugares de estas
montañas realmente sagradas. Yo me decía a mí mismo: “He aquí las
consecuencias de tu lectura de anoche”. Pero, mi guía, mi desconocido
acompañante, que había captado perfectamente mi pensamiento, me había
trasmitido asimismo en forma de pensamiento sus palabras: “No, no se trata de un
sueño ni de una alucinación. Es por el contrario una realidad que debes tratar de
vivir tan intensamente como puedas, pues marcará tu memoria para siempre.
Permanece atento y sigue con profundo interés cuánto veas y oigas …”.
Habíamos llegado ante una profunda hendidura dentro de una inmensa
roca. Recuerdo que la entrada era bastante estrecha y que había ante la misma
frondosos árboles y espesos arbustos que la ocultaban completamente. No era,
pues, visible, a menos de encontrarse frente a ella. Pero, el caso es que nos
encontrábamos allí y yo veía perfectamente los arbustos y los árboles desde la
entrada misma de esta extraña cueva, cosa en la cual no me había fijado
anteriormente y que me demostraba que habíamos llegado allí descendiendo
desde arriba y naturalmente en cuerpo astral.
Penetramos en el interior de esta cueva. A medida que avanzábamos, las
paredes laterales iban ensanchándose, y llegamos así, a un recinto amplio de
unos quince metros de largo por unos diez de ancho. Frente a nosotros siguiendo
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
el orden de la galería, había una especie de altar de forma circular y a derecha e
izquierda de donde habíamos entrado había varias puertas. Las pude contar pese
a que todo se hallaba en perfecta oscuridad, mediante la percepción astral; eran
siete, y yo me dije que quizás este número no era ajeno a la clase de ceremonias
que debían celebrarse allí. Mi acompañante había asentido a esta formulación
mental e incluso me pareció que había sonreído al hacerlo. Me dijo a su vez: “No
es por azar que te hallas aquí. La dirección de tus futuras actividades depende en
gran parte de la atención con que sigas esta experiencia, y de tu capacidad de
perpetuarla internamente”.
No se exactamente cuanto tiempo permanecimos allí, en la oscuridad y en
silencio. Sólo se que me hallaba profundamente expectante. De improviso todo el
recinto quedó iluminado y me di cuenta que estaba lleno de personas, todas en
silencioso recogimiento como nosotros, ocupando por grupos la parte situada
frente a cada una de las siete puertas a las que anteriormente me he referido.
Advertí también que tanto mi guía como yo formábamos parte de uno de aquellos
grupos. Y fue entonces cuando pude reconocer a mi acompañante. Se trataba de
mi gran amigo R... de nacionalidad hindú. Vive en Bombay y ocupa un cargo
administrativo en el Gobierno de la Sra. Indira Gandhi. Sé que es un iniciado y que
es discípulo de un Maestro de la Jerarquía.
Mientras tanto, y por una puerta oculta tras el altar, o quizás por
materialización astral, habían aparecido tres personajes. No distinguía claramente
sus facciones por la luz que parecía emanar de sus rostros, pero intuí de
inmediato que se trataba de Altos Iniciados de la Jerarquía Blanca del Planeta.
Cómo vinieron a mí estas ideas no podría precisarlo, pero estaba plenamente
seguro de ellas. Estas cosas no tienen naturalmente una explicación racional. Una
cosa se sabe y se tiene la inquebrantable seguridad de ello, pero no se sabe
exactamente porqué. Simplemente se sabe, con una seguridad que está más allá
de los positivos argumentos. Lo único que puedo precisar es que el aura que
envolvía Sus cuerpos era brillantísima, extendiéndose en irisadas ondulaciones
muy lejos de donde nos hallábamos. Puedo afirmar, sin embargo, ya que tengo las
fotografías en mi casa, que no se trataba de ninguno de los Maestros Morya, Koot
Hoomi, Conde de San Germán o del Señor Maitreya. Sólo me es dable decir que
eran unos Adeptos de la Jerarquía Planetaria, lo era cuando menos el que
ocupaba el centro del altar y que parecía ser el centro de aquella extraña reunión.
Me hacía estas reflexiones, cuando mi amigo R... me dijo tocándome
ligeramente: “Esta ceremonia a la que asistimos es de preparación iniciática de
grupos. Siguiendo las nuevas orientaciones jerárquicas que marcan el destino de
los tiempos, pequeños grupos de personas convenientemente preparadas acuden
aquí periódicamente, siguiendo ritmos cíclicos, para recibir instrucción espiritual
especial. El Maestro X (cuyo nombre no puedo revelar) que ves allí en el centro y
que seguidamente va a hablarnos, es uno de los Instructores específicos para el
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
ciclo inmediato. Sus orientaciones precisas sobre el orden de la Nueva Edad y Su
profundo conocimiento de las leyes que regulan el destino universal se reflejan en
Sus enseñanzas, sencillas claras y contundentes. Ellas tienen por objeto
establecer en la conciencia de cada uno de los asistentes a esta reunión, la tónica
precisa de la Era de Acuario que apunta ya en lontananza y cuyo crepúsculo
matutino empieza a irrumpir en el destino de la humanidad produciendo crisis y
tensiones en el orden mundial establecido. Todos cuantos asisten a esta
congregación están vinculados de una u otra manera con la obra a realizar por la
Jerarquía en la tierra para un próximo futuro. Los componentes de estos distintos
grupos, pertenecientes a los siete tipos de Rayo que evolucionan en este universo,
no se conocen físicamente entre sí. En cambio se reconocen subjetivamente por
la obra que realizan en el mundo y por sus esfuerzos sinceros en favor de la paz,
comprensión y concordia humana. Todos ellos son seres de reconocida buena
voluntad que aman a sus hermanos, son conscientes de las necesidades que los
afligen y tratan sinceramente de remediarlas. Habrás comprendido naturalmente
que se trata de elementos activos del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, con
el cual te hallas íntimamente relacionado, y que actualmente asume la función
vinculativa entre los hijos de los hombres capaces de pensar en forma ordenada y
los componentes de la misterios “Gran Fraternidad Blanca del planeta”.
Comprendo perfectamente la identidad espiritual del Nuevo Grupo de Servidores
del Mundo y la calidad del trabajo que sus miembros realizan en el seno de la
humanidad por la actuación que me ocupó durante muchos años en la Escuela
Arcana, cuyas sedes están en Nueva York, Londres y Ginebra.
En esto el Maestro X hizo un signo de bendición y se dirigió a nosotros. Se
había producido un gran silencio, un silencio indescriptible lleno de serena
expectación dentro del cual se percibía el aliento unificado de un sólo pensamiento
y el latido de un sólo corazón. No hay en verdad palabras para describir ese
estado de expectación espiritual, producido fuera del cuerpo físico y elevado a tal
extremo de tensión creadora. Estas fueron las palabras del Maestro o cuando
menos tal fue el claro Sentido de las mismas y que percibo hoy dentro de mi
mente con extraños fulgores de realidad y actualidad: “Amigos: La paz sea con
vosotros. Habéis venido aquí desde todas las partes de la tierra, unos asisten a
esta reunión por vez primera. Otros han venido ya varias veces. Algunos de
vosotros recordaréis perfectamente esta experiencia espiritual; otros no podrán
recordarla por no disponer todavía del adecuado desarrollo cerebral, pero todos
sentiréis indistintamente la Fuerza que va a ser liberada aquí dentro de unos
momentos y podréis aprovecharla para el ejercicio de vuestras distintas
actividades en favor del Plan creador.
Pero prescindiendo de estos detalles que en nada afectan la efectividad del
Trabajo Uno al que todos estamos consagrados, habéis venido aquí impulsados
por un designio único, el SERVICIO a nuestros hermanos.
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
Es, pues, de este SERVICIO compartido del que voy a hablaros. Desde
tiempos inmemoriales la cadena iniciática de los Agentes transmisores de LUZ ha
sido unida por infinitos eslabones de servicio creador a la Raza. Una sola regla ha
imperado, el Amor a los demás y el ardiente deseo de ayudarles en sus
necesidades. La cadena cíclica de los tiempos en espirales cada vez más
extensas y elevadas, ha penetrado en la conciencia de los hombres deparándoles
una visión cada vez más profunda de su destino. Pero no todos han comprendido
todavía que la consumación de este destino es AMOR, y que es el AMOR
compartido el que debe salvar al hombre.
Cuando las espirales de esta cadena cíclica penetran no solamente en las
mentes, sino también en el corazón de los hombres, un nuevo tipo humano viene
a la existencia, un tipo representativo en espacio y tiempo de la Voluntad divina,
que determina una nueva expansión de energía creadora dentro de la humanidad.
Este nuevo tipo de ser humano, verdadero fermento redentor dentro de la
evolución natural de las razas, hace resonar una elevada NOTA dentro de la
Sinfonía del tiempo y nuevas necesidades y oportunidades nacen y se
expansionan dentro de la conciencia humana como un todo.
Esta NOTA es la NOTA iniciática, difícilmente audible para el oído humano.
Es la Nota de la Voluntad divina que crea el potente determinismo y la indomable
resistencia ante todos los obstáculos originados por el impulso natural de la
Búsqueda y es de hecho “el Brazo Derecho de la Ley”. Los que hacen resonar
esta NOTA en sus vidas entran por derecho natural en esta Gran Corriente de
Amistad Cósmica, que llamamos “Sendero Iniciático” o de “Retorno”.
Por el impulso básico de este Rayo de Amistad, que es una proyección
eterna del Rayo de Amor del Señor del Universo y para permitiros hacer vibrar las
octavas superiores de la Nota de Buena Voluntad que habitualmente pulsáis en el
mundo, es por lo que habéis sido convocados. ¿Qué es, pues, lo que realmente se
espera de vosotros? ¿Por qué os encontráis aquí?
Todos sin distinción, en la eximia belleza de los diferentes matices de
actividad, habéis sido capaces de reproducir la NOTA en vuestras mentes y
corazones y vuestra presencia aquí no es en manera alguna fortuita; no debéis
considerarla tampoco como el pago a ciertas actitudes espiritualmente positivas
que habéis adoptado en el mundo, sino como un testimonio vivo del Inapelable
Juicio de la Ley. Os habéis unido consciente o inconscientemente a la eterna
Sinfonía y cada uno trata de ajustar su pequeña nota a la Gran NOTA presentida.
Todos pertenecéis a un diferente Rayo específico de Poder y a un
departamento asimismo específico de nuestro trabajo en el mundo, que es la
Actividad creadora del Plan, conforme se va desarrollando en el seno de la
humanidad y en la Naturaleza entera. Cada cual tiene sus propios métodos o
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
sistemas de actividad y la visión de cada uno se ajusta a una orientación
exactamente definida de este trabajo creador al cual dedica la mayor parte de sus
esfuerzos.
No venís, pues aquí, para adquirir nuevas orientaciones en vuestro trabajo,
sino para perfeccionar la técnica precisa para el mismo y especialmente para
adquirir renovada FUERZA para el cumplimiento de vuestro deber en el mundo.
Algunos de vosotros sabéis claramente de nuestras existencias y de
nuestra OBRA, otros ni siquiera habéis oído nombrarnos en el devenir del mundo
profano, pero esto carece de importancia capital. Sabed que NOSOTROS
medimos la Intención, no el Conocimiento. La Intención es interna y galvaniza
vuestro propósito espiritual, el Conocimiento es externo, proviene del mundo en
que vivís y debéis utilizarlo únicamente para perfeccionar vuestra técnica de
trabajo. Pero, en esencia, cuantos estáis aquí formáis parte en distintos niveles de
la Gran Corporación de Servidores que desde las primeras edades ayuda a la
humanidad en sus esfuerzos de unión y perfección. Vuestra presencia aquí no es
sino el ejercicio de un derecho que nada ni nadie os puede negar.
La orientación precisa de vuestras energías se realiza sin esfuerzo
aparente de vuestra parte, dado que la NOTA presentida es la NOTA
característica de vuestro Rayo y es a través de ella que penetrasteis un día en la
gran corriente universal de Vida. La técnica precisa y más conveniente para la
consumación de este gran ciclo de crisis y oportunidades que está viviendo el
mundo es la de la amistad perfecta. El servicio creador surge espontáneamente
cuando creáis las grandes avenidas para esta amistad impersonal, libre de
sentimentalismos vanos, que le da un grato sabor a la vida.
Esta técnica que en vosotros empieza a crear condiciones propicias para
influenciar positivamente el ambiente que os rodea y que por analogía vibratoria
va creando impactos directos en el corazón de la humanidad, debe venir avalada
sin embargo por la FUERZA pues es por la Fuerza y por el Poder que ella
determina que se realizan y consuman los gloriosos destinos de cada Rayo. El
Poder da la clave de resolución que conduce finalmente a la Liberación, a la
penetración consciente de los designios de la Gran Fraternidad Blanca. Todo
miembro de esta Gran Fraternidad es un verdadero servidor de la Raza.
Sabed por tanto que cada una de vuestras asistencias a estas reuniones es
un culto celebrado en honor de la Fuerza y la Resolución. Ellas aclaran el sentido
orientador de vuestras técnicas de trabajo y sin daros cuenta, por el sólo hecho de
vuestra serena expectación estáis profundizando en los misterios implícitos dentro
de la NOTA iniciática. Lo demás os vendrá por añadidura, pues tal es la Ley.
“Acoged pues con amor toda la Fuerza que seáis capaces de resistir y trasmitidla
al mundo como una sagrada ofrenda de paz y de amistad para la angustiada
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
humanidad de nuestros días.”
El Maestro X había terminado de hablar. Siguieron unos momentos de
inspirativo silencio; la mirada del Maestro se había posado sobre nosotros y cada
uno se sentía profundamente escudriñado mientras recorría todos y cada uno de
los grupos.
Cogió después de encima del altar una especie de varilla que parecía de
oro con una piedra roja centelleante en uno de sus extremos y dirigió
sucesivamente ésta hacia todos nosotros, en tanto que Él y sus dos
acompañantes pronunciaban misteriosas palabras de poder. Una potentísima
fuerza circuló entonces a través de nuestros cuerpos sutiles y, por unos
momentos, todo desapareció de nuestra vista quedando únicamente un
sentimiento de unidad, de vida y de propósito mancomunado que no puede ser
explicado con palabras. Es la unidad de todo en el Todo, siendo su símbolo más
aproximado la Luz blanca en el centro expandiendo en proyecciones concéntricas
los siete colores básicos de la Naturaleza.
Poco tiempo después de la experiencia que acabo de relatar, ingresé
conscientemente en el Ashrama.
Este hecho trascendente en lo que a mi vida personal y espiritual se refiere,
vino precedido por algunos contactos fuera del cuerpo físico, con mi amigo R...
Éste me preparó para la comunicación con el Maestro facilitándome valiosas
instrucciones acerca de la vida en el Ashrama así como ciertas orientaciones
definidas sobre mi cuerpo mental, para que mi mente entrara en la gran corriente
telepática que une a los discípulos de la Jerarquía entre sí con sus Maestros
respectivos. Cuando consideró que su obra había tenido éxito y que todas sus
informaciones habían sido debidamente interpretadas, me llevó ante el Maestro.
Esta primera entrevista tuvo lugar en la propia casa del Maestro, en... La
habitación era normal y corriente como tantas otras; el fuego de su Presencia, no
obstante, prestaba a todo lo que allí había un encanto particular que jamás
olvidaré.
El Maestro me acogió como a un amigo de siempre y yo me encontré a Su
lado como en presencia de Alguien a quien siempre se ha conocido y cuya
amistad debe perdurar perpetuamente. Su voz era musical, de tonos graves pero
exquisitamente armoniosos. Comprobé gratamente sorprendido que no era
aquella la primera vez que la oía, aunque no guardaba recuerdo, alguno en mi
memoria física. No se cuanto tiempo estuve a Su lado. Sólo recuerdo que sus
últimas palabras fueron: “HAZ MEMORIA Y COMPRENDERÁS”. Al cabo de cierto
tiempo, recordé en efecto. Este recuerdo va implícito en cada una de las frases
que componen el texto de este libro, ya que fue memorizando espontáneamente,
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
como pude glosar el conjunto de ideas y experiencias que les he ido trasmitiendo.
Mi ingreso en el Ashrama, después de mi primera entrevista con el Maestro,
tuvo efecto tras una pequeña ceremonia en la que Él, después de presentarme a
mis compañeros de grupo, me aleccionó directa e íntimamente acerca de mi
misión y funciones dentro del Ashrama, otorgándome seguidamente ciertas
instrucciones de carácter muy íntimo que me permitirían, en lo sucesivo,
responder “telepáticamente y de inmediato”, a cualquier requerimiento suyo, de
acuerdo con la vida del Ashrama. Me habló asimismo de las difíciles condiciones
de mi vida personal, en el sentido que fueron precisamente éstas las que me
habían ido preparando y sutilizando para la experiencia espiritual trascendente
que estaba viviendo. Me habló finalmente del valor y de la resolución del
discipulado consciente y me habló reverentemente de Cristo y de Su obra en
relación con la Nueva Era, o de Acuario, para la cual todos los Ashramas de la
Jerarquía sin distinción están trabajando y la parte de trabajo específico que yo
podía realizar si me ajustaba enteramente al mecanismo de la Obra conjunta.
Comprendí desde lo profundo de mí mismo el valor inefable de las palabras
del Maestro y desde entonces trato de cumplirlas en mi mente y corazón lo mejor
que puedo. Finalmente el Maestro, frente a mí y rodeado de los demás miembros
del Ashrama, me pidió solemnemente, y su pedido tenía el carácter de un
juramento inviolable, si prometía acatar la ley del grupo hasta sus últimas
consecuencias y si decidía vivir en lo sucesivo la vida del discípulo, de disciplina
natural, de orden espiritual y de resolución indomable frente a todas las personas,
hechos y experiencias de la vida. Contesté sin vacilar afirmativamente y entonces
el Maestro, tras bendecirme especialmente, me admitió en su Ashrama. Las
experiencias subsiguientes a este ingreso las verán reflejadas en todas y cada una
de las páginas que componen este libro. A través de ellas, más que de mis propias
afirmaciones acerca del discipulado, serán conscientes de la verdad de los hechos
y de las ideas emitidas.
El Maestro nos hace presenciar la Iniciación de un compañero de grupo
“... Aunque aparentemente me hallaba sólo en aquel “lugar” donde iba a
tener efecto la Iniciación de nuestro hermano de grupo, sabía con profunda
certeza que eran muchos los Iniciados y discípulos de los distintos Ashramas que
estaban “allí” y que asistían como yo a aquella ceremonia iniciática, contribuyendo
más o menos directamente al desarrollo de la misma. Nada me era posible ver en
aquella primera fase de contacto, excepto una gran cantidad de puntos luminosos
de distintos colores, simétricamente distribuidos y tejiendo y destejiendo figuras
geométricas en medio de aquellas ráfagas de luz que como olas de vida universal
iban llenando la inmensidad de aquel “recinto sagrado”.
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
Pero al dirigir la atención hacia el lugar que intuitivamente sabía que debía
ocupar el HIEROFANTE,3 pude apreciar claramente que se trataba de Cristo. Por
algún tiempo, durante el período preliminar de aquella ceremonia pude contemplar
su radiante silueta destacándose nítidamente dentro de un fondo de luz irisolada.
Más tarde, todo desapareció de mi vista, todo pareció esfumarse para mi limitada
visión, debido quizás al hecho de que mi percepción interna no me permitía
“penetrar” todavía ciertos aspectos de aquel ritual sagrado. Me sentía
profundamente penetrado, sin embargo, del augusto secreto que en aquellos
momentos se estaba revelando y podía ver claramente a mi hermano de grupo, el
candidato a la iniciación y trataba de compartir en la medida de mis fuerzas la
responsabilidad infinita de aquellos momentos inolvidables. De vez en cuando,
una ráfaga de percepción me permitía abarcar el conjunto formado por el Cristo,
los dos maestros que apadrinaban al candidato y a éste en el centro del Triángulo
formado por los Tres. Uno de los Maestros, el que se hallaba a mi derecha según
el ángulo de mis percepciones, era mi Maestro, el Maestro de nuestro Ashrama, el
otro, cuyo nombre no puedo revelar, ocupaba el lado izquierdo, siempre de
acuerdo a la posición que yo ocupara en “aquel lugar en el tiempo”. Lo conocía
muy bien por haber tenido el alto honor y la infinita oportunidad de haber
establecido contacto con Él en mi propio Ashrama. Su porte más bien sencillo que
majestuoso poseía sin embargo una dignidad inenarrable. En aquellos momentos,
y debido a la extraordinaria “tensión” o “expectación” del Misterio universal que iba
a ser revelado, el aura de ambos Maestros brillaba intensamente. Hubo un
momento, sin embargo, conforme la ceremonia avanzaba en su desarrollo, que
todo desapareció de mi vista. El campo de mis percepciones había quedado sin
perspectiva definida. La Luz se había adueñado de todo el “lugar” o recinto pero
del fondo intensamente iluminado continuaba, destacándose la Luz de Cristo, que
resplandecía de manera tal que la propia Luz del lugar quedaba como oscurecida.
Pude ver en ciertos momentos recortándose muy definidamente de todo aquel
océano de Luz, no su Faz resplandeciente, sino la inmaculada estrella de cinco
puntas, el símbolo sagrado de Cristo, que representa la perfección del Hombre, la
unión de los aspectos divinos de Voluntad e Inteligencia dentro de un Centro de
Amor infinito, la fusión de los dos Sonidos creadores, o Mántrams sagrados, el
doble OM y el triple AUM dentro del eterno marco de la evolución planetaria. Y
3 Aquél que empuña el Cetro de Poder, contenedor del Fuego eléctrico, en el momento
de la Iniciación, que prepara por medio del ritual mágico los vehículos sutiles del
candidato para esta experiencia. Es Aquél que le toma al nuevo iniciado el juramento
inviolable de fidelidad a la Logia, que le transmite los secretos correspondientes al tipo
específico de Iniciación conferida con ciertas palabras de Poder, o sonidos creadores, que
le abren al Iniciado las Puertas de un nuevo y superior estado de conciencia, de un nuevo
plano o subplano de evolución, con el dominio consciente de determinado grupo de Devas
actuando en aquellos, así como la visión clara de una parte específica del Propósito
creador del Logos y el conocimiento de la parte que de Él, como Iniciado, puede tomar
conscientemente en la realización de la misma en su vida personal.
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
sentí mi corazón profundamente sobrecogido por la inmensidad de aquel Misterio
de Unión inenarrable.
La estrella de Cristo irradiaba una Luz que dejaba oscura la propia luz,
magnificente sin embargo de aquel lugar sagrado donde se estaba realizando
aquella trascendente ceremonia. Pude comprender entonces directamente y sin
intermediarios, el significado exacto de aquellas frases esotéricas: “Dentro de la
Luz verás la LUZ” y “Cristo, la LUZ del mundo”, perdidas antaño en el laberinto de
las ecuaciones mentales. Y mi corazón resplandeció de gozo.
Hubo un momento cumbre durante el desarrollo de aquella experiencia
iniciática en que la propia luz de Cristo palideció cuando una Luz todavía mayor
“invadió” o se posesionó del lugar, llenando de un dinamismo indescriptible cada
una de las partículas de luz que se estaban liberando a través del ritual mágico.
Esta invasión de la potencia ígneo-eléctrica de Shamballa tuvo lugar
inmediatamente que del corazón de la estrella del Cristo se elevó hacia el Altísimo
la substancia del Verbo solar en aquellas sacramentales palabras: “PADRE,
¿HAGO ESTO EN TU NOMBRE?”. La respuesta inmediata fue la aparición de un
Círculo más luminoso que toda posible LUZ, puesto que irradiaba directamente del
propio SANAT KUMARA, el Señor del Mundo.
A través de mi limitada percepción, contaminada todavía de muchas
ráfagas de humanidad, el cuadro aparecía así ante mi vista: La estrella del Cristo
de un brillo intensamente azulado en aquellos momentos, resplandecía
indescriptiblemente dentro de un círculo de luz dorada, cuya intensidad, belleza y
dinamismo están más allá de toda definición. Hubo otro momento, mientras la
ceremonia se acercaba a su culminación, en que el dorado círculo desapareció de
mi vista para adoptar la forma de una estrella de nueve puntas que irradiaba sobre
la estrella del Cristo la extraordinaria potencia del fuego de Shamballa. Comprendí
entonces el alcance universal de aquella afirmación esotérica, presente en el
ánimo de todo verdadero discípulo, motivo de tantas y tan profundas reflexiones:
“… A los Pies del Único Iniciador y viendo brillar Su Estrella”. La estrella de Sanat
Kumara, símbolo de Sus nueve perfecciones -tal como místicamente se mencionaderramando
sobre la estrella del Cristo el terrible poder del Fuego Eléctrico, era la
infalible e irrefutable prueba de que el candidato a la iniciación, nuestro hermano
de grupo, había sido admitido dentro de los Misterios sagrados de la Gran Logia
Blanca del Planeta.
Lo que sucedió después, escapa ya por completo a mi penetración interna,
por cuanto era únicamente de la incumbencia o “sagrada interioridad” del propio
Iniciado, quien convenientemente asistido por los dos Maestros que lo
apadrinaban, estaba recibiendo a través del Cristo la potencia infinita de las
energías implacablemente dinámicas del Señor del Mundo.
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
Esta transmisión de Fuerza se realizaba lógicamente por medio de los
Cetros de Poder, una prolongación del “Dedo del Señor” -tal como podemos leer
en los libros sagrados del Antiguo Comentario- y entrañaban para el Iniciado el
Poder de la Eterna Resolución. Los Maestros que apadrinaban a nuestro hermano
constituían, como en el caso de la electricidad corriente, los dos polos, positivo y
negativo de la misma, en el centro de los cuales le era posible al recién iniciado
mantener en equilibrio estable sus vehículos sutiles y recibir sin peligro la fuerza
liberadora, aunque extremadamente peligrosa del Fuego eléctrico de la Deidad
planetaria. Mientras tanto, un grupo especial de Devas protegían el cuerpo físico
de nuestro hermano de grupo, sumido en profundo sueño “en el lugar previamente
elegido por el maestro”.
Composición del Ashrama
Los Ashramas podrían ser descritos como “lugares en el tiempo”. Existen
por la fuerza misma de la evolución. Esta descripción tan vaga de los Ashramas
como “lugares en el tiempo” quiere indicar que no son lugares físicos. Pero, el
hecho de que las experiencias en los mismos pueden ser recordadas, lo cual
implica percepción, demuestra que aún dentro de los confines de lo que llamamos
mundos subjetivos existe el tiempo, aunque en una dimensión desconocida para la
mayor parte de la humanidad.
Un Ashrama se compone usualmente de un Maestro de la Jerarquía, de
algún discípulo iniciado y de un grupo de discípulos menores en distintos grados
que reciben entrenamiento espiritual y son preparados para la Iniciación. El
Maestro ocupa el centro de esta congregación subjetiva y en tanto dura el período
de enseñanza, existe una misteriosa relación telepática entre todos y cada uno de
los componentes del Ashrama. Los mensajes se trasmiten de mente a mente,
aunque existe lo que podemos llamar la Voz del Maestro y el oído atento de los
discípulos. Esto parece un contrasentido, pero no lo es, si se tiene en cuenta que
las “cosas” de los planos subjetivos son “objetivas” cuando se tiene el dominio de
los mismos.
Tampoco puedo decirles cuál es exactamente la ubicación del Ashrama.
Cuando se siente el llamado se va hacia “allí”. Este allí es un término muy
nebuloso para la mente normal, pero no se puede dar una explicación racional de
un lugar que no es un sitio concreto y definido. Se puede decir, que la llegada allí
se realiza instantáneamente. No es tampoco un lugar de misterio si entendemos
por ello algo inconcebible por el entendimiento respecto a las cosas que en este
lugar ocurren. Hay, un cierto velo en lo que hace referencia a las verdades que allí
se comunican. La mente del discípulo recibe todo cuanto puede recibir y aunque la
Voz del Maestro habla para todos, cada cual recibe lo suyo. Esto libra del peligro
de la indiscreción, pues “quien más recibe, más siente aumentar dentro de sí el
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poder de la responsabilidad”. Comprendan pues que sólo se puede decir aquello
que es dado decir, lo cual es suficiente para estímulo espiritual de los aspirantes
en el Sendero, capaces de recibir un entrenamiento parecido. Dentro del Ashrama
existe una noble y leal camaradería que trasciende en mucho los límites de la
mejor de las amistades en la vida personal. Un interés común reúne a este grupo
de servidores y una inmensa simpatía vincula sus corazones.
El Maestro ilustra siempre sobre un tema específico, aunque siempre en
conexión con el Plan jerárquico y la manera específica de llevarlo a cabo desde el
humilde lugar en que la vida ha situado al discípulo.
Una de las condiciones básicas de la enseñanza es la intensa “expectación”
que se produce cada vez que habla el Maestro. Sin darse cuenta todas las
facultades y capacidades de atención se abren al influjo de sus palabras. Raras
veces se originan preguntas debido a que es la mente superior la que entra en
juego en este sistema de enseñanza esotérica y de entrenamiento espiritual.
Cuando éstas se formulan son siempre de interés general y es el propio Maestro
quien nos induce a formularlas.
La entrada y admisión en un Ashrama y la participación en los misterios de
luz que constituyen su vida, no es una prerrogativa de ciertos seres privilegiados,
especialmente dotados para esta clase de actividad. Se puede asegurar
honradamente que todos los seres humanos tienen el mismo derecho ante la Ley
que rige el Ashrama. Sólo les es exigido a los candidatos una cosa: el deber de
olvidarse de sí mismos en favor de los demás. Este deber tiene muchos grados de
responsabilidad pero la guía más segura en el camino de este cumplimiento es el
ejercicio constante de la buena voluntad. El desarrollo de esta buena voluntad en
la acción debe colmar la medida de la pequeña personalidad y predisponer el
ánimo para las cosas grandes y elevadas de la vida. Tal es en realidad el Sendero
que recorrieron los sabios de todos los tiempos.
Aseguro que para pertenecer a un Ashrama no se precisan dotes
especiales o cualidades específicas extraordinarias por encima de los seres
corrientes, tales como poderes psíquicos, grandes capacidades intelectuales u
ocupar un puesto relevante en la sociedad. Puede darse el caso de que en un
miembro del Ashrama concurran algunos de estos factores, pero honradamente,
no son esenciales.
La Ley que impera en un Ashrama es de carácter universal y se rige por
principios claramente definidos de espiritual vinculación. Esto presupone un
interés profundamente despierto por los grandes problemas mundiales y un afán
sincero y genuino por tratar de resolverlos adecuadamente de acuerdo a las
normas dictadas por la voluntad superior y según las oportunidades cíclicas, así
como por el creciente desarrollo de ciertas facultades en la vida personal. Tal
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como dijo el Maestro en cierta ocasión: “la Jerarquía no mide el grado de
CONOCIMIENTO de los candidatos, sino la pureza y firmeza de la INTENCIÓN
espiritual. Aún admitiendo que el conocimiento es precioso y necesario por cuanto
es a través del mismo que pueden ser trasmitidas oralmente las verdades
captadas del mundo espiritual, siempre se tiene preferentemente en cuenta la
intención o propósito superior, ya que es éste el que señala el grado de
adaptación a la vida interna y su posible efectividad en las obras de servicio de la
existencia externa.
El peligro del conocimiento
Un conocimiento meramente intelectual del esoterismo sin una sólida base
moral o espiritual puede resultar extraordinariamente dañino y destructivo por
cuanto el conocimiento implica poder y responsabilidad y sólo la correcta intención
puede volver constructivo tal conocimiento. Será beneficioso hacer conocer la
existencia aquí, en nuestro planeta, en el momento actual, como los hubo en el
pasado y probablemente los habrá en el futuro, en tanto la humanidad gravite
hacia las tendencias egoístas de la personalidad, de unos seres humanos,
profundamente conocedores de las leyes y principios esotéricos pero que utilizan
conscientemente tales conocimientos para fines puramente materiales, personales
y egoístas. Son hombres que carecen de “principios o intenciones de orden
espiritual”, por lo cual su actividad en el mundo es singularmente destructiva y
constituye una preocupación constante de la Jerarquía Blanca del planeta que
tiene en sus manos el poder de la Intención espiritual que emana de lugares
sagrados allende la razón humana.
Cuando el Maestro habla de “intención”, asignándole un valor cualitativo por
encima del “conocimiento”, se refiere exactamente a esta verdad esencial; se
refiere también claramente a la existencia en nuestro planeta de una Logia
organizada de Mal contraria al Plan de Dios y cuyos miembros, más inteligentes la
mayoría de las veces que muchos de los aspirantes espirituales, fomentan dentro
de la sociedad organizada en donde vivimos las semillas del odio y de la
destrucción. Hay que tener en cuenta este factor cuando se analice la vida de un
discípulo de la Jerarquía y se hable de las “dificultades kármicas de su existencia”.
Hay que referirse especialmente al proceso de “sus luchas y tentaciones”, cuya
causa radica a veces en aquel Centro generador de Mal, en aquel lado sombrío de
la vida ocupado por aquellos que “saben” pero que por falta de Intención no
“comprenden”, que luchan contra la sociedad y contra todos sus miembros en alas
de un loco afán y de un conocimiento esotérico profundo de la vida, pero frío,
calculador y enteramente desprovisto de amor fraternal.
Estas declaraciones se formulan, para que no se extrañen de ver en la
composición del Ashrama a personas que por su nacimiento, herencia y condición
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social carecen de aquellos conocimientos intelectuales que tanto valora la
sociedad humana. La intención que guía a cada uno de los componentes del
Ashrama es profundamente dinámica y espiritual, y es a través de ella que fue
posible un día atraer la atención de la Jerarquía hasta el punto que facilitara ÉSTA
al acceso de uno de Sus Ashramas, y deparar la oportunidad de recibir
entrenamiento espiritual avanzado dentro del cual la mente intelectual y
meramente informativa jamás podría penetrar por sí sola.
La ayuda jerárquica
La ayuda jerárquica a los miembros de un Ashrama, siempre desde el
ángulo de la espiritual atención, toma innumerables aspectos al coincidir en cada
una de sus existencias personales, de acuerdo al lugar que ocupan en el seno de
la sociedad y al tipo de servicio que cada cual puede desarrollar para bien de la
comunidad, o mundo que le rodea. Lo más característico, sin embargo, de la vida
de un discípulo afiliado a un Ashrama, es el potente magnetismo de su aura
“espiritual-etérica”, alimentada constantemente desde la vida pura del Ashrama
por misteriosas radiaciones de fraternal amistad, dedicación y simpatía. Estas tres
palabras son indicio de las cualidades características de un discípulo en la Nueva
Era y llevan inexorablemente al servicio creador. De ahí que si una persona, sea
cual sea su condición social y cultural humana, siente latir dentro de sí el poder de
la intención espiritual y es capaz de expresarla en estas tres cualidades descritas,
ya está de hecho creando dentro de sí y a su inmediato alrededor un iluminado
punto de anclaje para las energías de la Jerarquía.
El Maestro y la universalidad de la obra
Hay que centrar la atención principal en el Maestro que es Centro, Guía y
mentor del Ashrama. En orden a ciertas reglas de carácter hermético no es posible
comunicar la identidad del Maestro del Ashrama ni sus ocupaciones habituales en
el mundo. Puedo decir, sin embargo ya que tengo Su consentimiento, que posee
un cuerpo físico europeo y que viaja mucho por el Viejo continente. Sus funciones
específicas dentro de la Logia tampoco puedo revelarlas; pertenecen a estados de
conciencia y a “‘dimensiones inasequibles a la percepción corriente normal”.
El Maestro, si hay capacidad para liberarse del tinte de misterio al que nos
tienen habituados los tratados esotéricos de viejo estilo, adopta el carácter
asequible de un Amigo en quien realmente se puede confiar. Desciende a
nosotros, sabe de todas y cada una de las reacciones de nuestro ánimo y nos
conoce mejor que lo que podemos conocernos nosotros mismos. Esto equivale a
decir que Él es plenamente consciente de nuestro entendimiento y de nuestras
posibilidades; sabe, por tanto, cuál es la enseñanza más idónea y necesaria a
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nuestros particulares estados de conciencia y a nuestra misión en el mundo.
Existe también una maravillosa relación kármica de la que nosotros vamos siendo
cada vez más conscientes, un karma no sólo de relación de vidas anteriores, sino
también un karma universal de Rayo y de servicio que involucra la actividad en el
Ashrama de ciertas Vidas cuya trascendencia no puede ser medida en palabras
humanas.
Circunscribiéndonos a lo más concreto y asequible, aunque siempre de
acuerdo al principio esotérico, debo señalar que de la vida de un discípulo en
encarnación física emana una estela de luz etérica coloreada por las cualidades
de recta intención y servicio que es “inmediatamente visible”, por Aquél que
kármicamente “debe” prepararle para el camino iniciático. Las palabras de “Luz en
el Sendero”: “Cuando el discípulo está preparado, entonces aparece el Maestro”
pueden ser aplicadas aquí.
Ahondando un poco en este principio de relación espiritual kármica
mediante el cual el Maestro reconoce al discípulo y lo va aproximando
paulatinamente a Su vida y al Aula de Sabiduría del Ashrama, se puede añadir
que del fondo invocativo de un discípulo surge un día el desesperado grito de
redención y que este grito, que es la nota típica de Su rayo egoico presentido y
anhelado por la personalidad, se convierte precisamente en aquella luz cuyo rastro
puede ser seguido a través de vidas y muertes por Aquel que para el discípulo es
verdadera “luz y esperanza de Gloria”.
Recuerdo perfectamente mi primer contacto consciente con el Maestro;
este recuerdo vivirá eternamente dentro de mi corazón. Sus palabras se grabaron
a Fuego y desde entonces se perfectamente cuál es mi misión en la vida, así
como mi profunda responsabilidad respecto a Él, a la ley del Ashrama y a mis
compañeros de grupo.
Mi hermano R... y los compañeros de grupo
Mi primer contacto con el Maestro vino precedido por otros muchos
contactos cada vez más conscientes y fuera del cuerpo físico, con el hermano R...
el Iniciado hindú al cual ya he hecho referencia en otras ocasiones. Mucho podría
decir respecto de R... pero hay que ser muy circunspecto en las declaraciones,
dado que cualquier indiscreción lo haría fácilmente reconocible y gran parte de la
labor que realiza en su país podría ser alterada y quizás sumida en el fracaso.
Puedo indicar, sin embargo, que R... ocupa en el Ashrama el puesto de más
responsabilidad después del Maestro. Cuando Éste por diversas circunstancias no
puede asistir a las reuniones es R... quien ocupa Su puesto. Su verbo es sencillo
aunque indescriptiblemente profundo.
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El hermano R... preparó mi mente y corazón para el inefable contacto con el
Maestro. Esta preparación duró bastantes años y tuve que luchar durante este
largo período con durísimas circunstancias de orden kármico. Las más potentes
fueron finalmente vencidas y mi mente superior pudo entonces rasgar muchos de
los velos que oscurecían mi visión espiritual. Fue también R... quien apresuró con
su inestimable intercesión el desarrollo de ciertas facultades espirituales en
latencia que fueron extraordinariamente útiles para descubrir la índole particular de
mi misión, la cualidad específica de los Rayos dentro de los cuales debería
trabajar en el futuro y las personas con las cuales debería asociarme para el
cumplimiento de mi especial campo de servicio.
Vienen después los discípulos, que al igual que yo, siguen entrenamiento
espiritual en el Ashrama. El afecto que a todos nos une no puede ser medido con
los términos corrientes a nuestro alcance ya que rebasa la medida del
entendimiento normal. No existe entre nosotros diferencia alguna con respecto a la
intención básica y fundamental, lo único que existe son cualidades específicas de
orden personal que en el Ashrama empiezan a florecer “para mayor gloria de
Dios”.
Estas cualidades o atributos de Rayo, no comportan reacciones en su
interrelación, tal como ocurre con las agitadas relaciones de las cualidades
humanas regidas todavía por “la gran herejía de la separatividad”, sino un
armonioso equilibrio. Las distintas cualidades son el colorido distintivo del
Ashrama, en relación con los demás de la Jerarquía. Visto con ojos espirituales,
más allá y por encima de la percepción humana corriente, al Ashrama aparece
como una flor de doce pétalos con un luminoso y radiante botón de luz
intensamente azulada en el centro, y que proyecta este color sobre cada uno de
los pétalos prestando al conjunto un colorido de singular e indescriptible belleza.
Se trata de una típica expresión de Rayos y de sus cualidades específicas, la Vida
central pura y radiante es la del Maestro, simbolizando los “doce pétalos de
distinto color” la cualidad de vibración de las vidas personales de los miembros del
Ashrama. Aquí puede aplicarse en toda su profundidad la ley hermética de
analogía.
Composición esquemática del Ashrama
Pasando al terreno de lo práctico y concreto, esquematizaré la composición
del Ashrama en el momento actual. Para la definición de los componentes del
mismo no usaré el sistema jerárquico espiritual, sino el simple orden alfabético de
las iniciales de los nombres con los cuales se identifican dentro del Ashrama.
Debo decir que en una de las reuniones periódicas del mismo, hace de ello
bastante tiempo, obtuve permiso tanto del Maestro como de mis condiscípulos
para citarlos en los escritos. La idea pareció buena, en el entendimiento de que
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términos como Jerarquía, Maestro, Iniciado, discípulo, deberían ser aclarados y
presentados con un carácter de actualidad y naturalidad, así como de proximidad
y asequibilidad. En otra reunión más reciente leí los trabajos y con unas ligeras
observaciones por parte del Maestro, fue concedido el permiso para darlo a
publicidad. El Esquema del Ashrama es así:
EL MAESTRO
1 B. Relativamente joven; es un excelente
escritor Norteamericano
2 C. Misionero católico, mencionado en la Sudamericano
revista “Conocimiento” de marzo de 1970.
Por haber fallecido, después del Festival
de Wesak de 1971 su plaza en el Ashrama
fue ocupada automáticamente por Di...
una discípula sudamericana que desde
hacía largos años estaba sujeta a la
directa supervisión del Maestro.
La conozco físicamente.
3 D. Pastor protestante. El de más edad Inglés
físicamente hablando, dentro del Ashrama.
Lo conozco físicamente.
4 E. Administrativo bancario. Suizo
No ejerce ya profesionalmente.
Lo conozco físicamente.
5 F. Antiguo agricultor. Gran orador Rodesiano
y muy influyente en la lucha contra
el Apartheid. Raza negra. No vive
desde hace años en Rodesia.
6 L. Joven cuáquero. Trabaja en un Norteamericano
departamento de las N.U.
Lo conozco físicamente.
7 P. Profesión manual. Italiano
Intuición muy desarrollada.
8 R. Administrativo gubernamental. Hindú
9 Rd. Fue profesor en un Centro de Húngaro
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Educación superior. No posee cuerpo físico.
10 T. Científico muy conocido.
No puedo revelar su personalidad.
11 V. Agente comercial. Colabora en algunas Español
organizaciones de carácter esotérico.
12 Z. Joven no vidente. Dotado de Francés
grandes poderes psíquicos.
Por esta composición que refleja lo que ocurre en otros Ashramas de la
Jerarquía, se darán cuenta cómo en el momento actual, todos los sectores del vivir
humano están implicados en esta orientación espiritual definida de unidad. El
propósito de redención planetaria por el que trabaja activamente el Nuevo Grupo
de Servidores de la Humanidad, viene representado en todos los Ashramas de la
Jerarquía por aspectos humanos muy acusadamente definidos, pero lo que
mayormente interesa es la eficacia del trabajo conjunto, la unidad de intención o
propósito que triunfa de la diversidad de características personales de sus
miembros. Puede decirse en todo caso que esta unidad de propósito viene regida
por el Rayo del Alma, o del Yo superior, de los componentes del Ashrama, en
tanto que las características humanas o personales están condicionadas por el
Rayo de la personalidad, es decir, de la integración de los Rayos de la mente
concreta, del cuerpo emocional y del cuerpo físico.
Esta simple declaración comporta, no obstante, dos hechos profundamente
esotéricos:
a) que el Ashrama es del segundo Rayo, porque el Alma espiritual de sus
componentes pertenece a éste y es a través de la mente superior o
egoica que se trasmiten las correspondientes enseñanzas y sistemas de
entrenamiento.
b) que el Maestro que nos prepara para la iniciación es un Adepto cuya
Mónada pertenece asimismo al segundo Rayo.
La vida del discípulo y la efectividad de su trabajo en el mundo radica en
que transmite todas las impresiones superiores de la enseñanza recibida en el
Ashrama por la mente abstracta al cerebro físico mediante la actividad de la mente
intelectual o concreta. Interesa conocer esta relación para darnos cuenta de las
diversas cualidades y atributos de los discípulos en el mundo que, se mueven
como todos los demás seres humanos, en la órbita obligada del corriente vivir con
todas sus luchas y aflicciones.
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Los discípulos no llevan “una estrella luminosa en la frente” para ser
reconocidos, aunque esotéricamente hablando esta frase mística del pasado tiene
mucho que ver con “la luz en la cabeza” de los sabios y con “la aureola luminosa”
de los místicos. Sólo por “sus frutos” son reconocidos los discípulos y aún a veces,
la sencillez aparente de los mismos, priva de este reconocimiento natural a la
mente demasiado intelectualizada.
Cualidades distintivas de los hermanos del grupo
Desde el punto de vista de “por sus frutos serán reconocidos”, vamos a
analizar ahora la vida personal de los condiscípulos en el Ashrama. Tenemos el
caso de nuestro amigo P..., de nacionalidad italiana, de profesión mecánico.
Se trata de un hombre singularmente humilde en todos sus aspectos,
aunque aquellos que tienen la oportunidad de tratarle pueden constatar,
conscientemente o no, la extraordinaria radiación de su aura espiritual. Posee
dotes excepcionales de percepción psicológica y seguramente sus impresiones
certeras respecto a las personas constituirían valiosos datos de interés científico.
Nadie como él en el Ashrama, salvo naturalmente el Maestro, puede descubrir a la
simple percepción los profundos repliegues del alma humana. Es, por esta razón,
un valioso elemento de ayuda para la obra de la Jerarquía en el sector específico
en donde vive. Posee, además, dotes inapreciables de captación. Hablando en
términos espirituales su poder de seducción es enorme y son muchos los que a
través de él han logrado penetrar firmemente en el Sendero. Sus palabras
sencillas y sin formulismos vanos, vienen potentemente inspiradas por la fuerza
del Verbo. El secreto de su poder, como dice el Maestro, reside en su exquisita
sencillez y humildad y en su afectuoso trato respecto a los demás. Es un
verdadero privilegio, hablando siempre en términos ocultos poder establecer
contacto con el hermano P... en el plano físico, pues siempre tiene la palabra justa
y el consejo certero para cualquier problema personal del diario vivir.
El caso del hermano T... es, de índole muy especial, por cuanto trabaja
actualmente y con poderosos medios a su alcance en las investigaciones
científicas de un país cuyo nombre no puedo revelar.
Se trata de una mentalidad concreta prodigiosamente organizada para el
cálculo matemático, pese al hecho de estar ubicado en un Ashrama del segundo
Rayo, de Amor-Sabiduría. Para aquellos realmente interesados en el estudio de
los Rayos, hay que aclarar que la mente concreta del hermano T... pertenece al
quinto Rayo de expresión científica. Ello explica, en parte, su prodigiosa
constitución. Pero, el hecho de que su Yo superior sea del segundo Rayo y de que
recibe entrenamiento espiritual en un Ashrama regido por el Rayo del Amor
universal, constituye la garantía absoluta de que sus esfuerzos científicos y toda
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su aportación personal en este campo serán siempre en bien de la paz y
concordia de los seres humanos.
Nuestra hermana Di... Se trata de una dama, cuyo incentivo en la vida fue
constantemente la indagación y el estudio de las leyes esotéricas en relación con
los ciclos del tiempo y la moderna astrología. Fuertemente polarizada en la
constelación de Acuario, por anteriores vínculos espirituales, su aportación es de
gran ayuda en el Ashrama. Como se dijo precedentemente, “desde hacía mucho
tiempo estaba sujeta a supervisión”. Por haber trascendido inteligentemente las
pruebas a que fue sometida y haber podido acceder a las crisis consiguientes, fue
aceptada como miembro activo en el Ashrama, desde la fecha en que C... por
haber dejado el cuerpo físico y tener que actuar temporalmente en la conciencia
devachánica, dejó su lugar vacante. Pese a que su ingreso es reciente, posee las
cualidades comunes a las almas viejas: buena voluntad, servicio y sacrificio.
Respecto al hermano no vidente francés Z... es verdaderamente digna de
apreciar la obra de servicio que realiza.
Pese a su “ceguera física”, Z... posee plenamente desarrollada su “vista
espiritual”, así como especiales dotes curativas que constituyen un verdadero caso
de estudio para la ciencia médica. Nuestro hermano Z... no habita en Francia. No
puedo revelar, sin embargo, su lugar actual de residencia, aunque quizás los datos
reseñados pueden constituir un indicio para los que realmente sientan dentro de sí
el deseo espiritual de establecer contacto con él por vía interna.
Respecto de R… como ya se dijo anteriormente posee los poderes del
verdadero iniciado y nadie como él, después del Maestro, es consciente del
secreto poder de los mántrams de invocación dévica y de las criaturas etéricas
que viven en los elementos de la Naturaleza.
El hermano L... es un joven iniciado, el más joven, físicamente hablando, de
los miembros del Ashrama. De nacionalidad norteamericana. Trabaja en un
departamento exterior de las Naciones Unidas en Nueva York. Es un verdadero
“punto de luz y amor” en aquel centro de actividad mundial y recibe
constantemente del Maestro las inspiradoras energías jerárquicas para su trabajo
específico.
Respecto al hermano E... de nacionalidad suiza, su caso es muy
interesante si tenemos en cuenta que socialmente hablando ocupa un puesto
importante en el lugar donde actualmente vive.
Es un hombre “materialmente rico”, pero sus bienes no constituyen un
impedimento para poder pertenecer a un Ashrama de la Jerarquía y recibir
entrenamiento iniciático. Para él no reza aquel axioma crístico de que “es más fácil
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que entre un camello por el ojo de una aguja que un rico en el Reino de los
Cielos”. Tampoco podemos concretar si Cristo se refería únicamente a riquezas
materiales en este axioma, ya que la índole específica de Su misión universal
dotaba a sus palabras de un absoluto significado y, por tanto, toda riqueza
material, toda posesión emocional y toda pertenencia mental están enteramente
aludidas en las palabras de Cristo. Podernos decir de E… que se trata de un
hombre muy sencillo, justo y honrado y que sus bienes materiales son como una
corriente viva de intención superior y pasa por sus manos como un río de energía
espiritual que beneficia, socialmente hablando, a gran número de personas.
El caso que quizás resulte más interesante en el orden de ideas que vamos
exponiendo es el del hermano Rd.
Es el único en el Ashrama que no posee cuerpo físico. Abandonó
kármicamente el que poseía hace ya bastantes años en un lugar de Hungría. Era
profesor en un instituto de enseñanza superior, pero su misión especial de servicio
no se circunscribía únicamente al área de la educación, aunque su labor en este
campo definido fue siempre muy meritoria y cuantos estuvieron en contacto con él
guardan y guardarán constantemente un inapreciable recuerdo de la simpatía
especial de su trato. Era un enlace de la Jerarquía -aunque en aquellos tiempos
no era plenamente consciente de su misión- con ciertos movimientos de carácter
social. La calidad de su trabajo y la efectividad del mismo -que serán apreciadas
en un futuro no muy lejano- fueron realmente inspirativos y plenamente eficaces
vistos desde el ángulo interno y jerárquico del Plan. No puedo extenderme en
pormenores respecto a la calidad de esta misión, solamente que el hermano Rd...
se está preparando activamente ahora bajo la directa guía del Maestro para una
empresa similar, aunque mucho más importante y de más trascendencia mundial
que la realizada anteriormente.
El hermano F... posee un cuerpo físico de raza negra. Antiguo agricultor y
un orador excelente, ha luchado y lucha todavía contra la segregación racial en el
mundo. Es hombre de gran cultura, plenamente universalista, y está afiliado a
ciertas organizaciones de carácter pacifista, algunas de ellas directamente
relacionadas con la particular misión del Maestro en el mundo. Es plenamente
consciente de su vinculación con el Ashrama y conoce exactamente el valor
afirmativo de aquel verbo espiritual “que convence sin atar y que atrae aún sin
convencer”. Hay que acentuar el hecho de que tanto la obra de F… como la de
cualquier otro de los miembros viene inspirada principalmente por el Rayo de
Amor del Señor del Universo y a través de Cristo, el Avatar del Amor en nuestro
planeta.
El hermano D... es inglés de origen y actúa como pastor protestante en un
lugar de Inglaterra.
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
Es, simbólicamente hablando, un verdadero “pastor de almas” y el campo
de servicio previamente elegido por él de acuerdo a la presión de ciertas
tendencias kármicas, ofrece un especial ambiente para su particular dedicación.
Es el de más edad físicamente hablando, siempre dentro del Ashrama.
El hermano B... de nacionalidad norteamericana, rogó encarecidamente
que no le mencionara en los escritos ya que socialmente es muy conocido y no
deseaba que algún indicio lo identificara de cerca o de lejos.
Respecto a mí nada diré, naturalmente acerca de la existencia personal. Mi
único deseo es presentar un cuadro lo más simple y verdadero que sea posible de
las leyes fraternales de la vida. No pretendo atraer la atención bajo ninguna forma.
Cumplido en gran parte el anhelo de exteriorización de la vida interna de un
Ashrama y de dar algunas referencias sobre las cualidades personales de los
miembros que lo integran, sólo resta decir, que de acuerdo a la gran ley universal
de analogía y al testimonio vivo de las palabras ocultas de los sabios y
conocedores espirituales de todos los tiempos, un Ashrama es un núcleo
consciente del poder vivo y fraternal de la Jerarquía, y que una de las grandes
preocupaciones de los Maestros de Sabiduría y de los Iniciados, en sus distintas
gradaciones, es EXTERIORIZAR la verdad de los grupos fraternales de la Nueva
Era, crear las amplísimas avenidas para la expresión del Amor Universal que debe
reemplazar esta edad de hierro que estamos fatalmente viviendo todavía aquí en
la tierra, bajo el imperio del odio, el temor y la ambición, por la edad de oro de las
correctas relaciones humanas, nacidas de la buena voluntad de los hombres y de
las puras intenciones de sus almas.
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CAPÍTULO V
VIDA Y LABOR DENTRO DEL ASHRAMA
Funciones de los Ashramas
La abundancia de métodos para el desarrollo espiritual que se puede notar
actualmente y desde hace casi un siglo, facilitados principalmente por las escuelas
esotéricas y filosóficas del mundo, son un claro indicio de la importancia de los
Ashramas en esta era de transición que estamos viviendo. Prescindiendo de la
cualidad y características de los sistemas empleados para el desenvolvimiento
espiritual de los aspirantes del mundo, hay que reconocer en líneas generales que
todo el proceso de desarrollo interno y todas las técnicas de entrenamiento
específicas para el mismo, obedecen sin distinción alguna a la gran necesidad
mundial de estímulo y ayuda superiores. Existe un gran clamor invocativo que se
eleva de “las pequeñas voluntades de los hombres” hacia las Alturas pidiendo
angustiosamente un alivio divino a las grandes necesidades humanas. Este
clamor puede ser oído por Aquellos que son los responsables directos del Plan de
perfección del mundo y que desde elevadas zonas, allende la razón humana
dirigen inteligentemente el progreso evolutivo de la Raza.
Como precedentemente lo señalamos, desde el principio de los tiempos, la
Ley de Fraternidad oculta que emana del Corazón de la Deidad, ha intervenido en
el desenvolvimiento evolutivo del planeta, desde el reino mineral hasta el reino
humano, pasando por los reinos subhumanos. El proceso iniciado en lejanísimas
edades, prosigue un curso inmutable y tiende actualmente en su fase principal a
convertir al hombre en una individualidad divina, plenamente apercibida de todos
sus poderes y facultades superiores. Esta fase, en la que intervienen activamente
unidades avanzadas de la raza de los hombres y miembros conscientes de la
Gran Fraternidad Blanca o Jerarquía Planetaria, es definitiva en lo que a la
humanidad como un todo se refiere, debido a que todo ser humano que logra ser
admitido dentro de esta Fraternidad oculta y es capaz de penetrar en sus
profundos secretos, se convierte automáticamente en un servidor consciente del
Plan planetario y en un vínculo de relación entre los seres humanos capaces de
pensar y sentir correctamente y Aquellos Grandes Seres que cooperan
inteligentemente con la divinidad en el desarrollo del proceso evolutivo de la
Naturaleza.
Esta gran ley de vinculación fraternal que permite la continuidad de este
desarrollo, halla su punto de aplicación principal en los discípulos mundiales. Al
mencionarlos reiteradamente no buscamos establecer una jerarquía distinta dentro
de la humanidad, sino señalar un hecho en la Naturaleza que todo hombre
rectamente orientado debe forzosamente considerar algún día. La existencia de
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los discípulos y la incorporación de los mismos al trabajo activo de vinculación,
presupone un orden universal de relación que abarca la infinita vastedad de lo
creado.
En el estudio que haremos acerca de los discípulos del Ashrama, la palabra
“vinculación” tendrá siempre una relación con la analogía universal.
La función de los Ashramas, es precisamente establecer este fin
vinculativo. Son ellos el intento que lo divino hace, en su gracia infinita, para
acercarse a los hombres y compartir con ellos el trascendente Secreto de su
propia Vida. La “vinculación” como ley de la Naturaleza tiene directa relación con
los Misterios Sagrados de la Divinidad.
Los lazos de vinculación familiares y sociales forman parte de este intento
de aproximación de Dios al hombre. Esta vinculación es todavía más profunda y
vívida cuando se refiere a los discípulos y a la ley de atractividad que los reúne en
el Corazón del Maestro en el silencioso retiro de un Ashrama. Los Ashramas son
los vestíbulos de la Casa del Padre a la que se refieren los tratados místicos.
Tales vestíbulos toman también el nombre de “Aulas de Sabiduría”, y se supone
que todo discípulo que ha llegado hasta allí, está preparado para dar el paso
trascendente que va de lo humano a lo divino. La vinculación de los discípulos con
su propia Alma solar, y con el Maestro que es Su Mentor en el Ashrama,
presupone un acercamiento a la Jerarquía planetaria y, por lo tanto, al gran Plan
de perfección del mundo. Todos estos conceptos son consubstanciales y forman
como eslabones de la misma cadena que enlaza y vincula todos los reinos de la
Naturaleza, los planos de evolución, las razas, los hombres y los continentes.
Comprender el alcance universal de esta ininterrumpida serie de vinculaciones, es
lo que confiere la aproximación a un Ashrama. Trabajar en esta forma presupone
un amplio sentido de orientación espiritual y el punto de partida para la gran
aventura de la búsqueda. Ésta se inicia con las sencillas, aunque sentidas
prácticas de la buena voluntad y prosigue hacia adelante, etapa tras etapa, hasta
culminar en el gran misterio que revela la Iniciación. Este Misterio principal es, en
realidad, un conjunto de misterios menores, de la misma manera que un elocuente
discurso es un conjunto de frases y palabras; el misterio más asequible a los
hombres, en el proceso de la vinculación, es el desarrollo de la buena voluntad.
De ahí el énfasis sobre la obra vinculativa del Nuevo Grupo de Servidores del
Mundo, cuyo objetivo inmediato en lo que al común de los hombres se refiere, es
el desarrollo de la conciencia humana realmente social, basada en las sencillas
prácticas de correctas relaciones.
Cuando la buena voluntad, inspirada por el deseo de bien, se hace
inteligente, en el sentido de ser adecuadamente enfocada y dirigida -como en el
caso de los discípulos mundiales- se tiene abierto el camino que conduce al
Misterio universal latente en nuestro interior. Se empieza a ser eficaz dentro del
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trabajo activo de la Jerarquía que ya puede utilizarnos, lo sepamos o no, en el
desarrollo de una parte específica de su Trabajo en el mundo.
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La interioridad de un Ashrama
La interioridad de un Ashrama, lo mismo que la interioridad de cualquier
persona, tiene zonas que por sus especiales características han de permanecer
forzosamente secretas e irreveladas para el mundo profano, ya que constituyen su
“sancta sanctorum”. De este lugar secreto o corazón místico del Ashrama,
emergen la luz y la vitalidad, la inspiración e iniciativas del discípulo consciente.
Este centro es realmente esotérico, y corresponde hablando propiamente no
solamente a los latidos del Corazón del Sol, como ocultamente se define el Alma
espiritual, o expresión consciente y sensible de nuestro universo, sino también a
las energías que emanan de aquel Centro todavía más elevado y profundo que
denominamos esotéricamente “El Gran Sol Espiritual Central”.
Esta relación o vinculación es de orden trascendente y realmente imposible
de ser racionalmente explicada, pero debo decir que una vez que se ha hecho
consciente en la mente y corazón de un discípulo, constituye un misterio revelado,
la expresión de una parte del Propósito de la Divinidad expresada en aquello que
técnicamente llamamos INICIACIÓN. La “interioridad de un Ashrama” tiene que
ver con ciertas actividades de la Jerarquía, regidas por un Aliento superior al que
gobierna las labores corrientes, o más conocidas, como la identificación de ciertos
Maestros con determinadas tareas de orden mundial, ya sean de tipo social,
económico, religioso, cultural, político, etc., y que son llevadas a cabo por medio
de sus varios discípulos en el mundo, miembros de Sus respectivos Ashramas, o a
través de algunos discípulos o aspirantes espirituales pertenecientes al Nuevo
Grupo de Servidores del Mundo.
La “interioridad de un Ashrama” rebasa en mucho el campo conceptual de
la mente concreta del promedio general de los aspirantes espirituales, sumida
ordinariamente en penosos interrogantes acerca de sus particulares destinos y
profundamente preocupados por sus karmas personales. Se refiere
concretamente a la relación del Ashrama con SHAMBALLA, “El Centro donde la
Voluntad de Dios es conocida”.
A aquellos que han estudiado esoterismo o teosofía, les parecerán quizás
demasiado elevadas estas consideraciones, pero debemos recordarles, sin
embargo, la gran afirmación esotérica con la que todos estamos familiarizados:
“La Jerarquía es el Ashrama de Sanat Kumara”. ¿Qué quiere significar esta
afirmación? Simplemente, que los “siete y cuarenta y nueve Ashramas de la
Jerarquía” a que se refieren los tratados ocultos, es decir, los siete Ashramas
principales a cargo de los Siete Chohanes, o Señores de Rayo, y los siete
Ashramas que dependen directamente de cada uno de estos Ashramas
principales, constituyen el “Aula de Sabiduría” inmensa dentro de la cual actúan
incesantemente la Voluntad, el Propósito y la Vida de Sanat Kumara, el Gran
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
Señor Planetario.
La acción de las energías de Shamballa sobre los Ashramas
La presión de Shamballa, Centro de irradiación y Morada del Señor del
Mundo, sobre los distintos Ashramas de la Jerarquía, transmitida por los Siete
Grandes Señores de Rayo en nuestro planeta y canalizada a través de los
distintos Maestros de Sabiduría, cada cual en Su propia línea de Rayo, llega
paulatinamente siguiendo la ley natural o jerárquica de la “propia medida” o grado
de absorción, a todos los discípulos componentes de cada uno de los cuarenta y
nueve Ashramas de la Jerarquía y a todos los grupos de actividad o de servicio
ashrámicos distribuidos por el mundo. La parte de esta terrible energía ígnea de
Shamballa o, más propiamente explicado, la parte de voluntad dinámica y
Propósito del Señor del Mundo que los miembros o discípulos de un Ashrama
sean capaces de recibir, resistir y convertir en motivos de acción correcta o de
servicio creador, constituyen de hecho su participación consciente e inmediata en
el destino iniciático, o de perfección de la humanidad, que cada cual ha de cumplir
y realizar en su propia vida.
La “interioridad de un Ashrama” es pues mucho más extensa y profunda de
lo que a simple vista parece, pues involucra factores y circunstancias que por su
alta trascendencia escapan a la más sagaz investigación y comprobación. Esto
explicará en una elevada medida por qué me refiero siempre “únicamente” a mi
Ashrama y dejo las implicaciones profundas de lo que no me es posible revelar, a
la capacidad intuitiva de los lectores.
Puedo afirmar no obstante, ya que esto entra plenamente dentro del marco
de mis propias experiencias espirituales, que la potencia eléctrica que emana de
Shamballa se hace sentir profundamente dentro del Ashrama, mayormente en
vísperas de grandes y decisivos acontecimientos mundiales, y penetra
intensamente en las mentes y corazones de los iniciados y discípulos que lo
componen. No puedo entrar naturalmente en detalles acerca de cómo esta fuerza
o potencia de Shamballa es recibida y canalizada por el Maestro del Ashrama y
distribuida después “en orden de merecimientos”, a todos los miembros del
mismo, pero sí debo decir que el impacto de Shamballa produce una notable y
manifiesta aceleración del ritmo normal o corriente de la vida del Ashrama, con
profundas tensiones en la vida psicológica de los distintos miembros y,
consecuentemente, grandes crisis y dificultades en sus vidas personales, que le
obligan a constantes y reiterados esfuerzos de equilibrio y reajuste. La potencia
extraordinaria de Shamballa incidiendo en la vida de un discípulo es responsable
asimismo de las energías del fuego eléctrico que determinan y promueven el
proceso de la INICIACIÓN con sus inmensas posibilidades y oportunidades.
No obstante su elevada trascendencia el Centro de Shamballa, que ante la
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mayoría aparece como algo misteriosamente lejano, no lo es realmente si nos
atenemos a las reglas lógicas de la analogía hermética, mediante las cuales todo
centro planetario, por elevado que sea, tiene su correspondencia en el hombre.
Shamballa tiene así su correspondencia microcósmica en lo que a la actividad
humana se refiere en la voluntad individual, cualificando a ésta con ciertos
elementos dinámicos de vida que se expresan como intención de permanencia
vital, deseo de ser y propósito de realización espiritual. Al hablar de ciertos hechos
objetivos relacionados con el Ashrama de segundo Rayo que tomamos siempre
como ejemplo, nos referiremos una y otra vez a Shamballa, a este Centro máximo
de tensión espiritual del planeta, de la misma manera que al tratar de definir
ciertos hechos o circunstancias de la vida psicológica del hombre, consideraremos
consubstancial e indisolublemente los tres aspectos constituyentes de la
conciencia, o sea, la voluntad, el amor y la inteligencia. La analogía, una Ley
fundamental de nuestro Universo, es pues correcta en el caso especial que nos
ocupa y hay que decir claramente que Shamballa, morada del Señor del Mundo,
es, en Su elevada trascendencia, el Centro de la Voluntad de Dios, así como la
Jerarquía planetaria constituye el Centro de su infinito Amor y la Humanidad, como
un todo, el Centro a través del cual Dios expresa su energía mental, inteligente y
creadora
Sin poder entrar mucho en detalles acerca de Shamballa, que para los
discípulos y aún para los Iniciados constituye todavía “el lugar mas secreto” de sus
pesquisas y de su búsqueda espiritual, deberé referirme a este Centro muy
frecuentemente para clarificar ciertos puntos, como por ejemplo los que hacen
referencia al “fuego eléctrico” de la INICIACIÓN, cuya naturaleza logoica o divina
constituye la inspiración máxima y el punto de atención supremo de todos aquellos
que firme y sinceramente quieren transformar espiritualmente sus vidas. La
experiencia iniciática puede ser descrita como “la transformación espiritual del
hombre por la acción del fuego eléctrico”.
El Ashrama y los Misterios
Ateniéndonos a las sagradas reglas de la sabiduría hermética, leyes
ineludibles para el discípulo, debemos decir que la misión principal de un Ashrama
es el restablecimiento de los Misterios Sagrados de la Divinidad, debiendo
entender concretamente por Misterio el Poder celestial revelado progresivamente
en el hombre. Este es el más grande de los poderes, aquel que hizo exclamar al
Cristo “Buscad primero el Reino de Dios…”, el que está más allá y por encima de
todas las cualidades y facultades que pueda desarrollar el hombre.
La riqueza, símbolo de poder en todos los planos de desarrollo de esta
entidad que llamamos hombre, sólo tiene un valor muy relativo y circunstancial.
Las grandes posesiones materiales, las grandes conquistas intelectuales, las
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potentes emociones del idealismo creador, las más exaltadas facultades
psíquicas, etc., son algo inherente a los vehículos de manifestación del Alma, sus
reflejos en los tres mundos, pero a menos que no descansen sobre una potente
base de recta intención y de sinceros propósitos de vida (las verdaderas llaves del
Reino), tales riquezas serán sólo un lastre que impedirá que el Alma del aspirante
se remonte y pueda gozar del privilegio de un Misterio revelado.
El símbolo claro de un Misterio se aprecia en la Naturaleza, en sus
manifestaciones armónicas y cíclicas. De la misma manera que los antiguos
templos iniciáticos adoptaban en sus enseñanzas el orden cíclico y natural y
consideraban el cuerpo humano como símbolo supremo del Universo, así el
hombre cuyo cuerpo, por la Gracia divina es “un Contenedor de Misterios”, debe
habituarse a reflejar en sí mismo y en sus relaciones, la armonía y el equilibrio de
la Naturaleza. De ahí que la expresión habitual y más gráfica de un Iniciado, es
decir, de Alguien que ha colmado en Sí mismo la expresión de un Misterio
universal, es de CONTEMPLACIÓN. Contemplar es reproducir por semejanza la
magnitud divina de lo que revela la Naturaleza.
Una de las prácticas asiduas del Ashrama en este orden de cosas, es la
técnica de la contemplación. El Maestro la define “técnica sagrada de contacto” y
su expresión más concreta, la que se halla en la base de muchas vidas humanas,
místicas, filosóficas y esotéricas, la define “serena expectación”, siendo sus fases
iniciales, en lo que al común de los aspirantes se refiere, la práctica del silencio;
silencio de palabras, silencio de deseos y silencio de pensamientos.
Así, la base de un Misterio descansa siempre en las normas clásicas de
purificación; sencillez de mente, pureza de corazón, humildad sincera, humanidad
exquisita. No tienen mucho valor en este sentido los grandes alardes intelectuales
o técnicas de ciertas mentes que el vulgo considera “privilegiadas”, o las grandes
posesiones materiales cuyo poder se disputan la mayoría de los hombres. El
Misterio está infinitamente más allá de todas estas cosas; es la Luz que viene de
lo Alto, el Poder que renueva, “el Grito Lejano” que resuena únicamente en el
corazón de quienes mucho han sufrido y experimentado. Y, pese a todo ello, el
Misterio está aquí, en lo más inmediato, presente en todo cuanto existe y en la
expresión de toda humana característica. Respecto a esta cuestión nos dijo el
Maestro un día: “No hay que buscar el Misterio o conjunto de Misterios, como una
conquista humana sino como una herencia divina. Dejad pues que el Misterio se
haga carne en vosotros, dejad de ofrecerle resistencia. Quiero significaros con ello
que no debéis tratar de vivir en Cristo, a la manera tradicional sino que Cristo viva
en vosotros. No invirtáis términos pues estos confunden. En definitiva, el
MISTERIO sois vosotros mismos, y como el MISTERIO, que es la Vida de Dios,
está también en todas las cosas, en la justa medida que dejáis de oponeros a los
hechos, personas, acontecimientos, estados de ánimo, etc., la gloria del Misterio
surgirá de vuestro interior y se derramará sobre el mundo que os rodea como una
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bendición”.
Como verán, nunca nos habla el Maestro con palabras técnicas. “La técnica
-nos dice- es solamente un intento de expresar AQUÉLLO que jamás podrá
expresarse por medios técnicos. La técnica es de índole fragmentaria y sólo
cuando esta técnica es tan exquisitamente depurada que queda reducida al
símbolo o al axioma, AQUÉLLO hacia lo cual tiende la Naturaleza entera, empieza
a tener cierto significado mental como base de futuras interpretaciones. Sed pues
parcos en palabras para que vuestro entendimiento sea libre. Amad más el
silencio que las palabras, más la parquedad y la circunspección que la profusa
variedad de conceptos y vanos tecnicismos. Si así lo hacéis, si educáis vuestro
entendimiento en la gran calma del silencio, vuestras palabras surgidas del interior
o modeladas con la arcilla de tantos y tan variados comentarios, tendrán asimismo
el valor del Verbo”.
Las palabras del Maestro, contenedoras siempre del verbo esencial, del
Espíritu Santo que se vierte en la Copa mística del Grial o del Cáliz sagrado,
entran siempre en nuestro corazón por vía directa. Es la Voz de la directa
interpelación. Es por tal motivo que cada uno de los miembros del Ashrama
“escucha” al Maestro en su propia lengua, en la lengua nativa con la que
aprendieron a pensar. Son palabras y voces totalmente familiares que penetran
profundamente en nuestras mentes y se graban en el cerebro físico con
caracteres imborrables. Yo particularmente “escucho” al Maestro en catalán, mi
lengua materna, y si bien los conceptos emitidos por el Maestro contienen siempre
un tipo especial de enseñanza, el más apropiado según el orden cíclico o
astrológico del momento en que se emite, cada uno de nosotros recibirá en su
interior -siempre por vía directa- el sentido más idóneo y necesario para futuros
desenvolvimientos.
Verbo y Cáliz en su aceptación mística y esotérica son los símbolos del
Alma del hombre y de sus instrumentos de manifestación, los tres cuerpos de
expresión en los tres mundos de la evolución humana, o sea, la mente concreta, el
cuerpo de deseos y emociones y el vehículo físico en sus diferentes densidades.
Es obvio, sin embargo, que la mayoría de los aspirantes mundiales se sienten más
atraídos por los ornamentos -más o menos vistosos del Cáliz- y dan más
importancia al Tabernáculo que a la Fuerza divina contenida en su interior. El
Verbo queda confinado así en las regiones sutiles del entendimiento, como la
promesa de algo vago y remoto y raras veces se le actualiza como una realidad
viva y palpitante, presente en todos y cada uno de los hechos de la vida cotidiana.
Es de esta manera que se pierden las grandes oportunidades de la vida espiritual,
quedando circunscripta la expresión natural del discipulado a regiones
inaccesibles de sueño y fantasías.
La relación VERBO-CÁLIZ, ESPÍRITU-FORMA, DIOS-HOMBRE, está
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siempre en la base profunda de los Misterios. El Misterio más elevado es aquel en
que desaparece esta conciencia de dualidad y sólo la UNIDAD preside el eterno
proceso de la Vida. En el momento en que el Adorador y el Adorado se confunden
en un sólo Cuerpo místico de Realidad universal, puede decirse que ha sido
consumado en el hombre la plenitud del Misterio. Existirá entonces todavía quizás
una Forma, un Cuerpo, una Expresión, un Cáliz o Tabernáculo, pero esta FORMA
estará para siempre poseída y gobernada por el Espíritu de Dios.
Los símbolos del Verbo y del Cáliz, del Espíritu y de la Materia, del
Contenedor y del Contenido, del Adorador y del Amado, del matrimonio místico de
la iglesia cristiana, como de todos los símbolos que expresan una dualidad que
busca su unidad esencial en otro aspecto de dualidad distinta, son condiciones
implícitas en los Misterios, ya sean éstos de cualidad menor, propios de aspirantes
y discípulos en probación, o de cualidad mayor, tales como los que afanosamente
buscan y exteriorizan los verdaderos Iniciados.
Por primera vez en el devenir de su vida evolutiva y en la augusta paz y
sereno retiro de un Ashrama, siente un día el discípulo la necesidad de invocar el
poder del fuego creador de un misterio, como elemento de vinculación con todas
las fuerzas de la Naturaleza. Se le abre entonces un camino, en el que la mente
concreta o intelectual no le sirve ya para otra cosa, que como un vehículo de
relación humana y de transmisor de verdades, es decir como un instrumento de
expansión de los fuegos menores. No hay que olvidar que el fuego es el único
agente de liberación de vida. Naturalmente que no se alude al fuego físico, que
sólo elementos materiales puede quemar o liberar, sino al fuego espiritual del cual
la electricidad, tal como se conoce, es sólo un débil indicio externo. El fuego
espiritual es invocado solamente, siempre bajo la experta guía del Maestro, en
etapas bien definidas de entrenamiento en un Ashrama. Por su alto poder
vinculativo con la vida de la Deidad este fuego permanece oculto, todavía en
latencia en la inmensa mayoría de los seres humanos. En estos últimos -el fuego
espiritual es casi un punto oscuro en la noche de la vida instintiva, en los
aspirantes espirituales es un indicio, una aurora que empieza a surgir del oscuro
horizonte; en el discípulo en probación un estímulo que lo impulsa hacia adelante,
en el discípulo aceptado una serpiente a la que se ha de vencer y dominar y en el
Iniciado un Poder universal progresivamente revelado a través de los Misterios.
Pero, todos estos grados de expresión del Fuego Creador, simbólicamente
definidos, marcan indefectiblemente el Sendero de la vida humana desde que se
inicia como tal hasta la más elevada culminación espiritual.
Siendo el fuego el promotor universal de la evolución, es obvio que el
secreto de su energía constituye una de las enseñanzas avanzadas del Ashrama y
un lazo positivo de unión entre sus miembros, El Maestro puede ser considerado
desde este punto de vista como un Sol ígneo cuyos rayos, conteniendo los tres
fuegos de la Naturaleza, el físico, el solar y el eléctrico, penetran en el corazón del
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discípulo y avivan progresivamente el fuego requerido en cada momento de su
vida de acuerdo a estados definidos de conciencia. La expresión mística del fuego
espiritual produce el verdadero conocimiento e incluso el aire está lleno de una
especie particular de fuego. Es por medio de éste que las formas de pensamiento
emitidas por el hombre tienen adecuado y positivo poder, ya sea en favor o en
contra de los intereses evolutivos de la humanidad. Esto puede parecer misterioso
o quizá falto de sentido, pero obedece a verdades que se manifiestan
constantemente a nuestro alrededor y en nuestras vidas, gracias al misterio infinito
de la fraternal vinculación de la cual la telepatía, en sus aspectos superiores, es un
elevado exponente.
La Iniciación, esta gran meta del hombre, está regida inexorablemente por
el Poder del Fuego Eléctrico. Al presenciar diversos miembros del Ashrama, la
iniciación de uno de los hermanos de grupo, se apreció claramente cómo los
cuerpos sutiles y los centros de fuerza de éste eran como ascuas de fuego y su
Poder se extendía en acentuadas llamaradas de un blanco-azulado intensísimo,
más allá del cuerpo mental, en tanto que Aquél que es la Luz del Mundo, mantenía
sobre ciertos puntos del cuerpo causal el Cetro iniciático.
En la vida del Ashrama se aprende a controlar el poder de los fuegos;
desde el pequeño fuego de la vida personal hasta el fuego espiritual que desde los
planos superiores converge sobre nuestro Yo superior. No hay que olvidar que
quien logra controlar el triple Fuego puede controlar la propia Vida, pues todas las
cosas creadas están vivificadas por Él. Las distintas gradaciones humanas marcan
el punto clave sobre el cual actúa una cualidad específica de fuego, o el punto en
que este fuego se halla detenido. El paso de él a través del hombre marca el
progreso evolutivo de la Raza.
Todo discípulo en entrenamiento espiritual conoce esta verdad respecto al
Fuego y trata de convertirla en ley de su vida. Los Ashramas de la Jerarquía, si
bien no son generadores de este fuego universal son sus adecuados instrumentos
de transmisión hacia la vida de la humanidad. Un Ashrama es una reducida
aunque exacta representación de la Jerarquía. El Maestro es un Centro de Fuego
del Amor de Cristo y los miembros del mismo son expresión ígnea de las
constelaciones y del poder de los Rayos. Cristo y sus doce discípulos, los
apóstoles, constituían una pequeña congregación que llevaron el Fuego de Amor
de Dios a la humanidad. El Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, es también
una especie de Ashrama por constituir un lazo de unión fraternal entre muchos
hombres y mujeres de buena voluntad del mundo, que piensan correctamente y
tratan sinceramente de servir y que, por tal motivo, son también vínculos de
relación entre la humanidad y la Jerarquía. No es, pues, sin razón que la selección
de los miembros de un Ashrama se haga entre los componentes avanzados del
Nuevo Grupo de Servidores del Mundo.
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El proceso de vinculación espiritual es ciertamente lento aunque seguro y
con las grandes expansiones universales del Fuego creador invocado por las
potentes radiaciones de la Constelación de Acuario, que empieza a hacer sentir su
presión sobre la Tierra; sus efectos tan profundos y drásticos se harán sentir muy
pronto haciendo aparecer entre los hijos de los hombres “nuevos Testigos de la
Luz” que cooperarán en la aceleración del desarrollo del Plan Evolutivo de la Raza
y depositarán la ígnea semilla de una nueva y más fraternal humanidad planetaria.
Pese a la tremenda presión que tiene que soportar actualmente la
humanidad, que sacude y conmociona todos los estratos de la vida organizada de
los hombres, no hay que sentirse descorazonados.
Triunfando en todos los desequilibrios, injusticias y arbitrariedades que
podamos apreciar por doquier y directamente a veces también sobre nuestras
vidas, no olvidemos nunca que la gran Ley de vinculación fraternal que emana del
Corazón Solar, continúa actuando sobre nosotros y nos va modelando
incesantemente de acuerdo a aquel infinito Arquetipo de perfección que es nuestro
destino final como hijos de los hombres y como destellos ígneos del Gran Fuego
Creador del Universo.
El Ashrama y su analogía universal
En ningún Ashrama se persiguen fines distintos a los que marca el proceso
evolutivo de la humanidad, ni se crean, como muchos piensan, colosos del
entendimiento o de la expresión síquica. Todo se cifra en el Misterio y en la
Revelación, y es esto lo que realmente busca la humanidad en todos sus intentos
espirituales y sociales. El hecho de que algunos de los hermanos de grupo, dentro
o fuera del Ashrama, posean algunos de estos poderes síquicos tan apreciados
por las gentes, o que atesoren conocimientos concretos sobre la vida que escapan
en mucho a la capacidad técnica de algunos grandes especialistas mundiales, no
tiene importancia alguna en el orden esotérico, o sólo muy relativa en todo caso.
Se pretende otro género de visión, de cultura y de comportamiento. Si bien no
existen aquellas arduas pruebas y disciplinas a que eran sometidos los aspirantes
del pasado que anhelaban los Misterios, debido a la aguda sensibilidad de los
discípulos de nuestros días, existen no obstante “ciertas reglas y ciertas técnicas
de vida” a las que deben sujetarse los que quieren ser fieles a la Logia Blanca del
Planeta y a su Ashrama en particular. El entrenamiento así adquirido “para mayor
gloria de Dios” conduce como antaño a la gran tarea universal de servicio a
nuestros semejantes, de servicio creador a la Raza, otra forma de expresar el gran
proceso místico que lleva “de la Oscuridad a la Luz, de lo Irreal a lo Real y de la
Muerte a la Inmortalidad”.
Estas últimas palabras contienen el verdadero significado del trabajo oculto
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de un Ashrama y deben tenerlas siempre presentes cada uno de los miembros del
grupo. Cuando estas significaciones han penetrado muy profundamente en sus
vidas personales, surge entonces espontánea y natural esta gran llamada del
servicio. Éste se sujeta siempre -según normas universales- a las características
descollantes de cada uno de los miembros del Ashrama. No se trata de una
especialización técnica definida, aunque una técnica natural de trabajo será
educida progresivamente, sino de la expresión de las potentes tendencias del
Rayo causal o del Alma, más las configuraciones astrológicas de la personalidad
del miembro en su encarnación física. En la configuración astrológica se halla la
base del futuro tecnicismo; en las cualidades del Rayo causal hallamos la
propensión hacia determinadas tareas locales, grupales o mundiales. La
resolución de un Misterio, fundamento de la Iniciación, se halla implícita totalmente
en la vida de un discípulo, cuando existe en éste un perfecto equilibrio entre
inspiración y técnica, entre la cualidad del Rayo Causal a que pertenece y la
creciente habilidad para servir al Plan de acuerdo a propensiones kármicas o
astrológicas.
Cuando hablo del Ashrama como un reflejo o proyección del Universo, no
hago sino atenerme a una Realidad esencial. En efecto, a igual que en la rueda
cíclica de nuestro Universo, están presentes los doce signos zodiacales, así cada
uno de los miembros de un Ashrama ha de reflejar de una u otra manera el poder
de alguna de las doce constelaciones.
Debo decir al respecto y ateniéndome a mi condición particular, que si bien
en el orden astrológico personal estoy regido por el signo de Géminis, en el orden
espiritual o ashrámico estoy potentemente influenciado por el signo de Libra. Es
muy notoria esta diferenciación entre el Rayo del Ego y el que condiciona la triple
vida personal. Sólo hay un caso en la vida del Ashrama en que los signos
zodiacales del Rayo del Alma y el de la triple vida personal coinciden. Se trata de
nuestro hermano R..., condicionado en ambos aspectos por el signo de Sagitario.
Esta coincidencia les explicará también por qué cuando el Maestro -por las causas
que fueren- no asiste a las reuniones periódicas del Ashrama, sea R... quien,
regido poderosamente por el planeta Júpiter, padre universal por excelencia, tome
el lugar del Sol (simbólicamente el Maestro) en la mística congregación ashrámica.
Nuestro Universo se rige por una Ley que convenientemente comprendida
constituye la base de todo conocimiento esotérico y de toda formulación concreta,
la Ley de Analogía. Esta Ley, que Hermes expresó gráficamente en sus palabras:
“Igual es arriba que abajo, igual es abajo que arriba”, se refleja claramente en un
Ashrama, como se refleja en todas y cada una de las creaciones de la Naturaleza
desde el átomo hasta el más exaltado Ser. Un hombre realmente sabio no es
sabio por sus conocimientos, sino únicamente en la medida que rija su vida por el
dictado de esta ley universal.
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Intentamos presentar el Ashrama como una congregación de seres
humanos que tratan de incorporar en sus vidas el poder sagrado del axioma “Mirar
arriba y ayudar abajo”. Todas las distintas ideas emitidas se basan, si bien se
examinan, en el equilibrio de la dualidad Yo superior y yo inferior, el Alma humana
y su expresión (la personalidad) en los tres mundos. Cuando este equilibrio es
perfecto, lo cual sucede cuando se han aceptado noblemente las bases esenciales
de servicio, y la inspiración espiritual halla un eco plenamente responsivo en la
técnica humana, surge entonces inevitablemente el factor iniciático; el Misterio en
sus distintas interpretaciones es revelado y halla su adecuado cauce de expresión
en la vida del discípulo, que ya desde entonces rige su vida por el poder
esplendente e indescriptible de la Mónada, el verdadero Espíritu de Unidad y
Realidad.
El Ashrama al que tenemos el honor de pertenecer tiene doce
componentes, y al revelar algunos de sus detalles contamos con la aprobación
anticipada del Maestro.
Esto no quiere decir que sean solamente doce los discípulos del segundo
Rayo que reciben entrenamiento espiritual superior en la actualidad. Nos referimos
siempre a nuestro Ashrama, y no a otros Ashramas del segundo Rayo existentes
en “otros lugares en el tiempo” dentro del aura espiritual del planeta. Es
interesante recordar, sin embargo, que el número doce es eminentemente cíclico y
que condiciona en gran medida la expresión de vida universal. No es en manera
alguna casual el hecho de que sean doce las constelaciones que influencian a
nuestro planeta en su viaje alrededor del sol, ni que sean por lo tanto doce los
meses que constituyen el año cíclico planetario. No olviden tampoco, ya que es
eminentemente simbólico, que fueron doce los discípulos de Jesús, doce las tribus
de Israel, doce “los trabajos de Hércules”, etc. La coincidencia -caso de que pueda
llamarse coincidencia al hecho de aplicar la ley hermética de analogía- es
realmente interesante.
En el Ashrama, el Maestro, igual que el sol en el sistema planetario, ocupa
siempre el centro de nuestra mística congregación. Como dato verdaderamente
curioso, aunque esotéricamente de orden natural, reseñamos que cada uno de los
miembros componentes del grupo ve siempre al Maestro ante sí, y que cada uno
recibe de sus Palabras lo más interesante, práctico y útil para su particular
enseñanza y desenvolvimiento. En efecto, cada miembro del Ashrama se siente
particularmente aludido, como si el Maestro le hablara única y exclusivamente a él
y en su propia lengua. Este es uno de los grandes misterios de la vida espiritual, a
partir del cual empieza a perfilarse de hecho el verdadero sentido de la vinculación
interna entre el Maestro y el discípulo. Acercarse al corazón del Maestro implica
acercarse al Gran Misterio de Unidad Universal en donde el lenguaje, o Verbo
Creador, es una prolongación viva del Propósito y un agente de liberación de la
necesidad kármica.
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A muchos les parecerán extrañas ciertas definiciones en lo que respecta a
nuestro Ashrama, pero es necesario tener en cuenta que en el “lugar en el tiempo”
ocupado por el mismo han sido rebasadas las tres dimensiones del mundo físico
corriente y que muchas de mis explicaciones carecerán de un orden racional, si no
tratan de adaptarse lo más posible al ritmo de lo interno y elevar las concepciones
mentales tan alto como les sea posible.
Hay algo, sin embargo, que puede ser comprendido en forma concreta. Se
refiere al hecho de que los Ashramas y el proceso posterior iniciático existen para
satisfacer ciertas necesidades específicas de “aceleración” de la evolución
planetaria. Este proceso de “aceleración” del ritmo de evolución del planeta se
inició hace muchas edades con la llegada a la tierra, procedentes del planeta
Venus, de Aquellas Excelsas Entidades definidas esotéricamente con el misterioso
nombre de “Los Señores de la Llama”. No es preciso extendernos en pormenores
acerca de este hecho, al que aludimos anteriormente.
Debo significar, sin embargo, que el proceso de “aceleración” de la
evolución planetaria, iniciada por SANAT KUMARA (El Señor del Mundo) y sus
tres Discípulos, continúa actuando incesantemente sobre la Humanidad en todos
sus niveles. Una de sus expresiones más elevadas son los Ashramas, el
consecuente proceso iniciático y la existencia de la propia Jerarquía. Actúa
también incesantemente sobre el reino dévico, esta evolución que desde los
mundos ocultos condiciona la vida de la Naturaleza en todos sus aspectos
expresivos. Se trata de un reino desconocido para la inmensa mayoría de la
humanidad, pero por su estrecha vinculación con el reino humano constituye un
campo necesario de investigación para el discípulo en entrenamiento espiritual
avanzado, con el que debe tomar contacto consciente antes de recibir la iniciación.
La enseñanza en el Ashrama
Cuando hablamos de actividades ashrámicas la referencia es siempre a un
Ashrama del Segundo Rayo de Amor-Sabiduría, una de cuyas principales
funciones creadoras conforme al orden planetario y dentro de la vida organizada
de la humanidad, es la de la enseñanza; enseñanza espiritual e intelectual. Se
trata de dos claras y definidas vertientes, tan necesarias la una como la otra para
el desarrollo mental de la conciencia humana.
Hay una gran oportunidad de servicio para aquellos miembros del Ashrama
y, analógicamente, de todos los Ashramas de Segundo Rayo en el mundo,
dedicados a la enseñanza, ya sea por vocación natural, por predisposiciones
kármicas o por el rayo específico y condicionante de sus mentes.
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Ambos tipos de educación, intelectual y espiritual, no se contradicen, sino
que se complementan. Son fases distintas de un mismo proceso creador. Todas
las enseñanzas, concretas o abstractas, son consustanciales y se hallan implícitas
en la Mente divina. Los grados de densidad de las ideas, arrancando de los
grandes Arquetipos abstractos hasta llegar a lo más denso de la intelectualidad
humana, obedecen más al espíritu de función que al de jerarquía. Con ello
queremos decir que toda sustancia mental es pura esencialmente, ya sea sutil,
ligera, compacta o densa; lo que nos interesa desarrollar en todo caso es una
correcta función para cada tipo de enseñanza o de sutilidad mental, que cada uno
de nosotros adquiera la habilidad de ser creadoramente consciente cuando esté
pensando, o utilizando la sustancia mental de la que están revestidas todas las
ideas y pensamientos de los hombres.
El intelecto, constituido de sustancia mental más densa, es el instrumento
del Alma y Yo superior, quien, a su vez, recibe las impresiones arquetípicas o
abstractas provenientes de la Mente superior o aspecto mental de la Tríada que,
en su conjunto (atma-budhi-manas) constituye aquello que esotéricamente
definimos como “conciencia monádica” o de unidad universal.
Algunos discípulos pertenecientes a Ashramas del Segundo Rayo se
capacitan para el tipo de enseñanza concreta o intelectual y este entrenamiento es
muy precioso habida cuenta la necesidad mundial de conocimiento concreto, base
de la cultura de los pueblos y factor controlador de las emociones humanas. Otros
discípulos se dedican, siempre por “predisposiciones naturales”, a la enseñanza
espiritual, la cual se extiende a áreas que escapan comúnmente al discernimiento
normal y corriente de los seres humanos. Se precisa una alta capacitación técnica
de meditación y un gran propósito de vida espiritual para poder rasgar “la nube de
conocimientos superiores” o abstractos y penetrar en la zona mental intuitiva,
dentro de la cual se agitan los arquetipos divinos que rigen el destino de la raza de
los hombres.
A esta zona mental de alta frecuencia espiritual o de tensión creadora, sólo
puede llegar la personalidad humana, cuando logra establecer contacto definido y
consciente con su Alma solar o Yo divino. Implica, pues, “una elevada y enaltecida
visión espiritual y una sostenida persistencia en el noble afán de la búsqueda”.
Estos contactos fugaces al principio, pero más frecuentes y continuados luego,
implican una manipulación consciente de fuerzas y energías que el esoterismo
define técnicamente. La ciencia esotérica es la ciencia del contacto entre las
fuerzas materiales y psíquicas de la pequeña personalidad en los tres mundos y
las energías espirituales de su inmediato Padre en los Cielos, el Alma, el Yo
superior o Ángel Solar, con todas las delicadas implicaciones que tal contacto
entraña para el proceso evolutivo de la Raza.
Algunos de los miembros del Ashrama poseen una especializada y vigorosa
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constitución mental y debido a su experiencia espiritual, a sus tendencias
naturales y a definidas influencias de determinados tipos de Rayo, atesoran
grandes conocimientos culturales que a través de un muy bien especializado
intelecto les permite llegar a un considerable número de personas. El campo
intelectual y el mundo del conocimiento concreto constituyen mayormente el área
específica de su servicio, dentro de la actividad ashrámica. Pero no olvidemos que
la luz del Ashrama, la santa bendición del Maestro y su contacto con el Centro de
Luz de la Jerarquía, están presidiendo constantemente todas y cada una de sus
actividades. En la obra de estructuración del Plan de la Jerarquía en el mundo se
necesita esta sólida base de conocimiento concreto para apoyar más adelante las
elevadas verdades universales o arquetípicas.
Los miembros del Ashrama que por influencia del rayo de su mente y de su
propia capacitación espiritual se han especializado en el segundo tipo de
enseñanza, o sea el espiritual, trabajan con más “selectas minorías”, con personas
cuyo intelecto a fuerza de discernir se ha abierto a las impresiones superiores o
intuitivas de la mente, a través de sus propias Almas. El centro de irradiación
espiritual de esta enseñanza es mucho más amplio, sutil y profundo que en el
caso anterior, o intelectual, pero sólo son conscientes del mismo un reducido
número de personas. Se trata de aquellas que místicamente se hallan preparadas
para ponerse en contacto con el Maestro (el Maestro que ha de conducirlas a la
Iniciación) e ingresar en un Ashrama de la Jerarquía. En todo caso, tal tipo de
enseñanza adquiere un carácter muy subjetivo y específico y entraña, en
determinada etapa, el desarrollo de la facultad telepática, uno de los poderes
psíquicos que ha de poseer forzosamente el discípulo en entrenamiento espiritual
para ponerse en contacto con su Maestro y con las elevadas corrientes de energía
mental que emanan de la Jerarquía, así como con sus hermanos de grupo y
necesidades subjetivas mundiales.
Cuando el discípulo de Segundo Rayo, dedicado al tipo de enseñanza
espiritual o esotérico, entra en contacto con otras personas en las cuales empieza
a actuar el principio divino de reconocimiento interno, se establece
automáticamente una relación magnética espiritual que crea la base de un karma
trascendente para el futuro. Es precisamente esta relación magnética, que en la
mayoría de los casos es el “recuerdo” de ciertas definidas relaciones kármicas del
pasado, la que origina aquel vínculo de carácter selectivo que culmina en el centro
de Luz de un Ashrama y en el contacto con el Maestro.
El trabajo con “selectas minorías” y aún el propio trabajo de “selección” del
Maestro, de los miembros que han de constituir su Ashrama, se fundamenta
frecuentemente en las repercusiones kármicas del pasado. Se puede decir que
dentro del Ashrama todos son “amigos de antaño”, no simplemente conocidas de
una existencia terrestre, sin querer indicar con esta última expresión que pueda
existir separatividad o prevención alguna respecto a los demás aspirantes
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espirituales y discípulos del mundo con quienes no nos ligan karmas de vidas
anteriores o que pertenezcan a Ashramas regidos por distinto Rayo. Hay que
recordar aquí algo que dijo el Maestro en cierta ocasión: “...el trabajo y el servicio
que une y compenetra a los discípulos entre sí y con su Maestro, tiene su origen
en el karma del pasado y este karma trascendente es compartido, incluso, por los
propios LOGOS creadores de los mundos y de los universos que oscilan en el
Cosmos infinito”.
Cuando el Maestro imparte enseñanza a sus discípulos, sugiere siempre lo
esencial y más oportuno para la obra que debe realizan cada uno en el mundo.
Posteriormente entra en acción la conciencia cerebral o física, que recoge de la
enseñanza lo que puede ser actualizado inmediatamente para el servicio a los
demás. Y es en este centro de conciencia cerebral en donde se definen las dos
grandes corrientes de servicio del Ashrama, dentro del Plan de enseñanza que el
Maestro ha impartido, una intelectual apta para la mayoría y que abarca sin
distinción a todas las personas cultas del mundo, y otra eminentemente espiritual
o esotérica que forzosamente sólo podrá llegar a pequeños núcleos o minorías
selectas en el orden espiritual.
El Ashrama es algo completo en su aspecto de función integradora de la
vida. Es el árbol con frutos de intuición pero firmemente apoyado y sustentado en
terrenos de conocimiento material o concreto de la vida. Sus miembros sólo
persiguen un definido propósito, amarse mucho y sinceramente entre ellos tal
como enseñó y practicó Cristo entre Sus discípulos, y servir íntegramente al
mundo, llevados por la inspiración del Alma, cuyo instinto natural de Amor sólo
puede ofrecer frutos de abnegación, de servicio y sacrificio.
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CAPÍTULO VI
FACULTADES PSÍQUICAS
Por azar o destino, estamos estrechamente relacionados con personas de
alto relieve espiritual, verdaderos investigadores de las leyes ocultas de la
Naturaleza y poseedores de una mente profunda y asombrosamente organizada,
que no tienen ninguna de las “facultades psíquicas” que tanto valora el vulgo.
Conocemos a otras, por el contrario, cuyo tipo de mente es más bien corriente y
de lo más normal, y a veces sin llegar a ello, están dotadas de grandes facultades
psíquicas: clarividencia, clariaudiencia, psicometría, mediumnidad, etcétera.
La explicación de este hecho, al parecer contradictorio según la opinión de
muchos, es, sin embargo, lógica y racional si tenemos en cuenta:
a) Que las facultades psíquicas corrientes, las que podemos apreciar en el
tipo común de personas que nos rodean, son de origen astral y
proceden mayormente de los bajos niveles de este plano.
b) Que el verdadero investigador de las leyes ocultas de la Naturaleza, el
aspirante espiritual avanzado, el discípulo y el iniciado actualizan un tipo
de vibración de más alta frecuencia y se mueven preferentemente en los
niveles superiores del plano mental.
Existe, no obstante, “una zona de alta evolución psíquica” hacia la cual se
van espontáneamente aproximando los verdaderos investigadores y discípulos
espirituales del mundo. Examinando, por ejemplo, el proceso histórico de la vida
de Apolonio de Tyana, de Cristo, de Buda, de los grandes e insignes yoguis y de
todos los verdaderos Iniciados, se aprecia en ellos unas facultades psíquicas de
orden realmente portentoso y extraordinario, pero tengamos en cuenta que tales
facultades nada tienen que ver ni están relacionadas con la evolución del mundo
astral, de ese mundo donde se agitan los deseos y aspiraciones de los hombres,
sino que son expresiones naturales y directas de la propia vida de la DEIDAD
CREADORA de los Mundos.
Tales facultades están lógicamente más allá y por encima de la
comprensión humana corriente. Son destellos de la “facultad creadora de Dios”,
reflejos de Su poder en los tres mundos de la evolución humana. No vamos a
referirnos a este tipo de facultades, demasiado elevadas para nuestro
entendimiento, sino más bien a señalar los vicios y peligros de las facultades
psíquicas inferiores con las que todos estamos más o menos directamente
relacionados.
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Hemos podido comprobar en repetidas ocasiones que ciertas personas
altamente psíquicas son en su mayoría físicamente enfermas, y que valoran las
experiencias de la vida casi exclusivamente desde el ángulo de sus propias
facultades psíquicas y no desde el terreno de la lógica y del sentido común. Son,
en general, personas inadaptadas que escapan frecuentemente a la realidad de la
vida que les rodea con sus magníficas oportunidades.
Las personas psíquicas, las que producen fenómenos de orden físico y los
médiums que actúan bajo el control, inmediato o remoto de otras entidades
humanas encarnadas o desencarnadas o quizá de sus propias reacciones
subconscientes, pierden paulatinamente el equilibrio físico y la salud orgánica,
porque sin darse cuenta han dejado de seguir el rastro de luz de sus propias
Almas que conduce al centro de Salud Espiritual y están siguiendo, por el
contrario, unas corrientes de energía que desde el ángulo de apreciación esotérico
o de la Jerarquía planetaria circulan actualmente y desde hace muchos siglos muy
por debajo del nivel normal de la conciencia humana en evolución.
Hablando sinceramente, ¿saben ustedes de alguno de estos médiums, de
alguna de estas personas tan acusadamente psíquicas que no adolezca de alguna
fuerte irregularidad física? Existe en ellos una rasgadura de la trama etérica que
protege ciertos delicados órganos de relación espiritual, principalmente el bazo y
ciertos puntos del cerebro y penetran por allí constantemente y “sin ser
debidamente filtrados” gérmenes de enfermedades que deberían estar ya
virtualmente muertos, átomos nocivos y ciertas energías del mundo astral que
mejor sería mantener en reposo en las bajas zonas de su mundo por las
profundas y negativas tensiones que producen. Y es inútil que se pretenda
contrarrestar la expresión de estas corrientes de fuerza por la invocación
protectora de aquellas entidades que los médiums y los psíquicos llaman su Guía.
La mejor intervención de un verdadero Guía espiritual, cuando tal Guía realmente
exista, sería obviamente “obturar” con energía espiritual las rasgaduras producidas
en la trama etérica del cerebro, del bazo o de otros órganos afectados por estas
irregularidades psíquicas y restablecer así el equilibrio vital en la vida física del
médium. Esto no sucede desgraciadamente así, porque la mayoría, por no decir
todos, de tales Guías tienen sus propios problemas kármicos a resolver y no
saben ni pueden destilar de sus vidas espirituales la luz que sus protegidos
necesitan. Así, el problema de la comunicación mediúmnica y de otras formas de
contacto astral, así como de toda expresión psíquica sin control interno, se
convierte en un “problema social” que afecta a muchas personas, a los propios
psíquicos, a sus familiares y singularmente a todos aquellos que a ellos acuden en
busca de consejo, consuelo, esperanza o alivio de sus enfermedades.
El aspirante espiritual y mayormente el discípulo tiende por ley hacia “un
psiquismo de tipo superior”, viniendo caracterizado éste por el desarrollo y
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actividad dentro de la vida personal de ciertas facultades del Alma. Estas
facultades se expresan por medio de los vehículos más sutiles de la personalidad
cuando éstos han sido debidamente entrenados por el recto vivir y un sincero y
sostenido propósito interno. Al contrario de lo que sucede con las facultades
psíquicas inferiores, desarrolladas y utilizadas sin el debido control espiritual, las
facultades superiores se expresan siempre por propia voluntad e iniciativa, libres
por completo de presiones externas o a través de una potente formulación interior
que mueve y actualiza ciertas corrientes de energía específica para producir
determinados resultados. Citaremos dos casos típicos de expresión del psiquismo
superior.
Durante un viaje a Filadelfia trabé amistad con un caballero hindú. Parecía
joven, aunque, según confesó, tenía más de ochenta años. Una tarde, en la
habitación del hotel en donde se alojaba y con un grupo de amigos esoteristas,
entre quienes me encontraba, movió a distancia y volcó finalmente un vaso de
agua derramando su contenido, encendió y apagó varias veces la luz de la
habitación sin necesidad de darle vuelta al conmutador eléctrico e hizo aparecer y
desaparecer a varios objetos de la alcoba, algunos de ellos bastante pesados,
como por ejemplo un jarrón de porcelana lleno de flores; me di cuenta
inmediatamente del magnífico poder de voluntad que poseía aquel caballero, así
como de su tremenda potencia mental que originaba ciertas corrientes de energía
ambientales a las que impulsaba muy luego en definidas direcciones, creando
verdaderos campos de fuerza magnética sobre los que operaba después
produciendo aquellos interesantes fenómenos.
Otro caso, quizá no tan importante pero sí muy interesante también desde
el ángulo científico, me ocurrió durante el verano de 1959. Fui invitado a pasar
unos días con unos amigos en la región valenciana. Su casita se hallaba en pleno
bosque, lindando a unos doscientos metros con una casa de campo donde vivía
un labrador con su familia. Entre ambas casas, solitarias en aquel apacible lugar,
había un grupo de frondosos árboles y en la espesura de su espeso follaje una
legión de pajarillos que inundaban el aire con sus incesantes trinos. Una de las
habituales distracciones o aficiones de nuestro vecino labrador -según pude
comprobar más tarde- era la de capturar y dar muerte, seguramente con fines
gastronómicos, a aquellos inocentes pajarillos. Utilizaba a este fin unas jaulas,
dentro de las cuales tenía encerrados a otros pájaros que servían de reclamo a los
demás que vivían en plena libertad. Tendía al efecto entre todas estas jaulas una
gran red de malla y, cuando consideraba que había ya suficientes pajarillos cerca
de las jaulas, tiraba de una cuerda desde abajo y los dejaba aprisionados dentro
de la red. Los bajaba después del árbol junto con las jaulas y, luego de quitar
cuidadosamente éstas, catapultaba violentamente la red contra el suelo y mataba
así de esta manera tan cruel y despiadada a sus inocentes prisioneros. Una tarde,
hallándome en meditación bajo uno de estos árboles, vino el referido labrador y,
sin siquiera saludarme, empezó la brutal tarea a la que estaba ya habituado. La
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vista de aquel espectáculo -ante el cual no tenía opción a protestar por la distinta
sintonía de nuestras mentes- suscitó en mí un profundísimo sentimiento de
piedad. Una ola infinita de compasión se apoderó de mí y la masa sanguinolenta
de aquellas pequeñas vidas sacrificadas estaba presente todavía en mí cuando
me fui a acostar. Aquella noche, durante el sueño, me vi ascendiendo por las
ramas del árbol, siendo plenamente consciente de que abría las puertecitas de las
jaulas y de que liberaba a aquellos pajarillos que con sus trinos atraían a los
demás, y que destrozaba finalmente las jaulas lanzándolas violentamente contra el
suelo.
A la mañana siguiente me despertaron unos grandes y desaforados gritos y
una fuerte disputa que sostenían mis amables anfitriones y el referido labrador.
Éste les increpaba duramente y les hacía responsables del destrozo de sus jaulas
y les conminaba a devolverle los pajaritos que había dentro de las mismas.
Durante esta disputa, de la que procuré naturalmente mantenerme aparte, mis
amigos se enojaron tanto que incluso amenazaron al labriego con denunciarle a
las autoridades. Se marchó éste finalmente echando pestes contra mis pobres
amigos, que no sabían a qué atenerse sobre las injustas acusaciones de su
iracundo vecino. Durante el desayuno les conté a mis amigos, como yo
estudiantes de esoterismo, las incidencias de mi “sueño”, y entonces cayeron en la
cuenta del por qué su vecino el labrador les había hecho responsables del
destrozo de las jaulas y de la liberación de los pájaros de reclamo. No es
necesario decir que comentando el caso y analizando críticamente las
circunstancias en que éste se produjo, nos regocijamos plenamente juntos bajo la
inspiración del poder celestial.
Ahora bien. Prescindiendo de lo interesante de tales experiencias
psíquicas..., ¿es éste el verdadero campo de actividad de un discípulo espiritual
de la Nueva Era? He dicho en vastas ocasiones que “el discípulo prescinde
voluntariamente de ciertos poderes y facultades” en aras de un destino espiritual
de orden superior. A veces tales facultades y poderes se convierten sutilmente en
un lazo que nos mantiene atados a las cosas superficiales de la vida fenoménica.
Recuerdo al respecto una anécdota en la vida de aquel santo varón que se llamó
Ramakrishna. Había enviado a su discípulo Narendra a experimentar sólo durante
unos meses fuera de su Ashrama, en contacto con las gentes y con los problemas
de la vida social. Cuando regresó al Ashrama, cumplida la finalidad que el Maestro
le habla sugerido, le preguntó éste: “Dime, ¡oh, Narendra!, de todas tus
experiencias durante tu ausencia, ¿a cuál concedes tú más importancia?”
Respondió Narendra: .... - al pasar por Benarés, allí donde se estrecha el Ganges,
había una balsa que transportaba a los viajeros de uno al otro lado del río. Se
acercó un viejo peregrino y suplicó a los barqueros que le llevasen a la otra orilla,
pero que no tenía con qué pagar su pasaje. Los barqueros no sólo no le
concedieron un sitio en la balsa, sino que incluso se mofaron de él. Entonces el
viejo peregrino se postró en el suelo e invocó a la Madre Divina. Seguidamente
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penetró en el río y comenzó a andar por encima de las aguas sin sumergirse. Así
llegó a la otra orilla, ante la admiración de los barqueros y de los demás viajeros
de la balsa, que no cabían en sí de tal prodigio”. Interpeló nuevamente
Ramakrishna a Narendra: “¿A estos prodigios concedes tú tanta importancia?
Veamos, ¿a cuánto ascendía el preció del pasaje dentro de la balsa?”
Respondió Narendra: “A dos rupias, Maestro mío”, “Pues bien, querido
Narendra -dijo el gran Ramakrishna-, tal es exactamente el precio del prodigio
realizado por el viejo peregrino”. Me pregunto si no les asignamos también
nosotros demasiada importancia a las facultades psíquicas y si no exageramos en
demasía el valor de tales experiencias frente a esta edad singularmente técnica
que estamos viviendo. Olvidamos con frecuencia que la Edad de Acuario, en la
que paulatinamente nos vamos introduciendo, es profundamente “mental” y que la
mente humana ha de cobrar un valor especialísimo como centro de contactos con
“fuentes de energía espiritual y de experiencia humana”, de las que ni siquiera
remotamente somos capaces de sospechar.
Hay, por otra parte, y esto es evidente en la mayoría de las personas
psíquicas, especialmente en los médiums, un fondo de orgullo y autosuficiencia
que acrecienta la confusión y el peligro en que viven sumergidos. La mayoría se
consideran superiores a los demás cuando analizan sus facultades psíquicas o
mediúmnicas, es decir, las cosas que ven. Los sonidos que oyen, los guías que
les protegen, olvidando -esto es importante- que nuestros remotos antepasados,
más allá de las fronteras de lo que llamamos prehistoria, poseían ya y utilizaban
estas facultades psíquicas y estos poderes supernormales (mejor sería, no
obstante, calificarles de anormales) y que los salvajes y los animales domésticos,
el perro, el gato, el caballo, etc., son asimismo psíquicos y que ven y oyen “cosas”
del mundo etérico y del astral inferior que nosotros, personas civilizadas, no
podemos percibir pese al elevado desarrollo de nuestra inteligencia...
Estas consideraciones deben hacernos pensar. Vistos los poderes
psíquicos tal como los conocemos, es decir, en su inferior cualidad astral,
aparecen desde el ángulo esotérico de la vida como un fenómeno de regresión, de
vuelta al pasado, pese a la importancia que le asignan los profanos del mundo
oculto y, en general, todas aquellas personas de tipo mental corriente interesadas
en esta clase de comunicaciones. Este sentido de importancia se centra
preferentemente en la actitud psicológica de autoglorificación de la mayoría de los
médiums. Me pregunto, después de un sinnúmero de observaciones personales,
si hay algún médium del tipo al que nos vamos refiriendo, que no pretenda estar
guiado o protegido por alguna insigne personalidad del pasado o de altísima
valoración religiosa, como el Maestro Jesús, la Virgen María, Santa Teresa, San
Pablo, Sócrates, etc. Conozco a un señor que pretende estar en comunicación
constante y directa con Napoleón Bonaparte... Como enormes campanas vacías y
sin resonancia alguna, tienen que citar nombres muy importantes para que el
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vulgo les dedique su admirada atención. La humildad, esta perla preciosa de la
virtud espiritual, brilla por su ausencia en la personalidad de estos médiums que
generalmente se autodefinen como transmisores de la voluntad divina. En
realidad, son personas que viven más en el pasado que en el presente. Su
manifiesta inadaptación al ritmo mental dinámico de nuestros tiempos crea en
ellas profundas perturbaciones psíquicas y alteraciones físico-orgánicas de orden
sensible y, tal como he dicho anteriormente, son “un verdadero problema social”,
un peso muerto que impide la elevación de un sinnúmero de almas.
Indudablemente existen verdaderos médiums, nunca he negado esta
contingencia. Existen muchas personas de buena fe dotadas psíquicamente para
recibir y transmitir mensajes y comunicaciones del “mundo astral”, noten que
decimos “mundo astral”. Quisiera significar, una vez más, que para poder
establecer relación y contacto con un verdadero SER superior, ya sea un
poderoso Deva o un alto Iniciado del mundo espiritual, se precisa una elevada
capacitación mental, entendiendo por ello no una mente muy sobrecargada de
conocimientos, sino muy sencilla y amante de la síntesis, así como una exquisita
educación interna y un elevado y recto propósito de vida. Deberé decir y repetir
muchas veces que el verdadero “Hombre Espiritual”, Dios en nosotros, o esta
divina Entidad que llamamos Alma o Yo superior, sólo puede ser positivamente
contactada a través de la mente y no a través del cuerpo de los deseos y de las
emociones. La mente plenamente ejercitada y exquisitamente vulnerable es el
“único” instrumento de comunicación con los Seres superiores de la humanidad,
previamente la consciente relación con el Yo superior y el debido enfoque interno.
En el caso citado anteriormente sobre mi experiencia psíquica, hay una
explicación muy lógica de este tipo. Por ejemplo, el profundo sentimiento de
compasión que se adueñó de mí al ver el comportamiento brutal del labrador para
con los pajarillos, creó dentro de mi ser personal una línea de ascensión que me
conectó directamente con mi Yo superior. Desde allí recibí más tarde, durante el
sueño, el poder necesario para densificar lo suficientemente mi cuerpo etérico
para poder realizar aquello que mi mente había sutilmente proyectado, es decir, la
liberación de los pájaros de reclamo, la destrucción de las jaulas, etc. Otra versión
pudiera ser, fundándonos siempre en el profundo sentimiento de compasión -un
poder realmente extraordinario que está en la base de las facultades psíquicas
superiores, (la resurrección de Lázaro, la cura de los leprosos, etc.), la de la
invocación de un Deva de gran poder espiritual, que aprovechando las energías
que estaba yo liberando con mi profundo sentimiento de piedad, pudo “movilizar” a
un cierto número de elementales a sus órdenes y produjo aquellos hechos que
anteriormente les he relatado. Si tal fuese el caso “yo me hallaba en aquellos
momentos en que se producían los hechos, simplemente observando la actividad
dirigida de aquellas criaturas de los elementos por la intercesión del Deva, aunque
en mi “sueño” pareciera que era yo quien producía aquellos concretos resultados.
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Tengo que hacer frente -como he dicho en varias ocasiones- a una gran
responsabilidad, la de presentar honradamente, y de la manera más clara y
convincente, las implicaciones de la afirmación “soy un discípulo”.
Los trabajos serán tanto mejor comprendidos, pese a la claridad que trato
de imprimirles, cuando con más sentido mental fuesen leídos y considerados. El
sincero deseo de hacer partícipes a los demás de algo que considero de
verdadero valor espiritual, debiera encontrar asimismo en el lector una resonancia
espiritual recíproca. Es por esta causa que trato de penetrar muy profundamente
en todos los casos y problemas que someto a consideración.
Cuando un médium llega a la conclusión de que es guiado o dirigido por un
Ser superior, y para el médium cuantos tratan de comunicar mensajes a través de
sí pertenecen a esta categoría, caen en la falsa idea de que todo se halla ya
resuelto en su vida y que únicamente deben limitarse a transmitir mensajes,
impartir consejos o curar enfermedades.
Al iniciar este proceso de comunicación astral, que es la mayoría de las
veces de “actitudes personales dirigidas” por muy eficaces que puedan parecer a
simple vista, ha quedado espiritualmente estancada la vida del médium. Ha dejado
de ascender por las gloriosas rutas de la singularidad individual que marcan el
proceso de la autoconciencia y caído en la limitada condición de simple vehículo
de un propósito ajeno. Con ello pierde de vista una gran oportunidad de vida
realmente espiritual. La trama etérica, a que anteriormente nos hemos referido y
que protege su vida psíquica y física, se rasga en uno o varios puntos de su
delicado tejido y por allí se escapa -simbólicamente hablando- el poder que
confiere la visión directa y sin intermediarios de la realidad interna. Ruego mediten
muy impersonalmente estas últimas palabras, por favor.
No es lo mismo, debemos decirlo y repetirlo hasta la saciedad, “vida
espiritual” y “vida psíquica”. Hay un tremendo abismo entre ambos conceptos, un
abismo de miles de años, exactamente el que separa en el tiempo a la civilización
potentemente astral de los atlantes, de la civilización altamente mental, técnica y
especializada de la raza aria de nuestros días. No es evidentemente el mismo el
nivel en que se produce “la comunicación astral”, ya sea clarividente, clariaudiente
o mediunímica de los psíquicos corrientes, efectuada a través del plexo solar,
cerebro instintivo que utiliza el reino animal en evolución y que está siendo
rápidamente trascendido por el hombre pensante, que aquel nivel, aquel punto
sagrado dentro del cerebro humano que la ciencia denomina “glándula pineal” y a
través del cual los aspirantes espirituales avanzados y los discípulos establecen
contacto con su Alma, con su verdadero Yo divino. Esta es, la sede espiritual de lo
que podríamos con justicia denominar verdadera “mediumnidad”; aquí en este
lugar o retiro sagrado el hombre no recibe mensajes ajenos, sino únicamente la
guía e inspiración de su Alma. Hay que darse cuenta de la absoluta diferencia de
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ambos centros de comunicación y de lo que hay que entender por MEDIUMNIDAD
en el sentido verdadero espiritual. Desde este centro inmaculado el tiempo y el
sostenido propósito interno trabajan armoniosamente para la redención del
hombre y de la raza entera.
Algunas experiencias retrospectivas realizadas en el Ashrama bajo la
directa supervisión del Maestro nos demostraron la realidad de cuanto hasta aquí
he venido diciendo sobre el tema del psiquismo. Remontándonos por las rutas
retrospectivas del tiempo hasta la época atlante, era curioso observar cómo los
métodos de comunicación con el plano astral eran idénticos con los que todavía
hoy, después de algunos millones de años, practican los médiums y personas
psíquicas de nuestros días. En general, el hombre corriente es todavía muy astral,
muy psíquico, muy atlante podríamos decir, y sin que se aperciba de ello está
practicando todavía muchos de los sistemas de contacto astral que deberían
haberse perdido en lo que a civilización superior se refiere, en la lejanía de los
tiempos o enterrada bajo el polvo piadoso de los siglos.
Uno de los grandes problemas que enfrenta la Jerarquía planetaria y que
debiera afrontar resueltamente la humanidad inteligente de nuestros días, es el
problema del psiquismo, limitado y mal orientado que constituye, debo repetirlo
nuevamente, “un verdadero problema social” por el enorme porcentaje de energía
astral que promueve y por los obstáculos que opone al ritmo mental moderno que
propicia la Nueva Era con sus infinitas oportunidades de redención del género
humano. No he tenido intención alguna de herir susceptibilidades de aquellas
personas que poseen facultades psíquicas, sino más bien un enorme y fraternal
deseo de inspirar por la buena voluntad y con el testimonio de ciertos hechos, un
tipo muy importante de solución para algunos de los grandes, profundos y
decisivos problemas de nuestros días.
La cualidad altamente emotiva de la raza atlante, el intensísimo deseo
creador de situaciones, el afán desmedido de poder, los profundos arrebatos
emocionales, que originaban potentes tensiones, y la presencia de ciertas
condiciones astrológicas que favorecían en extremo el desarrollo de las facultades
psíquicas inferiores, modelaron un tipo humano capaz de vivir simultáneamente en
el mundo físico y en el mundo astral inferior. La comunicación mediúmnica, la
visión astral, el poder de materializar por la fuerza del deseo los elementos etéreos
circundantes (las fuerzas elementarias de la Naturaleza) y el desdoblamiento sin
esfuerzo, aunque sin control, eran características de la raza atlante4, lo mismo que
4 Los Iniciados, Guías y Conductores de la raza atlante, no eran evidentemente astrales,
ni estaban condicionados por la gran ola de psiquismo desbordante. Eran Miembros de la
Gran Logia Blanca del Planeta y después del cataclismo atlante, “salvados
milagrosamente del Diluvio”, llevaron nuevamente la antorcha viva de la evolución, del
Plan y del progreso espiritual a otras regiones del Planeta; Egipto, Asia, Grecia...
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el proceso analítico del pensamiento es una característica de la raza aria de
nuestros días.
Los más sagaces y audaces, los más astutos y más poderosamente
predispuestos se convirtieron pronto en “magos negros”. Manejaban extraordinario
poder que se acrecentaba con el concurso de sus seguidores, ávidos como ellos
de conquistas materiales, que utilizaban para favorecer el crecimiento de una
personalidad que fuese capaz de “vivir en lo eterno sin dejar sus conquistas
temporales”.5
Este fue el gran error atlante en casi su totalidad, puesto que el
punto medio, el alma inteligente, el poder coordinador espiritual no pudo
manifestarse y el peso del “mal organizado” invocado de fuentes cósmicas por la
práctica de un saber ciego e irreflexivo, condujo al mundo entero a una situación
de tensión y de peligro de la cual nuestra mente no puede darse una exacta y
clara idea. Basta decir solamente que esta tensión planetaria, provocando
ondulaciones negativas en el aura de la tierra, rebasó el “círculo-no-se-pasa” de la
misma y “alertó” a las “Huestes de la luz”, a los Servidores del Bien Cósmico, a
Jerarquías más allá de la Jerarquía Blanca de nuestro planeta. Se nos dice
ocultamente que hubo un Concilio “extraplanetario”, en el que además de nuestra
propia Jerarquía, figuraron Miembros de otras Jerarquías planetarias de nuestro
Sistema Solar, y aún de este gran Sol Central Espiritual que es la inmaculada
Logia de Sirio. Estas explicaciones, tienen un carácter muy esotérico y deberán
apelar al testimonio de la propia intuición para reconocerlo y aceptarlo, pero las
consecuencias de tal Concilio en lo que a la historia de la tierra se refiere, fueron
de naturaleza eminentemente drástica, ateniéndose en todo momento a la ley de
armonía y conservación del conjunto universal. La terrible decisión fue ésta: el
hundimiento del Gran continente de la Atlántida, con todo su contenido creativo,
basado en el desorbitado desarrollo de la naturaleza astral, la que debía lavar a la
raza atlante de “la herejía de separatividad”, que había ido creando alrededor de la
tierra un aura nefasta de odio, tensión, enfermedad y muerte.
La Jerarquía Espiritual está siempre atenta al proceso de la vida evolutiva
del planeta en su totalidad, y mira más los planos o diseños del conjunto, que los
pequeños planes o proyectos humanos que la mayoría de las veces, atentan
contra la idea básica, arquetípica u original del conjunto, que es un anhelo o
5 Esta es una característica propia del Mago Negro, que pese a la extraordinaria
inteligencia que despliega en el orden concreto, o material de la vida, es incapaz de
comprender el significado esencial de los valores permanentes, que le son prácticamente
inaccesibles. De ahí, afortunadamente para la evolución planetaria, lo efímero de sus
éxitos en el desarrollo del mal organizado y el terrible Karma final que le aguarda, una vez
la rueda infinita de los ciclos temporales haya agotado todo residuo de mal en el corazón
del hombre.
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voluntad suprema del Creador universal. No hay pues vacilación alguna en
destruir algo que se considere nocivo o peligroso para el conjunto, lo mismo que
un inteligente cirujano no vacila un sólo momento en amputar un miembro enfermo
cuando éste atenta contra la seguridad del organismo entero.
La atención de nuestra Jerarquía planetaria, y aún de otras Jerarquías
planetarias y Solares está actualmente, y desde hace ya varios años, fijamente
enfocada sobre la actitud de los hombres con respecto a ese terrible ingenio que
llamamos “bomba atómica”, dispuesta de nuevo a intervenir drásticamente y por
medio del fuego (característica específica del principio mental en el hombre), en
caso de que la manipulación inconsciente de aquella poderosa energía nuclear,
pudiese constituir un peligro inmediato para las demás corrientes evolutivas
planetarias o para la evolución natural de otros planetas del Sistema y aún
perturbar el ambiente cósmico de otros Sistemas Solares.
Cuando uno comprende analíticamente la raíz del proceso evolutivo tal
como se enseña en los Ashramas de la Jerarquía y puede, aunque sea con
carácter circunstancial, desgarrar el velo del tiempo y contemplar cierta extensión
del pasado histórico de la raza o las inmensas perspectivas del futuro, se da
cuenta exacta del peligro siempre latente en las ocultas raíces de la conciencia
humana y “cambia drásticamente de actitud respecto a formas de vida gastadas o
cristalizadas y a todas aquellas condiciones ambientales indeseables creadas y
fomentadas por la inexperiencia de los seres humanos.
El psiquismo inferior es como “una pequeña bomba atómica”, en el sentido
de que destruye los aspectos creadores del ser humano. Vista desde el ángulo
oculto, la experiencia humana sobre el psiquismo inferior o astral aparece como
una corriente de agua sulfurosa, hirviente, que se va adueñando de los centros
etéricos, situados bajo el diafragma, produciendo a su paso desgarros en la
delicada trama etérica de protección de los mismos y determinando tensiones
psicológicas y enfermedades incurables. No es aquel fuego eléctrico, de
potentísimo y claro fulgor que inunda los centros etéricos, singularmente los que
se hallan situados por encima del diafragma, de unos vivísimos colores de belleza
indescriptible, tal como puede ser observado en el cuerpo etérico y en los chakras
de una persona altamente mental, positivamente controlada y henchida de
aspiraciones espirituales
En esta difícil era de transición que vivimos, en la que Piscis -
simbólicamente hablando- está en el proceso de dar a luz a Acuario, las personas
que a estas actividades se dedican, vistas desde el plano espiritual, constituyen
como frenos o impedimentos al nacimiento natural y normal de la Nueva Era, más
sensible, más sutil y por lo tanto más delicada que la anterior. Hay ya bastante
dolor y dificultades en el mundo, con los segregados por las pasiones naturales de
los seres humanos y por la espantosa lucha de los elementos, en el interior de
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esta entidad que los esotéricos llaman “Anima Mundí” o alma de la naturaleza y
este dolor y estas dificultades se acentúan y agudizan en todo período de
transición. Agreguemos a estas acciones que retardan el advenimiento de la
Nueva Era, los riesgos y peligros de la potente resistencia ofrecida por los valores
morales y sociales del viejo orden que aferrándose a las arcaicas prerrogativas del
pasado se resisten a morir, ignorando que ello significa “renacer a una vida
superior”.
Desde el ángulo de apreciación mental de lo que llamamos “investigación
esotérica”, y aquí el énfasis va hacia el hemisferio causal de la vida del hombre,
hay que negar muchas de estas ilusiones psíquicas y desdeñar a veces
experiencias que a pesar de tener un cierto valor como prueba de la existencia de
“unos universos paralelos” o de ciertas dimensiones superiores a las del mundo
físico, nos privan sin embargo de la inmensa dicha de apreciar el alto valor de la
experiencia espiritual de “continuidad” que caracteriza a la vida del hombre, como
reflejo fiel en tiempo y espacio de la vida divina. “Las Facultades psíquicas” jamás
deberían ser pretendidas para darle al mundo una prueba de evolución espiritual -
lo cual no siempre es cierto- o para deleitar el ánimo personal más predispuesto a
gozar de los efectos que de las propias causas. Las facultades psíquicas, a igual
que las flores de las plantas y los frutos de los árboles, deben surgir
espontáneamente, sin cuidado alguno por parte del aspirante, por el sólo hecho de
vivir correctamente y de emplear la buena voluntad en todas sus acciones. El
aspirante espiritual del mundo moderno es, ante todo, un investigador científico de
los hechos; esto equivale a decir que se mueve progresivamente en el nivel
mental, siendo cada vez más consciente de las energías y fuerzas que actúan
sobre la vida organizada de la humanidad y sobre cada uno de los niveles o
planos en los que él debe actuar en su calidad de servidor consciente.
También muchas veces, ciertas condiciones de origen kármico por
necesidad de desarrollar determinadas cualidades internas, pueden borrar
circunstancialmente de la vida del discípulo espiritual y aun del Iniciado ciertas
facultades psíquicas, sin que la vida interna se resienta en lo más mínimo y sin
que en ningún momento cesen de florecer los lotos sagrados de la misma. Algo no
hay que olvidar nunca, mayormente si se quiere hollar con seguridad el Sendero:
es que la facultad psíquica nunca producirá por sí misma aquel sentimiento de paz
e integridad, testimonio vivo de verdadero desarrollo espiritual que brota de las
fuentes búdicas.
Facultades psíquicas superiores
Las facultades psíquicas superiores son de tipo mental-espiritual y se
desarrollan con el ejercicio de la discriminación, el discernimiento, la meditación
oculta, el control de los deseos y de las emociones, el amor por la síntesis y el
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progresivo desarrollo del sentimiento de solidaridad, de coparticipación, de
creciente afecto por los demás. Son ellas las facultades naturales de la Nueva Era
en el hombre; la intuición espiritual, la telepatía, la clarividencia mental consciente,
la facultad de ver en el registro akásico de los hechos, los Planes o Designios del
Logos planetario, el desdoblamiento a voluntad con fines de servicio, la
continuidad de conciencia “dentro y fuera” del cuerpo, el desarrollo progresivo del
sentimiento de Compasión que ha creado a través de la historia de la Raza a los
Grandes Taumaturgos y el elevado aspecto mental de Síntesis, que embellecerá
la vida con unas corrientes de energía de extrema sutilidad que dará vida a un
Arte y a una técnica suprema de contacto con los reinos sutiles e invisibles de la
Naturaleza, produciendo aspectos de luz, color y sonido que nuestra más elevada
y exaltada facultad imaginativa es todavía incapaz de visualizar y darle forma.
Sin caer en exageraciones, y mirando todas estas cosas desde el ángulo
esotérico, podría decirse que consciente o inconscientemente muchos psíquicos
de nuestro mundo actual están “jugando a la magia negra”, reviviendo en sus
vidas muchos de los vicios atlantes y retardando con su actitud la aurora del
Nuevo Día que tiene que venir. Si se dieran cuenta de que su forma de proceder,
unida a la forma de proceder análoga de otros muchos, está creando en la
Naturaleza que le rodea y en sus particulares ambientes un clima de muerte, de
descomposición y de temor, en vez de fresca esperanza hacia el futuro, quizá
revisarían profundamente sus actitudes. Podemos decirles que están vitalizando
constantemente sus cuerpos lunares inferiores, impidiendo con ello “el normal y
natural proceso de descomposición de nuestro Satélite, la Luna”, cuyas Jerarquías
Creadoras, los PITRIS, que nos dotaron de nuestros cuerpos inferiores, el físico y
el astral, es decir, toda nuestra naturaleza instintiva, lo abandonaron hace millones
de años, una vez cumplida su misión principal de preparar el tabernáculo, o
cuerpo personal, que un día debería ocupar el Ángel Solar, el Yo divino en el
hombre. Por paradójico que parezca, algo muy similar se opera en las sesiones
espiritistas cuando se vitaliza, contraviniendo todas las leyes de la libertad
espiritual, el cuerpo etérico de los difuntos e impidiendo que un ser humano
fallecido pueda penetrar en el Devachán, por esta invocación constante de sus
deudos, amigos y médiums sin control espiritual que, sin darse cuenta, están
impidiendo asimismo que los cuerpos inferiores de los muertos accedan a su
normal y natural proceso de descomposición.
Por cuanto les hemos venido diciendo, toda persona inteligente y de buen
criterio llegará a ciertas positivas conclusiones si se da cuenta hasta qué punto
está colaborando con su actitud altamente pasiva, con respecto a la actividad
psíquica inferior, al retraso cósmico que representa retardar la caída del maná
espiritual, aquel alimento solar que nutre el cuerpo de los Dioses y que está
presente en toda vida y acontecimiento planetario. Este alimento “solar”, base del
correcto psiquismo, está actualmente, y desde hace ya muchos siglos, a nuestro
alcance; son las facultades del Alma, su inmensa bendición de servicio y sacrificio,
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su infinito deseo de conducir al hombre a su verdadera Morada, al sagrado Lugar
en donde la vida se expresa como paz, fraternidad; armonía, equilibrio…
seguridad absoluta en relación con las leyes que rigen el tiempo y las cosas que
en el tiempo hallan su razón de ser.
Son los poderes naturales que nacen del contacto con el Alma divina, y
nada tienen que ver con las apetencias de la pequeña personalidad en los tres
mundos, apegada siempre al fluir incesante de lo ilusorio, el vago placer de lo
efímero, encadenada constantemente al vano oficio de tejer y destejer recuerdos e
ilusiones ... Pero estas facultades se expresarán noble y adecuadamente a través
de esta pequeña personalidad, cuando dejando de identificarse con sus pequeñas
creaciones y autodeterminándose en un potente esfuerzo de voluntad, sepa
amoldarse a la Voluntad de Aquel que es su vida y la raíz de todas sus existencias
y aprenda el valor de lo inmediato, de lo cósmico, por primera vez a su alcance
después de siglos de separatividad, soledad, tristeza y agonía. Tal es la fértil
promesa de Acuario, llevando implícita la Voluntad y el Amor de “Aquel que
retorna al Mundo”, después de un inmenso período de Soledad espiritual, para
llevarles a los hombres, una vez más, el testimonio vivo de los Misterios
espirituales que “edad tras edad” dignifican la Raza y promueven en los infinitos
recodos de las conciencias el Aliento divino que contiene la Gracia Santificante.
En lo que a la personalidad humana se refiere, el desarrollo de las
facultades psíquicas superiores puede ser equiparado a la imagen de la Luna
durante el período de plenilunio, en el que la potencia del Sol la cubre e ilumina
completamente. Y tal es realmente el caso. Las facultades psíquicas superiores
son en realidad “facultades solares”, puesto que ocultamente dimanan del aspecto
subjetivo o espiritual del Sol. Existen por sí mismas, no son un reflejo como lo son
las facultades psíquicas inferiores; están por lo tanto más allá de la vida y de la
muerte de la personalidad. Nada tienen que ver, por tanto, con la Luna, con aquel
astro que un día fue esplendente sede de la vida, pero que ahora está ya muerto,
sujeto a la inexorable ley de descomposición del tiempo. Pero, de la misma
manera que el Alma tiene una personalidad donde reflejarse, donde reflejar su
gloria, así el Sol, Gloria suprema en lo oculto, aprovecha todavía la Luna, como un
espejo para reflejar sobre la humanidad aquellos poderes latentes que están más
allá y por encima de la muerte y de todos aquellos elementos dentro de la
Naturaleza que producen caos, confusión y temor. Esto parecerá extraño o sin
sentido a muchos, pero les aconsejaríamos que reflexionaran acerca de las
virtudes esenciales de la Luna, un astro virtualmente muerto, durante el período de
la luna llena, en lo que a “vida existencial” se refiere. Existen en estos conceptos
verdades que aun pareciendo misteriosas o novelescas, contienen sin embargo
muchas de las claves que han de ordenar el proceso expansivo y fecundo de la
Nueva Era. Podemos decir que estos conceptos se ajustan íntegramente a las
enseñanzas que normalmente se imparten en todas las verdaderas escuelas
esotéricas u ocultas del mundo, y aun en los Ashramas de la Jerarquía,
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singularmente en momentos de grandes crisis de “necesidad planetaria”.
En las meditaciones grupales de la Jerarquía, en los grandes contactos
planetarios con energías más allá de nuestro confín solar (como en el caso del
Festival de Wesak), en los contactos especiales entre los discípulos del mundo
con sus respectivos Maestros y en toda obra mágica cuyos fines reconocidos sean
el contacto con la Voluntad de Bien que rige el Universo, se toma como punto de
enfoque y referencia vital el momento cíclico de la Luna Llena. No hay que olvidar
nunca, cuando se hable de facultades psíquicas de orden trascendente, que todo
contacto de naturaleza espiritual en orden a estas facultades debe realizarse
cuando existe una perfecta conjunción Sol-Luna, esotéricamente hablando, pues
todo verdadero discípulo sabe que los cuerpos de su personalidad, lo que
denominamos vehículos inferiores, están regidos todavía por los Pitris lunares, en
tanto que los que se centran en el Alma o Yo superior del hombre (la Tríada
espiritual) son la sede de las facultades psíquicas superiores que vienen regidos
directamente por el Oculto Sol Espiritual, velado, tal cómo se dice en el sublime
canto del Gayatri, “tras un disco de luz dorada” (el Sol físico). No estamos jugando
con palabras; tratamos de explicar una verdad que, pese a sus dificultades de
asimilación por la mente concreta del hombre, constituye el nervio vivo de aquello
que es la esencia de toda posible evolución universal, la conciencia de dualidad
existente en todas las cosas, en todos los seres vivos, en el proceso, mismo de
expansión del Cosmos absoluto.
Los aspirantes espirituales del mundo se sentirán cada vez más inclinados
a dedicarle una profunda atención al misterio espiritual que se produce durante la
fase de luna llena y comprenderán progresivamente cómo las energías solares
disponibles en aquellos mágicos intervalos del tiempo pueden ser aprovechadas
para elevar la sintonía espiritual de sus vidas. El momento de plenilunio, lo mismo
que toda fase periódica en la vida cíclica del planeta, como son por ejemplo los
solsticios y los equinoccios, regidos por constelaciones zodiacales y, en menor
grado, las auroras y los crepúsculos que equilibran el día y la noche planetaria, así
como los más humildes tatwas”, cuya duración puede medirse por segundos,
deberán ser estudiadas cada vez con más profunda e interesada atención por
parte de los aspirantes modernos, pues el orden cíclico a que están sujetas todas
estas fases son el testimonio de una Voluntad, de un Poder y de un Designio
divino con el cual todos, sin distinción, podemos establecer contacto
conscientemente.
Los Sonidos Creadores de la Naturaleza
El Canto del silencio
El máximo secreto de la Naturaleza se halla contenido en el valor esencial
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del sonido. Cuando éste “rasga los éteres y los pone incandescentes, está
cimentando la base de la Creación Universal”. Esta frase tiene un valor
singularmente esotérico y la hemos sacado del “Libro de los Iniciados”.
Como en los trabajos se hacen frecuentes alusiones a este libro, diremos
que se trata del Libro de la Experiencia de las Edades, cuyo contenido se halla
expresado en forma de máximas, símbolos, axiomas y cantos, y sólo el iniciado
puede leer, comprender y asimilar, para disponer de todo el conocimiento
adquirido por la humanidad a través de las edades, y de ciertas claves para el
futuro.
Al hacer referencia a este libro, no nos guía afán ni pretensión de crear una
jerarquía de conocimiento, sino despertar y avivar la fe de muchos seres
humanos, para descubrir en sí mismos y a través del corazón, donde el
conocimiento de las cosas se halla reflejado, esta esencia de sabiduría que el
Libro revela. Si comprenden perfectamente algunos de los comentarios superiores
o intuitivos de este Libro, será ésta una prueba evidente de que están adquiriendo,
como iniciados en latencia, el derecho de leerlo y utilizarlo.
En la frase “rasgar los éteres y ponerlos en incandescencia, como base
futura del Fuego promotor de la vida del Universo”, refiérese al sonido en el
sentido de fricción, sin lo cual no existirían la luz y el calor que condensando los
éteres constituyen la sustancia universal.
El Sonido, Verbo o Palabra, es la Voz de Dios, es la expresión de Su
Voluntad Creadora de Ser y de Realizar; se halla, pues, en la base de toda forma
y de todo concepto vivo o expresivo de la Creación.
El canto del silencio que oye el iniciado cuando se halla serenamente
escuchando, aguzando el oído interno para poder oír la Voz de Dios, es el
principal trabajo de reagrupación de energías que debe realizar como motivo
principal de su vida. Este oír constantemente los múltiples sonidos de la
Naturaleza, esa atención suprema a cada una de las pequeñas voces, que cada
uno de los reinos de la Naturaleza eleva al Creador a través de todas y cada una
de sus criaturas vivientes, es el principio mismo de la Magia, en su acepción
esotérica o ashrámica, es el proceso infinito que va “del escuchar atento dentro del
corazón el sonido inaudible, pero interiormente perceptible de los propósitos
creadores subyacentes en cada reino de la naturaleza, y de reproducirlos después
conscientemente a través del cuerpo mental”. Este escuchar serenamente dentro
del corazón motivo esencial o propósito de vida de cada ser viviente, incluido el
que se eleva del indescriptible mundo de los átomos, y reproducirlo con fidelidad a
través del poder de la mente es magia pura, espíritu creador, conciencia de
síntesis.
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Lógico es que en el Ashrama se le asigne tanta importancia a la práctica
“consciente” del silencio, a este aguzar constante de los oídos internos para oír el
canto supremo de la creación, pues sólo de esta manera se podrá reproducir más
adelante el “canto o sonido de cada cosa”, como ciencia suprema de invocación
del poder que cada cosa tiene en el lugar que el Creador la ha situado. Un milagro
del orden que sea, siempre puede ser explicado a través del misterio de la
invocación, es decir, del poder que tiene el iniciado sobre cada uno de los
elementos vivos de la Naturaleza, es decir, sobre cada una de las criaturas que
viven en el seno de la tierra, dentro del agua, en el aire, o en el interior del mismo
fuego. La invocación es siempre un intento de “materializar” por el poder del
sonido a que responde cada reino de la Naturaleza, las fuerzas latentes en todos
los elementos de las cosas y de los seres creados. Esto puede parecer muy difícil
de comprender, pero los que se han adiestrado mucho en el silencio y a través del
silencio han aprendido a reproducir el canto de cada cosa, saben por experiencia
que al reproducir mental o físicamente este canto producen la invocación o
“materialización objetiva” de la criatura o de la cosa que lo ha emitido. En estas
últimas palabras tienen un indicio del alto secreto de la Magia, se trate de la
teurgia que emplean los Magos blancos o la goecía de los Magos negros que en
sus distintas gradaciones o jerarquías producen a voluntad hechos y situaciones,
por invocación y materialización de los seres vivientes que habitan en los reinos
invisibles de la Naturaleza.
El estudio de la Magia, analizada desde este punto de vista, es realmente
aleccionador y profundamente sugestivo. De ahí que en las verdaderas escuelas
esotéricas se le asigne a la ciencia de la invocación y de la evocación una
importancia fundamental. En cierta ocasión, hablando acerca de los misterios
implícitos en el Fuego, dijimos que “contemplar es reproducir por afinidad o
semejanza las cosas que existen en la naturaleza”. Estas palabras encierran
también el secreto de la Magia.
Al escuchar, profundamente expectantes y silenciosamente recogidos, el
aliento subjetivo o propósito de unidad, que subyace en el corazón de toda cosa o
ser viviente, estamos aprendiendo la primera lección de Magia, aunque no nos
demos cuenta de ello. Más adelante, el día menos pensado y sin posible
explicación para nosotros, reproducimos sin querer, o inconscientemente, algunas
de estas voces o de estos cantos de la Naturaleza y “materializamos” a los seres
que los emiten, los cuales se sienten llamados o invocados. La primera
experiencia es de pasmo, maravilla o temor, después nos acostumbramos a estas
cosas o a estas visiones, hasta que finalmente, y por la práctica inteligente,
adquirimos el poder y la capacidad de seleccionar los cantos o las voces, es decir,
buscamos en el orden de la Naturaleza a la criatura más adecuada para producir
un hecho objetivo o particular, el que debe crear a nuestro alrededor un aura
positiva de armonía.
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
Por la práctica hemos aprendido ciertas técnicas de invocación con
respecto al OM sagrado, al que nos referiremos más adelante, que nos han hecho
conscientes de ciertas claves de armonía de la que participan ciertas fuerzas
bienhechoras del ambiente, singularmente dévicas, que utilizamos en las
meditaciones espirituales de grupo. Se trata de una técnica definida de contacto
consciente con estas fuerzas subjetivas de la Naturaleza, que rigen la evolución
de los “tattwas” o corrientes eléctricas de expresión cíclica. Idéntica técnica, pero
realizada por elevadas Entidades planetarias, sirve de invocación a “corrientes
especiales” de ordenación cíclica, como aquellas fuerzas liberadas en los
solsticios y en los equinoccios o de algún otro planeta específico con el que se
quiere entrar en contacto.
Como podrán apreciar, la Magia es un secreto implícito en la Iniciación en
su aspecto de Invocación, y es utilizada por todos los seres, desde el ser humano
que empieza a pensar y a aguzar sus pequeños oídos internos, hasta el más
exaltado Ser planetario, universal o cósmico. Aplicamos como siempre la ley de
analogía hermética.
Nuestro interés es sacar conclusiones prácticas de estas ideas, que si bien
parecen extrañas o misteriosas, son cosas que ocurren constantemente a nuestro
alrededor, hasta el extremo que el conocimiento de las mismas puede alterar,
modificar y hasta destruir las bases kármicas donde se asienta nuestra existencia
humana. He aquí otra idea que nos parece digna de la máxima atención, por parte
del aspirante espiritual, como base de futuras interpretaciones acerca del misterio
esencial de la vida y del poder de controlar el ambiente y las circunstancias en que
vivimos, para poder preparar el karma más conveniente y menos doloroso para el
futuro. De no ser así, el sólo hecho de predicar ideas o de emitir hipótesis sería
una cosa vana; sólo la continuidad de una serie de elementos erróneos que
ofuscan la mente en lugar de aclararla.
Pero al decir que consciente o inconscientemente estamos practicando la
magia, nos atenemos a una verdad esotérica con respecto a las leyes del sonido,
pues todos, sin distinción, emitimos voces y sonidos y, por lo tanto, estamos
constantemente invocando mental, emocional o físicamente a las criaturas
invisibles que pueblan los éteres en donde vivimos sumergidos. Uno de los dones
más preciosos, el de la palabra, contiene en sí el poder infinito de la magia. De ahí
la reticencia del iniciado, que sólo habla cuando DEBE y no cuando PUEDE, muy
al contrario de los seres humanos corrientes y aun de muchos aspirantes
espirituales que hablan cuando pueden y no cuando deben, decir, sin ton ni son,
sin propósito definido y sin conocimiento alguno de las leyes de oportunidad que
nacen del consciente empleo de la economía universal.
Cuando se entra en la gran corriente de vida espiritual que lleva a la
iniciación, son cada vez menos las palabras que fluyen por la boca, menos los
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pensamientos que invaden la mente y menos los deseos que perturban el
corazón. El hombre espiritual se auto-define por el silencio y la parquedad de sus
argumentos y, si es preciso hablar, por lo atinado y oportuno de sus comentarios.
La magia de las palabras crea el verdadero soporte del karma humano, que
será bueno o malo, según las palabras que surgen del corazón y hablan a través
de la boca, pues si nos atenemos al misterio infinito que evidenciamos cada vez
que abrimos la boca para hablar, seremos conscientes del valor de las palabras de
Cristo, cuando decía: “En el día del Juicio os serán tenidas en cuenta hasta
vuestras inútiles palabras”, es decir, este hablar por hablar, sin propósito definido
alguno, que utilizan la mayoría de las personas que como verdaderos
“boomerangs”, retornan a ellas llevando su fruto de karma. Es evidente la cualidad
altamente nociva de este fruto cuando se emplea la crítica, la murmuración o la
maledicencia. Entonces este fruto será realmente amargo y contendrá las duras
semillas de la prueba kármica, que sólo serán disueltas o destruidas cuando el
alma del hombre sea capaz de permanecer en verdadero y sentido silencio.
Una voz, una palabra o un sonido contiene en esencia la creación. Cuando
en los textos bíblicos o en los sagrados cantos védicos se nos dice que “El
Universo es el resultado de la Palabra o del Verbo divino”, se está refiriendo a la
magia creadora del sonido. La Voz de Dios, rasgando los éteres y poniéndolos
incandescentes, es decir, originando el misterio del Fuego, crea todo cuanto existe
en el Universo “en donde vivimos, nos movemos y tenemos el ser
El Karma de Dios, hasta donde nos es posible comprenderlo, dependerá,
pues, de su propio aliento creador, expresado a través de la cualidad infinita de su
Verbo o de su Palabra. La voz es el distintivo peculiar del Ser interior, ya se refiera
a la pequeñísima conciencia que alienta en la diminuta esfera del átomo o a la
más exaltada conciencia cósmica. Sólo la longitud de onda, el poder de rasgadura
de los éteres, la intensidad del Fuego creador y la potencia indescriptible del
Verbo diferencia esta expresión infinita del ser y la extensión del círculo-no-sepasa,
o aura, que se extiende fuera del mismo y define el marco en el interior del
cual se cumple y desarrolla la ley del karma.
La magia del alma
El ser humano, lo mismo que cualquier ser manifestado, prescindiendo de
su mayor o menor abertura de conciencia, se define por la Voz. Su vibración
particular, la que le sirve de vehículo del sonido, crea un color especial al rasgar
los éteres, que puede ser percibido por el clarividente entrenado. Por esta vía
cualquier ser humano puede ser seguido en la evolución del mundo espiritual, por
el rastro de luz que deja tras sí y que convenientemente seguido por el
experimentado observador lo lleva directamente al centro de conciencia, o alma en
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evolución. Aun cuando la multiplicidad de voces, o estados de conciencia, van
tejiendo y destejiendo en el éter multiplicidad de colores, hay un color distintivo
especial invariable que es precisamente el que sirve de referencia espiritual y que
permanece inalterable en el centro de la incesante movilidad de los colores
circunstanciales o pasajes envolventes. La Voz a la que nos estamos refiriendo es
la del alma humana, y hay mucho para profundizar en este sentido y en las
elevadas consecuencias de su relación con el tiempo y con el espacio etéreo, en
el que tiene su morada el alto secreto de la Magia.
La voz del Alma, el poder del gran sonido OM que la caracteriza, es
creadora de situaciones permanentes y reside en ella la capacidad de transformar
la vida y destruir el karma. Esta capacidad inherente al alma, de transformar la
vida en términos de realización, es Magia, el poder de crear a voluntad las
situaciones kármicas, que aparecían como aspectos fatales e implacables de la
Voluntad de Dios respecto a nosotros, y de conducir la nave de la vida hacia
océanos infinitos de liberación. El Verbo, o Voz del Alma, es el poder mágico que
convenientemente empleado puede destruir dentro de la conciencia el aliento de
todas las voces menores, recuerdos de otras vidas y apegos a lo inmediato que
nos circunda y que en su mutua y fatal interdependencia crea y origina el misterio
del karma. El llanto de un niño que nace y el estertor de un moribundo son voces
menores que nos hablan de nuestra relación con el espacio y el tiempo, en tanto
que la Voz del alma, una vez reconocida y conscientemente pronunciada, nos
hará testigos del gran Misterio de. la eternidad. La magia de la Voz del alma es
poderosísima, pues es un vehículo de la Voluntad de Dios. El secreto del cuarto
reino, o reino humano, reside en el consciente empleo del Mántram solar OM, de
cuyo sonido específico cada alma participa en la medida justa de sus fuerzas y
posibilidades.
Cada reino tiene su propia Voz, su propio distintivo en color y sonido, y en
el descubrimiento de este misterio se halla el conocimiento de las almas grupales,
minerales, vegetales y animales que en cada reino de la Naturaleza realizan su
evolución. De esta manera el esoterista entrenado, o el iniciado, pueden seguir
fácilmente la historia del planeta con solo aguzar sus experimentados oídos para
escuchar la Voz o seguir el rastro de luz que cada una de las almas grupales
emite como característica distintiva de su vida en evolución. Dentro del misterio
que oculta cada reino y que se exterioriza a través de cada una de sus
innumerables criaturas, es posible seguir el rastro de luz y de sonido que emite
cada una en particular y aprender a materializarlas según técnicas científicas de
invocación. Los aspectos de milagro, magia o prodigio, que pueden producir los
esoteristas experimentados tienen su raíz en dos aspectos científicos muy
definidos, que sin darnos cuenta estamos utilizando a cada instante: el oír y el
hablar. Esta magia que está tan a nuestro alcance origina situaciones planetarias,
pues los hombres como un todo pronuncian voces y emiten sonidos, que al
adueñarse de los éteres producen el karma de la humanidad. Ya sea en lo
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individual o en lo planetario, todo depende de la calidad de nuestras luces y de
nuestros sonidos. A medida que el individuo va sutilizando sus expresiones de luz
y de color se va acercando al Sonido característico del Alma Solar o Planetaria, el
OM, y aprende a ver la luz que este OM genera al poner incandescentes los
éteres, que lo hacen sensible a la Vida que rige el conjunto planetario. En esta
forma se pone inteligentemente en relación con Aquel que utiliza el planeta Tierra
como cuerpo de Su expresión, y aprende la técnica suprema de reproducir en su
pequeña vida el OM solar, por el cual es posible la evolución de los planetas del
Universo.
Cada vez que hablamos estamos reproduciendo el misterio solar de
manifestación y colaboramos con nuestra palabra a la perpetuación de este
misterio. Cuando somos conscientes del valor afirmativo del Verbo, como creador
de situaciones individuales o mundiales, es que podemos medir el alcance de
nuestra responsabilidad planetaria. También se podrá comprender la reticencia y
circunspección del iniciado frente al misterio de la Palabra y el porqué de sus
prolongados silencios y de su culto a la ley de la oportunidad cíclica, en la cual
todas las palabras deberían ser pronunciadas. Él sabe del poder y de la
responsabilidad de cada una por insignificante que parezca, y de la relación de
ellas con la voz o sonido de las criaturas invisibles que pueblan los éteres y que al
ser “materializadas” por invocación determinan las condiciones planetarias. La
ampliación de este concepto, al que haremos nueva referencia en el capítulo
dedicado a los devas, y su cuidadoso estudio, debería hacernos muy
responsables y hacernos conscientes de que la iniciación, con sus infinitas
oportunidades y posibilidades, es un resultado de emplear cuidadosa e
inteligentemente las palabras y de la capacidad de silencio, en virtud del cual los
oídos internos se abren a la majestuosa sinfonía de Creación.
Siguiendo atentamente el curso de estas ideas, están entrenándose para
los grandes secretos de la magia. Con sólo responsabilizarse plenamente de
cuanto digan o hagan (hacer es otra forma de decir) y de utilizar palabras
correctas en sus conversaciones, cuidando que cada una de ellas no hiera ni
mortifique a los demás, de ser parcos en sus comentarios, evitando palabras
inútiles y sin sentido, están convirtiéndose por obra y gracia del Verbo en
verdaderos Magos blancos, en verdaderos teurgos de la buena ley.
Están derrumbando por este sencillo procedimiento, las estructuras
poderosas que sostienen el mal karma planetario, constituido por cuanto dijeron o
hicieron incorrecto todas las generaciones precedentes.
Nos referimos al OM solar y también al AUM planetario. El doble OM y el
triple AUM son los sonidos que en su mutua y armoniosa conjunción producen al
hombre realizado, al ser humano perfecto o Maestro de Compasión y de sabiduría.
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Cuando nos referimos al Cristo, como Maestro de Maestros, en su
simbólica apreciación espiritual y no simplemente física se lo ha presentado como
una estrella de cinco puntas de un brillo azulado intensísimo que se proyecta en lo
infinito de los éteres. La estrella de cinco puntas es, desde el punto de vista de
nuestro estudio acerca de la Palabra, Verbo o Sonido, un resultado de equilibrar el
Verbo Solar OM con el triple sonido AUM, que es una respuesta de los tres reinos
inferiores de la Naturaleza, mineral, vegetal y animal, a la voluntad del Hombre
espiritual o alma, que los utiliza como vehículos de expresión. También el triple
AUM tiene relación con los vehículos periódicos de la personalidad, que utilizan
materia de cada uno de los reinos para crear unas estructuras definidas, que
servirán de Cáliz, Recipiente o Tabernáculo para la expresión del verbo.
El OM es un Sonido Solar o Verbo del Alma. Participa a la vez de la gloria
monádica y del sonido o palabra que se eleva de cada uno de los Reinos. Es un
sonido doble que al ser pronunciado correctamente produce integración de los
reinos, o en una esfera más reducida integración de los vehículos mental,
emocional y físico que utiliza el alma para su evolución en el tiempo.
Un pequeño diagrama aclarará esto:
OM. Sonido de Relación e Integración. La Voz del Alma
A. Mundo mental relacionado con el Reino animal.
U. Mundo emocional relacionado con el Reino vegetal.
M. Mundo físico relacionado con el Reino mineral.
La descripción simbólica de Cristo como una estrella perfecta de cinco
puntas indica que Cristo es el verdadero hombre perfecto o Solar y que el AUM o
triple sonido de la Naturaleza se manifiesta, a través de cada uno de los cuerpos
expresivos del hombre, estando sometidos armoniosamente a la Voluntad superior
del OM sagrado. El símbolo de esta armonía por la cual el hombre celeste tiene
poder omnipotente sobre sus vehículos y a través de los mismos sobre cada uno
de los reinos de la Naturaleza, lo tenemos en su más pura expresión en el gran
misterio iniciático de la transfiguración en el Monte Tabor en el que Cristo, radiante
de luz, tiene a sus pies tres discípulos dormidos, sometidos a Su voluntad
superior; ellos simbolizan los tres cuerpos periódicos de manifestación cíclica que
el alma utiliza para su evolución espiritual.
En este cuadro en que presentamos el Verbo Solar OM como alma
espiritual y al triple sonido AUM como los tres sonidos que se elevan de cada
reino, como un Canto al Padre, está resuelto el gran Misterio de la Creación
Universal que si bien se examina no es sino una expresión de la Magia suprema
de Dios en relación con la naturaleza entera o Universo solar que le sirve de
vehículo y morada.
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Mediante el conocimiento que acaban de obtener, comprenderán los
reiterados y constantes esfuerzos de los Ashramas y de las auténticas escuelas
esotéricas del mundo, para enseñarles a los aspirantes espirituales, las verdades
que les servirán para guiar sus pasos por el sendero espiritual; armonizar e
integrar sus vehículos inferiores, limpiarlos de todas sus impurezas o sonidos
extraños, para poder oír la nota típica de cada uno de los reinos de la Naturaleza e
integrarlas por el poder de la mente y la intensidad del propósito interno,
ofreciéndolas humildemente a la Voluntad superior para que ésta las utilice como
fuerzas bienhechoras de la humanidad.
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CAPÍTULO VII
DISCIPULADO Y PERFECCIÓN
Algunos aspirantes espirituales de muy buena fe con muy buenas
disposiciones para el trabajo interno, alimentan la falsa idea de que el discípulo
que ha logrado establecer contacto con el Maestro, es un ser humano plenamente
feliz, libre de esos contratiempos, problemas y dificultades tan comunes al género
humano.
El contacto con el Maestro, si bien agudiza extraordinariamente la
percepción espiritual superior, desarrolla también a extremos inconcebibles la
“sensibilidad humana”. Como resultado de ello la vida del discípulo es un
permanente centro de tensión, en donde coinciden a la par y a veces por un
espacio muy prolongado de tiempo, las energías espirituales superiores y las
fuerzas kármicas de la personalidad humana.
Existen por una parte las obligaciones naturales y sociales comunes a
todas las personas, o sea, los deberes familiares, profesionales y de relación
obligada con los demás y, por la otra, los altos deberes impuestos por el grado de
desarrollo espiritual alcanzado en el Sendero, así como los que le vienen
impuestos por las necesidades de su particular campo de servicio.
Esta tensión se agudiza extraordinariamente por el hecho de que siendo la
vida del discípulo eminentemente invocativa, atrae sobre sí un elevado tipo de
vibraciones que debe tratar de controlar y proyectar convenientemente dentro del
campo definido de su esfera de radiación personal.
Estas altas vibraciones son de tres tipos: las que proceden de su propia
Alma, las que provienen del Ashrama al cual pertenece y las indescriptibles del
Maestro que lo está preparando para la iniciación. Mantenerse en equilibrio en el
centro de esta triple vertiente de energías superiores de Rayo, es tarea muy difícil,
pero forma parte inexorable de la vida del discípulo.
La mayoría de los aspirantes espirituales en el Sendero de probación
acostumbran a ver solamente el lado agradable de este proceso, es decir, la
delicia inefable del contacto con el Maestro, el derecho de ingreso en un Ashrama,
la conquista del conocimiento esotérico y el control y desarrollo de ciertos poderes
psíquicos. Frecuentemente olvidan el lado desagradable o difícil creado por el
choque y fricción de las energías superiores invocadas sobre el cuerpo kármico
del discípulo. Éste, al igual que todos los seres humanos se debe a una ley de
herencia, interna y externa, cuyos distintos aspectos gravitando sobre su ánimo le
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producen a veces gran confusión y profundas contrariedades. El discípulo es,
simbólicamente hablando, “una presa que se disputan a la par Dios y el Diablo”, el
Ángel de la Presencia y el Morador del Umbral, los testigos de la Luz y los Ángeles
de las Sombras.
La lucha que tiene lugar en los tres niveles de actividad personal del
discípulo: mente concreta, cuerpo emocional y cuerpo físico, da lugar a intensas
crisis, cuya grandeza, profundidad y dramatismo raramente son justipreciadas por
cuantos le rodean. Bastará decir que el discípulo se halla “clavado en la gran cruz
de la experiencia”.
El karma humano, simbolizado por el brazo horizontal de esta cruz y la
oportunidad divina, o Sendero espiritual, simbolizado por el brazo vertical de la
misma, han de llegar a un total equilibrio antes de que el discípulo se convierta en
un Iniciado, en un hombre perfecto.
En tanto que este hecho no se produzca -y el camino de tal realización es
largo y penoso- pueden pasar varias vidas, en el transcurso de las cuales se
suceden las experiencias a un ritmo vertiginoso, con su consiguiente secuela de
problemas y adversidades. Felizmente el discípulo conoce ciertas reglas y maneja
ciertas leyes que endulzan su vida y le permiten soportar la tremenda presión del
torbellino de fuerzas en que se halla sumergido.
El hecho de ser un discípulo y de tratar de ajustarse al supremo dictado de
la Ley es una gloria, pero también una terrible responsabilidad. Él es un testigo de
la Luz y un Servidor del Plan. Estas dos fases indican el principio y el fin, el alfa y
el omega del propósito creador de la vida, desde que se inicia la búsqueda
espiritual como un simple aspirante devoto, pero todavía lleno de ilusiones, hasta
que se alcanza la más elevada iniciación. El esfuerzo es proporcional a la altura
alcanzada en el Sendero, así como el sentido de responsabilidad que llega a
convertirse en profundo motivo de dolor en determinados estadio de la búsqueda.
Crisis y tensiones
Las crisis y tensiones dentro de la vida de un discípulo se agravan o
acentúan considerablemente, cuando en aras de ciertos aspecto definidos de su
vida como un servidor consciente de la Jerarquía, debe presentarse ante el mundo
como lo que realmente es, como un discípulo del Maestro, pues entonces
converge sobre él la atención mental, no siempre correcta y debidamente
enfocada, de multitud de aspirantes en el Sendero que “le toman como ejemplo de
sus vidas”. El punto focal “discípulo” es en este caso un centro de impactos, la
mayor parte de ellos de carácter emocional, provenientes de los deseos,
esperanzas y temores de todos aquellos aspirantes que ven, o creen ver en él, a
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alguien en quien pueden realmente confiar. Existe también el alto deber por parte
del discípulo, de ser para todos aquellos que en él piensan y confían un testimonio
vivo de Fuerza y Comprensión.
Por estas y otras muchas razones, la vida de un discípulo en encarnación
física no siempre puede demostrar ostensiblemente su bien ganado desarrollo
espiritual ni las múltiples cualidades adquiridas a fuerza de sacrificio de “lavar sus
pies en la sangre del corazón”.
Hace algunos años tuvimos oportunidad de establecer contacto íntimo con
algunos discípulos aceptados; estábamos seguros que lo eran por haber
previamente constatado su filiación con algunos Miembros de la Gran Fraternidad
Blanca. Pudimos comprobar a veces, con el consiguiente estupor, que en sus
relaciones sociales parecían haber olvidado ciertas reglas internas, como si
hubieran perdido momentáneamente su conexión con el mundo elevado de las
causas. Esto fue motivo de muy agudo sufrimiento.
Un día mientras esperábamos al Maestro, comenté el caso con R... y con
algunos otros de mis condiscípulos del Ashrama. En aquella ocasión inició el
Maestro así Su plática:
“No juzguéis nunca las cosas ni las personas por la sensibilidad que os
producen, sino por su grado de efectividad. Estad seguros que si Nosotros
exigiéramos de inmediato una plena sujeción a leyes internas no habría discípulos
a quienes entrenar ni servidores en quienes hacer gravitar una importante parte de
Nuestro trabajo en el mundo. De la misma manera que exigimos INTENClÓN
respecto al mundo interno, exigimos también TRABAJO eficaz en el mundo
externo. Y no siempre los que realizan el Trabajo en el mundo externo son los
mejores en el mundo interno. Pero, el hecho de que, “sinceramente trabajen y
luchen por ayudarnos” hace que los mantengamos conectados con la energía que
emana de los Altos niveles espirituales...
Estas palabras del Maestro que demostraban su exquisito interés por
resolver nuestras más mínimas dudas en el mundo mental, dejaron profunda
huella en mi corazón y aprendí a suspender el juicio cuando se trataba de
comentar la actitud de ciertos aspirantes y discípulos. Las razones del Maestro
eran además concluyentes en el sentido de que no siempre el equipo kármico de
un discípulo le permite expresar claramente la grandeza de su vida espiritual. Esta
circunstancia hace que las reglas de humildad que se aprenden en el Ashrama y
deben practicarse en el mundo, sean la mayor salvaguardia del discípulo en lo que
a crítica humana se refiere.
Misión y sensibilidad
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Existen particularidades en la vida de un discípulo que no pueden ser
juzgadas con ligereza por aquellos que pretenden “estar hollando el Sendero".
Debemos recordar al respecto las palabras del Maestro D. K.: “La sensibilidad es
una prueba de evolución espiritual, pero es también una prueba kármica en la vida
del discípulo”.
Existe una relación muy directa entre “prueba kármica” y “crisis Iniciática”.
Esta relación se basa en el hecho de “precipitación de energías” dentro de la vida
del discípulo. Los cuerpos periódicos del mismo: mente concreta, cuerpo
emocional y cuerpo físico, altamente sensibilizados, actúan como un potente imán
que atrae sobre su personalidad una considerable cantidad de karma que
normalmente hubiera precisado varias vidas para ser consumado. Esta
circunstancia sitúa de nuevo frente a nosotros el problema de “aceleración” del
proceso evolutivo planetario del cual el discípulo es un elevado exponente.
La humanidad como un todo sufre también las consecuencias del tremendo
despliegue de energías planetarias y extraplanetarias puestas en juego en estos
drásticos momentos de aceleración evolutiva o de precipitación kármica, y la
interminable secuela de guerras y conflictos reseñados por doquier y desde el
principio mismo de la historia, así como las terribles convulsiones geológicas en
muchas partes del mundo, son una prueba de potencia de estos terribles
impactos. Esta afirmación no es en manera alguna un intento de justificar la guerra
o cualquier convulsión social o geológica, sino simplemente un deseo de
evidenciar el pesado bagaje kármico que subyace todavía en el fondo
subconsciente de la humanidad, y que la potente presión de las energías
superiores de “precipitación” pone a flote, en la superficie de la conciencia, para
que eventualmente pueda ser liberado. El discípulo es, en todo momento, una
dramatización superior del estado de conciencia humana en un momento cíclico o
histórico del mundo, y contemplando su vida llena de crisis y tensiones, se perfila
una imagen clara del destino de emergencia espiritual para la cual se está
preparando y se está preparando asimismo en sus distintos niveles toda la
humanidad.
Los Ashramas de la Jerarquía tienen pues una misión bien definida en
estos momentos cruciales de la historia humana. Las palabras crísticas: “Llamad y
se os abrirá, pedid y se os dará”, se refieren exactamente a este derecho de
entrada en los Ashramas, pues es en los mismos donde se prepara el ser humano
para su glorioso destino espiritual. Tal derecho, pagado a precio de alta devoción y
sacrificio en determinadas etapas, está hoy día al alcance de todos los aspirantes
del mundo. No existe una limitación para el enorme deseo del hombre de
progresar y de ocupar un puesto de honor dentro de las filas de los servidores de
la humanidad.
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Cuando por primera vez fuimos admitidos en el Ashrama, después de
formular los correspondientes votos (o juramentos) ante QUIÉN puede hacerlos
realmente sagrados e inviolables, tuvimos el honor de escuchar mucho de lo que
les estoy diciendo de labios de nuestro glorioso Mentor. Una de las cosas que el
Maestro recomendó especialmente fue “que viviésemos profundamente
apercibidos de la hora solemne que estaba viviendo la humanidad”, no sólo por la
entrada de nuestro planeta dentro de la zona de influencia de la constelación de
Acuario (que marca el destino de la Nueva Era), sino también por las enormes
presiones de energías extraplanetarias y de allende nuestro sistema solar, que
convergían sobre la tierra preparando a la humanidad para ciertos cambios
fundamentales dentro de las estructuras de la sociedad organizada donde realiza
actualmente su evolución.
Estamos viviendo unos momentos realmente dramáticos y decisivos en la
vida de la humanidad y todos podemos contribuir inteligentemente y con buena
voluntad a resolver las agudas crisis y tensiones de este angustioso período
mundial. Piensen constantemente en la posibilidad de ser admitidos en un
Ashrama, en su Ashrama. No se crean inferiores a otros que se encuentran ya allí.
Pueden establecer también relaciones y vinculaciones de orden espiritual superior
si mantienen firmemente el propósito de buena voluntad, de amar y de servir. Vale
la pena intentarlo. Al final de cierto estadio el Maestro aparecerá para decirles:
“Habéis llamado, entrad”, “Habéis pedido tomad”. Y empezarán entonces a ser
desgarrados “los velos del Templo” que ocultan la infinita grandeza de sus propias
vidas.
“Cuando el discípulo está preparado” es decir, cuando ha penetrado
profundamente en una dimensión de vida superior a la normal, “surge el Maestro”.
Tal acontecimiento viene precedido de una pequeña luz, que irradia desde
el centro superior de la cabeza del aspirante y que va creciendo hasta ser visible
por Aquél que desde el principio mismo de los tiempos tiene enlazada Su vida con
la suya. Es en este momento y no antes que el término “discípulo” empieza a tener
un significado real y práctico y no simplemente teórico. La vida del aspirante
empieza a sufrir entonces profundas modificaciones. Tales modificaciones,
expresadas por medio de violentas tensiones y agudas crisis, van purificándole
paulatinamente hasta hacerle entrar “en aquella gran corriente de vida espiritual”
de la que ya prácticamente no se retorna.
Todos sabemos naturalmente estas cosas que a fuerza de decirlas se han
convertido en tópicos habituales, de ahí que su significado realmente místico y
espiritual y su aplicación práctica y esotérica, sólo están reservadas a aquellos
que están verdaderamente conectados con el supremo propósito de la vida.
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Una lucha en la dimensión sutil
Las personas que por ignorancia más que por otra causa practican el mal,
sólo pueden atacar el aspecto inferior de aquellos contra los cuales sienten alguna
forma de animosidad o antipatía. Utilizan a este fin cosas físicas, etéricamente
relacionadas con los sujetos que son centro y blanco de su malas intenciones y
actúan luego decididamente contra estas cosas. Esta actividad se transmite por
simpatía de vibraciones en aspectos definidos de mal sobre quienes fueron
propietarios o utilizaron tales cosas y se establece así una corriente ininterrumpida
de mal que va desde quien lo practica a la cosa u objeto de referencia y de ahí al
sujeto a quien se pretende perjudicar, una corriente magnética que de no ser
debidamente atajada por destrucción de tales elementos físicos de referencia,
llega a destruir progresiva y sistemáticamente la red etérica protectora de
determinados órganos físicos sobre los cuales se actúa, hasta provocar la muerte
física por destrucción de aquellos elementos de defensa, o a provocar tensiones
negativas de orden moral o emocional que pueden derivar asimismo hacia la
obsesión y a la locura.
“Toda forma de magia negra obedece a idéntico principio de separatividad
humana, de negación de la luz espiritual, es decir, al triunfo de la ignorancia, del
egoísmo y de la mala voluntad sobre las correctas intenciones de los hombres.
Existe, no obstante, una notable diferencia desde el ángulo esotérico entre las
formas de magia negra".
La diferencia no es de base o de principio, sino de intensidad, de grado o
de nivel. La magia negra del ignorante sólo bordea las orillas de lo físico y de lo
astral inferior; la magia del verdadero mago negro, de aquel que sabe
perfectamente lo que hace, se origina principalmente en el plano mental concreto
y actúa conscientemente y con pleno conocimiento de causa, persiguiendo unos
fines que no atentan solamente contra la seguridad física, emocional o mental de
determinados individuos, sino que se enfrentan decididamente y utilizando
grandes poderes contra el Plan mismo del Creador, contra el proceso de la
evolución humana y muy definidamente contra todos aquellos que de una u otro
manera han decidido colaborar en el desarrollo de este Plan.
Ahora bien, los “magos negros” a los que yo por experiencia debo referirme,
van mucho más allá, tal como anteriormente he dicho, no sólo por la inteligencia
que despliegan sino por el gran poder que utilizan. Una de las razones más
importantes desde el ángulo de estas consideraciones es que los “magos negros”
propiamente dichos están organizados en forma de Logia, siguiendo sus
miembros idéntico o muy parecido sistema de entrenamiento y proceso de
iniciación a los que se adaptan las gloriosas huestes de la LUZ que constituyen la
Gran Fraternidad Blanca del Planeta.
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Al estar sujetos los “magos negros” en sus distintas gradaciones a este
sistema de entrenamiento científico, que involucra el conocimiento de la ley que
regula las energías y fuerzas planetarias, y de ciertos mántrams de invocación de
los devas inferiores o elementales de las sombras que viven y se desarrollan en el
seno profundo de lo podríamos llamar “subconsciencia planetaria”, el alcance de
su poder es enorme y su radio de acción se extiende incluso y alcanza la vida de
los propios discípulos mundiales en proceso de alineamiento con sus almas y de
integración con la vida espiritual. Afortunadamente para estos discípulos y para la
humanidad entera, el poder los “magos negros” termina en las fronteras del mundo
espiritual, allí donde empieza la verdadera y fecunda actividad de los Hermanos
Mayores de la Humanidad, de los Maestros de Sabiduría e Iniciados de la Gran
Logia Blanca y el poder beneficioso de las Huestes de la Luz.
Hay que reconocer no obstante, que hasta que los cuerpos inferiores de un
discípulo no estén debidamente purificados y controlados, la actividad de los
magos negros puede hacer mella sobre ellos y convertirlos en “centro de sus
terribles y maléficos ataques”…
Deseamos ilustrar más amplia y definidamente sobre este difícil pasaje en
la vida de un discípulo espiritual, para ello me remitiré a mi propia experiencia
personal.
Tentación y magia negra
… “No voy a repetir aquí algo que todo verdadero aspirante espiritual debe
forzosamente saber respecto al poder invocativo de los fuegos mayores o de
redención por medio de ciertos mántrams sagrados. Me limitaré únicamente a
decir que dentro de un Ashrama de la Jerarquía, en donde se supone que el
discípulo que del mismo forma parte se halla convenientemente preparado
espiritual y personalmente, sólo con mucha discreción y reticencia se le confían
fórmulas mantrámicas de alto poder invocativo y aún en todo caso cuando la
presión de ciertas circunstancias o la gravedad de un caso concreto así lo
justifiquen. En cierta ocasión, hace de ello unos años, tuve oportunidad de
experimentar directamente sobre mi vida personal el ejercicio de esta ley
reguladora de transmisión de mántrams de poder o de invocación de los Fuegos
sagrados de la Naturaleza. Mi Alma primero y mi Maestro después fueron los
sagrados vehículos de aquella espiritual transmisión. Los hechos, como siempre,
eran consecuencia de un ferviente e intenso vivir en pos de la Realidad superior
presentida. Pero, vean por favor, los hechos:
Se trataba específicamente de contrarrestar la acción sobre mi vida mental
y psíquica de unas potentes y maléficas influencias provenientes según pude
comprobar más tarde de ciertas zonas definidas de mal radicadas en remotos y
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sombríos lugares del Planeta. Las cualidades de bien que empiezan a
desarrollarse en la vida de un discípulo, atraen inmediatamente la atención no sólo
de las Fuerzas bienhechoras de la Naturaleza que encuentran en ellas un nuevo
cauce para su expresión, sino también y en forma todavía más acusada, dadas las
características kármicas del discípulo, de las aviesas intenciones de los adeptos y
miembros de la llamada Logia Negra del planeta, una Corporación de seres -no
me atrevo a llamarlos humanos- que practican conscientemente el mal y se
oponen deliberadamente al bien. Estos desgraciados seres, inteligentes pero sin
corazón, se alimentan -por así decirlo- de la sustancia de las sombras, trabajan
mayormente durante la noche y se aprovechan para el logro de sus innobles fines
de la debilidad espiritual de una parte considerable de la raza humana, de las
energías de baja vibración generadas por las entidades situadas en el arco
descendente o de involución de la vida planetaria, del poder engendrado por la
espantosa lucha del deseo inconsumado de los hombres, del oscuro fluir astral y
etérico de sus bajas inclinaciones y del terrible choque que en el mundo mental
sostienen las ideas y voluntades de los seres humanos que originan la gran
herejía de la separatividad humana con su espantosa secuela de guerras y
conflictos. Toda esta fuerza, esencialmente material, separativa y destructiva es
aprovechada por “los señores de las sombras”, por esos expertos “magos negros”,
para fomentar dentro de las conciencias humanas las semillas del odio y de la
destrucción y se centra preferentemente contra la vida de aquellos que por
comprensión superior y en forma definida y constante, empiezan a liberarse de
sus particulares egoísmos y seguir las sendas del Bien.
Como me encontraba a la sazón en aquel caso, no pude escapar ni a la
regla ni al proceso, siendo en lo que al discípulo se refiere, la regla la tentación y
el proceso la crisis. En su interacción la tentación y la crisis subsiguiente
constituyen la más amarga prueba del Sendero, aquello que místicamente se
conoce como “la Noche del Alma”. Pero, si se mantiene la firmeza espiritual y se
acepta noblemente y sin rencor el desafío de los hechos, el Alma penetra
entonces más profundamente dentro de la LUZ, AMOR Y PODER de Aquél que es
Guía espiritual de nuestra vida...
Horas terribles
... Durante el desarrollo de aquel proceso al que me refiero pasé horas muy
terribles coloreadas de un profundo dramatismo, más acusadas todavía por el
hecho de que en aquellos momentos me era negada incluso la posibilidad de
invocar la energía interna. Durante un período bastante prolongado de tiempo “no
me era permitido siquiera dormir”. En mi alcoba se daban cita a la hora del
descanso nocturno una serie de entidades de aspecto terrorífico que una y otra
vez me atormentaban con visiones deprimentes que diluían mi imaginación y
envenenaban mi ánimo. Me era absolutamente imposible concentrar mi mente en
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el Maestro y en el Ashrama. Cuando empezaba a recitar la Gran Invocación, una
fórmula de gran poder que siempre me conectaba con la energía de los Altos
Lugares, ruidos por todas partes de la habitación me impedían coordinar las
distintas estrofas de la misma. La imagen de Cristo que habitualmente percibía
con gran nitidez y me servía de luminoso punto de referencia en mis meditaciones,
era suplantada por imágenes horribles y bestiales.
En el desarrollo de este para mí nuevo e inesperado proceso que
consideraba trascendido desde mi ingreso en el Ashrama, pude comprender por
mí mismo el alcance universal y profundo de aquel estado que llamamos de
tentación. Tentaciones eran en efecto todas las intromisiones de mal dentro de mi
conciencia, es decir, de aquellas visiones morbosas unas, nefastas otras, de
aquellos ruidos, profundos dolores de cabeza, incapacidad de concentración,
pérdidas de percepción espiritual y una creciente debilidad física. Toda aquella
horrible pesadilla era concretamente una invitación a volverme atrás del camino
espiritual que había emprendido, y me hubiese resultado ciertamente fácil hacerlo,
renunciando a la vida de servicio y de comunión con el Ashrama y el Maestro y
hacer la vida normal y corriente de la inmensa mayoría de los seres humanos. La
vida de un discípulo no es, sin embargo, una vida común y corriente, entendiendo
por ello un plegamiento sin lucha y sin resistencia al fluir de lo habitual es, por el
contrario, una vida de esfuerzo y de sacrificio que ha de conducir a la perfecta
integración espiritual. Como se dice muy bien en ciertos textos sagrados relativos
a la vida de un discípulo en encarnación física: “La peor tentación es vivir sin
tentaciones”, pues la tentación hace surgir a flor de conciencia las debilidades
ocultas del discípulo, aviva los rescoldos de pasión de un fuego que parecía
muerto, pero que sólo estaba dormido y muestra las profundas sutilezas de
personal morbosidad incrustadas en los desconocidos repliegues de la conciencia
que deben ser destruidas antes de enfrentarse con el terrible poder del Fuego
iniciático.
El Maestro nos había advertido ya de la existencia de estos sutiles
impedimentos dentro de la conciencia, pero yo había aceptado Sus palabras más
como una enseñanza teórica destinada al equipo de nuestro conocimiento que
como una sagrada advertencia a “vivir profundamente apercibidos frente a la
inevitable condición humana de nuestra vida kármica”. En lo más intenso de la
lucha, mientras se desarrollaba el proceso, tuve de improviso un luminoso
vislumbre del alcance universal de las palabras del Maestro y decidí renunciar al
descanso y al placentero diálogo con lo habitual y aceptar el creciente desafío de
los hechos, tratando de paliar en lo posible los impactos dirigidos contra mis
cuerpos sutiles por los magos negros.
No sabía cuánto podía durar aquel estado de cosas, sólo sabía que debía
resistir, luchar y ampararme en el bien de mi alma. Durante el día, mayormente
durante el período solar, el más favorable para la meditación espiritual, me
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esforzaba por reagrupar mis pensamientos esparcidos y debilitados y dirigirlos
hacia el Maestro y el Ashrama prosiguiendo lo mejor que me era posible mis
tareas profesionales y las propias del campo de servicio que voluntariamente
había elegido.
Mientras tanto, mi cuerpo físico cada vez más debilitado por efecto de esta
lucha, mayormente por la imposibilidad de dormir y descansar por las noches,
amenazaba llegar por desgaste a un punto crítico de tensión, pasado el cual sólo
era previsible la aniquilación física con la pérdida de una oportunidad cíclica de
evolución espiritual. Fue precisamente al llegar a este punto de extrema tensión
cuando sobrevino la acción universal.
La acción universal
Una noche mientras me hallaba como desde hacía ya tanto tiempo bajo la
presión de las fuerzas negativas a las que anteriormente hice referencia y me
preparaba ya a pasar otra noche sin poder dormir y a afrontar pacientemente
todas las posibles y extenuantes molestias de aquellas fuerzas que habían hecho
ya acto de presencia dentro de mí y a mi alrededor, oí resonar clara y
distintamente dentro de mi conciencia la voz del Maestro. Un profundo y
extraordinario sentimiento de gozo hizo desbordar de ternura mi corazón
acongojado. En aquella ocasión el Maestro se limitó a decirme: “El momento es
llegado. Pronuncia conmigo y graba en tu conciencia estas palabras”. Se trataba
de un mántram específico de gran poder, relacionado como pude averiguar más
tarde, con el Fuego de Shamballa. Era una extraña fórmula mágica al parecer muy
sencilla, pero dotada de ciertas inflexiones que yo trataba de repetir siguiendo el
consejo del Maestro, y de ciertas pausas que sentía resonar poderosamente
dentro de mí como si yo fuese una campana hueca sometida a la acción de un
tremendo badajo. Durante unos momentos y en tanto seguía yo recitando bajo la
guía oral del Maestro aquella fórmula mágica de invocación superior, me pareció
recordar vagamente aquellas cadencias y aquel ritmo. En efecto, aquel mántram
traía a mi recuerdo sonidos de un aire familiar, como si no fuese aquella la primera
vez que yo los emitía o los escuchase. ¿Sería aquélla la invocación directa del
Ángel Solar, de mi verdadero yo espiritual, o acaso una síntesis a mi alcance en
aquellos momentos del Poder del Rayo espiritual de mi vida que se expresaba a
través de mi alma solar o interna? En aquellos momentos todo me parecía posible
pues sentía resonar dentro de mí la voz del Maestro, aquella voz tan íntimamente
conocida, cuyas inflexiones evocaban en mí el cálido aliento de lo eterno y la
aspiración a las más elevadas esferas y dimensiones…
…De inmediato ví que penetraba en mi alcoba un resplandeciente Deva. Su
rostro, del que emanaban luminosos rayos expresaba indomable firmeza y
resolución. Llevaba en Su diestra una espada centelleante de la que emanaban
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ígneos destellos y la dirigía describiendo movimientos circulares
extraordinariamente rápidos contra todas aquellas sombras y formas terroríficas
que desde hacía tanto tiempo se habían enseñoreado de mi alcoba y de mi ánimo.
Aunque esta lucha parecía tener lugar fuera de mí, por cuanto me era posible
presenciarla, sentía que se desarrollaba profundamente dentro de mi corazón y
me sería imposible describir los espantosos gritos, gemidos y blasfemias que
originaba en lo más íntimo de mí mismo la acción de la espada flamígera del
Deva...
…Finalmente, mi alcoba quedó totalmente iluminada aunque no percibía
nada objetivo de la misma, lo cual me demostraba que aquella espantosa lucha no
había tenido lugar en el plano físico, sino en otra dimensión más sutil. Sólo
percibía en aquellos momentos y dentro de la luz al Ángel de la Presencia, al
poderoso Deva solar que había acudido a socorrerme y que ahora al contemplarle
serenamente me parecía íntima y extrañamente familiar, como si fuese parte
consubstancial de mí mismo.
La paz reinaba entonces en mi espíritu, una paz que desde hacía tiempo
parecía haber perdido. Cuando lleno de emoción quise expresarle mi
agradecimiento al Ángel auxiliador, éste me hizo un signo profundamente
amistoso como de despedida y desapareció del campo de mis percepciones.
La luz continuaba brillando dentro de mí y aunque era plenamente
consciente de todo, nada distinguía todavía de los objetos de mi alcoba.
Súbitamente sentí dentro de mi ser aquel profundo sentimiento de expectación,
imposible de ser explicado en palabras, que preludiaba la proximidad del Maestro
y Su voz resonó de nuevo dentro de mi alma en silencio. Entonces lo vi por
primera vez fuera del Ashrama, allí a mi lado, en el interior de mi humilde alcoba,
jamás tan humilde ante Su presencia. No me dijo nada. Se limitó a sonreírme con
inefable ternura y a bendecirme. Desapareció muy luego como anteriormente lo
había hecho, el Gran Deva solar, y paulatinamente mi conciencia fue penetrando
en el mundo de lo habitual. Empecé a percibir entonces los objetos de mi alcoba y
a ser plenamente consciente en mi cerebro físico. La paz que sentía entonces
dentro de mi mente y corazón, era un testigo inmediato e incontrovertible de mi
contacto con el Maestro, y con el ánimo profundamente tranquilo y sosegado pude
entregarme ya sin reservas a un reconfortante descanso físico del que desde
hacía tanto tiempo había estado absolutamente privado.
Días más tarde, en el suave retiro del Ashrama al que tenía nuevamente
acceso después de haber consumado la crisis pasada, el Maestro me impartió la
correspondiente enseñanza de mi estado y me confió de acuerdo a mi
temperamento y condición un positivo mántram de dispersión de las fuerzas del
mal que tratasen en lo sucesivo de penetrar en el área de mi conciencia. Al
hacerlo me dijo que los mántrams o sonidos mágicos que me había oralmente
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transmitido en el momento cumbre de mi crisis se irían borrando paulatinamente
de mi memoria. “Solo en determinado ciclo iniciático de tu vida -me dijo- volverás a
utilizar aquel conjunto de palabras y sonidos que te impidieron sucumbir a la
presión del mal y a la actividad de las fuerzas oscuras del planeta, pero entonces
aquellos mántrams serán en tus manos una clave de poder universal para salvar a
la humanidad y no solamente para ayudarte a ti mismo”. Y prosiguió mirándome
profundamente: “Te darás cuenta entonces que aquella Voz, la Voz del ritmo solar
expresado en ciertas cadencias, sonidos y definidas palabras, era tu propia voz, la
voz de tu Alma, del Ser inmortal, cuya eterna liberación y su retorno a la patria
solar, dependen única y enteramente de tu plena adaptación a las leyes del
universal servicio y de fraternal abnegación en favor de los demás, como lo
hicieron el Buda, el Cristo y todas las personalidades insignes de la Raza”.
Estas palabras del Maestro, aparentemente tan sencillas, tuvieron para mí
un profundo significado y me permitieron entrever etapas futuras de la raza
humana, en las que la Divinidad expresaría a través del hombre el poder de la vida
universal que todo lo compenetra y unifica, fundiendo en un eterno abrazo las dos
grandes corrientes de energía promotora de toda posible evolución, las de la
Materia y las del Espíritu, de la Vida y de la Forma, que en el mágico equilibrio de
sus aparentemente opuestas expresiones deben producir la liberación del Alma,
del Ángel Solar, de la Conciencia humana.
El ángel de la presencia
Desearíamos que la experiencia que acabamos de relatar, hubiese
cumplido su finalidad de ilustrar sobre este punto tan vago e incierto de lo que en
términos religiosos se le denomina “tentación". En realidad, la tentación es un
aspecto obligado de la vida de un discípulo y de todo hombre espiritual, ya que es
a través de un proceso o sistema escalonado de tentaciones, que el hombre
consigue penetrar un día en el Sendero iniciático y convertirse en un mago blanco,
en un Testigo de la Luz y en un Servidor del Plan.
Hay una relación directa, regida siempre por las leves de analogía, entre las
tentaciones, las crisis y los períodos de emergencia espiritual. Son aspectos
consubstanciales de un proceso único de perfección, de un intento cada vez más
definido de penetrar el gran misterio de la vida humana. La tentación y el proceso
de lucha que ella promueve tienen por finalidad “purificar el ánimo del hombre” y
hacerle consciente de los poderes espirituales que en sí mismo residen. Sin la
tentación el proceso evolutivo de la raza humana sería muy largo. Su acción
obligada en la vida del hombre espiritual es una oportunidad infinita de redención.
No es tentado el hombre común, cuya existencia es de contemporización con el
ambiente establecido, siempre de acuerdo con todo con tal que no se le arrebaten
sus intereses materiales ni se le exijan demasiados esfuerzos. Sólo es realmente
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“tentado” aquel que ha visto un rastro de Luz dentro de sí y ha decidido seguir este
rastro hasta el fin. Esto quiere significar que la tentación, como proceso universal
de purificación, opera por grados dentro del corazón humano y que a más
profundidad de vida y a más riqueza de cualidades más intensidad de tentación y
más profundas crisis corresponden.
Para los entendidos, para aquellos que han entreabierto algo más el velo de
misterio de Isis, se trata en realidad del enfrentamiento del discípulo con aquella
entidad que los esoteristas denominan el “Guardián del Umbral”. Se trata de un
misterioso ser creado con la sustancia de nuestros bajos pensamientos e innobles
deseos generados a través del tiempo, desde el momento mismo de la
individualización, en que por primera vez el hombre animal de las primitivas razas
fue dotado del principio de la mente, hasta nuestros días. Es el terrible Guardián
de los Misterios sagrados y ninguno de estos misterios puede serle revelado al
hombre si no destruye antes esta misteriosa Entidad creada en nosotros y por
nosotros con los burdos materiales de la ignorancia, la vileza y el egoísmo. Este
ser es por ley el centro y refugio de todo síntoma de mal planetario, de toda
actividad de magia negra en el mundo, pues de la misma manera que todo ser
humano tiene su propio Guardián del Umbral, su propio demonio tentador, existe
asimismo a escala planetaria el Guardián del Umbral del mundo, creado y
sostenido por la actividad de los guardianes del Umbral de los hombres, de las
razas y de las naciones y es centro, sede y receptáculo de todo sedimento de mal
en el Planeta. Es definidamente aquel Centro oscuro de Poder maléfico al que me
he referido siempre cuando en mis escritos he hablado concretamente de “Magia
Negra”, del cual extraen su maligno poder todos aquellos que consciente o
inconscientemente practican el mal en este mundo.
¿Se han percatado Uds. ahora de la efectividad necesaria del propósito
divino subyacente en el obligado proceso de tentación en el hombre superior? Es
la única manera de desenmascarar al terrible Guardián y de destruir esta Hidra de
mil cabezas de las pasiones humanas. Es, por otra parte, el único medio de
invocar la fuerza redentora del Ángel de la Presencia, de nuestra Alma inmortal
que en estos períodos críticos en que todo, cielo y tierra, parecen habernos
abandonado, surge triunfante la espada flamígera en alto para librarnos de la
influencia del mal y llevarnos luego, confiados y seguros, por el camino del Bien y
de la Bienaventuranza…
El misterio de la Paz
El discípulo, por el hecho de serlo, no goza de ningún privilegio especial, ni
de ningún poder determinado para conjurar las crisis de su vida personal. Por el
contrario, hay un proceso de “precipitación kármica”, invocado precisamente por
las circunstancias específicas que concurren en su vida. Una vida sin tensiones
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carece de resonancias espirituales, como las cuerdas de un arco deben estar muy
tensas para poder disparar la flecha. En el caso del discípulo la flecha es el
propósito espiritual, el arco su existencia personal, las crisis, son por analogía, la
potente fuerza que origina la tensión de la cuerda. La mayoría de los aspirantes
saben esto, pero una cosa es saber de este proceso desde un punto de vista
teórico y otra es sentirse arrastrado por el potente torbellino de las fuerzas de
precipitación, que motivan las potentes crisis y tensiones.
Recordamos, que fue en la época más tensa de nuestra vida, cuando más
agudos eran los problemas y más profundas las crisis, que ingresamos al
Ashrama al que nos honramos pertenecer. Las primeras experiencias ashrámicas,
llegaban por aquel entonces muy confusas y borrosas a nuestro cerebro físico,
constantemente involucrado en dificultades de orden personal. El contacto con el
Maestro y las enseñanzas recibidas llegaban a nosotros como frutos de un
“sueño". Más adelante, al ir afianzándonos en el centro de la vida personal, por
efecto de la conciencia meditativa, pudimos precisar mejor las experiencias
internas y saber con exactitud, las implicaciones del contacto con el Maestro, con
el Ashrama y con nuestros hermanos de grupo. Este fenómeno de conciencia
ashrámica vino en forma paulatina, como expresión natural de un proceso de
alineamiento e integración con nuestra conciencia interna, con nuestro Ángel
Solar.
Señalar únicamente crisis de tensiones y problemas no sería justo. Las
crisis profundas sin intervalos de sosiego, sin oasis de paz o de serenidad en la
esterilidad o sequedad aparente de aquel desierto de tensiones, causarían la
muerte física por aniquilación de los resortes de contención de aquella fuerza
avasalladora, como la permanente tensión del arco, llegaría a destruir la cuerda
por desgaste. Esos intervalos de paz profunda, intercalados entre dos fases de
una intensísima crisis, crean el equilibrio en la vida del discípulo, impidiéndole que
sucumba o que se inutilicen sus vehículos de expresión.
Tal como se halla escrito en uno de los Libros Sagrados de la Logia, ...“hay
una paz que a toda comprensión trasciende, es la Paz de los Maestros, de
AQUÉLLOS que moran en lo eterno”.
Una ligera brisa de esta paz, insuflada en el corazón del discípulo por la
Voluntad del Maestro en momentos de dramática tensión crea las requeridas
condiciones de serenidad mental y estabilidad emocional para poder soportar sin
desfallecer, las más arduas pruebas y duras disciplinas de la vida personal. Es
muy frecuente así, el éxtasis de la contemplación en los momentos de soledad
más profunda. Se trata de un silencio de paz entre dos sonidos de crisis. El
resultado es “visión” y sus consecuencias inmediatas son el estímulo y la fuerza
para seguir hollando el Sendero hacia la Meta.
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La Paz es el poder dinámico que produce el equilibrio del Universo. Su
expresión en el mundo universal del sonido, es la música de las esferas. La Paz,
tal como la experimentan Aquellos que viven en lo eterno, es inconcebible para la
mente humana. Es el propio impulso de la vida infinita del Logos Solar, expresada
a través de todos Aquellos que pueden responder a la tremenda magnitud de su
propósito universal. Hablar de paz, respecto al hombre, es referimos a un proceso
de expansión espiritual con pleno conocimiento, de causa. De ahí el énfasis que
se presta en la enseñanza esotérica al espíritu de investigación y a la constante
observación de los hechos que suceden a nuestro alrededor y por doquier. El
proceso constante de investigación y la disciplina personal que a ella conduce,
orientan las actividades del aspirante espiritual por las sagradas rutas del
propósito interno y hacia el mundo de las causas originales. El propósito espiritual
inteligentemente revelado allega paz, un aspecto sintónico con Aquel Centro de
Paz, que es el Sol central, del que se origina la Vida del Universo.
Durante los primeros meses de nuestro ingreso en el Ashrama, tuvimos
vislumbres de esta Paz inmensa, de la que el ser humano no tiene ordinariamente
noción. En ciertos momentos de tensión, personal y cuando el proceso kármico de
nuestra vida era más profundamente doloroso, sentíamos de improviso una oleada
de paz infinita dentro del corazón, que aislaba completamente de todas las
inquietudes y dificultades. Esta Paz, no era siempre consecuencia de un contacto
con nuestro Ángel Solar, con nuestro Yo superior, sino el fruto de la intervención
compasiva del Maestro que unía momentáneamente nuestra conciencia a la suya,
liberándonos transitoriamente de problemas, mejor dicho, aislando nuestra mente
de los mismos y ofreciéndonos una visión más profunda y sosegada de la vida.
Era como una fresca brisa en la reseca aridez del desierto, como un relámpago
que iluminaba de improviso con su cegadora luz, aquellos momentos sombríos de
soledad espiritual. Pero, estos momentos gozados con la fruición del sediento
peregrino en el desierto ante el fresco manantial, nos dieron siempre la medida de
lo eterno, elevándonos por encima de nosotros mismos y haciéndonos
conscientes de la relatividad de los problemas de nuestra existencia personal.
Aquella paz transmitida por la generosa atención del Maestro, no nos liberaba del
karma personal, pero nos daba una visión certera de las condiciones que debían
ser alteradas y nos ofrecía una visión de conjunto de las circunstancias que nos
envolvían. Veíamos nuestros problemas como ajenos, los analizábamos desde
arriba y hacia adentro y no desde abajo y hacia afuera, que es donde
habitualmente trata el hombre de resolver sus problemas y dificultades. De la
misma manera que el estudio de un rayo de sol puede darnos una idea del sol, por
cuanto sus cualidades se expresan a través de todos y cada uno de sus rayos, así
nosotros humildes aspirantes en el Sendero espiritual, reconstruíamos dentro de
nosotros, por efecto de aquellos momentos solemnes de paz, la Paz infinita de lo
eterno y escuchábamos dentro de nosotros algunos de los mágicos sonidos, que
trasmiten al oído espiritual, las esferas en movimiento dentro y más allá del
círculo-no-se-pasa de nuestro Universo.
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Para el discípulo en entrenamiento espiritual, la Paz no es una meta, sino el
resultado de seguir sin resistencia alguna el proceso infinito de expansión
espiritual. No se va a la Paz por la voluntad de alcanzarla, sino cuando olvidados
de todo empezamos a unirnos al mágico concierto de la Creación. La majestad del
propósito de la Vida implícita en la Voluntad de Dios, está
en proceso de
expansión dentro de nosotros mismos. Dejando de ofrecerle resistencia a este
propósito, la Paz que no es una meta ni un resultado, sino Causa, Ser y Vida, se
adueña de nosotros, nos purifica el ánimo y nos llena de serenidad.
La Paz confiere visión correcta, estímulo incesante, cualidades y poderes
indescriptibles. Sólo pueden utilizar tales facultades Aquellos que son Paz, que
viven en Paz y pueden trasmitir Paz. Al referirme a la Paz que nos confería el
Maestro con su divina intercesión, debemos decir que éramos conscientes de que
aquella Paz, no era tanto un fruto de nuestra elevación espiritual, como un
testimonio vivo de la compasión del Maestro. El hecho que por su mediación
viviéramos la paz, no implicaba la paz profunda de vida, nacida de la fusión o
unión infinita con el principio de paz, sino un reflejo de la Paz del Maestro que a su
vez era un punto de confluencia de la Paz y del equilibrio de las esferas en
movimiento.
Que esta paz, siquiera refleja, nos allegara visión y el desarrollo efímero de
ciertas cualidades espirituales, como el poder de penetrar en la raíz de cualquier
cosa o hecho, o de “oír la música de las esferas”, no implicaba que debíamos
dejar de luchar contra nuestros problemas. Esto no sería justo kármicamente
hablando. Es cierto que puede existir un proceso de “Sustitución” mediante el cual
el Maestro, Señor de Compasión infinita, puede cargar sobre Sí el peso kármico
de la vida personal de un discípulo, pero sólo se utiliza esta circunstancia cuando
hay un SERVICIO especial, ashrámico para el cual este discípulo está plenamente
capacitado, y exige de él una mente y un corazón muy equilibrados para poder
llevarlo a cabo. Este proceso de Sustitución lo realizó Cristo hace dos mil años, en
favor del gran discípulo que es la humanidad como un todo. Su intervención
favoreció el gran impulso de vida que ha culminado después, con el transcurso de
los siglos, al actual acercamiento humano de estos desarrollos, técnicas, y
descubrimientos de nuestros días, que aseveran el valor de sus infinitas palabras.
“Vosotros Haréis cosas más grandes que las que yo he realizado”. Los avances
técnicos de estos finales de siglo son verdaderos milagros, prodigios inmensos
considerados con la visión de las gentes que vivían en Palestina hace dos mil
años.
¿Cómo adquirir la Paz? He aquí la pregunta inmediata de todo aspirante
sincero. La expresión de una vida muy agitada, convulsionada por muchas crisis y
problemas, con grandes dificultades sin cuento, de orden físico, psíquico y moral,
llevan la mente del investigador, del discípulo en probación, a profundas y
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penosas interrogantes acerca de los problemas capitales de su vida y a su falta de
paz. Él se pregunta muy sinceramente si existe dentro de su corazón algún
resquicio abierto a la Paz del Maestro, en Quien cree y en Quien confía, a pesar
de no haber establecido todavía con Él algún consciente contacto.
El discípulo en probación y el aceptado, saben que existe esta Paz y saben
también que esta Paz es una condición en la vida de la Naturaleza y no un simple
estado de conciencia. Debido a ello, están persuadidos que esta Paz no se halla
circunscrita a las circunstancias efímeras de la vida personal, que sus raíces son
más hondas que las que nutren la sustancia de una vida kármica determinada. El
poder viene de más lejos, de más allá de todo cuanto la existencia personal ofrece
con tantos y tan variados matices. De ahí la dificultad de establecer relación con
ella, de sentirse penetrados por ella. Los libros, aún los más sagrados no pueden
dar una noción de la Paz, pueden hablar de ella como de una consecuencia
natural de vivir correctamente y dar incluso ciertas definidas ideas de lo que
implica vida correcta en lo que al ser humano se refiere. Pero, quede entendido
que la Paz, no viene sólo con el conocimiento de que ella existe. Muchas personas
viven plenamente en paz, sin haber jamás argüido sobre ella y sin haber
practicado ninguno de los corrientes ejercicios de yoga o de meditación. Se trata
de un proceso de vida, no de un proceso de disciplina. Esto deberían saberlo
todos los aspirantes espirituales y no dejarse impresionar por tratados de
ocultismo o de ejercicios de perfección espiritual. El sólo discernir el valor de una
cosa, debería bastarnos para saber de su utilidad pero, frecuentemente, cualquier
cosa que entra por nuestros ojos u oídos llega a nuestro corazón sin pasar por el
tamiz de nuestro discernimiento. Esta facultad tan poco utilizada por el aspirante
espiritual, es causa de muchos errores y extravíos, de pérdida de tiempo en
relación con el eterno propósito de la vida.
Lo que al aspirante espiritual interesa verdaderamente frente al gran
misterio de la Paz, que intuye pero que no es capaz todavía de vivir, es saber si
existe algún sendero a su alcance para intentar abrir su corazón, su mente y su
vida entera a las impresiones infinitas de la Paz universal.
Este pensamiento había asaeteado nuestro ánimo en muchas ocasiones,
hasta que el Maestro nos dio un día en el Ashrama, una completa y para nosotros
definitiva explicación.
La Paz, nos dijo, es la Vida, no un elemento de vida, una Resolución, no
una simple formulación. Vosotros, -decía- formuláis constantemente preguntas
acerca de la Paz y cómo obtenerla. Pero como la Paz sois vosotros, en la
eternidad de vuestro origen, cada vez que formuláis una pregunta acerca de la
Paz, veláis más bien que develáis esta Paz en vuestra vida. La Paz es un misterio
más grande que la propia creación del Universo, pues este Universo es una
Creación y la Paz está infinitamente más allá y por encima de todas las
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creaciones. La Paz -nos iba diciendo el Maestro- es Causa y motivo de creación,
es el Poder que promueve el Aliento Creador, y trasciende por tanto Manvántaras
y Pralayas. En el ejercido del poder creador se halla el vehículo de la Paz. No
preguntéis por ella... ejercitadla!
Ahora, -continuaba diciendo- emplead la analogía. Vosotros sois una
creación, un universo, y al propio tiempo sois como Krishna, aquel poder infinito
que “con un sólo fragmento de sí mismo, llena la totalidad del Universo”. Lo
esencial no es, pues Arjuna, el pequeño fragmento con el cual llenáis vuestra vida
de creaciones, incluyendo todos y cada uno de vuestros vehículos expresivos,
sino vuestra infinita trascendencia que, como Dioses que sois, es Paz universal y
Propósito de vida. Tal como decía Budha: “el verdadero Guerrero es aquel que
vence sin luchar”. Dejad pues de luchar, dejad de atormentaros con interrogantes
acerca de la Paz del Gran Señor del Universo o del Misterio de sus infinitas
creaciones, o modificaciones indescriptibles de su propósito, y os daréis cuenta en
forma práctica que vosotros sois esencialmente Paz y que sólo precisáis dejar de
pensar en ella, sutil lazo que de ella os aparta, para que ella se exprese en
vosotros, colmando de bendiciones cuanto os rodea.
Así, os daréis cuenta del valor afirmativo de las palabras con que a veces
os saludo o con que os hago sentir Mi presencia: “os doy mi Paz” o “La Paz sea
con vosotros” fórmulas típicamente universales, repletas de poder mantrámico que
sólo pueden ser pronunciadas por Aquellos en cuyo Corazón vive la Paz de lo
eterno”.
Desde que el Maestro con su Verbo sencillo pero indescriptiblemente sabio,
nos dio Su Mensaje y Su testimonio acerca de la Paz, dejamos de luchar por la
Paz dentro de nosotros, y dejamos entonces que fuera ella la que nos buscase y
se consumara de esta manera, el testimonio de la Paz infinita del Universo.
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CAPÍTULO VIII
EL HOMBRE Y EL KARMA
Hablar del Karma y de la ley de Causa y Efecto (otro principio hermético),
en lo que a nuestro orden personal se refiere, es una cosa, hablar de un sistema
de relaciones kármicas que van de lo individual a lo cósmico, es otra. No obstante,
para una mayor clarificación de este tema, tendremos que atenernos a esto último
pues la raíz del Karma no está en lo individual, en lo particular que nos atañe en el
presente ciclo de vida, sino que hay que buscarlo más allá de las orillas o fronteras
de nuestro universo.
Existe una relación perenne entre la pequeña vida de un ser humano,
condicionado por las leyes del espacio y del tiempo y la Vida esplendente e
indescriptiblemente magnífica que crea, condiciona y rige un sistema Solar. Las
relaciones de esta Vida Solar, con las Grandes Vidas de otros sistemas solares y
cósmicos, deben ser estudiados con mucha atención, pues nos darán la clave de
nuestro pequeño esquema personal, familiar y social, condicionado por un
particular sistema de relaciones.
En la augusta paz del Ashrama y con la visión lejana que facilita el contacto
con un elevado Ser cuya consciencia gravita más en lo universal que en lo
humano, hemos tenido oportunidad de comprobar algunas de las relaciones que
en forma de conjunciones magnéticas, establece el Señor del Mundo con los
augustos Señores de otros mundos de nuestro Sistema. Estas conjunciones
llevadas al más allá trascendente de nuestras más elevadas concepciones, nos
dieron siempre la idea y el convencimiento de la existencia perpetua de una
Hermandad Cósmica de la que participan grupos de Logos, constituyendo familias
y un ilimitado campo de relaciones, dentro y más allá de nuestro Sistema Solar.
La mente se me ha perdido, particularmente hablando, cuando impulsado
por la ley de analogía universal he intentado profundizar algo más en la ley de
Karma, tomando como punto de partida mi relación con el Maestro y el Ashrama y
siguiendo adelante tratando de establecer anteriores y futuras relaciones, desde el
centro de mi vida espiritual y extendiéndola hasta trascender el limitado campo de
percepciones impuesto en mi mente, corazón y ánimo, por el círculo-no-se-pasa,
de mis capacidades actuales de percepción.
Y el resultado ha sido siempre el retorno a mí mismo con una sola
convicción: Mi Yo superior está kármicamente enlazado a mi yo inferior o personal,
por ciertas leyes definidas que utilizan el tiempo como meros puntos de referencia
y contacto, pero que se extienden en ondas espirales concéntricas hasta el propio
Corazón de Dios. Sólo al llegar a este punto, descansa la inquietud angustiosa de
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mi yo que busca y es consciente de una fraternidad más allá de las fronteras de mí
mismo. Y entonces empiezo a comprender y amar más a todos cuantos me
rodean y hacerles partícipes de mi hallazgo. Bien mirado, una comprobación del
yo, más allá del yo, de una experiencia tan interesante y ofrece tanta paz y
seguridad, que bien vale la pena compartirla con los demás.
La singularidad del Karma
El estudio de las leyes soberanas del Karma empezó poco después de
nuestra experiencia en el Devachán. El Maestro nos dijo “que si bien todo estaba
indisolublemente relacionado: hombres, planetas y las más lejanas estrellas, el
hecho de participar como grupo en un estudio jerárquico de las leyes de la vida,
nos daría la oportunidad de resolver de una vez para siempre la terrible incógnita
de nuestra existencia: quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos”. Pues
-nos decía-, “sólo cuando la mente halle dentro de su propio destino investigador,
algo tan grande que le libere de ulteriores inquietudes, es cuando empieza la
verdadera investigación interna”.
“Por ello -seguía diciendo-, fuisteis testigos de la labor que realiza el mundo
dévico en relación con el reino humano, cuando visteis y comprobasteis
experimentalmente la relación kármica de ambos mundos o corrientes evolutivas
que hacen posible que las energías de los mundos internos y las fuerzas que
operan en los mundos externos, hallen un adecuado cauce de expresión dentro de
la existencia. El hecho mismo de que reconozcáis y que apliquéis la ley de
analogía, es un hecho kármico de la más elevada trascendencia. Por la sola
acción de reconocerla y aplicarla, tenéis derecho a un lugar en el Ashrama y a una
constante sucesión de conocimientos superiores dentro de vuestra conciencia.
Reconoced, si no, lo mucho que ha cambiado vuestra vida y las situaciones que
se crean en vosotros y a vuestro alrededor desde que ingresasteis en el mismo. El
hecho que me reconozcáis como centro del Ashrama y como vuestro mentor
espiritual, es una prueba de la relación kármica, forjada, mantenida y expresada
sin desviaciones a través de las edades. Cada uno de vosotros sabe internamente
cuándo, dónde y cómo dentro de las infinitas oquedades del tiempo y de las
inescrutables profundidades del espacio, empezó esta relación kármica que nos
mantiene juntos aquí y ahora participando algo más conscientemente que la
mayoría de los seres humanos del destino, gloria y Vida del Bienaventurado Ser
que utiliza el planeta tierra como Cuerpo de expresión”.
Yo, personalmente, recuerdo fragmentos de esta historia del pasado que la
“memoria” de Dios trae a nuestro recuerdo, a través de la luz astral que se filtra del
archivo akásico de la Naturaleza, de cómo y cuándo establecí contacto por
primera vez con mi Maestro. Se asombrarían ustedes si les hablara de los
enormes ciclos de tiempo transcurridos desde entonces. Pero si me atengo a mis
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propias percepciones actuales, aunque operando en el seno del pasado, podría
hablarles de razas extinguidas y de civilizaciones perdidas o enterradas bajo el
polvo de los siglos, aún antes de Lemuria y Atlántida, hasta llevarles a cierto punto
cíclico, pero siempre en presente para mí, en que ESTABLECÍ contacto por
primera vez con mi Maestro.
En las primeras etapas de la humanidad “los que serían hombres más
adelante y los devas” vivían en fraternal armonía. Fue precisamente aquí en este
punto y en cualquier remoto lugar del planeta donde a través de los registros
akásicos y fundida mi conciencia con la de mi Maestro, fui consciente de mi
relación Kármica con ÉL. El día que tuve tal experiencia de contacto con los
hechos de este pasado que trasciende los limites impuestos a la conciencia por el
espacio y el tiempo, me di cuenta del valor del término Karma. El Karma
trasciende el tiempo de nuestra conciencia aunque lo condiciona dentro de sus
inteligentes leyes de relación, pero utilizando un género de percepción especial de
indescriptible sutilidad, el más remoto pasado adquiere para uno caracteres de
ACTUALIDAD. En tal tipo de percepción, recordar es vivir de nuevo un hecho con
toda la intensidad que fue vivido en el momento mismo de producirse. Por ello
puedo hablarles del pasado con tanta seguridad como les hablo del presente. Esta
es una de las singularidades del Karma.
Karma y perfección
Esto que vengo diciendo no tendría en realidad valor alguno, por tratarse de
una experiencia muy particular que atañe mayormente a las relaciones kármicas
de mi yo personal con mi Ángel Solar y en última instancia con mi Maestro, en el
Ashrama; pero sí lo tendrá, si analizando esta experiencia como dato de referencia
se dan cuenta ustedes, de que el Karma es una expresión de la necesidad del
propio Dios de manifestar la intensidad infinita de su Vida espiritual, a través de
nuestro universo, y a través de éste con otros Universos o Sistemas Solares. Pues
Karma es ante todo relación. Se inicia desde el mismo momento en que existe
necesidad de expresión. Un Universo es siempre hijo de la Necesidad. Expresión
de esta Necesidad es, desde otro ángulo de vista, auto reconocimiento y punto de
partida de la Gran meditación cósmica que crea estrellas, galaxias, sistemas
solares, planetas, hombres y átomos. Pues, el Universo, tal como lo entendemos,
es decir, como un conjunto formado por un Sol central y un grupo de planetas
oscilantes, nos habla de la fricción constante entre una vida central y un cuerpo de
relaciones, dentro y fuera del entero Sistema de Expresión. Esta fricción engendra
una especie particular de energía cósmica -del cual la electricidad tal como la
conocemos, es una débil expresión- que permite la estabilidad y permanencia de
cualquier cuerpo Universal de expresión con todo su contenido dentro de un
impulso infinito, de constante y permanente perfección de todas las cosas
creadas. Es esta estabilidad y permanencia de un Universo y en el Impulso de
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Perfección eterna, que subyace la raíz o fuente del Karma.
Vienen después los Señores del Karma, Registradores y Contenedores del
indescriptible Archivo de los Hechos que se producen dentro y fuera del ámbito
planetario que regulan, dirigen y llevan a su máximo y total cumplimiento todas las
acciones y reacciones, todos los impulsos eléctricos y todas las fricciones que se
producen y realizan en el interior de la vasta esfera del Universo, con sus planos
de evolución, las infinitas Vidas condicionantes, y distintas evoluciones, reinos,
razas, y humanidades… a un implacable destino de perfección.
La perfección de todo lo existente “dentro y fuera del universo” es el destino
final del Karma. El bien y el mal que se producen, como causa y como efecto de
fricciones, adoptan para el esoterista un término clave: “energía”, la potencialidad
de un propósito divino espiritual venciendo la resistencia de la sustancia material
que le sirve de vehículo, llevándola progresivamente al estado de pureza virginal.
Pues, tal como se nos dice en los textos sagrados de los libros de consulta de los
Iniciados de la Jerarquía, “...el Universo viene teñido de Karma, desde un proceso
anterior, en el que la Entidad que le dio vida, realizó “una de sus vastísimas
experiencias de contacto”.
Así pues, ustedes serán conscientes de que las encarnaciones o ciclos de
vida de los seres humanos en busca de la perfección, tienen su analogía superior
en la Vida de los Grandes Seres Solares y Cósmicos que llenan de mundos los
espacios siderales. En grandeza imposible de describir, pero siguiendo idéntico
Impulso de Perfección, o sea, de llevar la materia a un estado virginal en que no
se distinga de la Pureza del Espíritu que la engendró se halla implícito el misterio
del Karma, y de todas las relaciones que produce y suscita esta Ley, por doquier y
en todos los seres.
Permítanme, pues, repetir que Karma es relación o vinculación de Vida y
Forma, de Espíritu y Materia, de Energía y Fuerza, de Alma y Personalidad... El
dolor que produce la fricción o relación, queda compensado en cada ciclo de vida,
o en cada nueva encarnación, por el infinito placer y el gozo supremo de la
vinculación. De ahí que la vida de todo ser es de alegría o de tristeza, de gozo o
de inquietud, de placer o de dolor, dependiendo estos estados, de las etapas
específicas en que predomine la relación en forma de dolor o de fricción o del
gozo producido por vinculación e identificación del aspecto material cada vez más
sensible con el aspecto espiritual cada vez más incluyente.
Partiendo de aquí, tendrán quizás ustedes una idea más clara de lo que
representa implícitamente el Karma como ley, en su doble vertiente de dolor y
gozo, simbolizados estos dos estados en un ciclo de existencia o encarnación y en
otro de descanso en el Devachán, en el que se realizan los grandes sueños de la
personalidad humana, que simbolizan, en tal estado, el permanente anhelo o
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SUEÑO de la materia, de identificarse con el Espíritu que la engendró.
Este trabajo tendrán que analizarlo quizás varias veces, antes de
entresacarle sus profundos significados universales y adquirir aquella visión que
debe elevar las mentes y corazones a considerar el Karma como una oportunidad
cíclica de vida, conducente al gozo supremo y no como un castigo de
determinadas actitudes adoptadas durante el proceso de la existencia.
Hay que tener en cuenta que: “...Karma no es premio ni castigo, sino una
oportunidad renovada de vida”.
Otras consideraciones esotéricas respecto al Karma
Si han seguido atentamente el hilo de mis ideas, serán conscientes de que
el enigma del Universo se halla implícito en la actividad de aquellas misteriosas
Entidades Cósmicas que llamamos los Señores del Karma. La liberación del
Karma humano se realiza en el momento en que el hombre penetra
conscientemente en el plano búdico después de la desintegración de su cuerpo
causal. Pero, esta intensidad de vida que llamamos liberación y que consideramos
desde un ángulo meramente analítico, y para la mayoría muy hipotético, conduce
a un estado de conciencia, en que el hombre se da cuenta de su vinculación con
la fuente kármica de la Vida y que su misión desde este momento ha de tener una
expresión singularmente ideal: colaborar conscientemente en el destino kármico
de la humanidad, por identificación con el proceso liberador del principio mental
emanado de los Señores del Karma.
El Karma es ante todo “necesidad de manifestación”, es decir, “necesidad
de un proceso activo de purificación a través de los distintos tamices de la
materia”. Esta necesidad de “manifestación”, abarca el entero sistema del cosmos
y más allá del mismo, teniendo presente constantemente que allí donde existe
“objetividad” o manifestación, allí está actuando la ley del Karma. Ello podrá
parecer como una limitación de las augustas facultades de las Grandes Entidades
de nuestro Sistema Solar y allende el mismo que llenan con su vida esplendente y
misteriosa, las augustas oquedades del eterno e infinito espacio. Pero, por otra
parte, no hay que olvidar que el Universo objetivo tiene por finalidad reflejar la
Gloria Pura de Dios, una necesidad de autoexpresarse o autorreconocerse en un
aspecto inferior, como ocurre cuando nos contemplamos en un espejo. Lo que hay
en la imagen del espejo es irreal, un reflejo, una distorsión de la realidad, desde el
punto de vista puramente analítico, pero si tenemos en cuenta que sólo el reflejo
de nuestra imagen, puede hacernos conscientes de aquello que permanece
todavía MACULADO, nos daremos cuenta de la necesidad objetiva del reflejo y de
la actividad consecuente del deseo de liberación de toda la entidad consciente y
de la actividad que nace de este reconocimiento interno, que llamamos la acción
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del Karma.
Karma es pues una necesidad que abarca todos los planos del Sistema y
empieza a ser objetiva, en forma de propósito, en el plano mental que es donde se
fragua todo sistema de relación kármica y en donde se inicia la misteriosa
actividad de los factores dévicos en sus infinitas jerarquías y gradaciones.
Los Señores del Karma y los cuatro Grandes Señores de la Llama o
Grandes Kumaras que canalizan el Karma cósmico, trabajan con los hijos de los
hombres en los tres mundos por medio del principio mental y a través de la
evolución dévica. Así se va produciendo el necesario reajuste que debe convertir
al ser humano en un factor realmente consciente en el gran drama de la evolución
planetaria, para poder contribuir con su inteligente esfuerzo a la actividad
liberadora que a través de la ley del Karma se va realizando en el Universo.
Cuando hablo por ejemplo de los factores dévicos que van implícitos en el
gran misterio de la electricidad, mi intención no es otra que tratar de clarificar la
mente en el sentido de las grandes verdades que podrían ser reveladas a través
del estudio del mundo de los devas y de la participación de los mismos, en sus
distintas jerarquías, al desarrollo del gran karma de resolución de la Vida de los
grandes Seres que vitalizan a los planetas del Sistema Solar en donde vivimos,
nos movemos y tenemos el Ser, del propio Sol central y de todos aquellos
sistemas relacionados con el nuestro, dentro del Gran Misterio de la Fraternidad
Cósmica.
Puede parecer extraña o muy nebulosa esta descripción, pero deben
ustedes tener presente una cosa muy importante al estudiar esotéricamente
cuánto ocurre en el universo y a nuestro alrededor, y muy especialmente al tratar
de estudiar las leyes del Karma y la acción de los Señores del Karma en lo que
respecta a nuestra vida particular, y es que a través de la analogía hermética -
clave de todo posible conocimiento y enlace entre lo conocido y lo desconocidohay
que considerar que un universo es realmente una familia, con un padre
central, el Sol, y una madre, los éteres de sustancia eléctrica, que en su íntima
unión de amor o de conjunción magnética, dan vida a unos hijos, los planetas,
constituyendo así la representación universal de todo cuanto se refleja después en
el mundo manifestado de los hombres, el reino humano. Al hablar de Karma y de
Aquellas Gloriosas Entidades que lo dirigen sabiamente, debemos tener en cuenta
los siguientes factores en orden a relaciones y vinculaciones:
1. La relación del alma superior humana o Ángel Solar, con un Logos
planetario.
2. La relación de la personalidad humana con aquella gran Personalidad
que llamamos Sanat Kumara.
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3. La relación del cuerpo humano con sus distintos sistemas
condicionantes, el nervioso, el circulatorio y el vegetativo, sus centros
etéricos y glándulas endocrinas, con los distintos centros planetarios,
por medio de los cuales, Sanat Kumara, distribuye y ordena el Plan
infinito del Logos planetario y se ajusta voluntariamente a la ley de
Karma.
Karma, pues, representa la posibilidad infinita de redención de la Vida por
medio de la Sustancia, es decir, de la Vida a través de la forma, y si queremos
profundizar algo más en el misterio del Karma y de la actividad de los Grandes
Señores que lo dirigen, sólo hay que elevar el razonamiento de lo particular a lo
universal, que es la regla a que se ajusta el esoterista y el verdadero discípulo, y
ver el universo, en donde se realiza la total evolución de la Entidad Solar, desde el
punto de vista de lo que es realmente particular, es decir, desde sí mismo, y
ampliar su pequeña vida hasta el área de lo Cósmico. Veremos así un sinnúmero
de factores que nos ilustrarán acerca del orden cósmico en que se desenvuelve
todo cuanto existe, desde el Sol físico hasta el propio corazón, desde la Voluntad
de Dios hasta nuestra pequeña voluntad y desde el infinito sistema de circulación
de la energía universal hasta su microcósmica asimilación de estas desconocidas
corrientes de vida dentro de su humilde, pero perfecto sistema de circulación
sanguínea, de respiración, de las energías emocionales y del pensamiento.
Pues, aplicar la ley de analogía, es empezar a comprender a Dios. Cuando
el gran Hermes decía que “igual es arriba que abajo, igual es abajo que arriba”,
nos daba para siempre la clave de la ordenación esotérica de la vida, o sea, nos
permitía establecer un enlace directo entre la verdad y el buscador, entre el
realizador y la obra, entre el constructor y el Universo, entre Dios y el hombre.
Al hablar pues, de nuestro Karma personal o familiar, con su complejo
sistema de relaciones sociales, debemos tener en cuenta también la vinculación
logoica, el grupo de familias logoicas, las relaciones de simpatía infinita entre
distintos grupos de Logos para llegar así a ser más conscientes de la Ley del
Karma, que hasta aquí ha venido siendo únicamente mostrada dentro de su
dimensión humana.
Las vinculaciones de nuestro planeta con los demás planetas del Sistema
Solar, y las de nuestro Logos Solar con las Constelaciones de la Osa Mayor y de
las Pléyades, así como la misteriosa relación con Sirio y otras Constelaciones más
poderosas y lejanas todavía a que refieren los tratados esotéricos, nos hablan
asimismo, de una Ley de atracción “familiar” que agrupa a Constelaciones
Cósmicas y Sistemas Solares, como nosotros vivimos agrupados en familias y en
relaciones particulares, desde el punto de vista social.
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Todo es lo mismo. El orden en que viene estructurado todo y las
necesidades esenciales dentro de este orden son idénticas, solamente varía el
grado de expresión, su infinita magnificencia cuando nos referimos a Entidades
Cósmicas. Únicamente es apreciable dentro de la infinita oquedad de un espacio
virgen o de éter radiante, la amplitud del “círculo-no-se-pasa”, que lo condiciona
todo, desde la humilde radiación de un átomo de materia física densa, hasta la del
más esplendente Sol...
Una Experiencia Ashrámica dentro del proceso kármico de la vida.
Después de estas amplias visiones de conjunto, que a muchos pueden
cansar, singularmente si poseen una mente muy concreta o intelectual, creo
necesario extender el razonamiento hacia expresiones más asequibles. Aunque al
trazar el rumbo de mis escritos, pienso siempre que hay que abarcar lo grande
para mejor comprender lo pequeño y que el estudio profundo de lo pequeño puede
llevar a la consideración clara y concreta de lo grande, nunca dejo un término vago
en que la mente se sienta un poco desplazada del estudio. Utilizo siempre, como
ustedes habrán podido comprobar, algunas pequeñas anécdotas o experiencias
que situadas en el centro de grandes y pequeños razonamientos, permiten
obtener una mejor visión o perspectiva de lo dicho o estudiado. Este proceso, lo
he seguido, hablando de mi Ashrama, del mundo dévico, del Devachán, etc. Este
estudio ofrece por sus características, muchas dificultades en el orden anecdótico,
habida cuenta la enorme cantidad de factores que intervienen en la ordenación
kármica de la vida de un ser humano.
Cuando les hablaba anteriormente de la vinculación kármica con mi
Maestro, con quien es ahora mi Maestro, y que a través de vidas y muertes, “se
cruzó muchas veces en mi camino o destino de perfección”, les estoy brindando el
más claro indicio de la acción del Karma, a través del tiempo y de la sucesión de
las edades.
Recuerdo muy vivamente la Atlántida, Grecia y Egipto. En India viví poco,
kármicamente hablando, pero sé con toda certeza que la India me espera para
culminar en ella una gloriosa fase de mi destino kármico. No sé cuando será ni me
importa, pero estoy seguro de ello. Lo que allí haré y cómo desenvolveré allí la
actividad jerárquica de la que yo ahora empiezo a ocuparme, tampoco me importa,
pero soy testigo de una Jerarquía Planetaria en funciones y de que pienso, vivo y
trabajo para ella.
Cada unos de ustedes “recordará en su debido tiempo el origen kármico de
muchas vinculaciones” que ahora les parecen extrañas y hasta contradictorias, por
la tremenda confusión del mundo astral que nos envuelve. Pero, llegará un
momento cumbre en la vida de cada cual en que serán conscientes del valor de
los hechos kármicos que se producen y de que el hecho mismo de haber
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establecido contacto con el Maestro y con los compañeros de grupo en el
Ashrama, nos habla de una Ley que se cumple en el tiempo y aún a pesar del
tiempo. Pueden variar los marcos, las épocas y las situaciones, pero llegará una
vida en la que ÉL aparecerá claro y radiante a nuestra vista, y desde entonces
empezará a alborear para cada uno de nosotros “el destino de una vida superior
en la que Karma y sus Leyes” adoptarán un significado mucho más profundo y
mucho más espiritual o impersonal que hasta aquí lo hemos venido considerando.
Recuerdo, sin confusión alguna, que el Karma que me une a mi Maestro y a
R... mi gran amigo hindú, nació precisamente antes que Lemuria viniese a la
existencia. Les estoy hablando pues no de miles, sino de millones de años. Pero
les digo también que el tiempo no tiene importancia alguna, cuando se analiza la
acción de los distintos acontecimientos con una visión orientada hacia “la gran
Memoria Cósmica” o “Archivos Akásicos” a los que se refieren los tratados
esotéricos conocidos por muchos de ustedes.
Utilizando el Antakarana, este hilo sutilísimo de luz creado entre la
conciencia inferior y la superior o causal, los acontecimientos pasados o futuros
adquieren una proyección mágica o simultánea en esta síntesis del tiempo que
llamamos “ahora”, y que es realmente de orden eterno.
Cada vez que escribo, persiguiendo una meta definida como la que tiene
hoy por objeto de hablar sobre el Karma, adopto conscientemente este género o
tipo de percepción. Así se clarifican para mí tanto el pasado como el futuro y
puedo entresacar de esta “memoria viviente de la Naturaleza” cuanto preciso para
la clarificación de mis ideas. Pero, no me entretengo en “el recreo de los
recuerdos”, que ha sido el pecado y el castigo de muchos impacientes
investigadores, sino que cierro voluntariamente mi percepción akásica una vez
finalizado el registro de hechos.
Por ello insisto en que una vida esotérica es de orden tan puro e
impersonal, aunque nos movamos en las limitaciones y estrecheces de la vida
organizada de nuestra personalidad en los tres mundos, con sus veleidades y
caprichos, esperanzas y temores, que es muy fácil mancillarla, aún cuando nos
creamos hombres espirituales y hablemos constantemente de los Maestros y de la
Jerarquía.
Analizando la vida desde este punto central de observación del “ahora
eterno”, que es una síntesis de observación, pudimos seguir, en determinada fase
de nuestra enseñanza ashrámica el destino kármico de dos vidas humanas, una
de ellas actualmente en el Devachán y la otra en encarnación física. Pudimos
seguir su rastro desde sus inicios, en una fase de vida lunar y utilizando cuerpos
animales. Me sorprendió mucho que el Karma pudiera iniciarse en unas vidas
carentes al parecer de conciencia, como en el caso de dos animales, muy
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parecidos a nuestros perros, aunque distintos en otros aspectos. El hecho de su
forma no tiene mucha importancia en el desarrollo de los hechos que intento
narrar, pero inicialmente me pareció insólito unificar Karma con inconsciencia.
Pero el Maestro me ilustró sobre este punto diciéndonos que inconsciencia es sólo
una fase de conciencia, y que el Karma de Dios, como centro y vida del Universo
lo preside y ordena todo.
Por una extraña circunstancia aquellos dos animales poseían determinados
gustos o aficiones dentro del círculo-no-se-pasa de su alma grupal, que pudimos
observar en muy dilatadas proporciones. La afinidad se debía -según dijo el
Maestro- a ciertas condiciones cuyo origen se hallaba encerrado en la propia alma
grupal, de la misma manera que ciertas afinidades químicas producen relaciones
de simpatía o de antipatía entre dos células de un mismo cuerpo. Pero, lo más
importante del hecho era su expresión exterior, sus impulsos de reunirse, de estar
juntos, pastar en compañía y de ayudarse mutuamente ante cualquier tipo de
agresividad exterior provocada por otros animales de la misma especie o de otras
especies distintas. Lo que nos interesaba era ese vínculo existente de SIMPATÍA
que parecía emanar de una fuente original común.
No pretendo, ni puedo permitirme el lujo de explicarles detalladamente
todas las incidencias kármicas de estas dos existencias afines, que pudimos
observar como un punto iluminado de referencia de nuestras investigaciones.
Comprendan también que la investigación era llevada por el propio Maestro y que
nuestra atención debía estar concentrada en sucesos importantes en el devenir de
aquellas vidas, pues no nos interesaba en modo alguno el proceso particular, sino
el estudio del proceso kármico en sí, pues, como decía el Maestro, comprender
aquel proceso que constituye el Karma es el proceso de la Vida del propio Dios
latente en todo.
De una vida instintiva animal, bajo los auspicios de un alma-grupo animal
habitante de la Luna, cuando la Luna era una viviente tierra como la nuestra, hasta
la encarnación de muchas UNIDADES de esta alma-grupo como hombres en la
tierra, después de un doloroso proceso de asimilación de experiencias kármicas,
pasaron unos lapsos de tiempo considerables. Las dos unidades de conciencia a
que nos estamos refiriendo pasaron por tremendas vicisitudes, como todos
nosotros las habremos pasado por nuestra vinculación humana con el antiguo
planeta, que hoy convertido en una esfera muerta y en permanente
desintegración, llamamos Luna. Transcurrieron muchas edades y épocas
evolutivas hasta que trazado su destino de manera más clara y definida, tuvimos
oportunidad de contemplar algunas de sus encarnaciones humanas. Al principio
pudimos verlos reunidos casi constantemente. Las primeras encarnaciones, antes
de Lemuria, y utilizando cuerpos toscos y disformes, gigantescos y pesados,
estuvieron siempre juntos. Así los vimos en la prehistoria, con un cuerpo
definidamente humano, una veces como hombre y mujer, otras del mismo sexo,
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pero siempre participando de un destino kármico muy parecido. Perdimos su
rastro, pues lo que el Maestro intentaba, era hacernos penetrar en el Misterio
oculto del Karma y del origen secreto de todas las relaciones kármicas de la vida,
hasta una época en la que juntos como marido y mujer, al principio de la era
atlante vivieron en las planicies de Yucatán. Más tarde los vimos como hermanos
en Egipto, hijos de una familia principal, pero en una época al parecer muy alejada
todavía de la de los Faraones de las primeras dinastías.
Recuerdo que en una de sus encarnaciones los vimos otra vez como
marido y mujer, aunque con el sexo invertido de acuerdo con otra encarnación
anterior, en un lugar que según el mapa mundial que el Maestro hacía desfilar por
nuestra imaginación para situar nuestra conciencia en la exactitud de los hechos,
correspondía a Rusia, aunque nada externo, es decir, lo que conocemos de este
país, tenía aparente relación con lo que estábamos presenciando. Rusia, un país
frío, sobre todo en la región del mapa mental del Maestro correspondiente a
Siberia, aparecía en el registro akásico como un país tropical, con gigantescas
palmeras, vegetación lujuriante y unas especies animales muy parecidas a las que
corrientemente, viven en los países muy cálidos del planeta...
La última encarnación de estos dos seres, a la que accedimos por voluntad
del Maestro se hallaba muy cerca de nuestra era actual, en un rincón de Francia y
en la época de Carlomagno, es decir, unos 750 años después de Jesucristo,
según el cómputo cristiano. Otra vez como marido y mujer los vimos
estrechamente unidos y compenetrados como siempre, llevando con sus hijos,
una existencia muy humilde y con escasos relieves desde el punto de vista del
orden social.
Perdimos después su rastro hasta llegar a nuestro tiempo actual. Uno de
estos dos seres se halla encarnado en Norteamérica, ocupando un lugar social
relevante en el mundo de las letras. El otro se halla descansando todavía en el
Devachán y por los síntomas observados alrededor de la esfera devachánica
envolvente, su proceso de reencarnación no está muy lejano...
Como habrán ustedes observado, el proceso evolutivo de estas dos almas
ha sido seguido sin atenernos a un orden cronológico o regular del tiempo, debido
a que resultaría imposible aunque fuese solamente, con una mera indicación o con
un simple indicio SEGUIR LA TOTALIDAD de este proceso, que llenaría páginas y
más páginas debido a lo extensísimo del trayecto kármico.
Lo único que se ha intentado es marcar ciertas pautas, en orden a la idea
básica del Karma. Muchos de los vacíos observados o aparente falta de
continuidad de esta idea en ciertos aspectos, deberán lógicamente ser llenados
por la atenta observación y estudio de ustedes mismos. Tendrán que acudir por
tanto, al recurso de la intuición y al empleo de la ley de analogía, para aclarar
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convenientemente sus ideas, en torno a lo hasta aquí expuesto.
Conclusión
Después de considerar el proceso de estas dos vidas, kármicamente
enlazadas desde etapas tan lejanas, pueden formularse las siguientes preguntas:
1) ¿Es que todo el proceso kármico de la vida es igual, o sea, el enlace de
egos o de grupos de egos, desde un buen principio de los tiempos?
2) ¿Por qué han sido escogidos estas dos almas mencionadas para dar
una idea de lo que significa el Karma dentro de la vida humana?
3) ¿Hay alguna razón especial para ello? ¿Resuelve lo dicho hasta aquí la
profunda y angustiosa interrogante de quién soy, de dónde vengo y
adónde voy? ¿Tiene algún significado para nosotros la resolución de
este terrible misterio?.
Estas y otras preguntas más podrían ser formuladas, pues la capacidad del
hombre de avanzar hacia adelante y hacia arriba está enraizada en el estímulo
creador de toda posible interrogante, pues, tal como decía Cristo: “Llamad y se os
abrirá”, “Pedid y se os dará”. La base misma de la evolución se halla implícita en
toda su majestad y en todo su poder en la capacidad augusta de llamar a la puerta
(de los misterios) y de pedir alimento (espiritual), es decir, preguntar
constantemente el origen de las cosas y de uno mismo.
No, no hay una razón especial en haber escogido estas dos almas para
corroborar gráficamente el alcance singular de la idea. Desde el plano causal y
observando analíticamente el proceso kármico de cualquier ser humano, se le ve
ordinariamente y desde un buen principio enlazado con otra alma por ley de
misteriosa afinidad, cuya fuente es eterna, y sólo en la esplendente vida de la
Mónada, o Espíritu Puro, puede ser plenamente comprendida, pero utilizando
como siempre la analogía, y observando los organismos unicelulares de las
primitivas corrientes de vida y su paulatina escisión o división en dos partes
iguales, podrían hallar un punto céntrico de referencia. La afinidad química nos da
más adelante otra clave de este proceso, tal como anteriormente he señalado.
Pero, ateniéndonos a la pregunta principal, yo diría que algo parecido a la escisión
del UNO en DOS, y posteriormente del DOS en TRES, que dan origen al principio
mismo de la evolución desde sus fuentes cósmicas, para seguir adelante con el
SIETE, el DIEZ y el DOCE, se realiza en las fuentes originales de la vida humana.
Pues, una unidad de vida partida en dos, llevará prendida siempre en cada una de
las dos partículas el sello íntimo de aquella unidad primaria que ambas
constituían. El principio mismo del Karma como ley y como principio de evolución
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se inicia pues en el UNO, que se escinde en dos, representando cada una de las
partes divididas el sello o impronta del Espíritu o de la Materia. Por ello la función
del Karma a través del tiempo es unificar Espíritu y Materia, el dos se resolverá en
UNO, una fase evolutiva del Universo habrá terminado y otra fase praláyica de
descanso cósmico se iniciará, dejando el karma en suspenso, teñido el éter con el
color de sí mismo a la expectante espera de un nuevo período de actividad. Esto
puede parecer muy abstruso y complicado, pero no lo es, si ejercitan ustedes la
analogía en sus discernimientos.
El hecho de que ambas partes surgidas de un universo macrocelular con
uno en funciones y resuelto ulteriormente en dos por analogía del proceso
macrocósmico, no sigan idéntica trayectoria dentro del dilatado esquema
evolutivo, se debe al hecho mismo de tendencias primarias y a la diversificación
de experiencias, como en el caso reseñado de dos almas en evolución distinta,
pero unidas por un lazo más fuerte que el tejido por los hilos del tiempo. Las dos
almas aludidas, si bien no fueron escogidas al azar, pues el azar no existe para el
esoterista, representan al menos o simbolizan, parte de un proceso que si no es
enteramente igual para todas las almas, sí es muy semejante en líneas generales.
Tenemos por otra parte, que la tendencia de los seres humanos hacia su
Arquetipo superior, el Ángel Solar, o sea, este infinito anhelo de reconstruir la
unidad esencial de que formaban parte es una expresión de la ley misma de la
evolución. El proceso de la iniciación que a través de las distintas purificaciones
conduce a esta unidad, viene marcado por períodos muy definidos en que el
principio masculino y el principio femenino consustanciales en todo ser humano,
llegan un día a unificarse dentro de un ser andrógino capaz de crear desde el
fondo de sí mismo todo cuanto el poder creador de la Mente divina es capaz de
inspirarle. Siguiendo el proceso hasta sus últimas consecuencias en orden a
nuestra comprensión humana, vemos dentro de nuestra más dilatada perspectiva
la tarea creadora que se halla al final de todo proceso evolutivo: la reproducción
de nuevos Universos pues, si somos realmente conscientes, apreciamos que el
Espíritu Creador y la Materia Virgen del Espacio, más la experiencia resultante del
proceso evolutivo en un Universo anterior son en realidad una Unidad
indescriptible que se escindirá perpetuamente en dos, para llenar el marco
insondable del espacio absoluto de nuevos, más variados y perfectos universos.
Comprendan también que pasar de ahí sería querer hurgar en las
nebulosidades indescriptibles del Misterio. Queda no obstante algo aclarada la
triple pregunta que se formula todo verdadero investigador de las leyes de la Vida:
¿Quién soy? ¿de dónde vengo? ¿a dónde voy? La analogía debe hacer el resto.
No hay que esperar conclusiones concretas en torno a algo tan sutilísimo como es
el principio o raíz de nosotros mismos y la ley de karma que ajusta
constantemente a través del principio de Causa y Efecto, todas las posibles
situaciones, pero si perseveramos en el intento y no nos dejamos impresionar por
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la grandiosidad de ciertas revelaciones y seguimos adelante con la mente y el
corazón intrépidos hacia la meta presentida, adquiriremos una medida de gozo
desconocida que nos compensará con creces de la inquietud y del tormento de
toda sincera y potente búsqueda.
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CAPÍTULO IX
EL HOMBRE EN EL DEVACHÁN
La ley periódica de los ciclos
Durante algún tiempo fuimos aleccionados sobre la actividad de la Ley
Cíclica de la Naturaleza, o ley de ciclos, tal como corrientemente se la define. Esta
ley se refiere, esotéricamente comprendida, al Aliento de Dios, a Su respiración
vital cuyo flujo y reflujo, es decir, inhalación, exhalación y sus intervalos o pausas
naturales, producen la vida del Universo y de todo cuanto “en él vive, se mueve y
tiene el ser”. El orden de los ciclos es regular y periódico y tiene su recorrido o
campo de expansión en forma circular, de ahí la esfericidad del conjunto universal,
desde el átomo hasta el sol, modelado y sostenido por el Aliento de Dios. Circular
y periódica es también por analogía, toda actividad realizada en el interior de esta
vastísima esfera del Universo.
Durante el proceso de enseñanza acerca de la Ley de Ciclos, que abarcaba
extremos tan importantes como la actividad cíclica y periódica de los Siete Rayos,
el estudio de las Constelaciones siderales, la estructuración del Plan de evolución
planetaria por parte de la Jerarquía, la misión específica de los Ángeles Solares, la
proyección sobre nuestro planeta de potentísimas radiaciones y energías
procedentes de otros Universos, de otros planetas del Sistema, de otras estrellas y
aún de otras galaxias, el significado específico de aquel estado de conciencia que
los esoteristas denominan Devachán, el estudio de las leyes soberanas que rigen
el proceso de la vida y de la muerte, de luz y sombra, de día y noche, de muerte y
nacimiento, y aún el contacto fugaz aunque intensamente profundo con la obra
reguladora de la Ley de Causa y Efecto por parte de AQUELLAS gloriosas y al
propio tiempo misteriosas ENTIDADES CÓSMICAS, conocidas bajo el nombre de
“LOS SEÑORES DEL KARMA”, etc., tuvimos oportunidad de ponernos en
contacto con la obra divina en diferentes centros de actividad y en distintas
dimensiones. Este proceso de enseñanza, novísimo en lo que al entrenamiento
espiritual del discípulo se refiere, tuvo su consecuencia inmediata en nuestras
existencias físicas y muy definidamente en el ritmo de nuestras respiraciones.
Estas se hacían cada vez “más automáticas”, aplicando aquí una expresión muy
concreta, pues, reproducíamos espontáneamente en nuestras vidas muchos de
los aspectos rítmicos y cíclicos que espiritualmente estábamos estudiando.
Aprendíamos de hecho a respirar según el ritmo cíclico de la Naturaleza entera.
Durante el período solar cotidiano la respiración era más profunda y sostenida;
asimismo se hacían más prolongados los intervalos entre inhalación y exhalación;
durante los crepúsculos matutino y vespertino, la respiración se hacía dulce,
reposada y apacible siendo menores los intervalos. Esta nueva fase de nuestra
función respiratoria vino a nosotros, tal como he dicho anteriormente, en forma
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
espontánea, sin necesidad de practicar ningún género de yoga, como la expresión
natural del reconocimiento interno de una Ley que antaño había pasado casi
desapercibida ante nuestras percepciones.
Las consecuencias de este nuevo proceso de respiración fueron evidentes
desde un principio; mejor circulación de la corriente sanguínea, más profunda
concentración mental y un más elevado poder coordinador de las ideas y de las
emociones. Nos dimos cuenta entonces del aspecto práctico del reconocimiento
interno de ciertas verdades espirituales, así como de la efectividad de las leyes
divinas operando sobre la naturaleza humana cuando esta naturaleza encarnada
dentro de unos vehículos periódicos de manifestación, deja de ofrecer resistencia
al sagrado impulso de la Gran Ley Reguladora de los Ciclos. El hombre no respira
lógicamente porque tal es su voluntad, sino porque a ello le obliga, como base de
toda su posible evolución, la Ley universal de los Ciclos, o de Respiración del
Señor del Universo.
Cuando el hombre es tremendamente instintivo y egoísta, no puede respirar
correctamente porque las corrientes mentales y emocionales que pone en
actividad crean una barrera de resistencia a los efectos renovadores y
purificadores de la ley cíclica natural. Un hombre sereno, apacible y altruista
respira más amplia, profunda y adecuadamente, porque no ofrece tanta
resistencia, aún dentro de sus limitaciones kármicas, a la ley ordenadora de los
ciclos. Pero cuando el hombre es profundamente investigador, como debe serlo
todo verdadero aspirante espiritual, y rebasa cierta medida en el orden interno
ajustándose a determinadas reglas espirituales y sociales, sabe entonces de las
delicias del correcto respirar. Sin que se aperciba de ello deja su albedrío en
manos de las Fuerzas creadoras de la Naturaleza y permite que la Ley de los
Ciclos, sabiamente dirigida por los Señores del Karma, lo modele según
Arquetipos humanos de orden superior.
La ley de los ciclos y el Devachán
¿Qué es exactamente el Devachán? El Devachán es un estado peculiar de
conciencia del ser humano que se desarrolla durante aquella pausa o intervalo de
descanso comprendido entre dos existencias terrestres; viene a ser como una
amplia y esplendente avenida que se extiende desde el proceso de la muerte
hacia la de un nuevo nacimiento, llenando la visión y la vida del hombre “con
risueñas perspectivas bordadas con crepúsculos de ensueño”. Evidentemente las
delicias de aquel estado de conciencia no pueden ser analizadas a través de la
mente intelectual, sino que hay que elevarse al nivel de la más selecta y exaltada
ideación, y aún así habría que contar siempre con la desventaja que supone el
tener que utilizar aquellos materiales, frecuentemente burdos, con los que nuestra
imaginación trata de reflejar las visiones espirituales superiores.
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
Ahora bien, las características del Devachán son análogas, aún dentro de la
limitación de la conciencia del hombre, a las de aquel estado de conciencia divina
que los esoteristas denominan “GRAN PRALAYA”. El Gran Pralaya es un inmenso
período de soledad, logoica eternamente indescriptible para nosotros, que se
extiende desde el fin de un universo hasta el nacimiento de otro; es un intervalo
natural o pausa obligada de descanso entre dos activas respiraciones solares. La
analogía entre el macrocosmos y el microcosmos es aquí, como en todos los
casos perfecta, y estudiando ciertos aspectos definidos del Devachán tal como
trataremos de hacerlo, tendremos quizás una vislumbre de lo que ocurre dentro de
la Conciencia divina durante el desarrollo del indescriptible sueño praláyico en el
que “...BRAMA DUERME... DESPUÉS DE UN ACTIVO DÍA UNIVERSAL”, frase
védica que expresa en forma simbólica una de las grandes verdades universales
que debe aprender el discípulo en entrenamiento iniciático.
La enseñanza religiosa occidental profundamente marcada por el sello del
Cristianismo, le asigna al Devachán el nombre de “CIELO”. Lo considera “una
lugar de paz”, armonía y seguridad absolutas, en donde entra el hombre bueno
después del proceso de la muerte…, como premio a su conducta correcta en
vida..., ángeles y serafines velan por él para siempre jamás... El cielo cristiano
tiene, en todo caso, un carácter muy limitado ya que sólo pueden penetrar en el
Cielo, los que fueron buenos en vida y se ajustaron íntegramente a las
enseñanzas religiosas del Cristianismo. Los demás hombres -y Uds., estarán de
acuerdo conmigo que la mayor parte de la humanidad- queda automáticamente
excluida de aquel lugar de delicias, colmándose con este limitado concepto
religioso la más estúpida y al propio tiempo más injusta arbitrariedad con respecto
al ser humano, evidenciándose por otra parte cuán poco profundamente han sido
escrutados los Misterios de la Divinidad -rebosante siempre de infinita Compasión
y Sabiduría-, tal como subyacen en lo profundo y esotérico del verdadero
Cristianismo. Hay que puntualizar ante todo, que el Devachán o cielo, -si Uds.
prefieren este nombre- “no es un lugar”, sino una “estado de conciencia”. Nuestros
hermanos orientales, más profundamente escrutadores de las leyes soberanas
que regulan la vida, que lo hemos sido quizás nosotros, entendieron desde la más
remota antigüedad que el proceso de la vida y de la muerte y los intervalos entre
existencias terrestres, estaban relacionados con la Respiración divina, formando
parte consubstancial de aquélla y reflejando en todo momento aquel sagrado
impulso vital que crea, vivifica y sostiene los Universos. El Devachán es pues,
“algo viviente”, es un estado de conciencia creado, vivificado y sostenido por el
hombre después de haber pasado por el trance de la muerte física y de haberse
liberado del aspecto grosero de sus vehículos más sutiles, astral y mental. Una
vez que ha restituido el hombre a la Naturaleza aquella materia con la que
“místicamente se envolvió” y con la cual creó sus cuerpos de manifestación, y una
vez que se ha desprendido de todas sus ataduras mentales, astrales y etéricas
provenientes de la apariencia física que tenía en el mundo, cumplido “un ciclo de
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actividad” entra paulatinamente en un ciclo de reposo, si es que puede llamarse
“reposo” a aquella misteriosa y dinámica actividad que surge esplendente y sin
esfuerzo alguno de lo profundo del ser humano, una vez que se ha liberado éste
de los últimos vestigios de materia “animalizada” que lo encadenan a la tierra y del
recuerdo vivo de su última existencia kármica.
El Devachán se halla ubicado en determinado estrato o nivel del Plano
mental. La materia sutil que lo condiciona es de tal naturaleza que le permiten al
ser humano convertir en realidad cualquier deseo, aspiración o pensamiento
formulados o sustentados. Existe una exteriorización o proyección constante de
los elementos más sutiles que promueve el deseo, pues en el Devachán pensar,
desear, o idear, son sinónimos de “vivir” y en el carácter especial de esta vivencia
se halla implícita la maravilla permanente del proceso evolutivo del reino humano.
Ahora bien, lo que el hombre desea, proyecta, piensa y vive en el Devachán
son precisamente todos aquellos hechos, experiencias, situaciones y
circunstancias que no pudieron ser exteriorizadas o actualizadas en el plano físico
durante la existencia terrestre.
El Devachán es, pues, el plano de la consumación total de los mejores
anhelos del hombre, los que motivaron vacíos en su existencia o que le sumieron
en profundas inquietudes y aflicciones. El Devachán es en realidad un verdadero
Cielo, pero no de eterna y pasiva contemplación, sino de la más dinámica
actividad y realización creadora. En el Devachán se amplía hasta el infinito la
potencialidad del deseo humano y del centro vital del mismo, fecundizado por la
facultad creadora del propio Dios, extrae el hombre aquel poder infinito que lo
eleva a las más exaltadas cumbres y a las más esplendentes situaciones.
Colocado el hombre en el centro vital de sí mismo, sin limitación alguna de
sus capacidades creadoras innatas, empieza a vivir por anticipado la gloria de la
Liberación. En el Devachán el Karma no le afecta al ser humano. Vive allí una vida
muy parecida a la de los Devas, aunque en otra forma, pero la analogía es
perfecta en el sentido de que no existe esfuerzo alguno por parte del hombre.
Liberado de la necesidad kármica, aunque sea solamente con carácter temporal,
vive el ser humano más cerca de sí mismo y de la Gracia divina que jamás lo
estuvo anteriormente. En el Devachán se halla su Gloria inmediata, el máximo
poder a su alcance y el punto más elevado de su unión y contacto con el Ser
supremo.
Visto el Devachán humano dentro de los inmensos e indescriptibles
confines del plano mental, aparece como una esfera luminosa de distintas
dimensiones y diferente colorido. En el interior de esta esfera un punto más
brillante todavía indica el centro de conciencia. Este centro enlazado místicamente
con el Ángel Solar, contiene la garantía de lo esencial y el poder creador que
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promueve todas las situaciones devachánicas y es archivo de las experiencias de
consumación, base de toda posible evolución futura.
El Devachán ofrece así una perspectiva de vida intensa, vigorosa y
palpitante. Tiene una riqueza de matices imposible de describir, por la intensidad
de los sentimientos con que son adornadas las “escenas devachánicas” creadas
por la conciencia humana en proceso de consumación.
Entrenamiento Devachánico
La entrada en el ámbito o esfera donde se realizan tales escenas y se
crean aquellas situaciones, exige una silenciación total de todas sus
particularidades personales por parte del investigador y, singularmente, un gran
control mental y emocional a fin de no perturbar la “actividad liberadora” de las
energías mentales y psíquicas que se realiza en el mundo devachánico. De la
misma manera que un globo de aire se deshincha bajo la punzante presión de una
aguja, así la esfera devachánica perdería todo su aire de purificadora integridad si
cualquier intruso lograra penetrar en la intimidad de aquella radiante esfera creada
por la intensidad de los deseos y por el ansia inefable de liberarse de los mismos.
De ahí pues, que antes de realizar la experiencia devachánica, algunos de cuyos
detalles tendré mucho gusto en relatarles tuvimos que someternos a una rigurosa
disciplina mental y emocional. Alguno de estos procesos internos consistía en la
representación de “cuadros mentales” extremadamente divertidos unos,
profundamente dolorosos otros, que el Maestro hacía desfilar por nuestra
imaginación pero que aparecían con más fuerza de realidad que los propios
acontecimientos del plano físico. El objetivo era lograr la “impasibilidad” perfecta
ante cada uno de los cuadros o escenas mentales que el Maestro producía y
proyectaba sobre nuestro cuerpo mental. Confieso que reí y lloré mucho y que se
avivó extraordinariamente mi curiosidad ante una interesante escena truncada en
su fase de mayor interés, antes de que el Maestro me considerara apto para
emprender la gran experiencia del Devachán. Supongo que lo mismo les ocurriría,
más o menos acentuadamente, a mis hermanos de grupo. Pero, como Uds.
comprenderán, para aquello estábamos allí, para aprender a gobernar nuestros
impulsos y nuestras emociones personales y situarnos cada vez más seguros de
nosotros mismos, ante una serie de hechos que exigirán de nuestra parte la más
completa impasibilidad y la más exquisita de las discreciones.
Las experiencias devachánicas empezaron unos meses después del inicio
del entrenamiento especial al que habíamos sido sometidos. El Maestro, afable,
infatigable e indescriptiblemente paciente, nos fue aleccionando sobre bases
seguras de control de nosotros mismos en los planos sutiles, antes de
considerarnos preparados para emprender la gran aventura del Devachán. Las
experiencias se basaron siempre teniendo como centro de partida nuestro
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Ashrama y guiados constantemente por el Maestro en cada una de las
“incursiones devachánicas”. La experiencia en sí tenía un carácter realmente
excitante, pues se trataba de ver al hombre tal como realmente era en su vida
oculta, en su verdadera intimidad, en aquella vida profundamente secreta y
recatada que está en la raíz de todos sus sueños, anhelos y aspiraciones. Y el
resultado de nuestro contacto con el mundo devachánico, con el Cielo soñado y
presentido por todos y cada uno de los seres humanos, fue positivamente
aleccionador.
Experiencias en el Devachán
Voy a iniciar seguidamente el relato de algunas experiencias devachánicas
pero, antes de hacerlo quisiera hacer resaltar que ellas expresan únicamente
escenas o cuadros mentales captados en un momento cíclico determinado, el de
nuestra percepción en este caso. El proceso devachánico de cualquier ser
humano puede estar lleno de muchas de estas escenas vivientes, que no son sino
expresiones de los deseos, sueños y aspiraciones que no pudieron ser
debidamente cumplidos ni realizados durante el proceso kármico de la vida física.
Debo hacer resaltar también que aunque cito la “edad” aparente de algunas
de las personas que fueron contactadas en el Devachán, no quiero significar con
ello que la “edad” tenga importancia alguna en este plano. Entiendan Uds. que en
el Devachán la “edad” es fabricada por la mente, sutilmente conectada todavía con
el aspecto tiempo y siguiendo el trazado de la memoria viva de un hecho particular
o de una época claramente definida, evocada del depósito vital de las memorias
humanas que por sus características especiales contienen un claro y potente
estímulo para el hombre. Tales potentes estímulos evocan a la par la facultad
creadora del ser humano que subyace potencialmente en la raíz de cada uno de
sus sueños y aspiraciones.
Nuestra primera experiencia devachánica tuvo como punto de confluencia
la pequeña esfera mental de un hombre primitivo, de un salvaje del África
ecuatorial. Toda su actividad dentro de la reducida esfera de sus sueños se
circunscribía a la caza, a la pesca, a una vida al parecer muy solitaria en el interior
de la selva pero, cosa curiosa, cuando cazaba o cuando se dedicaba a la pesca lo
hacía con una habilidad realmente extraordinaria. Esta evidente capacidad o
habilidad era, al parecer, uno de sus más queridos sueños, uno de los intensos
deseos que en la acción mental de aquella escena estaba consumando. No había
mujer alguna ni tampoco otros salvajes en los confines de sus sueños, aquel
hombre primitivo aparecía completamente solo, en el interior de su íntima
conciencia se revelaba en aquellos momentos “algo” que realmente constituyó un
verdadero y auténtico deseo apremiante de su vida pasada, un potente sueño que
él “revivía” ahora dentro del marco de su conciencia con los más excitantes y vivos
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aspectos de realidad. La Ley cíclica, ordenadora de todo el proceso de lo creado,
se extendía frente a él como una panorámica de lo que siempre intentó vivir o
realizar sin poder conseguirlo plenamente. Estaba pues “consumando sus
deseos”, liberando el caudal de energía de sus sueños, lo cual le permitiría volver
en un futuro no muy lejano, dado lo reducido de su esfera devachánica, al plano
de la existencia física con otra clase de sueños y deseos, los verdaderos
promotores de la evolución de la entidad humana.
Otra esfera devachánica en la que el Maestro nos invitó a penetrar entre
otras varias, fue la de un hombre que en la panorámica de sus sueños aparecía
como persona muy activa, que rápidamente marchaba por las calles, entraba de
vez en cuando en alguna taberna, bebía allí, salía de nuevo y entraba finalmente
en una casa en donde le esperaba una joven muy agraciada que le abrazaba y
seguidamente le ofrecía de comer y beber, pero sin dejar nunca de acariciarle
tiernamente y de colmarle de atenciones. El lugar, o marco, de aquel cuadro
viviente, muchas veces repetido con diversas variantes, era muy parecido al de
aquellas ciudades inglesas que nos describe Carlos Dickens en algunas de sus
novelas, la fecha orientativa de las escenas y de las personas que salían a relucir
en la pantalla de los sueños de aquel hombre, cuya edad parecía como de
cuarenta y tres años, era quizás de últimos del siglo XVII o a principios del XVIII.
Iba elegantísimo y al propio tiempo estrafalariamente vestido a diferencia de la
humildad con que iban vestidas las demás personas que se manifestaban en su
cuadro devachánico, incluida aquella joven que constituía al parecer el centro focal
y objetivo final de todo el proceso de ideación o de proyección de cada uno de los
cuadros mentales que a nosotros nos era permitido percibir.
Al llegar al Ashrama, es decir, al hacer conciencia del Ashrama después de
sustraernos a la conciencia del Devachán, nos permitió ver al Maestro a través de
la luz astral que se filtraba de los archivos akásicos, o memoria eterna de la
Naturaleza, el cuadro verdadero de lo que fue la vida de aquel hombre. Aparecía
en primer lugar como un vagabundo, vestido de andrajos y por añadidura cojo,
que pedía limosna por las calles de aquella ciudad anteriormente reseñada y que
no variaba en mucho respecto al cuadro devachánico que habíamos presenciado.
Veíamos cómo entraba en una taberna y como le arrojaban de allí en forma
violenta porque, al parecer, no tenía con qué pagar. Lo veíamos finalmente
encaramado en lo que parecía una ventana, pero tan estrecha que más que
ventana rendija parecía de una muy triste y mísera vivienda, contemplando desde
allí otra casa a través de cuya ventana podíamos ver a una agraciada joven, no
tan agraciada aunque sí muy parecida a la del sueño devachánico, que iba y venía
realizando faenas propias del hogar y deteniéndose de vez en cuando para
abrazar o acariciar dulcemente a un hombre sentado ante una mesa, y que al
parecer era su marido. Tenían entonces una lógica explicación las escenas que se
reproducían casi sin interrupción y con muy escasas variantes, en el interior de
aquella esfera devachánica en la que el hombre en cuestión hilvanaba con los
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materiales de aquello que nunca pudo tener ni alcanzar; ligereza en el andar,
vestidos decentes, contacto de amistad con los demás, dinero con que pagar
alguna módica bebida en algún momento de soledad, angustia o sufrimiento, y
singularmente la ternura de una mujer amorosa que le acariciaba en sus
momentos de profunda soledad y solitaria tristeza. Aquí también, la ley ordenadora
de los ciclos se revelaba con idéntica potencia que en el caso del salvaje, variaban
únicamente los decorados, estos decorados siempre mejores que los corrientes,
que la mente fabrica con la materia etérica de los sueños y de la intensidad de los
deseos. La esfera de tales sueños, de estos sueños de consumación devachánica
era, en este caso concreto, mucho mayor que en el caso anterior, pero el proceso
de ordenación era el mismo e idéntica la finalidad: consumar un ciclo de fuerza
engendrado por el deseo y abrir otro de tipo superior, más noble y elevado, que
debería abrir una nueva avenida natural para otra oportunidad de existencia
humana.
Otra esfera devachánica en la que pudimos penetrar, singularmente
interesante desde el punto de vista de la imaginación creadora, por la profusión de
elegancia, belleza y colorido, fue la que había fabricado con la potencialidad de
sus deseos y sentimientos una dama que, por los elegantes vestidos con que se
adornaba y por el conjunto ambiental que la rodeaba, nos dio inmediatamente la
impresión de que no hacía demasiados años que había dejado el cuerpo físico.
Todo en aquel mundo de doradas ilusiones denotaba exquisita belleza y una
profunda sensibilidad que penetraba, por así decirlo, en nuestro ánimo y nos hacía
participar así directamente de los “sueños” de aquella dama. Lo que más nos
llamó la atención dentro de aquel extraordinario cúmulo de ilusiones devachánicas
pero que aparecía ante nosotros como un cuadro de la más viva realidad, fue un
joven sentado ante un magnífico piano de estos llamados de cola del cual extraía
delicadísimas notas. El piano se hallaba situado en el centro de un gran salón
lleno de espejos y de cortinajes encarnados que aparecía repleto de personas de
ambos sexos muy elegantemente vestidos y que parecían estar deliciosamente
embebidos en la audición del recital del joven pianista. Las paredes estaban
decoradas con profusión de hermosos cuadros. Sus marcos dorados daban una
nota de exquisito relieve a aquellos cuadros que parecían pintados al óleo aunque
con tales tintes de realidad que no parecía sino que las personas e imágenes que
representaban estuviesen vivas en el interior de sus marcos respectivos. En otra
fase de nuestro contacto con aquel sueño devachánico, acompañando siempre a
aquella dama, que no sólo aparecía elegantísimamente vestida y con valiosas
joyas, sino que era extraordinariamente bella (el sueño dorado de toda mujer),
entramos en otro salón decorado de distinta manera que el anterior; el conjunto
aparecía aquí de un delicado color azul guardando una exquisita armonía cada
uno de los objetos allí representados: cortinajes, cuadros, jarros de porcelana,
figuritas de marfil, de mármol o de alabastro. A través de unos grandes ventanales
se distinguía un frondoso y exuberante jardín lleno de flores de distintos y
delicados matices. No dejé de preguntarme hasta dónde puede llegar la
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
imaginación del ser humano insuflado, como el de aquella dama, de los atributos
creadores de la divinidad. La esfera en la que se “movía” era extraordinariamente
extensa, el ámbito cíclico que “recorría” llevada del impulso creador de sus sueños
e ideaciones tenía un colorido y dimensión admirables, todo parecía indicar, dada
la profusión de imágenes y situaciones y el prolongado radio que condicionaba
esa esfera devachánica, que aquella existencia ideal perduraría todavía mucho, ya
que el tiempo es el aliado de la consumación kármica y era precisamente lo que
aquella dama estaba realizando en lo íntimo de su conciencia: consumando sus
deseos en la forma más sublime e idealizada a su alcance. Por otra parte ella
aparecía en el centro mágico de toda su esfera devachánica como un alma
extraordinariamente sensible, pura y altamente evolucionada. Consciente de esta
realidad y queriendo profundizar esotéricamente en el devenir de aquella
existencia devachánica, al “tomar conciencia de nuestro Ashrama” le preguntamos
al Maestro cómo era posible que un alma tan exquisita y armónicamente
desarrollada como parecía ser aquella dama estuviese encerrada en aquel
ambiente devachánico, exquisitamente delicioso y hasta sublime, pero un sueño al
fin, creado con los elementos del deseo. Vean Uds., por favor la respuesta del
Maestro:
La vida es sueño
(CALDERÓN DE LA BARCA)
Toda vida es un sueño, amigos míos. El Universo, si pudierais alcanzar a
comprenderlo, es también un sueño, el sueño del propio Dios. El despertar de este
sueño -tras la desaparición de un Universo objetivo- es la apertura de otro sueño,
pero mucho más vivo todavía que el que dio vida al Universo anterior, en las
indescriptibles oquedades del Gran Pralaya. Respecto al hombre, el despertar del
sueño “de la existencia física” tras el fenómeno de la muerte origina el Devachán,
el Cielo infinito e ilimitado de los sueños que no pudieron ser cumplimentados en
la vida terrestre. El mundo del Devachán, creado con la sustancia de los mejores y
más exaltados sueños del hombre, tiene más profunda realidad que el mundo
físico, porque son más nobles y permanentes los materiales empleados en la
confección de los mismos y es más extensa y más perfecta la perspectiva o
espacio en donde tales sueños se materializan. Ahora bien, debéis tener presente
en todo momento, ya que ello redundará en una comprensión más perfecta del
verdadero significado del Devachán en el proceso evolutivo del hombre, que a una
mayor intensidad y pureza de los sueños o de los deseos que los hacen posibles,
corresponde un ciclo menor de “recorrido devachánico”, una menor extensión en
el tiempo, si es que puedo emplear esta locución para determinar un lugar que por
sus características “está más allá y por encima del concepto tiempo”, tal como
corrientemente es entendido. Quiero significaros con estas palabras uno de los
principios que concurren en la expresión del Devachán: la intensidad de un sueño
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es el factor de una más rápida consumación.
En la esfera devachánica de una persona primitiva se produce idéntico
efecto aunque por causa distinta, esta causa es lo reducido de la esfera en donde
se exteriorizan sus capacidades de ideación y la limitada calidad de los deseos,
orientados principalmente a la satisfacción de las apremiantes necesidades
inmediatas.
Influye asimismo en el proceso devachánico la “edad” que tenía una
persona cuando dejó el cuerpo físico. La razón es obvia y os será muy fácil
comprenderlo. Una existencia física muy prolongada sitúa ante la percepción y
consideración de una persona una mayor cantidad de cosas, de hechos y
experiencias”, es decir, una mayor cantidad de estímulos e incentivos del deseo, y
si esta persona es de tipo muy corriente, lo cual quiere significar que no ha
establecido contacto todavía con los aspectos superiores o espirituales de la vida,
crea dentro de su conciencia un ciclo o recorrido de deseos inconsumados mucho
mayor que el de otro hombre que hubiese henchido su vida de más nobles y puros
ideales.
Como dato aleccionador sobre la experiencia devachánica de aquella dama
que acabamos de contactar, debo deciros que en su existencia física no
perteneció en manera alguna a aquello que en lenguaje profano denomináis “alta
sociedad”. Por el contrario, su vida tuvo un carácter muy humilde, fue doncella de
compañía de una dama de alto linaje, pero dotada de una gran imaginación y de
una sensibilidad exquisita... siempre había soñado vivir como algo suyo aquella
vida de refinado lujo y de ética artística a la que le había predispuesto desde su
más tierna infancia, el contacto con la sociedad en la que tuvo que desenvolverse
pese a la humildad de su nacimiento. Puedo deciros sin embargo, pues esto os
aclarará el exquisito gusto con que eran creadas las imágenes de sus sueños
devachánicos, que su ética interna y la elevación de sus aspiraciones eran
extraordinariamente superiores a las de la señora a la cual por razones kármicas
se vio obligada a servir como doncella. Estas son las explicaciones del Maestro,
muy sencillas como siempre, pero que aclaraban nuestras más mínimas dudas
sobre el tema acerca del cual le habíamos interpelado.
Muy interesante fue también el caso de una monja, fallecida siendo todavía
muy joven, unos treinta años por su apariencia, rodeada de niños, sus hijos en el
Devachán, sin apenas visión mística o religiosa, cuando menos en el momento
cíclico que la estábamos observando, y en la mayoría de “cuadros mentales” que
proyectaba en el interior de su esfera devachánica nos demostró cuál había sido
“la verdadera vocación de su vida”, un hogar con esposo e hijos y no la vida
monástica o conventual que por equivocación quizás, había llevado en su
existencia terrestre.
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
Ahora bien, ¿se había realmente equivocado? ¿Quién puede juzgar los
actos de los demás y decir “esto está bien” o “esto está mal”? Regida la vida
humana por imperiosas necesidades de vida cósmica, expresada a través de la
ley periódica de los ciclos, es difícil por no decir imposible estar seguro de acertar
o de equivocarse. La mayoría de las veces lo que aparece ante nuestros ojos
como “un error” puede ser un acierto y el “acierto” aparecer a veces como un error.
Por esta razón, una de las reglas básicas del discípulo en el Ashrama es la de
“suspender el juicio” ante cualquier hecho o acontecimiento. Frente a la realidad
interna, que está más allá de los errores y de los aciertos de los mortales, la vida
se rige por la ley de la oportunidad cíclica, siendo esta oportunidad
inteligentemente manejada por los SEÑORES DEL KARMA, la que crea, ordena y
cumplimenta el destino de todos y cada uno de los seres humanos.
El Devachán de un discípulo
Siempre bajo la experta guía del Maestro fuimos penetrando en zonas cada
vez más profundas y significativas del Devachán, tomando conciencia de las
implicaciones del deseo como verdadero promotor de la evolución de todos los
reinos de la Naturaleza, ya que en la raíz de cada uno de los elementos
constitutivos de cada reino subyace siempre un Sueño de Dios. Puedo
asegurarles a Uds. que la experiencia devachánica me “marcó para siempre con
fulgores de eternidad”, ya que me fue posible percibir, siquiera fugazmente, las
indescriptibles profundidades humanas que contienen el verdadero asiento de la
manifestación de la vida. En sus aspectos más asequibles, y a medida que nos
adentrábamos por aquellas insospechadas regiones devachánicas o celestes,
vimos en su verdadera dimensión el corazón humano, participamos de sus
alegrías, de su anhelos infinitos de paz, de aquellos intensísimos deseos de
reparar mediante un sentido acto de contrición ciertas actitudes adoptadas en la
vida terrestre, de mitigar dolores o aflicciones en uno mismo y en los demás, así
como el sagrado intento de expresar plenamente en otros casos todos aquellos
aspectos de la vida anterior que no pudieron ser adecuadamente desarrollados o
totalmente satisfechos.
Profundizamos así paulatinamente en esferas de elevados ideales en
funciones de grandes sueños, así artísticos como religiosos, filosóficos o
científicos y descubrimos zonas de actividad devachánica que parecían realmente
aquello que desde nuestra más tierna infancia considerábamos el Cielo y que
matizábamos con nuestras puras ilusiones y nos identificamos con estados de
conciencia realmente sublimizados.
En determinada oportunidad, ya casi al final de nuestro proceso de
entrenamiento devachánico, penetramos en el estado de conciencia de un
discípulo espiritual. Tan dilatada, luminosa y profunda era esta esfera que más
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que un sueño humano una realidad del propio Dios parecía; potente era en efecto
la vibración proveniente de la ideación de un mundo mejor para la humanidad,
regido por los más elevados cánones de belleza, equidad y justicia. El Maestro
nos dijo que el Devachán de este discípulo sería muy corto debido mayormente a
que su conciencia participaba, aún en el Devachán, de la sagrada enseñanza de
su Mentor espiritual. Más que un sueño eran sus ideaciones -tal como
oportunamente nos señaló el Maestro- un vislumbre de la Realidad espiritual de la
Humanidad para un próximo ciclo de evolución, que aquel discípulo había intuido
ya por sutilidad mental durante el doloroso proceso de su vida física pasada. Este
fue el único caso de un verdadero discípulo mundial que pudimos contactar
durante el devenir de nuestra aventura devachánica. Nos dijo el Maestro también,
que conforme avanza la conciencia del discípulo hacía aquel proceso de vida
iniciática encarnando algún definido Arquetipo superior, sus deseos se convertían
en poderosa voluntad de acción y que aprovechaba la oportunidad de vida
devachánica para contribuir al desarrollo y expresión de aquellos Arquetipos en la
conciencia de la humanidad.
Esta lección fue convenientemente ratificada por el Maestro en otras
conversaciones sostenidas en el seno del Ashrama. Puedo decirles a Uds. que la
base principal de estas enseñanzas fue de preparación para nuestra futura vida
devachánica, pues tal como nos decía el Maestro “... la recompensa del discípulo
sólo se encuentra en el Devachán”, ya que esta recompensa no es solamente de
paz, serenidad y recogimiento místicos, sino también de la más potente y dinámica
ideación creadora. Aún en el Devachán, mientras este mundo se hace todavía
necesario para el discípulo, ya sea para activar alguna cualidad dormida o para
desarrollar determinadas capacidades de servicio para el futuro, existe todavía un
misterioso contacto con el Maestro y el Ashrama. El Alma del discípulo, el Ángel
Solar de su vida, está durante el proceso de vida devachánica “más
profundamente atenta y apercibida que nunca de la actividad de su reflejo en el
plano mental”, y aunque el proceso en cuestión sea de carácter muy breve para el
discípulo, contiene cada una de sus expresiones aquella llama eterna que
enaltece, purifica y dignifica. El camino de la iniciación se aclara y se modela por
anticipado, aquel género de vida que ha de llevar un verdadero Iniciado, un
perfecto hijo de Dios.
Consideraciones esotéricas
Serían muchos y muy variados los cuadros que entresacados de mis
experiencias devachánicas podría someter a la amable consideración de Uds.
Pero, comprendan por favor, que no trato simplemente de entretenerles el ánimo
con estos relatos, que si bien muy interesantes, sólo son puntos de interés para
profundizar en leyes y en principios ordinariamente ocultos y desapercibidos, mi
interés como siempre, va mucho más lejos y tiene como punto de confluencia y
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principal objetivo la presentación de ciertas verdades espirituales y estimular el
ánimo para la realización práctica de las mismas dentro de la sociedad organizada
donde vivimos.
Lo más relevante de la ley ordenadora de los ciclos, que una de sus
expresiones crea el Devachán, es la consideración de la potencialidad de espíritu
humano vivificado y sostenido por el propio Aliento de Dios o Voluntad creadora.
El deseo humano es un aspecto de la Voluntad divina.
No nos damos cuenta de todo su poder ni de sus infinitas posibilidades en
tanto vivimos en el plano físico, debido a la materialización de nuestro deseo y a la
escasa preparación de nuestras mentes. El único elemento en nuestra vida que
trabaja por así decirlo a pleno rendimiento es el deseo, que constituye el nervio
vital de toda nuestra existencia. El deseo es el imán que crea aquel depósito de
elementos superiores que queremos conquistar, pero para los cuales no estamos
todavía suficientemente capacitados. La intensidad de los deseos crea un núcleo
de poder vital dentro de la conciencia, una fuerza reprimida en estado de
permanente tensión, un muelle constantemente contraído que ansía expandirse,
un sueño permanente del alma en encarnación que sólo en el Devachán puede
hallar adecuada y plena exteriorización o cumplimiento.
La ciencia psicológica ha reconocido ya en parte la potencialidad de estos
deseos inconsumados que por incumplimiento, o falta de exteriorización,
constituyen todos los desórdenes nerviosos, traumas patológicos y complejos
psíquicos actualmente en estudio y atenta consideración por parte de la medicina
moderna. Pero, el proceso va mucho más lejos. Cada deseo, o cada sueño, pues
en realidad son la misma cosa y tienen una función consustancial, tienen un punto
de partida, la percepción de las cosas y la sensibilidad que ellas determinan en
nuestro ánimo, y un punto de llegada, el aspecto realización o cumplimiento de las
mismas. Punto de partida y punto de llegada van constituyendo una esfera de
poder radioactivo regido por la ley de los ciclos, que aprisiona la conciencia y le
impide percibir superiores estados de paz y de armonía. El proceso se realiza
siempre en forma circular o esférica y la conciencia encerrada dentro del área de
sus deseos, sufre y se desespera hasta la plena consumación de sus objetivos.
Algunos de tales deseos son consumados en vida, otros, por el contrario, sólo
pueden ser satisfechos en el Devachán, una vez finalizado el ciclo de la existencia
física, cuando el alma, o conciencia, liberada de los vehículos groseros que la
aprisionaron en vida mortal “vive y goza del fruto de aquellos deseos que nunca
pudo cumplimentar ni exteriorizar”. La vida es ciertamente bella allí, en aquel
santuario de satisfacciones y delicias que cada cual ha ido fabricando con el sutil
material de sus más puros deseos e imaginaciones
Tal es en realidad el CIELO de los cristianos, concepto con el cual estamos
desde niños familiarizados, un destello del Nirvana de los budistas, una pequeña
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aunque muy directa insinuación de aquel estado de liberación que deberá alcanzar
el hombre como Meta infinita de todas sus existencias temporales y para reflejar
en su vida la Gloria de Dios manifestada.
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CAPÍTULO X
RETORNO DEL ALMA A UN NUEVO NACIMIENTO
LUEGO DEL PROCESO DEVACHANICO
La encarnación del alma humana después del Devachán
Quienes hayan seguido atentamente el proceso devachánico y apreciado
en una amplia medida sus características especiales de “reposo del alma”,
después de un proceso activo de vida, o ciclo de encarnación, le asaltará
inmediatamente la pregunta de cuál es el proceso inmediato que sigue al de la
vida devachánica. Lógicamente, y empleando constantemente la analogía,
debemos considerar que de la misma manera que a un proceso de actividad en el
nivel que sea, corresponde un período de reposo, a un proceso de reposo le
sucede asimismo un período de actividad.
Veremos de qué manera se inicia para el alma humana el nuevo proceso
de actividad una vez finalizado el ciclo devachánico. Al comienzo se la ve
sumergida en un sueño muy profundo, dentro del cual no es consciente de nada.
La esfera devachánica se ha reducido hasta convertirse en una especie de aura
envolvente, pero sin color y sin matices, es decir sin deseos y sin sueños y por
tanto sin fuerza alguna para realizarlos. En ese estado se ve cómo paulatinamente
y “desde arriba” un hilo sutilísimo de luz, proveniente del Ángel Solar va
descendiendo hasta penetrar en el alma humana y despertando en el corazón
místico de la misma el propósito superior o anhelo de vida. En ese momento
empieza el alma a ser nuevamente consciente de sí misma, ha dejado de
“SOÑAR”, por consumación de los deseos engendrados en una existencia
anterior, y empieza de nuevo a considerarse a sí misma “tal como era antes del
proceso devachánico”. En almas muy puras este recuerdo o conciencia de sí
misma aparece con tanta nitidez que adquiere automáticamente y con
conocimiento de causa la ordenación y dirección del nuevo estado. Su visión se
orienta inmediatamente hacia el Ángel Solar, y de sus labios inmortales surgen
nuevamente las palabras mágicas que son la esencia de todo sacrificio solar o
cósmico: “Hágase tu voluntad”. El Ángel Solar que guarda en memoria infinita, el
recuerdo de todas las existencias anteriores del alma a la que “arropa, protege y
vivifica” SABE desde siempre cuál ha de ser el nuevo destino. Las condiciones
ambientales, la calidad del mecanismo que deberá ser empleado, el país en dónde
deberá nacer, la posición social, están muy claramente diseñados en el nuevo
destino que el Ángel Solar ha proyectado para el alma del hombre. Tal como se
puede leer en los libros secretos de la “Logia Blanca...” “el Ángel Solar ve el fin
desde el principio”, y esta verdad se aplica no sólo a un nuevo nacimiento, o etapa
de encarnación, sino que abarca la infinita serie de encarnaciones y períodos
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devachánicos del alma, desde el proceso mismo de la INDIVIDUALIZACIÓN hasta
la consumación total del alma humana en el gran Misterio de la quinta Iniciación,
en la que el Ángel Solar liberado del peso de su deuda de amor y sacrificio,
retorna al Gran Corazón del Sol.
El proyecto de una nueva vida, o de una nueva encarnación, presupone
para el alma humana, salir de un sueño y enfrentar una realidad, la realidad de sí
misma frente a un nuevo orden de cosas y de situaciones. Esto involucra un hecho
muy importante: recobrar una conciencia de vehículos. Ésta se realiza mediante la
actividad de los “átomos permanentes” implicados en la historia de la vida del
hombre. Son unos átomos especializadísimos y de cualidad misteriosa, cuya
función es preservar el recuerdo de todos los hechos y experiencias del alma a
través de las edades. En el ser humano existen ya sea en potencia o en latencia
seis átomos permanentes plenamente desarrollados, uno para cada vehículo de
expresión sean o no utilizados que van desde el átomo permanente físico,
alrededor del cual se crea el cuerpo correspondiente, hasta el átomo permanente
átmico que está conectado con la esencia monádica y guarda el secreto de la
propia Vida de Dios. Pero a nosotros, de acuerdo con el presente estudio sólo nos
interesa los “tres átomos permanentes” que estructuran los vehículos físico,
emocional y mental. Comprenderán que los vehículos expresivos del hombre, o
Tabernáculo del Espíritu Santo, a que se refería el gran Iniciado Pablo de Tarso,
dependerá de la calidad de los recuerdos suministrados por los átomos
permanentes, que registran a escala individual, la gran memoria akásica,
eternamente viva de la Naturaleza, pues de la misma manera que un alma
humana se proyecta hacia el futuro por el “recuerdo vivo de su pasado” un Logos
Solar utiliza sus átomos permanentes, o registros akásicos con todo su universal
contenido, para la creación de un nuevo Universo, al final del Gran Pralaya, que es
el sueño devachánico del propio Dios. Siempre debe ser utilizada la ley de
analogía.
Daremos en esquema y a grandes rasgos el proceso de encarnación del
alma humana:
a) La atención concentrada del Ángel Solar.
b) La conciencia más o menos despierta del alma humana, después del
proceso devachánico.
c) La calidad de los recuerdos suministrados por el átomo permanente.
d) Las condiciones ambientales, los tipos de cuerpos a utilizar y las
situaciones que deberán ser enfrentadas y desarrolladas.
e) Existe un factor o elemento primordial de carácter dévico, del cual no se
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ha hablado suficientemente en los estudios esotéricos, que a nuestra
consideración es de importancia trascendental y al cual deberemos
hacer referencia.
El proceso puede ser considerado así: La atención del Ángel Solar proyecta
un diseño, o arquetipo del destino humano, sobre el alma que va a encarnar. En
esta atención va implícita una Nota, Mántram, Verbo o Sonido, a la que responde
el alma humana con su propia Voz, la cual actuando directamente sobre cada uno
de los átomos permanentes los pone en actividad vibratoria. A este clamor
invocativo acuden tres tipos de Devas: uno desde el plano mental concreto y
desde el plano causal empieza a seleccionar materia afín al llamado invocativo y
crea alrededor del átomo mental permanente, la envoltura que lo convertirá
progresivamente en el vehículo mental que el hombre utilizará para pensar,
recordar y discernir. Cuando la obra de este Deva se ha cumplido
convenientemente, empieza a actuar otro Deva en el plano emocional, que
siguiendo un proceso similar al primero, aglutina materia astral afín a la calidad
vibratoria del átomo emocional permanente hasta conseguir estructurar una
envoltura capaz de reaccionar a cualquier actividad de este tipo. Esta estructura
abarca fases que van del más denso y materializado de los deseos, hasta el más
puro y exaltado sentimiento de integridad y belleza. Todo dependerá de la
elevación del alma humana y de la calidad de los recuerdos o experiencias
emocionales.
La nota típica del alma, a través de los átomos permanentes, se encarga de
dar su consentimiento o “rechazo” a ciertos tipos de energía.
El proceso en el plano físico si bien es similar a las acciones anteriores
sufre una importante modificación que debe dar por resultado la creación de un
tipo de cuerpo específico, hecho que entraña una labor por parte de los Señores
del Karma, a través de sus devas mensajeros, de selección de aquellos seres
humanos que kármicamente deben intervenir en el proceso físico de creación del
cuerpo, me refiero a los padres. El proceso físico, el más denso, es sin embargo el
más importante desde el punto de vista de “encarnación del alma”, pues implica la
actividad directa de los Señores del Karma que “recogen el diseño específico del
Ángel Solar donde están contenidos todos los recuerdos del alma y crean las
debidas condiciones físicas para las futuras actividades del alma en encarnación” .
El Deva constructor del cuerpo físico, es el “Ángel Guardián” que ven los
clarividentes alrededor de los niños y de las madres, que están en proceso de
gestación del cuerpo físico de la nueva criatura. Este Deva tiene ante sí un “diseño
causal”, pero las fuerzas y energías con las que trabaja son, si no más sutiles, al
menos más complejas, pues no solamente actúa según un diseño espiritual del
Alma Solar, sino que también a través de una serie de condiciones kármicas a las
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que no se ajustaron los devas anteriores que se limitaron a reproducir la nota
vibratoria de los átomos permanentes mental y emocional y seleccionar materia de
calidad vibratoria acorde en intensidad y armonía.
Se trata de un tipo de devas muy especializados que participan a la vez del
diseño del Ángel Solar y de la influencia directa de los Señores del Karma, que
suscitan, promueven, ordenan y ajustan el proceso a condiciones muy precisas e
implacables. El hecho de nacer en un país determinado, el color de la piel, tener
buena o mala salud, nacer pobre o rico, disponer de facultades o estar privado de
ellas, tiene profundas repercusiones en la vida inmortal del alma y determina las
futuras predisposiciones, cualidades y calidad de los vehículos.
A partir de este diseño de vida plenamente organizada en el orden social
del alma humana en encarnación, hay ciertos procesos que esotéricamente
trataremos de explicar, para dar una idea más completa de lo que llamamos “ciclo
de encarnación humana”.
Existe un momento cumbre por analizar, es el momento mágico en que se
realiza en el seno de la madre el misterio infinito de la concepción. Este momento
regido directamente por los Señores del Karma, a través de sus huestes
angélicas, tiene importancia causal y es supervisado muy directamente por el
Ángel Solar en sus espirituales meditaciones.
Cuando los elementos masculinos y femeninos de los padres, han cumplido
su misión, sobreviene la acción universal; el átomo permanente físico es
introducido por el Deva constructor, en la célula portadora de los elementos
masculinos, y al penetrar esta célula en el interior del santuario femenino
“eternamente puro e inmaculado como la Madre Naturaleza”, se cierra el primer
ciclo de la encarnación física del alma humana. El átomo permanente se convierte
en el factor místico que promueve todo proceso ulterior. Encerrado en el claustro
materno y sutilmente conectado con el alma que va a encarnar empieza a revivir
un proceso recordatorio de experiencias realizadas y facultades adquiridas. Este
proceso viene condicionado por la nota permanente del alma, que semialetargada
todavía por influencia devachánica, asiste al proceso, únicamente en función de
síntesis, es decir de propósito o intención de vida. El Ángel Solar, eternamente
despierto, y vigilante dirige la función del Deva constructor a través de la nota
típica del arquetipo diseñado por él y siguiendo un proceso rigurosamente kármico
de “selección de materiales afines a la intención del ego a encarnar”. Este Deva
constructor actúa en cierto modo como el Ave Fénix de la mitología, que
perpetuamente resurge de sus propias cenizas. Los recuerdos del alma
condensados en el átomo permanente, son las cenizas que permiten avivar el
fuego del propósito del alma.
La primera actividad del Deva constructor es introducir el átomo físico
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permanente, en el óvulo femenino. Efectuada esta operación que entraña el
Misterio infinito de la Concepción, el átomo se convierte en el motor básico del
proceso que debe dar nacimiento al cuerpo físico del ser humano. Su vibración
natural se convierte en el impulso de contracción y de dilatación que darán vida al
movimiento de sístole y diástole del corazón del cuerpo, y es a través de este
órgano que se irá diseñando y estructurando día tras día, hasta su plena
realización lo que será el tabernáculo físico del alma. Ahora se podrá comprender
más acabadamente el sentido de la frase védica, por muchos sólo parcialmente
comprendida que dice: “Del Corazón Místico del Sol surge la Vida que condiciona
el Universo”. Es en la analogía donde reside el poder mágico de la comprensión
que debe conducir a la perfecta intuición y a la propia realización. Por ella nos
convertimos en pequeños dioses conscientes del propio destino, en selectos
microcosmos del gran Macrocosmos del cual dependemos y hacia el cual nos
dirigimos. Es fácil saber de la actividad de Dios analizando críticamente nuestras
mejores actividades, de la grandeza de Su amor al observar la inagotable reserva
dentro de nuestro corazón y de Su propósito magnificente e indescriptible al
observar desapasionadamente la orientación espiritual de nuestro destino como
hombres.
El Gran Corazón Solar, fuente de la vida del Universo late en nuestro
corazón desde el momento mismo en que el átomo permanente, por medio del
Deva constructor, inicia el fenómeno físico de la vida.
Avivada esta llama de Vida por el deseo de ser y de vivir del alma, el
proceso de la encarnación se desliza reviviendo constantemente recuerdos, que
son semillas de facultades y dejando que el tiempo condicionado por ciclos
inmortales, permita al Deva consumar su obra. Es una obra que este Ángel realiza
con amorosa dedicación, profunda atención y delicadeza infinita. Es la obra de
Dios. ¡Y pensar que el hombre puede matar esta obra sin pensar ni sospechar
siquiera que es la obra del amor y del sacrificio cósmico!.
Los ciclos del tiempo, regulan y condicionan las edades históricas de la vida
del hombre durante su proceso evolutivo. Cada edad representa así un aspecto
definido de los recuerdos acumulados en el interior del átomo físico permanente
que se extienden desde el primer recuerdo de vida (la primera manifestación del
Espíritu o Mónada en el hombre en su proceso de expresión), hasta los últimos
acontecimientos históricos o físicos de su vida en este plano. Nueve edades
existen, laten y se agitan en el corazón de todo ser viviente, son las edades que
permiten expresar la cualidad característica de un recuerdo o estado evolutivo. Se
trata de una memorización constante de hechos que se extienden, como hemos
dicho antes desde el principio mismo de los tiempos a través de cada uno de los
reinos de la Naturaleza, de las distintas razas, y de todos los continentes, creando
así las requeridas situaciones, que renovadas vida tras vida llegan un día a
converger en la divina profundidad del Arquetipo causal.
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Esto permite ver con más claridad porqué son nueve los meses de
gestación del cuerpo físico del ser humano en el interior de la mística morada
materna. Nueve son en efecto los ciclos del tiempo o edades, que corresponden a
la impresión cósmica, o sea la resolución de tres trinidades esenciales, una
correspondiente a la vida de la Mónada o Espíritu, otra a la del Ángel Solar,
resumida en la Tríada Espiritual y la tercera que corresponde al alma humana y se
manifiesta por medio del triple vehículo de expresión, mental, emocional y físico.
Cuando se habla esotéricamente de Sanat Kumara, el Señor del Mundo, se le
denomina el “Señor de las Nueve Perfecciones” de ahí que en lenguaje místico,
cuando hablamos del hombre según su clave numérica, le asignemos el número
nueve, siendo místicamente el nueve, el número que promueve la iniciación, pues
el nacimiento de Cristo en el corazón, en lo que a iniciación se refiere, es el
aspecto superior del nacimiento de cualquier criatura en el mundo físico,
finalizadas las nueve etapas de recapitulación o recuerdo que al mismo dan lugar
mediante la imaginación y tomando como base todas las particularidades
implícitas en el número nueve, vale decir, empleando la analogía numérica, puede
ampliarse considerablemente esta idea.
Finalizada la ordenación de un ciclo de vida que lleva prendido en sí la
esencia viva de 9 recuerdos, de 9 edades, de 9 cualidades específicas y de 9
perfecciones en latencia, nace a la existencia una nueva unidad de vida humana.
El Deva constructor ha realizado casi enteramente su misión. El llanto de la
criatura recién nacida emite un sonido especial, que une más fuertemente su
corazón con el aliento de las Deidades planetarias y con el del alma que debe
encarnar. La atención del Ángel Solar profundiza entonces algo más en el diseño
o arquetipo de la nueva existencia, o del nuevo destino y marca en la conciencia
del alma, los aspectos principales o dramáticos de este destino. A continuación se
sumerge en profunda meditación y aparentemente deja de intervenir en la
evolución física del proceso. Su actividad, salvo cuando en etapas muy avanzadas
de la vida la súplica del alma sea muy intensa o cuando las circunstancias así lo
exigieran, será la de un mero observador del dramático proceso de la vida.
El alma en encarnación, en un nivel intermedio, que irá reduciéndose
paulatinamente en distancia según la estructura del cuerpo vaya progresando
hasta permitir que la conciencia emocional y la mental tomen cierta importancia en
la vida de la criatura, va planeando cada vez más cerca de su vehículo físico pero
sin introducirse en él. Cuando el cuerpo físico humano tiene la edad de siete años,
se realiza un acontecimiento espiritual con dos amplias y definidas vertientes;
primero el Ángel constructor desliga su aura del aura de la criatura y vuelve a sus
fuentes dévicas de procedencia, el corazón místico de la Madre Naturaleza,
reproduciendo así un análogo proceso al que realiza el Ángel Solar, que retorna al
Corazón del Sol después de cumplir su misión de perfección, en relación con el
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
alma humana.
Seguidamente el alma humana reencarna definitivamente en el cuerpo y se
adueña del corazón, de la vida y de la conciencia del triple vehículo,
convenientemente estructurado ya para la obra a realizar.
Desde el momento del nacimiento hasta la edad de siete años, se cumple
un proceso similar al que rige la expansión de la vida del alma, o sea, al ciclo
particular de 9 edades que configura el proceso de perfección de la vida. El ciclo
de tiempo correspondiente al numero 7, contiene la clave de las energías y de las
fuerzas que condicionan el sistema Solar; de ahí el misterio de los siete Rayos, de
los 7 planetas sagrados, de las 7 notas musicales, y de los siete colores que
intervienen en el proceso de recapitulación del alma en cada una de las edades, o
recuerdos que constituyen las etapas místicas del sendero de retorno a la vida, es
decir, cada una de las estancias del alma, desde que encarna por primera vez,
hasta que conscientemente enfrenta la ruta iniciática y ve brillar ante sí, la estrella
de Sanat Kumara, cuyas 9 perfecciones son para el alma la única posible ruta de
todos sus afanes, propósitos e intenciones.
Lo interesante es tratar de comprender la relación de los números 7 y 9. El
primero se refiere a las energías, fuerzas y vehículos, el segundo se relaciona con
estados de conciencia. De la inteligente relación de ambos factores numéricos,
debe desprenderse la clave mística o simbólica que conduce a la iniciación.
Iniciación es conciencia: conciencia renovada a través de cada vez más sutiles
cualidades y recuerdos cada vez menos insistentes o apremiantes. En el ejercicio
de la ley de analogía se llega a un punto de total equilibrio, que pasando por el
centro mismo de la conciencia allega paz, alegría y seguridad.
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
CAPÍTULO XI
LA HUMANIDAD Y EL MUNDO DEVICO
La naturaleza y el mundo dévico
Uno de los principales cometidos de los Ashramas de la Jerarquía, en
relación con los discípulos mundiales de esta era de transición que estamos
viviendo, es prepararles para establecer contacto consciente con el reino dévico.
Este reino, en sus infinitas gradaciones abarca estados de evolución que se
extienden desde las pequeñas criaturas que viven en los elementos de la
Naturaleza y constituyen las cualidades características del fuego, del agua, del
aire y de la tierra y de los distintos éteres del plano físico, hasta los más exaltados
Arcángeles, de categoría similar -en lo que a evolución espiritual se refiere- a la de
los propios Logos creadores. En esta inmensa escalera de Jacob, simbólicamente
hablando, “por la que ascienden y descienden los Ángeles”, cada deva y cada
elemental constructor a sus órdenes, conocen exactamente la índole particular de
su misión que ordenada en su conjunto constituye el Universo manifestado, es
decir, el campo expresivo de los Dioses y de los hombres.
Quizás tengamos ocasión de ver más adelante cómo trabajan y
evolucionan los devas en sus distintas gradaciones o jerarquías. Pero, lo que
interesa, es despertar el interés de los aspirantes en el Sendero por el mundo
dévico, por esta inmensa área esotérica espiritual, corrientemente dejada de lado
incluso por muchos de los llamados “esoteristas”.
La mayoría de personas, las potentemente polarizadas en el mundo mental
concreto, caen a veces en la falsa postura de considerar una superstición hablar
de los devas, sin saber que éstos, como agentes constructores de la Naturaleza y
depositarios del Plan específico de la evolución planetaria diseñada por la
Voluntad divina a través de los indescriptibles Arquetipos superiores, están tan
indisolublemente unidos al proceso histórico, racial y espiritual de la humanidad
como lo están la sangre y los tejidos nerviosos dentro del cuerpo humano.
Hay también la posición de aquellas otras personas que “hastiadas” de las
enseñanzas, frecuentemente dogmáticas, de las religiones organizadas, se
resisten a tomar en consideración toda información relativa a este importante
aspecto de la enseñanza esotérica. Comprendemos claramente la razón de
ambas posturas y nos guardaremos de criticarlas. Lo único que podemos hacer en
todo caso, es relatar nuestras propias experiencias en relación con el mundo
dévico, hablar de la entrañable amistad del mismo respecto al reino humano,
contar algunos de nuestros contactos con devas de distintos niveles de evolución,
transmitirles algunas de sus enseñanzas y tratar de hacer comprensibles el
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exquisito interés de los mismos por todos los hijos de los hombres, su excelso
amor por los niños por quienes velan amparados por su inocencia con entrañable
y singular afecto, su protección decidida a aquellos que sinceramente se aman,
sus tiernos y fraternales cuidados para los enfermos y todos cuantos sufren, y su
especial devoción y simpatía hacia los seres humanos capaces de comprenderles
y recibir sus mensajes llenos de sencillez, profundidad y ternura.
Los aspirantes espirituales que empiezan a hollar el Sendero deberían
saber que el discípulo en entrenamiento iniciático ha de ser capaz de establecer
contacto con la obra de Dios en todos los niveles posibles, desde los niveles
etéricos, aún en orden físico, hasta el propio plano búdico en donde mora
habitualmente el Maestro, pasando por los distintos subplanos de los planos astral
y mental, hasta llegar a ser plenamente consciente de su Yo superior, el punto
central de todo su posible y extenso campo de percepciones y relaciones. La toma
de conciencia de cada plano jalona el camino iniciático, y es partiendo de la plena
conciencia individual de un plano que se pasa al siguiente superior. El método que
sigue el discípulo en este proceso de traslación de su conciencia es de
“investigación científica”. ¿Qué se quiere significar exactamente con estas dos
palabras? La misión específica de la ciencia es investigar y comprobar. Esto es
precisamente lo que hace el discípulo, de manera que cuando formula una
declaración, y hay que advertir que ciertas declaraciones entrañan una gran
responsabilidad, ya sea en relación con el Sendero que está recorriendo o con la
conciencia de determinado plano, sus palabras tienen no sólo un carácter
netamente afirmativo, sino que aportan además el testimonio de ciertos hechos
habitualmente ocultos dentro de los tupidos repliegues de la conciencia humana.
Al referirnos a los devas o a algún hecho o experiencia de carácter
espiritual vividos dentro o fuera del Ashrama partimos de este principio básico de
investigación y comprobación científica.
La técnica del silencio
Establecer contacto con los moradores del mundo dévico no es tan difícil y
complicado como a simple vista parece. Es indispensable, sin embargo, “creer en
ellos”, estar persuadidos de su existencia. Este es el primer punto de
aproximación, más adelante se aprenden las necesarias técnicas que facilitan el
contacto; que son de constante y permanente estímulo y, posteriormente se
aprende la ciencia de su lenguaje, lo cual presupone el desarrollo de ciertas áreas
de nuestra mente, netamente intuitivas y sólo en latencia en la mayoría de las
personas.
La enseñanza relativa a los devas ha de excluir, por lo tanto, todo culto a lo
maravilloso o fantástico, es decir, hay que aceptar su existencia con toda sencillez,
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como un “hecho” de la Naturaleza. Una de las cosas que hemos podido constatar
con respecto a los devas, es que su mente es extremadamente sencilla y
exquisitamente sensible a las impresiones provenientes de todos los reinos de la
Naturaleza con los que se hallan misteriosamente conectados a través de los
elementos constructores que trabajan específicamente en cada uno de los
distintos planos de evolución. Esta exquisita vulnerabilidad e indescriptible
sencillez de sus mentes les dota de un potente y gozoso dinamismo que infiltran
en el ánimo de todo aquel que es capaz de reconocerles y escucharles. Hay que
admitir también que un deva no puede ser debidamente contactado utilizando el
método normal de acercamiento mental concreto que utilizamos en relación con
las cosas y hechos corrientes de la vida. Hay que educar pues un tipo de mente
que sea asimismo sencilla y altamente sensible. El culto al silencio y a la
contemplación, aún en sus iniciales etapas, puede ayudarnos en nuestros intentos
de aproximación al mundo de los devas. Hay que tener presente que en etapas
superiores de entrenamiento espiritual le es exigido al discípulo una silenciación
total de todos sus deseos y pensamientos para que pueda oír aquello que en
lenguaje místico se denomina “voz del silencio”:
La voz del silencio podría ser descrita como una síntesis de todos los
sonidos de la creación. Se la puede oír en su elevada trascendencia después de la
pronunciación correcta del OM sagrado. Se produce entonces un vacío dentro de
nosotros y a nuestro alrededor que es llenado por esta fuerza misteriosa del
silencio que, en sus aspectos universales, es aquel SILENCIO o GRAN
PRALAYA, que precede a la creación de los mundos. Es también el sonido
invocativo de las huestes angélicas, de nuestros desconocidos hermanos de los
mundos invisibles. El silencio realizado dentro de nosotros, tras las necesarias
disciplinas de serenidad mental y estabilidad emocional, emite un sonido particular
inaudible que atrae a los devas. Según sea el grado de silenciación de nuestros
efectos y cualidades personales, así será el poder e intensidad de nuestro sonido
invocativo y por lo tanto, la elevación espiritual de los devas, con quienes
podemos establecer contacto.
Es precisamente a esta técnica de “silenciación”, a la que se refiere “LUZ
EN EL SENDERO” en aquella esotérica máxima de “El discípulo no puede hablar
en presencia del Maestro hasta no haber perdido toda posibilidad de herir” (por
medio de la palabra, del verbo humano). Sólo la palabra que surge de lo profundo
del espiritual silencio establecido en nuestras mentes y corazones es incapaz de
herir. Es, expresado de otra manera, la voz del VERBO revelado, a que se refiere
Juan, el iniciado evangelista.
El valor del verbo
En etapas trascendentes de este espiritual entrenamiento aprende el
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discípulo el valor absoluto del Verbo en relación con las leyes expresivas de la
Naturaleza. Sabe entonces, en virtud de ciertos poderes espirituales implícitos en
la iniciación, cómo invocar y cómo dirigir conscientemente las fuerzas que actúan
en y sobre la Naturaleza, y puede crear entonces a voluntad aquellos prodigios,
llamados milagros, que no son otra cosa que el poder de invocar y utilizar a los
devas, o a los elementales constructores para ciertos fines de orden mágico y de
acuerdo a determinados aspectos de servicio creador. Todo Iniciado posee el
poder invocativo de las fuerzas constructoras de la Naturaleza, el control de los
poderes elementales y la decidida protección y ayuda de los Grandes Devas que
presiden el desarrollo evolutivo de la creación.
Podría añadir quizás dentro de este orden de ideas que el hombre habla (el
sentido creador del Verbo) y que el deva escucha (la Voz del Silencio). El hablar y
escuchar, la invocación y la evocación, armoniosamente compenetradas
constituyen la síntesis de todas las cosas existentes. Pero, esta compenetración
natural entre los hombres y los devas sólo puede provenir del esfuerzo humano
por silenciar progresivamente sus apetencias personales y del creciente desarrollo
de sus poderes invocativos.
Respecto al discípulo debemos indicar que el resultado de sus esfuerzos de
apaciguamiento mental-espiritual es la conquista de la intuición, siendo ésta el
Antakarana o vehículo de luz superior por el que asciende a las sublimes alturas
donde establece contacto con el Maestro, con su propia Alma inmortal, con sus
condiscípulos del Ashrama y con los Devas, las fuerzas vivas de la Naturaleza. De
cada una de estas Fuentes superiores recibe el discípulo las inspiraciones
precisas y el poder necesario para manifestar ostensiblemente en la vida la gloria
revelada de un perfecto Hijo de Dios, gloria hacia la cual tiende incesantemente
dejando en cada recodo del Camino jirones de honra y de bienes personales.
Cada uno, dentro de la particular esfera de relaciones impuestas por su
karma personal, puede prepararse también para estos contactos trascendentes
empezando desde ahora un lento y callado proceso de silenciación de todos los
innecesarios e inútiles deseos y pensamientos albergados todavía en su ánimo y
que les impide acercarse limpiamente a la Realidad espiritual que constituye la
esencia de sus propias vidas. Dediquen unos momentos de su vida cotidiana a
esta sencilla pero universal tarea.
No hay que olvidar las palabras de Madame H. P. Blavatsky, cuando decía:
“La mente es la matadora de lo Real”, es decir, de la intuición, pues nuestra mente
concreta o inferior a la que se refiere concretamente este axioma, es
constantemente un hervidero de pensamientos, conceptos figurativos y opiniones
contradictorias que impiden entrar en la suave quietud de la vida espiritual.
Insistiendo sobre este punto, y para desvanecer posibles dudas, debo afirmar que
la perfecta silenciación mental no comporta en manera alguna la aniquilación de la
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mente concreta o intelectual, sino el sabio gobierno de ésta por la Voluntad
superior que la puede utilizar entonces como un delicado instrumento de relación y
contacto con los tres mundos de la evolución humana.
Valiosa enseñanza
Debemos decir, para estímulo de algunos estudiantes de esoterismo, que la
misión especial de ciertos devas -denominados en lenguaje místico “los Ángeles
del Silencio”- es sensibilizar las mentes de los hombres para hacerles receptibles
al silencio espiritual y a la voz infinita de la Naturaleza. Los hombres enseñados
por tales devas aprecian en todas las cosas de la vida, aún en las más sencillas e
insignificantes, una vida interior palpitante que está dando su mensaje de amor
divino.
En edades pasadas de las que la historia no guarda noción, los devas
vivían junto a los hombres en el seno de las primitivas humanidades,
enseñándoles el arte de vivir, de moverse y de relacionarse. Ellos enseñaron a
aquellos instintivos seres, que más tarde serían hombres, las primeras verdades
respecto a la Naturaleza, desde el culto al sol, fuente de vida, hasta el
conocimiento del fuego que caracterizó una etapa definida dentro del proceso
evolutivo de la humanidad. Ellos presidieron los primarios e incipientes motivos de
vida que condujeron a la perpetuación de la especie y enseñaron también los
principios básicos de relación que culminarían más tarde en el anhelo vivo de
conciencia. Fueron ellos, los devas, los que prepararon el campo de la vida animal
para contener la simiente de la mente humana, y fueron los Ángeles Solares,
estos misteriosos testigos de la Luz, de los que tan poco sabemos, los que
infundieron el aliento de su propia vida y conciencia en el ser instintivo animal a
través de la gloria inmarcesible de la mente.
Por todos estos motivos está sobradamente justificada toda enseñanza
relativa a los devas. Su consustancial relación con el reino humano, su
participación constante en la evolución espiritual del hombre y de las sociedades
humanas, determina un eje fatal de relación a través del cual giran,
indisolublemente unidas las evoluciones humana y dévica.
Cuando al estudiante esotérico se le presentan las verdades contenidas en
términos científicos tan conocidos como los de “energías y fuerzas”, se le advierte
ante todo que tales términos están íntimamente relacionados con la vida oculta de
la Naturaleza y con aquellos misteriosos habitantes de los mundos invisibles que
llamamos ángeles, devas o elementales constructores.
El discípulo en el Ashrama sabe apreciar por propia y obligada experiencia
y por el proceso riguroso de investigación científica a que se halla sometido, la
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distinción, cualidades y funciones de las distintas jerarquías de devas y pueden
ejercer sobre aquel mundo oculto y desconocido, el poder creador de la vida
espiritual.
Un poderoso Deva con el cual nos fue posible establecer contacto y cuya
enseñanza facilitó extraordinariamente el curso exigido de entrenamiento espiritual
sobre los reinos ocultos de la Naturaleza nos dijo en cierta ocasión: “Cuando la
ciencia humana haya logrado liberarse del proceso absolutamente técnico o
mecánico de sus experimentos y acepte lógicamente la existencia de nuestro
mundo, empezará para ella un proceso de aseveración de hechos y verdades que
ahora ni remotamente sospecha, perdida en el laberinto de las ecuaciones
concretas. Podrá ver directamente en la luz del sol aspectos vibratorios que están
más allá de los que puede captar actualmente a través de sus aparatos científicos.
Será consciente también de los factores dévicos que concurren en el gran misterio
de la electricidad y tendrá también una explicación lógica y racional para ella todo
cuanto hasta aquí ha sido encuadrado dentro de este orden vago y misterioso que
el mundo llama “milagro”. Conocerá a Dios más realmente de lo que lo hace ahora
a través de sus grandes avances técnicos y descubrimientos. Simplificará tanto su
proceso de investigación y estudio que las maravillosas computadoras e ingenios
electrónicos serán meramente unos juguetes mecánicos que sólo interesarán a los
cerebros juveniles. El contacto directo con la realidad le abrirá las perspectivas de
un mundo insospechado cuyo sondeo debe ser verificado con una mente tan ágil y
libre que ningún ingenio creado, por perfeccionado que sea, podrá equiparársele.
Esta nueva legión de investigadores científicos cuenta ya dentro de sus filas con
algunos elementos despiertos dentro del orden espiritual, que saben ya por
experiencia lo que significa estar en consciente contacto con la Realidad universal
cuyo poder creador y ordenador los preside todo”.
Las palabras de este Gran Amigo fueron muy inspiradoras para nosotros.
Ellas dan la clave de mucho de lo que se refiere a la relación entre la inspiración
espiritual y la técnica humana, entre la intuición y el instrumento intelectual. Por la
intuición se establece contacto con el mundo causal de las realidades subjetivas,
aunque en un mundo ordenado de acuerdo a un sinnúmero de principios
concretos, es realmente difícil llegar a esta directa percepción que elimina todos
los posibles intermediarios. No obstante, hay que repetir hasta la saciedad que si
bien el proceso perceptivo de la Realidad pertenece a la mente intuitiva o
abstracta del hombre, el proceso de organización y plasmación de estas
percepciones e inspiraciones pertenece a la mente concreta. Es para establecer el
mágico equilibrio de la vida en sus distintos y variados niveles de actividad que las
escuelas esotéricas del mundo y principalmente los Ashramas de la Jerarquía
ofrecen a los aspirantes espirituales y a los discípulos mucha información oculta
sobre el mundo dévico o angélico.
Una de las primeras enseñanzas del Ashrama trataba precisamente del
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contacto dévico. Virtualmente estas entidades -en sus innumerables
graduaciones- actúan también sobre la humanidad desde distintos niveles
vibratorios, aunque no nos demos cuenta de su misteriosa y eficaz influencia
sobre nuestras vidas. Señalaré la primera vez que establecí contacto consciente
con un Deva. Sentí como si una brisa suave y fresca penetrara profundamente
dentro de mí llevándose todos mis deseos y pensamientos. Una vez “vacío
completamente de mí mismo” me sentí lleno de un profundo y dinámico gozo
interno, como si convergiera en mi ser toda la alegría indescriptible de la
Naturaleza, y entonces oí su voz. No era una voz humana, sino una maravillosa
combinación de armónicos sonidos, refulgentes colores y delicados perfumes. De
la conversación que el Deva sostenía conmigo parecían participar todos los
elementos naturales del lugar donde nos encontrábamos (un verde prado en un
hermoso y solitario rincón de la Suiza Alemana). El Deva me estaba hablando a
través de las diminutas hierbas, de las delicadas florecillas campestres de los
inquietos pajarillos, de los gigantescos castaños, del aire que hacía ondular el tallo
de los juncos lejanos. Y, ¡cosa curiosa!, yo sabía exactamente lo que me estaba
diciendo, me sentía penetrado de la sencilla profundidad de su Mensaje espiritual
e insuflado de un amor sin límites por la obra del Creador, extendida ante mi vista
y abarcando el marco de toda posible perspectiva. Para mí, la existencia de los
Devas y su directa participación en nuestra vida a través de la Naturaleza viva que
nos rodea, es una realidad y no un sueño ni una fantasía.
Los ejercicios ashrámicos de contacto dévico fueron muy sencillos al
principio, y se iniciaron con la invocación de pequeñas criaturas, habitantes de las
regiones etéricas, algunas de ellas realmente bellísimas, graciosas y juguetonas,
otras terriblemente repulsivas, repelentes y esquivas. El Maestro nos dijo: “Debéis
aprender a amar tanto las unas como las otras, pues así como el Bien y el Mal, en
sus aspectos de Luz y Sombra, son consustanciales en la vida evolutiva del
planeta, basada en la conciencia de dualidad, la labor de estas pequeñas criaturas
-cada cual desde su particular nivel o elemento- contribuye a la realización del
Gran Plan.
Una cosa quiero que grabéis en vuestras mentes y corazones. Estas
pequeñas criaturas de los éteres, viven en los elementos que motiva la expresión
de la Naturaleza en todos sus aspectos. Ellas trabajan de acuerdo a un modelo
mayormente impuesto por la propia evolución de los hombres. A medida que la
humanidad avance y tienda hacia la unidad esencial, desaparecerá de la tierra
toda fealdad y desarmonía, pues no habrá en ella las pequeñas criaturas de los
éteres que trabajan con la sustancia de las sombras. Pero, mientras tanto,
amadlas como creaciones vuestras, fecundadas, gestadas y nacidas del inestable
humor de vuestro ánimo, que pueden mejorar considerablemente con el impulso
creador de vuestro propósito interno. Y no olvidéis nunca que en lo que acabo de
deciros subyace el misterio oculto de la gran verdad esotérica que ha de estar
presente en el ánimo de todo discípulo: “La Naturaleza cumplirá su verdadera
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misión cuando el hombre haya cumplido la Suya”.
Maravillosa excursión a Montserrat
Casi en el centro geográfico de Cataluña, a unos 60 kilómetros por
carretera de Barcelona, se alza una de las más bellas montañas de Europa, la
montaña de Montserrat.
Su sorprendente configuración y el orden caprichosamente magnífico de
sus rocas que la hacen parecer un museo de escultura natural, convierten este
lugar en el más interesante centro de atracción turístico de Cataluña.
La montaña de Montserrat contiene multitud de leyendas, a cual más
atrayente y sugestiva desde el ángulo de la investigación esotérica. Una de las
más conocidas y la que mayormente atrae la atención de los espiritualistas es la
de que el gran músico Ricardo Wagner se inspiró en ellas para componer su
famosa obra “Parsifal”. Este hecho en sí no tendría importancia trascendente dada
la profunda inspiración del músico alemán. Pero, la tiene sin embargo, si aliamos
esta leyenda a otra anterior que asegura existe en un remoto y secreto lugar de
esta montaña un templo iniciático o un centro magnético donde se realizan
periódicamente ciertos rituales mágicos a cargo de altos Iniciados de la Gran
Logia Blanca del Planeta. Sea lo que sea, estas montañas tienen justificado
renombre espiritual. Existe allí también un monasterio benedictino, que fundó en el
año 1031 el Abad Fr. Oliva, con un templo realmente magnífico donde pueden
contemplarse maravillosas obras de arte. Este templo está dedicado a la famosa
Virgen Morena de Montserrat, a la “Moreneta” como la llaman familiarmente los
creyentes catalanes.
Sería interesante recordar aquí que el origen del culto a la Virgen Negra, o
“Señora Negra de las Cavernas” es, esotéricamente hablando, contemporáneo de
los primeros hombres post-diluvianos, entre los cuales -según la tradición o la
leyenda- “no se encontraba ni una sola mujer blanca para reconstruir a la
humanidad salvada del diluvio”. Esta tradición o leyenda no debe de ser sin
embargo descartada, por lo menos en lo que se refiere a la étnica de los
habitantes de las planicies etíopes salvados del diluvio que se establecieron en
Egipto. Pues, es precisamente en Egipto donde tuvo nacimiento el culto a las
“vírgenes negras”, cuya diseminación por toda la tierra parece tener una causa o
carácter universal. Sabido es que la Virgen negra era adorada también por los
celtas bajo el nombre de Dana.
En lo que al esoterismo se refiere, la Madre negra es la representación de
La Divinidad oculta y del trabajo sutil y misterioso que se realiza en la
clandestinidad de las “cuevas” y de los templos ocultos de orden iniciático. Quizás
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no sea, pues, sin razón justificada esta misteriosa relación de la Virgen Morena de
Montserrat con el templo iniciático que se supone existe en cierto “lugar secreto”
de sus montañas, y la hipótesis cada vez más aceptada de la procedencia atlante
de las mismas. La extraña forma arquitectónica de Montserrat y las incrustaciones
de conchas y caracoles marinas petrificadas halladas en sus rocas, nos hablan
indudablemente de un pasado lejanísimo en el que estas montañas estuvieron
realmente sumergidas en la profundidad de los océanos y que terribles
convulsiones geológicas -posiblemente algunas de las que determinaron el
hundimiento del gran Continente de la Atlántida- las hicieron irrumpir en la
superficie bajo esta forma extrañamente magnífica.
La Excursión
Desde hacía tiempo, un grupo de estudiantes de esoterismo de Barcelona,
había proyectado una excursión a Montserrat. Lo integraban el Sr. Luis Lorenzana,
Secretario de la S. T. en España; Sra. Josefina Maynadé, escritora, esposa del
primero; Sr. José Soteras, un amigo investigador esotérico; mi esposa y yo. La
fecha programada era el 22 de Mayo de 1968, hacía solamente unos días que
habíamos celebrado el Festival Wesak y aún sentíamos en nosotros les energías
de la potente Bendición de Buda.
La intención básica de este viaje era tratar de descubrir, mediante la forma
de un ritual mágico, la orientación posible del centro magnético o templo iniciático
de Montserrat o, cuando menos, tratar de beneficiamos de sus radiaciones. Lo
demás, la belleza del paisaje, el hecho de sacudirse por un tiempo del aire viciado
de la ciudad y el embrujo magnífico de aquellas suntuosas moles arquitectónicas,
aunque realmente interesante, quedaba reducido a algo meramente circunstancial.
La inestabilidad del tiempo redujo el número de los viajeros. Desde el primer
momento comprendimos todos que el hecho de haber quedado reducido a cinco el
número de los componentes del grupo excursionista no se debía al azar. El cinco,
número sagrado por excelencia por estar en misteriosa relación con la Vida
mística del Cristo “Señor de los Ángeles y de los Hombres”, me pareció tener un
efecto sorprendente sobre la experiencia conjunta que había abierto a nuestras
mentes y corazones el ansia de una participación activa en los Misterios que, al
parecer, se reproducen cíclicamente en el centro sagrado de las montañas de
Montserrat.
El día era realmente desapacible y al llegar soplaba un viento frío, casi
invernal, y caía una fina lluvia. Algo parecía desafiarnos a quedarnos abajo, en las
dependencias comerciales contiguas a la Basílica, en busca de confort y de
placentero diálogo. Pero, no era ésta nuestra intención y por ello, arriesgándonos
a todas las posibles incomodidades decidimos emprender nuestra excursión a las
cumbres. Tomamos pues un autocar hasta la estación del funicular que debía
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conducirnos a San Gerónimo (estación de llegada) y desde allí dirigirnos a pie al
Santuario de San Juan.
Durante este trayecto empezó nuestra aventura espiritual. Desde la
estación del funicular de San Gerónimo en dirección al Santuario de San Juan hay
que descender por un camino que conduce a una pequeña ermita cerrada, donde
hay una bifurcación de dos senderos uno, el de la izquierda, que lleva a San Juan
y el otro, casi una prolongación del anterior en descenso que conduce a un hotel
en la cresta de la montaña.
Al llegar al fondo y casi frente a la pequeña ermita, percibí a un Deva
resplandeciente de Luz, cuya aura de un vivísimo color azul-violeta daba a
entender que se trataba de un Deva de elevado desarrollo espiritual. Huelga decir
que la impresión que me causó esta Presencia fue realmente extraordinaria y que
desde aquel momento me sentí invadido por una profunda sensación de paz.
Pero, nada comuniqué de inmediato a mis amigos, aunque sí después, cuando en
el momento de celebrar el ritual mágico meditativo me sentí potentemente
impelido a transmitirles el Mensaje de aquel Deva.
Nos habíamos sentado los cinco en una pequeña hondonada bajo el
camino que conduce al hotel de la cumbre. Como la inestabilidad del tiempo había
restado afluencia a estos lugares habitualmente muy concurridos, el silencio era
casi absoluto. Nuestro ánimo sereno y nuestra mente en calma propiciaban en
efecto un trabajo espiritual realmente positivo. Por una -digamos extrañacasualidad
el sol había salido en aquellos momentos por entre el claro de dos
espesas nubes; allá y acullá parecía llover. Más abajo, por entre la espesura de
pinos, alegres pajaritos empezaron a acariciar nuestros oídos con sus trinos.
El mensaje
En aquellos momentos, y con voz serena y apacible, transmití el siguiente
mensaje dévico: “¡Salud, amigos nuestros!
Es realmente inspirativo y conmovedor el contacto que puede establecerse
entre los hombres y los ángeles, entre los hijos de la Naturaleza y las fuerzas
vivas que la crean.
Nuestro gozo es inmenso, indescriptible para vuestra razón humana y
quisiéramos que lo compartieseis.
Sabemos por qué habéis venido aquí. Conocemos vuestras intenciones y
sabemos lo que estáis buscando. Sí, aquí existe realmente lo que llamáis un “lugar
secreto” aunque sólo es secreto para los ciegos a la luz espiritual. Continuad
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viniendo aquí, con mente ligera y corazón libre y lo descubriréis.
Es muy raro ver por estos lugares a seres humanos henchidos de altos
ideales y de intenciones puras, asequibles a la inspiración a la que es propicio
nuestro mundo.
Aquellos que vienen aquí, no en busca de distracciones vanas sino llenos
de inquietud por descubrir el aliento ligero de las cosas, acaban por descubrir el
secreto de la vida oculta de la Naturaleza. Y éstos trabajan por el día en que los
hijos de los hombres y los ángeles de la Naturaleza, conscientemente unidos y
complementados, cantarán juntos la gloria del Señor. Tal día marcará el Sendero
de una Nueva Edad en el que la Creación entera rendirá homenaje a Su Creador y
las sociedades humanas estarán regidas por un equilibrio consciente y una
determinación divina. El mundo en el cual todos vivimos será entonces un planeta
sagrado y su radiación teñirá de una nueva luz los éteres inmortales.
Estos contactos, tan raramente producidos a causa de la ceguera de los
hombres, que desde hace tanto tiempo perdieron el estado de gracia o de
inocencia son, sin embargo, la promesa divina de los tiempos presentidos que
todos anhelamos.
Pues de la misma manera que un relámpago, aunque rápido y fugaz, da
una magnífica idea de la luz de donde emana, así estos contactos entre los
hombres y los ángeles, abren la esperanza de un mundo ideal en que el
pensamiento humano y el sentimiento de los devas, armoniosamente
compenetrados, den a luz una mejor forma de civilización y una nueva vitalidad en
la expresión de la vida de la Naturaleza.
Quisiera ayudaros en vuestras pesquisas internas, pues os guía la buena
intención y percibo en vosotros una perfecta aura de amistad. Mantened
firmemente esta amistad, gloria del destino humano, que os hará asequibles al
amor inmortal de los devas.
Volved más adelante. Hay lugares sagrados aquí, henchidos de fuerza
magnética que pueden ayudaros mucho en la consumación de vuestro particular
destino. Pero no vengáis en grupos numerosos, sino eligiendo cuidadosamente
aquellos que verdaderamente se sientan inspirados por la fuerza de la devoción
espiritual y el perfecto culto a la vida de la Naturaleza. Con estas santas
disposiciones siempre hallaréis aquí, o en otros lugares sagrados, a un Deva o a
un grupo de Devas dispuestos a ayudaros.
Regocijaos ahora con nosotros y participad en silencio de la Paz natural de
estos lugares. Que esta Paz sea el premio de vuestra recta intención y os sirva de
potente estímulo para continuar la obra que cada cual ha de realizar en el mundo
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La Jerarquía, Los Angeles Solares y La Humanidad
para mayor gloria del Señor.
Yo os bendigo con Amor y os ofrezco mi amistad con el destello natural de
nuestra vida de equilibrio, y en tanto permanezcáis aquí estaréis bajo mi
protección. “Seguid adelante con la vista eternamente orientada hacia las doradas
cumbres en donde los Dioses Creadores y Sus Ángeles Servidores tienen para el
reino humano un futuro de perfección”.
Mis palabras cada vez más lentas y suaves, se habían ido infiltrando
sutilmente a través del oído en nuestros corazones, llenándonos de un sentimiento
de paz indescriptible. Cada cual a su manera, había notado claramente la
presencia de aquel DEVA, misterioso habitante de los mundos invisibles, pero
todos habíamos convenido en que el hecho de encontrarnos allí reunidos no era
fortuito, y que una misteriosa sucesión de acontecimientos causales nos habían
puesto en contacto con la más poderosa de las Fuerzas de la Naturaleza, el Reino
de los Devas, de los Ángeles del Señor, verdaderos agentes fraternales del Poder
de Dios manifestado.
Sí, volveremos a Montserrat. Nos dejaremos llevar por el “aliento ligero de
las cosas” y, tal como nos aconsejó nuestro Gran Amigo el Ángel de las Montañas
Sagradas de Montserrat, trataremos de mantener firmemente los lazos de amistad
que es la fuerza creadora más positiva en la humanidad y dentro de la vida oculta
de la Naturaleza.
El verdadero investigador nunca afirma ni nunca niega categóricamente. Se
limita simplemente a investigar, y cuando sus investigaciones dan un fruto como
consecuencia de sus pesquisas entonces adquiere aquella especial virtud de
asentimiento que sólo puede provenir de la experiencia. Hablar de un hecho sin
haberlo comprobado indica falta de madurez. No se pueden descifrar ciertos
enigmas o misterios de la Naturaleza, recurriendo únicamente a la imaginación.
Uno puede imaginar fácilmente un DEVA. Tenemos toda una idea formada de
cómo son los devas, los ángeles. Los hemos visto desde nuestra niñez plasmados
en cuadros y en estatuas. Pero, ¿Son ellos tal como nos los han presentado los
artistas en sus lienzos o en sus piedras talladas, o como los han descrito ciertos
investigadores?
La corriente de vida que culmina en el mundo dévico, contiene una
gradación infinita. Esto implica naturalmente que “sus formas” expresivas, así
como sus especiales funciones, son muchas y muy variadas. El color con que se
muestran al investigador contiene también infinidad de matices, algunos de ellos
de tal naturaleza y de tal extraño fulgor, que nuestros colores conocidos, los
clásicos siete del espectro solar y los innumerables que surgen de sus infinitas
combinaciones, no pueden ni remotamente dar la más mínima idea del mismo. En
estas condiciones, el hecho de “ver” un Deva, y su posible descripción por parte
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del clarividente observador, está condicionado a muchos pormenores y a muchas
dificultades, debido a los distintos elementos en que se muevan los devas, a las
cualidades de los mismos, a su tipo vibratorio y..., singularmente, a la formación
espiritual del observador y a su grado de madurez interna. Conocemos algunas
personas que aseguran que ven a los ángeles, a los devas, y que incluso hablan
con ellos. No dudo de sus palabras, aunque cada cual verá y oirá, aquello que
está a su inmediato alcance o en su mismo nivel vibratorio. En cierta ocasión,
después de un profundo proceso meditativo de grupo, una señora clarividente dijo
que cuando cierta persona había pronunciado el OM sagrado, se habían rasgado
encima de ella, los éteres del espacio, y que había aparecido un ángel
resplandeciente de luz con “las manos” en actitud de bendecir. Nos chocó esto de
“las manos” al referirse a un ÁNGEL. En realidad un Ángel es una ráfaga de luz,
de color, de sonido. No tiene una configuración humana, salvo en determinadas
circunstancias, aquellas en las que él (y me refiero a un Deva superior), quiere
presentarse bajo esta forma. Existe también el juego de la imaginación humana,
acostumbrada a cierto tipo de formas. No es extraño que un ángel se preste a este
juego de la imaginación, singularmente si esta imaginación viene estimulada por
motivos puros y por impulsos realmente espirituales. Pero, la forma de un Ángel es
muy distinta de la que nosotros tenemos en nuestra mente. Su exquisita
plasticidad, el poder que tienen los Devas superiores sobre los elementos
naturales, hace que su forma se adapte siempre a las condiciones de este
ambiente. Por ejemplo, los devas solares, los que viven en y SON la luz del sol,
aparecen como ráfagas luminosas del color de este astro, pero de tan
extraordinario fulgor que resulta imposible mirarlos. Sólo cuando se sienten
observados y comprenden los sanos motivos del observador, disminuyen la
intensidad de su brillo y aparecen como surgiendo del profundo seno de la luz en
donde viven. En tal caso se los puede apreciar con flameantes cabelleras del color
ígneo del sol que prácticamente cubre “sus cuerpos”. Hablamos en forma muy
figurada y tratando solamente de dar una simple idea de aquello que la
imaginación es casi incapaz de dar forma. Cuando hablamos de ráfagas al
referirnos a los devas, nos atenemos a lo inmediato que surge en nuestra mente.
El color define estas ráfagas y el observador puede darse cuenta del tipo de deva
que está observando. Es muy interesante está definición. Al hablar de “cuerpos”
no nos referimos a cuerpos parecidos a los nuestros, sino más bien al aspecto que
adoptan las ráfagas de vida angélica en un momento determinado, y de acuerdo
con las cualidades espirituales del observador.
El aspecto científico de la enseñanza esotérica en lo que atañe a los devas,
reino desconocido o imperfectamente conocido por la mayoría de las gentes y aún
por muchos estudiantes de esoterismo, constituye un requisito básico en lo que se
refiere al entrenamiento espiritual de los miembros de un Ashrama. Entendemos
por aspecto científico:
a) El mundo dévico en relación con las energías y fuerzas que operan en la
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Naturaleza y en todos los reinos que evolucionan en la misma.
b) La experiencia directa del discípulo en entrenamiento esotérico con
entidades más o menos evolucionadas del mundo dévico.
c) Las distintas gradaciones de devas, solares unos y lunares otros, pero
que en su mutua interdependencia o conjunción magnética producen el
gran misterio de la electricidad en nuestro planeta.
Esta última afirmación puede parecer como muy vaga e imprecisa dado el
carácter científico que se trata de dar, pero nos permitimos apuntar el hecho, de
que la Ciencia humana pese a sus tremendos avances técnicos está utilizando
una energía, la electricidad, cuya naturaleza esencial desconoce prácticamente
todavía. Sin intentar desmerecer el gigantesco desarrollo científico de la
humanidad durante los últimos tiempos, hay que admitir un hecho básico:
La Ciencia se halla situada, frente al gran misterio de la electricidad, en la
misma posición de cualquier persona que sin tecnicismo eléctrico alguno es capaz
de producir la luz con sólo dar una simple vuelta a la llave de un conmutador. El
alarde científico sigue pues un proceso rigurosamente técnico extendiéndose en
efectos realmente singulares y grandiosos, como en el caso de las computadoras
electrónicas, pero la causa esencial que vivifica el proceso, permanece oculta
todavía en las profundas raíces cósmicas del gran secreto de la vida de la
Naturaleza.
Al penetrar algo más profundamente en el maravilloso mundo de los devas,
tendría que desarrollar el investigador ciertas cualidades mentales y morales de
orden superior, para poder establecer contacto consciente con Devas de elevado
desarrollo espiritual y evitar también el peligro de caer bajo la influencia
frecuentemente obsesiva y maléfica de ciertos devas inferiores, o elementales de
la Naturaleza, habitantes de las bajas esferas o substratos inferiores de los éteres
de nuestro mundo.
Un tipo especial de devas, gobernados por poderosos Devas solares, viven
en la luz y forman parte consustancial de la misma. Se les puede percibir, cuando
existe la debida preparación mental-espiritual, agitándose gozosamente en toda
manifestación de luz y de color. Todos los colores, no sólo los primarios del
espectro solar, sino la infinita variedad de colores que resultan de las
combinaciones de los siete tipos de base, están regidos por la vida esencial de
estos devas. La actividad de una especie particular de los mismos constituye el
aspecto “calor” de la luz, habida cuenta de que toda expresión de luz y calor en
nuestro Universo es una manifestación del sol al coincidir sus rayos sobre los
éteres, o aura particular, de todos y cada uno de los planetas del Sistema Solar.
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Las cualidades especiales de cada planeta expresando su grado de evolución
quedan así exaltadas o elevadas en su sintonía por la acción del sol, centro y vida
del Sistema. Toda manifestación de luz y de calor obedece al principio universal
de “fricción”, este principio condiciona la evolución total del Universo en donde
vivimos, nos movemos y tenemos el Ser. Hay que entender por “fricción” el
contacto del Espíritu con la Materia, del aspecto masculino con el femenino, de la
Vida con la Sustancia. Esta fricción o contacto produce las infinitas modificaciones
de la sustancia material por imposición del espíritu divino y la creación y desarrollo
de la conciencia en todos los seres y en todas las cosas. En el devenir de este
proceso básico, existen una serie de factores que escapan normalmente a nuestra
penetración y percepción, como por ejemplo el concurso de los devas y también
las reacciones del complejo atómico de los tres mundos físico, emocional y
mental, en donde vivimos sumergidos. Pero, no se trata de este tipo de conciencia
en evolución que tiene como campo de experimentación lo que esotéricamente
definimos conciencia del átomo, sino que lo mencionamos únicamente por sus
implicaciones o relaciones con todo cuanto tiene que ver con la vida de los devas,
cuya especial función, en orden al proceso estructural de todas las formas que
existen en la Naturaleza, está directa e indisolublemente vinculada a la infinita e
indescriptible variedad de vidas y conciencias que evolucionan en el mundo de los
elementos químicos y de los átomos.
Una manifestación inferior de devas solares puede ser fácilmente
perceptible al ojo humano cuando se contempla el azul del cielo un día
intensamente soleado. Se trata de aquellos corpúsculos o puntos luminosos, en
incesante movimiento, que se agitan en el espacio. Pese a su extrema pequeñez,
su función es muy importante si tenemos en cuenta que su actividad vitaliza los
organismos vivos. En general, las distintas gradaciones de devas solares en sus
innumerables interacciones, combinaciones, modificaciones o estados, a través de
los diferentes éteres planetarios, producen por “fricción” aquella sustancia vital,
que los esoteristas llaman PRANA.
Los Devas Solares y el Prana
PRANA, es una manifestación de la infinita vitalidad de Dios llevada al
Universo, o a cada uno de los planetas y satélites del Sistema, por mediación de
los devas solares, a través de los rayos del sol por los cuales viajan o se
proyectan por los éteres universales. La forma como PRANA se manifiesta en
cada uno de ellos carece de importancia, dado que cada planeta posee una vida
especial que se expresa a través de determinadas cualidades o tipos de Rayo; lo
que nos interesa es la consideración del principio, ya que la comprensión del
mismo puede llevarnos por analogía al descubrimiento del verdadero SER, DIOS,
velado precisamente por estos principios originales, que promueven la vida de
todo lo existente dentro del contenido universal.
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Debemos saber, desde un buen principio, que PRANA lo llena todo, que al
respirar, al comer, al actuar, al pensar, al sentir y al relacionarnos con el ambiente
que nos rodea, movemos una indescriptible diversidad de elementos pránicos, es
decir, una infinita gama de devas que, al interpenetrarse con nuestra aura y al
asociarse con nosotros, colaboran estrechamente en nuestros procesos de
pensar, de sentir y de desarrollar nuestra conciencia hacia aquellas sempiternas
alturas en donde DIOS omnipotente, velado por principios pero más allá de todos
los principios, preside serenamente el drama solemne de la evolución del
Universo.
Pero, analicemos lo más inmediato. Al respirar inhalamos constantemente
una ingente cantidad de corpúsculos vitales-lumínicos-eléctricos (PRANA), que al
penetrar en nuestro organismo vitalizan nuestras funciones corporales,
especialmente la circulación de la sangre. Cuando estas vidas que nacen de la
fricción de los rayos del sol (los devas solares) sobre nuestra atmósfera planetaria,
(de cualidad todavía lunar), sean estudiadas por la Ciencia y se inicie un estudio
formal y sin prejuicios de los “desconocidos elementos” que viven en los éteres y
que son los creadores y sustentadores del cuerpo vital o pránico de los hombres,
se tendrá en las manos el verdadero y único poder que puede vencer
definitivamente la enfermedad en nuestro planeta.
La Era de Acuario conocerá efectivamente un tipo de Ciencia ocupada
única y exclusivamente en el estudio, comprobación y utilización inteligente de las
infinitas modificaciones de energía del mundo dévico, ampliando sus perspectivas
de tal manera que la curación de las enfermedades será absoluta y radical, aún en
aquellos casos extremos, como en el del cáncer, por ejemplo, sobre el cual la
ciencia médica no ha hallado aún remedio válido y eficaz pese a sus nobles
intentos y reiteradas pesquisas.
El cáncer es una enfermedad de tipo eminentemente vibratorio. Las causas
del mismo son muy sutiles; no se hallan precisamente en las tendencias
hereditarias que pueden ser corregidas con un adecuado tratamiento magnético y
una dieta pura y controlada, sino en la inquietud, el temor, el nerviosismo, la
irritación, la angustia vital, y en general, en todas las violentas tensiones
emocionales, incidiendo allí, en aquel punto del esquema corporal en donde las
reservas de energía son más débiles, o en donde existen de antemano
predisposiciones hereditarias o kármicas.
Nuestra experiencia en el Ashrama con respecto al mundo de los devas me
ha dado la clave de la Ciencia del futuro, no sólo la parte de la misma que se
ocupa de la curación de los organismos físicos y la de aquella que tiene como
campo de experimentación el equilibrio psicológico de las gentes, sino también
aquella otra que se orienta hacia el control y aprovechamiento de la infinita fuerza
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que llamamos “energía atómica”.
Quizás resulte un poco extraño que enfoquemos las enseñanzas en el
Ashrama acerca de los devas, hacia esos aspectos tan conocidos como la
curación de las enfermedades, el equilibrio psicológico y la liberación de la energía
contenida en el átomo. Lo extraño sería dada la responsabilidad que entraña la
enseñanza dévica, que nos limitaremos únicamente a referir anécdotas acerca de
las innumerables entidades invisibles que se agitan en los éteres y que
constituyen con la expresión de su vida, todos los elementos que participan en la
evolución y desarrollo de este gigantesco cuerpo que llamamos Tierra. Nos
referiremos siempre acerca de los devas en términos científicos de fuerzas y
energía. Es tal como debe hacerse. La razón es que el verdadero esoterismo, es
la ciencia que trata de los factores ocultos o desconocidos que promueven las
energías y las fuerzas, aquel aspecto subjetivo causal que condiciona toda
expresión objetiva de la Naturaleza. Conocemos además el corazón humano,
llevado siempre del impulso hacia lo maravilloso y del culto a lo espectacular,
fácilmente preso del relato fácil y entretenido y de la anécdota curiosa, pero poco
amante de las realidades internas que han de suscitar un verdadero interés
científico, razonado o mental.
Nuestros trabajos contienen una carga de dinamismo vital que puede
suscitar por contacto, a través de un profundo y marcado interés, la liberación de
energía mental en determinadas zonas. El tiempo, secundando ese sincero
interés, llevará un día la mente de los hombres al descubrimiento del maravilloso
mundo oculto donde se fragua la existencia estructural del Universo, el mundo de
los devas. Es de las implicaciones sutiles de ese mundo, pero en estrecho e íntimo
contacto con nuestra humanidad que vamos a ocuparnos.
La vida esotérica es de observación y comprobación, no de simple
especulación. Ella sigue una línea de máxima resistencia. Es mucho más fácil
entretener el ánimo de las gentes con relatos maravillosos o espectaculares, que
despertar en ellas un verdadero y profundo interés por descubrir el mundo de las
causas originales de las que brota la infinita corriente de vida. El esoterista
verdadero rehuye siempre las líneas de mínima resistencia ya que ellas conducen
indefectiblemente al reino de Maya, de la ilusión, de los dorados aunque inútiles y
perjudiciales espejismos. De ahí que sean tan pocos, sinceramente hablando, los
esoteristas, los verdaderos discípulos en el mundo.
En el Ashrama se reciben también ciertas enseñanzas especiales acerca
de la vida en algunos planetas de nuestro Sistema Solar, íntimamente
relacionados con nuestra Tierra, pero sólo como un requisito ashrámico y cuando
se estudia la actividad cíclica de los Rayos, relacionada siempre con FUERZAS y
ENERGÍAS y, naturalmente, con la función específica de ciertos poderosos
DEVAS planetarios y solares. Por esta razón existe siempre por parte del discípulo
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una discreción natural y una circunspección exquisita cuando se trata de “relatar”
cosas de orden trascendente, pero cuya efectividad en orden al conocimiento
humano y a su posible verificación, es francamente nula o excesivamente
prematura.
El mundo de los devas es realmente maravilloso. Es un milagro en
permanente ejecución, ya se trate del estallido de un rayo de luz sobre el pétalo de
una flor, del crecimiento de un árbol o de la excelencia de un sazonado fruto,
como de aquel Milagro celeste que llamamos INICIACIÓN y que convierte al ser
humano en una Entidad divina. La vida de los devas lo preside todo. De ahí la
importancia de tratar de conocer su mundo, de establecer contacto con ellos, de
invocar su fuerza, de lograr los beneficios de su amistad..., de consumar
inteligentemente el mandato crístico de “Amaos los unos a los otros”, infinitamente
más profundo y más extenso que el que circunscribimos únicamente a la vida de
nuestra humanidad terrestre conocida.
Los Devas y las formas de pensamiento
Dejaremos por ahora el estudio de otro tipo de devas, o elementales
constructores que viven en los elementos de la Naturaleza, tales como los gnomos
o espíritus de la tierra, las ondinas del agua, los silfos del aire, las salamandras del
fuego, así como alguna de aquellas bellísimas criaturas (tan bien descritas por
Walt Disney en algunas de sus entrañables y exquisitas creaciones), como son las
hadas de las flores, los espíritus de las plantas, etc. Movidos por un impulso
realmente científico y buscando ante todo el aspecto más práctico de la
enseñanza relativa a los devas, aludiremos a un fenómeno que ocurre
constantemente a nuestro alrededor y del que somos prácticamente inconscientes.
Me refiero al concurso de los devas en el desarrollo y vitalidad del pensamiento
humano. La facultad de pensar es divina y su poder es realmente creador, pero a
la fuerza ideadora del hombre hay que añadir siempre la necesaria colaboración
de los devas. Una forma de pensamiento es un estímulo eléctrico de la mente
conteniendo “intención e ideación”. Ambos elementos son consustanciales dentro
de la facultad de pensar. El tercer elemento “plasmación”, corresponde a los
devas. Sin ellos faltaría el soporte objetivo y visible que promueve toda posible
construcción, desde la de la diminuta estructura de un átomo hasta la
indescriptible objetivación que abarca el Universo entero. El proceso es siempre el
mismo y en este orden: intención, ideación y plasmación o construcción.
La vida entera de la Naturaleza es un ejemplo constante del concurso
armonioso de estos tres factores, lo mismo cuando se trata de llenar un plano, o
dimensión de la Naturaleza, con determinados tipos de formas de pensamiento
arquetípicas, como cuando se trata del crecimiento de la más humilde florecilla de
los bosques. El deva, en sus innumerables aunque bien definidas gradaciones es
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el poder constructor de todo cuanto existe.
Hay un principio esotérico que rige la fraternidad de relaciones humanodévicas.
Podríamos definirlo así: “El hombre piensa y habla y el Deva escucha y
ejecuta”, o mas concretamente todavía: “La energía sigue al pensamiento”. En
este principio, claramente comprendido y científicamente interpretado, subyace la
clave del conocimiento superior. Pero, vamos a analizar más detalladamente lo
antedicho para hacer más comprensivas sus significaciones.
Cuando nosotros pensamos estamos transmitiendo una serie de ondas
eléctricas al espacio, mediante una serie de estímulos más o menos potentes de
nuestro cerebro, considerado aquí en su función de central transmisora de
mensajes mentales. Ahora bien, estas ondas dirigidas con intención y conteniendo
ideación quedarían flotando sin destino alguno en el espacio, a no ser por la
participación de los devas mentales, altamente especializados cuya misión natural
y su única función es “hacerse cargo de los pensamientos de los hombres”
vitalizarlos con su vida y transportarlos a su destino, o bien cobijarlos y
mantenerlos en “gestación” como energía, a la espera de las requeridas
condiciones cíclicas de expresión, como ocurre con los arquetipos raciales,
ideológicos o espirituales (creados por la mente humana y respondiendo a
Arquetipos causales), o con los procesos destructivos y grandes cataclismos que
asolan periódicamente a la humanidad como efecto, no digo castigo, de sus
inadecuadas, violentas y agresivas formas de pensar. El principio adoptado por la
UNESCO en su conocido preámbulo “La guerra se fragua en la mente de los
hombres y es en la mente de los hombres donde hay que construir los baluartes
de la paz”, puede dar una idea realmente clara y concreta de la participación
humano-dévica en la creación y desarrollo de los grandes acontecimientos
planetarios, si es atentamente examinado.
Hay que advertir, sin embargo, que los devas “no miden las consecuencias
de los pensamientos humanos”, sino que se limitan a manejarlos de acuerdo a
intenciones e ideaciones, las cuales, a su vez, vienen condicionadas por los
aspectos de “cualidad” y “potencia” de la mente que los ha emitido. En estas
cuatro palabras: intención, ideación, cualidad y potencia, siempre presentes en la
formulación de cualquier pensamiento está resumido todo el proceso del pensar
humano y la vía expedita de su realización plástica u objetiva por parte de
nuestros hermanos los devas, así como la comprensión de cómo se estructura
nuestro ambiente individual, familiar, social y espiritual.
La función específica del deva es “recoger el pensamiento humano y darle
conveniente cauce de acuerdo a intenciones, ideaciones, cualidades y potencia”.
El deva no razona sobre los efectos positivos o negativos, constructivos o
destructivos, de las humanas ideaciones, habida cuenta de que carece de mente,
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cuando menos del tipo de mente humana que nosotros conocemos y utilizamos.
Los devas son, “ráfagas puras de sentimiento”. El deva evoluciona por el camino
del sentimiento, siendo el sentimiento el impulso vital de su existencia. Sólo en
etapas muy avanzadas de su desarrollo evolutivo adquiere el deva la facultad de
pensar. Tenemos entonces un ser mucho más avanzado que el hombre, pues no
sólo posee los más profundos y más ricos matices del sentimiento de la
Naturaleza dévica, sino también la facultad de “idear”, de “imaginar” o de “crear”,
que caracteriza singularmente al ser humano. En el aspecto de los devas
constructores en materia mental, de estas criaturas que vitalizan el pensar
humano, vemos que ellos encarnan dentro de sí únicamente aquellos
pensamientos que son afines con la naturaleza o vibración de sus sentimientos y
emociones. Ellos buscan, tal como es su ley y su función, la sintonía de su vida en
pensamientos humanos, y esta sintonía debe estar forzosamente de acuerdo con
su particular vibración o grado de desarrollo. Sería pues inadecuado decir que
existen devas buenos y devas malos, sino más bien que existen cualidades o
matices de sentimiento dévicos de acuerdo a cada tipo de pensamiento humano,
que puede ser de cualidad vibratoria superior o inferior. Hay devas de densa
vibración dentro de la escala sintónica del sentimiento; ellos encarnan en
pensamientos humanos de baja vibración. Hay devas de elevadísima vibración
que encarnan solamente en los pensamientos elevados o sublimes de los
hombres. La Musa que invocan los poetas no es sino el deva que transforma la
ideación poética en sentimiento creador. Y el genio inspirador de los sabios y de
los músicos es siempre el deva que por sintonía de vibraciones acude siempre a
prestarles el aliento de su vida espiritual con ráfagas puras de sentimiento y de
emoción profunda.
Existen infinitas gamas de devas, tantos como matices de sentimiento y
gradaciones cualitativas dentro del pensamiento humano.
Podemos decir, que a cada estado de conciencia humana, o a cada uno de
sus pensamientos y emociones corresponde un tipo particular de devas. El
proceso de la evolución planetaria, considerado esotéricamente, es de fraternidad
humano-dévica. Esta fraternidad, conscientemente reconocida e inteligentemente
realizada, producirá finalmente el Arquetipo ideal de belleza y armonía del mundo
del futuro. Pero, desdichadamente, los seres humanos nos hallamos todavía muy
lejos del estado de equilibrio emocional y mental que ha de permitimos penetrar en
el mundo de los devas y dejar que ellos penetren en el nuestro, como sucedía en
los primeros estadios de la vida evolutiva de la humanidad. Sólo así, unidos
fraternalmente dentro de una reconocida y aceptada interdependencia, podremos
los hombres y los devas contribuir conscientemente a establecer el Reino de Dios
sobre la Tierra.
Relato de un contacto dévico
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Tuve una vislumbre del concurso fraternal de los devas y de la gracia
especial de su intervención en la vida de los hombres, en un contacto que tuve
con uno de ellos.
Trabajaba desde hacía meses en la ciudad de Ginebra en la Sede de la
Escuela Arcana, una escuela esotérica a la que pertenecía desde hacía muchos
años. Me habían encargado la dirección de la reunión de meditación de luna llena
del mes en curso, Enero de 1963. Habitualmente se iniciaba esta reunión con una
alocución de tipo esotérico para predisponer la mente de los asistentes para el
trabajo meditativo. Para esta ocasión había elegido yo un tema altamente
sugestivo: “El OM, como Mántram Solar”. Había leído algo sobre ello, no mucho, a
través de los libros del Maestro DK, pero confiando mucho en mi intuición, creí
sinceramente que aquella disertación no tendría dificultades para mí. Pero, he ahí
que unos días antes de la festividad de la luna llena, empezaron a asaltarme unas
muy profundas dudas sobre mi propia seguridad y confianza respecto a la
explicación creadora del sentido realmente esotérico del OM sagrado. Me iba
dando cuenta, conforme se acercaba el día de mi disertación, que hablar del OM
no era tarea fácil, no sólo por sus implicaciones solares y jerárquicas, sino también
porque tenía que enfrentarme con un selecto auditorio constituido por estudiantes
de la Escuela Arcana, entrenados en el Arte de la meditación y con ideas más o
menos profundas acerca del OM. Siempre he considerado que la palabra humana
es un poder que involucra una gran responsabilidad y que hablar únicamente
sobre lo que he leído o estudiado, por bueno que sea y por bien que se explique
carece de estímulo creador, a menos que apoyados en aquellos conocimientos de
base seamos capaces de extraer algo nuevo y no anteriormente dicho, de nuestra
propia cantera espiritual. Pasé pues unos días muy preocupado intentando por
medio de la meditación profunda y sostenida encontrar dentro de mí aquel “algo”
nuevo con que debería matizar creadoramente mis palabras el día de la reunión
de plenilunio. El día mismo que debía pronunciar mi disertación como preámbulo
meditativo, me hallaba todavía no sólo confuso sino muy profundamente
preocupado. Aquel mediodía había ido a desayunar en el restaurante del Palacio
de las Naciones Unidas, muy cerca de la rue de Varembé en donde se hallaba
ubicado el Centro Internacional y los despachos de la Escuela Arcana.
Después de tomar café salí a pasear por los jardines del Palacio de las
Naciones Unidas, y pese al frío reinante me senté a meditar bajo un frondoso y
gigantesco castaño de los muchos esparcidos en aquel dilatado y bien cuidado
parque. Naturalmente, el motivo de mi meditación era el OM, su significado, sus
implicaciones solares, su correcta expresión por el aspirante espiritual, la
liberación de su energía en el orden planetario. Pero, mi mente se hallaba
perpleja, muda, impenetrable. Me preocupaba muy profundamente cómo podría
presentar el OM en su función de poder coordinador de los tres vehículos
periódicos del hombre y también su entonación perfecta para poder producir
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cambios apreciables dentro de uno mismo y a su inmediato alrededor, es decir,
como vehículo, sutilísimo de contacto con el Yo superior y la Tríada espiritual.
No sé cuánto tiempo permanecí allí bajo el castaño apoyada mi espalda a
su tronco, ni sé tampoco si me dormí fatigado por el peso de mi esfuerzo
meditativo. Sólo sé y sólo recuerdo que sentí resonar de pronto el OM sagrado
dentro de mí mismo, como si del fondo de mi corazón surgiese aquella VOZ, muy
familiar, pero que no podía identificar en aquellos momentos con nada conocido y
cuya vibración determinaba en mí un estado de armonía e integridad que nunca
había conocido ni experimentado. Al abrir los ojos, incapaz de resistir aquella
tensión creadora y aquel poder que me transformaba internamente, vi ante mí
sonriente, pero lleno de majestad a un resplandeciente Deva. Su forma era casi la
humana, aunque supongo que había adoptado aquella forma para mejor
establecer contacto conmigo. Surgían de su aura como poderosos haces de luz
que se extendían en insoladas ondulaciones de un intenso color azul violáceo,
abarcando con sus destellos toda la extensión del lugar en donde me hallaba
situado. No me sobresalté sin embargo lo más mínimo. El poder del OM
“pronunciado dentro de mí por aquel bendito Deva” me había “transfigurado” de tal
manera que me era posible contemplarle, oírle en su mágica expresión y
comprender el alcance infinito de su mensaje. Me hallaba pues en presencia de un
Ángel, de un enviado celeste, del fruto divino a mi profunda y sentida invocación,
de una respuesta directa a mis continuadas interpelaciones. Aunque lleno de
fecundidad mental y arrebatado por un ígneo poder, me sentía insuflado de
ternura y de devoción hacia aquel gentil exponente del poder constructor de la
Naturaleza. Aunque el contacto fue extraordinariamente fugaz de acuerdo al
concepto tiempo, la percepción fue excepcionalmente clara y puedo recordarla
incluso ahora con todo detalle. Puedo decir que en aquellos momentos fui
consciente, realmente consciente, de algunos de los misterios implícitos en el OM
y de su debida entonación en lo que a la nota típica de mi vida espiritual se refería.
El Deva se esfumó progresivamente a medida que mi conciencia entraba
nuevamente en posesión de su estado habitual o de contacto con el mundo de lo
normal, pero cuando recobré el pleno uso de mis facultades concretas, sabía yo
exactamente lo que tenía que decir y cómo debía pronunciar el OM para que mi
tarea de la noche, durante la meditación de luna llena, tuviese la necesaria
efectividad y trascendencia.
Y así fue en efecto. Por primera vez en mi vida pude hablar del mántram
sagrado, del gran sonido de resurrección, como lo llaman los esoteristas, con
conocimiento de causa y directa experiencia de los hechos.
Hemos dicho antes que, la enseñanza acerca de los devas constituye un
aspecto principal del entrenamiento de los discípulos de un Ashrama.
Uno de los trabajos que el Maestro nos sugirió realizar hace ya bastante
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tiempo, fue presentar al mundo y de la manera más simple que fuese posible, la
enseñanza que iríamos recibiendo en el Ashrama acerca de los devas. Otros
discípulos, lo hicieron ya en el pasado y por primera vez quizás en el curso de la
historia presentaron un cuadro de relaciones dévico-humanas, explicando tipos,
funciones y gradaciones de estos seres angélicos que viven en los elementos de
la Naturaleza y que con el hálito de su vida constituyen el poder que renueva,
destruye, conserva y edifica todas las cosas existentes, incluido los vehículos
periódicos del hombre; el doble etérico o pránico, el organismo físico, el cuerpo
emocional y el cuerpo mental. Otros devas cuyas vidas evolucionan en los planos
superiores del Sistema solar crean con el poder con que Dios les ha dotado, los
Arquetipos superiores a los que se ajustan los designios de los Logos planetarios
y los Planes o Esquemas de las distintas Jerarquías que precisen la evolución
universal. Crean y construyen también los cuerpos superiores o espirituales del
hombre a medida que avanza éste por las rutas obligadas de la evolución: el
búdico, el átmico y el monádico.
Nuestra labor debe limitarse forzosamente al reconocimiento científico del
mundo dévico, es decir, abordar lo más directo e inmediato, lo que podrá ser
comprobado al respecto si el hombre estudioso, el aspirante espiritual y el
verdadero científico, se deciden a penetrar con mente audaz y aguda el mundo de
las causas y de los altos significados, amparados en un verdadero espíritu de
investigación y reconocimiento humilde lo mucho que le falta aprender todavía
para poder hablar de fuerzas y de energías con verdadero conocimiento de causa.
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CAPÍTULO XII
CONCLUSION
Quisiera finalizar este libro con un canto supremo de esperanza hacia el
futuro.
Una efusión de luz, de amor y de poder de incalculable magnitud está
llegando a la Tierra proveniente de la irán Constelación de Acuario, “cuyas
estrellas brillan más para nosotros que para ellas mismas”. (Del libro de los
Iniciados, haciendo referencia a la época planetaria que empezamos a vivir).
La tendencia de la Naturaleza, en todos sus niveles vibratorios y en todas
sus esferas de evolución, es hacia SÍNTESIS, el poder indescriptible que debe
crear el sentimiento de unidad dentro del corazón humano. SÍNTESIS tiene un
significado profundamente espiritual y está relacionada con la Vida mística de
SHAMBALLA y con el Fuego eléctrico del Señor del Mundo. Grandes poderes
cósmicos gravitan hoy sobre la Tierra. Una de estas potentísimas energías,
canalizadas por aquel Gran Ser que esotéricamente definimos como “El Avatar de
Síntesis”, está actuando constantemente sobre el Centro planetario de Shamballa,
el Centro en donde la Voluntad de Dios es conocida. Otra de estas grandes
corrientes de energía, proveniente del Gran Sol SIRIO, está actuando
preferentemente sobre la Jerarquía de Maestros e Iniciados, el Centro planetario
del Amor de Dios, a través de una esplendente Entidad espiritual que en términos
del Ashrama llamamos “El Espíritu de la Paz”. Otra corriente menor, aunque no
menos importante, proveniente asimismo del gran impulso acuariano, enlaza
Shamballa con la Humanidad, el Centro planetario donde Dios ejercita Su
Inteligencia Creadora, vivificando el centro espiritual más elevado en muchos
seres humanos y actuando definidamente en ciertos niveles específicos de la
Naturaleza, despertando allí y poniendo en actividad “ciertas corrientes de vida
dévica” relacionadas con el fuego creador que brota de las entrañas de la
Naturaleza y que los esoteristas denominan “Fuego serpentino o de Kundalini”,
que ha de desarrollar en muchos seres humanos los centros superiores de su
constitución etérica, psíquica y espiritual y prepararles para el gran Misterio de la
Iniciación. Esta nueva corriente de energía viene a nosotros por intercesión de
aquel indescriptible Ser planetario que llamamos el “Señor Buddha”,
constituyéndose así el tercer enlace o vinculación del Gran Señor de Acuario con
el planeta Tierra.
Tenemos así, pues, tres potentísimas corrientes de energía cósmica
actuando ya sobre el aura de nuestro mundo, a saber: una corriente de primer
Rayo, de Voluntad, de Resolución y de Propósito de Vida, que nos llega por
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intermedio del Avatar de Síntesis; otra de segundo Rayo, de Amor, de Compasión
y de Sabiduría incluyente, que viene regulada por el Espíritu de la Paz y la tercera,
que a través del Señor Buddha, y en función de tercer Rayo, de Inteligencia Activa
o de Actividad Creadora, está actuando ya en forma muy directa y apreciable en la
conciencia de muchos seres humanos. Este tercer tipo de energía viene a
nosotros con un impulso cada vez más poderoso durante el “Festival Místico de
Wesak” que se celebra anualmente, coincidiendo con el plenilunio del signo de
Tauro, en un determinado lugar sagrado de los Montes Himalaya.
La importancia de estos comentarios reside en el hecho, por muchos
esoteristas reconocido y comprobado e interiormente presentido por todas las
personas de reconocida buena voluntad en el mundo, de que las tres grandes
corrientes de energía aludidas se centralizan actualmente en Cristo, Señor del
Amor infinito e “Hijo predilecto del Padre”, nuestro Logos Solar, (se hace aquí una
alusión directa a Su condición de Bodhisattva o Intermediario Cósmico), con objeto
de prepararle para el acontecimiento planetario de iniciar con Su presencia
objetiva y recognoscible la actividad mayor de Acuario en relación con nuestro
planeta. Esta palabras pueden parecer extrañas y sin sentido para muchos, pero
sería interesante tratar de reconocer el significado implícito en los términos
“SALVADOR y REDENTOR” asignados a Cristo en su función incluyente de
“MEDIADOR”, a costa de un sacrificio infinito que nuestra mente es incapaz de
comprender, entre la Humanidad y Shamballa, entre el mundo de los hombres y el
Reino de Dios.
Cuando se contempla a Cristo, “Maestro de Maestros, de Ángeles y de
Hombres”, desde el mundo espiritual y utilizando los poderes de la percepción
superior, desaparece su forma humana, aquella que mantiene todavía por Su
vinculación kármica con el mundo de los hombres y aparece como una radiante
estrella de cinco puntas que brilla con un intensísimo color azul e irradiando por
cada uno de sus vértices las indescriptibles cualidades de Amor, Comprensión,
Sabiduría, Compasión y Sacrificio que custodia en Su corazón como herencia y
dádivas preciosas del Logos Solar para el reino humano y como suprema
esperanza de paz y de fraternidad para el futuro de los hombres.
Si se agudiza la percepción interna y la evolución espiritual lo permite, se ve
que esta estrella fulgurante irradia del centro de un Triángulo de Protección de
color amarillo, pero de una tonalidad indescriptible para los ojos mortales, que
distingue para el esoterista entrenado y para los perfectos discípulos del plano
búdico, el de la Unidad más elevada, del Amor más incluyente y de la más
trascendente Sabiduría. Este triángulo está constituido místicamente y siguiendo
un trazado o diseño cósmico, por los tres Grandes Seres anteriormente descritos:
El Avatar de Síntesis, el Espíritu de la Paz y el Señor Buddha, los Cuales irradian
a través de la estrella de Cristo las cualidades infinitas de sus respectivas Vidas y
que son las que se destilan eternamente del Corazón del Logos Solar: la Voluntad
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de Ser, el Amor sin medida y la Inteligencia creadora.
El conjunto así formado constituye de nuevo para el discípulo espiritual,
para el observador atento, la figura simbólica a la que nos hemos referido
frecuentemente en las páginas de este libro y del cual se escancia todo posible
Misterio de Realización; el CÁLIZ y el VERBO. En este caso definido, Cristo, con
Su inmaculada Vida y utilizando los vehículos increíblemente sutilizados que le
mantienen voluntariamente unido al karma de la humanidad y al corazón de todos
los hombres, se constituye en el CÁLIZ y los tres Grandes Señores en el VERBO
de Revelación, que edad tras edad se derrama sobre la vida de la Naturaleza
como esperanza suprema de redención y que en esta época y en forma de
AGUADOR CELESTE, se vierte en la más mística y pura de las Copas o Cálices
de nuestro planeta.
Si siguen atentamente todo el proceso conforme se ha ido desarrollando
hasta aquí, se darán cuenta de que actualmente y pese a todas las
contradicciones aparentes, la Luz del Misterio y el Testimonio de Gracia están más
cerca que nunca del corazón angustiado de la humanidad. Se esperan pues
cambios radicales por doquier y habrá que prepararse muy especialmente para
que esta Luz no nos ciegue ni nos altere la grandiosidad infinita de esta efusión de
Gracia.
La fuerza viva del Misterio y el Poder que renueva todas las cosas están
ahora más que nunca al alcance de todos los hombres y mujeres de buena
voluntad. Sólo hay que esforzarse por vivir atentos a “los signos de los tiempos”
que están marcando ya en la historia espiritual de la humanidad unas páginas de
oportunidad, de belleza y de armonía imposibles de describir. Acuario, el Aguador
Celeste, está derramando ya sobre nuestro mundo aquella “Agua de vida” a la que
tantas veces se había referido Cristo, avizorando en las profundas reconditeces
del Misterio la época dorada que recién ahora empezamos a vivir. Todos los
“sedientos” de la Tierra tienen ahora la oportunidad de beber, de gustar en sus
más místicas profundidades internas la frescura infinita de aquella agua de vida y
de fortaleza, de amor y de equilibrio que debe calmar para siempre la sed de todo
deseo, de todo conocimiento y aún de la propia redención. Que la sincera plegaria
de todos los peregrinos de la Tierra que intentan llegar a Dios sea pues este
Mántram afirmativo que ha de consumar dentro de sus corazones la gloria de sus
mejores sueños e ilusiones:
QUE LA LUZ LIBERADORA DEL BUDDHA
EL AMOR INFINITO DEL ESPÍRITU DE LA PAZ
Y EL PODER INDESCRIPTIBLE DEL AVATAR DE SÍNTESIS
RESTABLEZCAN EL PLAN DE DIOS EN LA TIERRA.
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